Lula, el socio clave de Petro para posicionar sus objetivos de política exterior
El medio ambiente y el cambio de la política contra las drogas serán los puntos clave de la relación entre Colombia y Brasil.
Es inexacto hablar de un nuevo giro a la izquierda en América Latina; aunque las principales economías de la región están siendo lideradas por presidentes con agendas progresistas y que abanderan luchas sociales, cada país parece concentrarse en sus propios inconvenientes y contextos disimiles. Por el momento, eso dificulta la construcción de una verdadera agenda regional, como sí ocurrió en el pasado, cuando los investigadores sociales hablaban de “la izquierda del siglo XXI”.
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Es inexacto hablar de un nuevo giro a la izquierda en América Latina; aunque las principales economías de la región están siendo lideradas por presidentes con agendas progresistas y que abanderan luchas sociales, cada país parece concentrarse en sus propios inconvenientes y contextos disimiles. Por el momento, eso dificulta la construcción de una verdadera agenda regional, como sí ocurrió en el pasado, cuando los investigadores sociales hablaban de “la izquierda del siglo XXI”.
“Esta izquierda no se comporta como un bloque, como hace 20 años. Hay problemas internos muy graves y varios gobiernos está funcionando bajo la figura de la coalición, por lo que no llegan a tener el poder que tuvo Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez, Néstor Kirchner, entre otros”, explica Mauricio Jaramillo Jassir, profesor en estudios internacionales de la Universidad del Rosario. Para expertos, los presidentes actuales en Chile, Gabriel Boric; Argentina, Alberto Fernández; y México, Andrés Manuel López Obrador, han puesto en marcha una “política exterior muy tímida”.
Sin embargo, ese panorama podría cambiar tras una formulación estratégica de las relaciones entre Colombia y Brasil: ambos países, a los que llegaron Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva, quien repite en el cargo tras haber sido presidente por dos periodos consecutivos entre 2003 y 2010, podrían forjar un panorama prometedor para la política exterior latinoamericana, lo que parece ser un objetivo compartido por ambos mandatarios.
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Durante los primeros cinco meses del Pacto Histórico en el Gobierno, Petro ha sido claro con sus propósitos y prioridades de cara a la cooperación internacional. En su primer discurso ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y en su intervención en la Conferencia sobre el Cambio Climático de 2022 (COP 27) estableció entre los principales objetivos de Colombia la defensa del medio ambiente, especialmente de lo que tiene que ver con la selva amazónica, y, el cambio de enfoque en la lucha contra las drogas.
Al mismo tiempo, en Brasil se cocinaba el cambio de Gobierno: Lula da Silva regresó al Palacio de Planalto, en Brasilia, y, con eso, no solo se dio por terminada la administración de Jair Bolsonaro -que, para expertos, le restó liderazgo y posicionamiento a ese país- sino que llegó a la presidencia, quizás, uno de los personajes de izquierda más visibles y con mayor liderazgo en toda la región. “Se espera que Lula sea la gran figura latinoamericana, en quien Petro se pueda apoyar, porque hasta el momento no ha encontrado un socio natural en los otros gobiernos de izquierda”, dice Jaramillo.
Petro y Lula da Silva ya tuvieron su primer encuentro en Brasil, tan solo un día después de que el mandatario brasileño tomara posesión. Fueron cuatro los temas clave: el cuidado de la Amazonía, la política antidrogas, el apoyo de Brasil a la “Paz Total” en Colombia y la reintegración regional de América Latina. “Un gran pacto para salvar la selva amazónica en favor de la humanidad. Hacia un cambio de la política antidrogas; un Brasil garante de la paz en Colombia y el estudio de la interconexión eléctrica de las Américas con fuentes de energías limpias”, dijo Petro tras el encuentro.
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Lula ya ha adelantado que planea convocar una cumbre con los presidentes de los países que comparten el mayor pulmón vegetal del planeta. Igualmente, ha dicho que su gobierno será el “regreso al mundo” de Brasil, lo que pasará por revitalizar la integración latinoamericana a través del Mercado Común del Sur (Mercosur), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (Celac). Por su parte, Petro reforzó la propuesta de que Brasil sea garante de los procesos de paz y lo invitó a participar en la conferencia sobre la política contra las drogas, a celebrarse en México.
Precisamente, para el profesor Jaramillo son cuatro los puntos en torno a los que girarán las relaciones binacionales: el medio ambiente, la política de drogas, la integración regional y la relación comercial. “Lo que más les puede interesar, a corto plazo, es la protección ambiental y el tema de las drogas”, dice. Por el momento, no es claro cuáles serán las acciones y proyectos, pero, ya estarían ideando un acuerdo que incluya a otros países que comparten el territorio selvático, así mismo, fortalecerían el trabajo en la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica y, se habla de un fondo que incluya recursos para proteger la selva. En Brasil ya se restableció el Fondo Amazonía.
Por otro lado, el trabajo por el cambio en la política de drogas empezaría con un trabajo conjunto en términos de posicionamiento de esa agenda internacional, pero, también a través de política pública. “Brasil es una de las víctimas, especialmente en la frontera, por la inseguridad que genera el narcotráfico. De hecho, Lula ya revocó el decreto de Bolsonaro para la flexibilización de los controles de armas de fuego y municiones”, dice Jaramillo.
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Así pues, es claro que ambos países comparten intereses en común, pero, eso no es contradictorio con sus objetivos individuales. “Brasil busca recuperar su liderazgo regional. Con Bolsonaro, ese país perdió Unasur, se retiró de la Celac, se enemistó con China, perdió la vocería de los países del sur y, sorpresivamente, no mantuvo una buena relación con Estados Unidos. A Brasil le interesa recomponer su política exterior”, dice Jaramillo, quien agrega que, con ayuda de Petro podrían recuperar ese terreno.
Igualmente, Gustavo Petro quiere posicionar la política exterior que ha planteado su gobierno para Colombia, no solamente colocando al país en el centro de la discusión del medio ambiente y otros debates globales, sino, fortaleciendo su imagen como un líder internacional. Ese panorama se abre paso en la ausencia de una figura clave, con influencia regional, para alinear a los países de América Latina en unos intereses comunes.