Mario Castaño: el contador público que manejó una red de corrupción desde el Congreso
El exsenador del Partido Liberal fue condenado a 15 años de prisión y una multa de más de mil millones de pesos. Acá le contamos cómo fue su vida política y cómo llegó al Legislativo a manejar los hilos de una red de “marionetas”.
Jhordan C. Rodríguez
El excongresista del Partido Liberal Mario Alberto Castaño Pérez, fue condenado este viernes a 15 años de prisión por la Corte Suprema de Justicia, por ser el líder de una red de corrupción en contratación estatal. El alto tribunal encontró que los tentáculos del político caldense se extendieron por municipios de Caldas, Chocó, Risaralda y Cauca, teniendo también injerencia en entidades como el Ministerio del Deporte, el Ministerio del Interior, la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), entre otras. Acá le contamos cómo Castaño conquistó la política caldense hasta convertirse en un cacique del Partido Liberal en esa región.
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El excongresista del Partido Liberal Mario Alberto Castaño Pérez, fue condenado este viernes a 15 años de prisión por la Corte Suprema de Justicia, por ser el líder de una red de corrupción en contratación estatal. El alto tribunal encontró que los tentáculos del político caldense se extendieron por municipios de Caldas, Chocó, Risaralda y Cauca, teniendo también injerencia en entidades como el Ministerio del Deporte, el Ministerio del Interior, la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), entre otras. Acá le contamos cómo Castaño conquistó la política caldense hasta convertirse en un cacique del Partido Liberal en esa región.
En contexto: Por corrupción, Corte Suprema condenó a 15 años de prisión a exsenador Mario Castaño
De contador a referente político en Caldas
Castaño nació en 1971 en Pácora, un municipio al norte de Caldas. Estudió Contaduría Pública en la Universidad de Manizales, tiene un posgrado en Gerencia Financiera de la Universidad Autónoma y una maestría en Administración del Instituto Tecnológico de Monterrey (México); en otras palabras, es un experto en el manejo de los números y las finanzas. Durante sus primeros años acercándose a la política, trabajó en la Gobernación de Caldas como pagador auxiliar y luego escaló como auxiliar de contabilidad. De allí, pasó a la empresa de servicios públicos Empocaldas fungiendo como subjefe de contabilidad y presupuesto, y coordinador de costos.
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Su carrera como contador lo llevó a hacer parte de la Industria Licorera de Caldas (ILC) como jefe de la oficina financiera y también como gerente financiero y comercial. En esa empresa tuvo su trampolín a la política del departamento, pues la ILC es una de las joyas de la corona de la Gobernación y un botín para empresarios y políticos, pues sus productos están en los 32 departamentos de Colombia y son exportados a 22 países. Alcanzó la presidencia del sindicato de la ILC, donde además de hacer mejores contactos para lo que sería su carrera como político, también tuvo sus primeros señalamientos y fue expulsado por su cercanía con el entonces gerente Carlos Arturo Fehó, prófugo de la justicia por cinco años y condenado en octubre de 2010 por corrupción en contratos de la licorera.
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Castaño inició su campaña con el Partido Liberal para llegar a la Cámara de Representantes en 2014. Para ese entonces ya tenía varios contactos conseguidos en la ILC que respaldarían su candidatura y aprovechó una ausencia de poder clara en Caldas, pues había terminado el “yepobarquismo”, una alianza en la que los liberales de Víctor Renán Barco y los conservadores de Omar Yépez se distribuían el poder en el departamento. En esas elecciones Adriana Franco, quien era la líder caldense del partido, se postuló para el Senado, mientras que para la Cámara fue José Fernando Mancera, pero ninguno de los dos obtuvo curul y Castaño, con 26.060 votos, no solo llegó al Congreso, sino que quedó como líder liberal en su departamento.
La fachada de un político exitoso
Mario Castaño llegó al Congreso en 2014 como representante a la Cámara del Partido Liberal por Caldas. En su debut como congresista, aterrizó en la Comisión Cuarta o también llamada de presupuesto, que se encarga de enajenación y destinación de bienes nacionales, creación o reformas de establecimientos públicos y contratación administrativa, dentro de otras cosas. También en ese cuatrienio conformó la Comisión Legal de Cuentas, cuyas labores incluyen examinar y fenecer la Cuenta General del Presupuesto y del Tesoro de la Nación, así como revisar el Balance General del país y velar por el buen uso de los recursos del Estado.
Además de tener conocimiento y control sobre el movimiento de los dineros de la Nación por su posición en el Congreso, Castaño, ya como líder consagrado del liberalismo en Caldas, empezó a expandir su poder apadrinando candidatos a las alcaldías de su departamento. En las elecciones regionales de 2015, Mario Castaño no solo aportó dineros a la campaña del también liberal José Octavio Cardona, para la Alcaldía de Manizales, sino que además lo apadrinó sin reservas, guiño que lo ayudó a quedarse con el cargo. Lo mismo hizo con otros candidatos de su partido con los que ganaron en esa ocasión ciertos territorios: La Merced con Carlos Quintero Álvarez; Pácora con Jorge William López Ramos; Salamina con Luis Germán Noreña y Norcasia con Wilmar Herrera Gallego.
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El paso de Mario Castaño por la Cámara de Representantes fue silencioso, en exceso, tanto que su curul peligró por inasistencias. El entonces representante alegaba problemas de salud y presentó constancias médicas para tapar sus faltas, mientras que realmente en muchos casos atendía reuniones con periodistas, políticos y se encontraba con el expresidente César Gaviria, como lo dejaba ver en sus redes sociales. Con la trayectoria y poder que había logrado amasar en ese cuatrienio, el caldense apostó por algo más grande apoyado por su partido: una curul en el Senado que le permitiría tener influencia no solo en su región, sino a nivel nacional y lo logró. En las elecciones legislativas de 2018 obtuvo 73.079 votos, suficiente para dar el salto a la Cámara alta.
Al llegar al Senado, Castaño repitió la fórmula que usó en Cámara y se ubicó esta vez como presidente de la Comisión Cuarta de la corporación, para encargarse, dentro de otras cosas, de las regalías, el Plan de Desarrollo (PND) y algunos temas fiscales y financieros del país en el gobierno de Iván Duque. Su peso político aumentó cuando fue designado coordinador ponente del PND en 2021 y quedaron en sus manos $ 350,4 billones de la Nación, lo que lo acercó más a alcaldes, gobernadores, ministros y hasta al mismo presidente Duque. Pero bajo la fachada de político exitoso, Castaño manejaba los hilos de la red de corrupción.
¿Qué pasó con su curul en el Senado?
Aunque el nombre de Mario Castaño como líder de la red de corrupción empezó a sonar desde el 4 de marzo de 2022, nueve días antes de las elecciones legislativas, el escándalo no impidió que el político ganara una curul en el Senado por el Partido Liberal con 68.315 votos a su favor. Sin embargo, no alcanzó a tomar posesión por su captura antes de que se instalara el nuevo Congreso el 20 de julio, y por estar privado de su libertad y en medio de una investigación de la Corte Suprema por delitos relacionados con la indebida destinación de dineros públicos, su curul no pudo ser tomada por otro integrante de su partido, una figura conocida como “silla vacía” que, además de castigar al congresista, es una sanción para la colectividad que le dio el aval.
La curul de Castaño es una “silla vacía” en el Congreso, por lo que establece el artículo 134 de la Constitución Política. Esa normal dicta que “en ningún caso podrán ser reemplazados quienes sean condenados por delitos dolosos contra la administración pública. Tampoco quienes renuncien habiendo sido vinculados formalmente en Colombia a procesos penales por la comisión de tales delitos, ni las faltas temporales de aquellos contra quienes se profiera orden de captura dentro de los respectivos procesos”. Políticamente hablando, la ausencia de Castaño fue un gancho al hígado para el Partido Liberal, que obtuvo 14 curules en el Senado, y pasando de ser la tercera fuerza política, solo por debajo del Pacto Histórico (20) y el Partido Conservador (15), a estar a la par con el Centro Democrático y la Alianza Verde, cada uno con 13 senadores.
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