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Este martes se publica el volumen sobre los impactos de la guerra a las poblaciones étnicas del Informe Final, construido por la Comisión de la Verdad. La comisionada indígena Patricia Tobón Yagarí fue la encargada durante casi cuatro años de dirigir la investigación y los procesos de escucha entre víctimas étnicas y responsables que hoy resultan en este capítulo. Los comisionados afros Ángela Salazar (q.e.p.d) y Leyner Palacios, también encabezaron el proceso que, es necesario decirlo, es novedoso en sí mismo pues por primera vez en Colombia y en el mundo una Comisión de la Verdad desentrañó las verdades étnicas. Fue particularmente importante este hecho porque, también por primera vez en el país, los pueblos indígenas, afros y Rrom no fueron objetos de estudio, sino sujetos que relataron sus historias de guerra y resistencia.
En esta entrevista, la comisionada Tobón expone los principales hallazgos y recomendaciones que contiene el volumen étnico para la no repetición del conflicto armado. Dice, entre otras cosas, que más que una disputa política, lo que pasó en Colombia en el conflicto fue una pelea codiciosa que dejó en la mitad al campesinado, a las mujeres, y también a las poblaciones étnicas.
¿Qué fue lo más duro de la investigación y escritura del capítulo étnico, algo novedoso en las comisiones de verdad del mundo y en Colombia?
Para mí lo más duro de todo esto es aceptar que por más que intentamos plasmar la realidad nacional en un solo capítulo, nos tocó priorizar unos temas y casos para poder ilustrar y dar a conocer la dimensión de los impactos del conflicto armado en los pueblos étnicos. Este volumen tiene unos anexos de profundización, pero la realidad de los pueblos étnicos es devastadora, desproporcional: les han pasado tantas cosas en la guerra que uno siente que son muchas más páginas las que hay que escribir. Ese es un trabajo que vendrá después y el texto es una invitación al país a que conozca estos temas y los profundice más.
¿Por qué el capítulo étnico lleva por nombre Resistir no es aguantar?
Entre los análisis del conflicto armado encontramos que existen muchas justificaciones y argumentos de naturalización de la violencia que viven hoy los pueblos étnicos. Resistir no es aguantar realmente es una denuncia porque el volumen étnico, en sí mismo, es una denuncia, un cuestionamiento, una interpelación al Estado, a la sociedad, a los grupos armados, frente a las violencias que los pueblos étnicos están viviendo y que la gente piensa que pueden seguir resistiendo, pero que ya no aguantan.
¿Cómo se explica el ‘continuum’ de violencia que mencionan en los hallazgos del volumen étnico?
Uno de los hallazgos es que los grupos armados replicaron en el conflicto las relaciones basadas en el trato colonial y el racismo estructural. Esto profundizó las violencias históricas de las que los pueblos étnicos han venido siendo víctimas desde la trata esclavista, la invasión, la época republicana, hasta el tiempo actual. Es decir, el capítulo tiene un análisis sobre ese continuum de violencia y su vínculo con el conflicto armado. Un ejemplo de eso es la marcación con hierro de los cuerpos de las mujeres afrocolombianas por grupos paramilitares, como se hacía en la época de la esclavitud. Encontramos esclavitud en sí misma y cómo se subalternizaron las poblaciones indígenas y se invadieron sus territorios por parte de los grupos insurgentes para que estas comunidades fueran la base social de los proyectos ideológicos, a pesar de que las comunidades se resistieron a esas ocupaciones.
¿Cuáles fueron esas otras violencias que sufrieron los indígenas, afros y el pueblo gitano?
Encontramos cómo a los pueblos indígenas no solo les ocuparon el territorio, sino que también les impusieron perspectivas culturales, y cómo frente a la resistencia de las comunidades se les ejerció violencia que contribuyó en muchos casos a su exterminio. Encontramos cómo al pueblo negro, palenquero y raizal se les siguió negando el acceso a sus tierras, a las que tenían derechos. Encontramos cómo a esta población se le desterritorializó cuando estaban empezando a exigir procesos de titularidad de tierras. Esto generó un continuum de violencia como el desplazamiento que persiste hasta hoy. Encontramos también que el pueblo gitano habita en Colombia casi desde la llegada de los europeos al continente. Ellos llegan a Colombia en diferentes oleadas, huyendo de la persecución en Europa. Luego vivieron el conflicto armado: en Colombia se construyeron prácticas eugenésicas con las que perseguían a los gitanos. Es el pueblo étnico que mayor número de exiliados reporta. Es decir, llegan al país escapando de la violencia y acá deben salir exiliados nuevamente por la guerra. Ellos tienen un eterno exilio.
¿Cómo el territorio y la naturaleza fueron víctimas del conflicto?
Encontramos, por ejemplo, que el territorio y la naturaleza fueron víctimas del conflicto armado porque sobre los territorios étnicos existen unas rentas de guerra que todos los grupos instauraron y desarrollaron para el financiamiento de la guerra. Esto llevó a que desde 1960, 17 macroterritorios étnicos fueran configurados como los epicentros de la confrontación armada en la disputa del control y los corredores estratégicos. Esos territorios muestran esa génesis y el porqué se volvieron el botín de guerra de los diferentes grupos armados.
Es la primera vez que los étnicos relatan su historia en la guerra. ¿Qué hallaron sobre los registros de las afectaciones a estos pueblos?
Que existe una invisibilidad del relato étnico en el conflicto. Encontramos que el conflicto del país ha sido narrado desde un enfoque de la Guerra Fría desde derechas e izquierdas, donde se ha justificado la guerra de ambos lados. El análisis étnico es un análisis que revisa críticamente las responsabilidades tanto de las insurgencias, como del Estado y de todos los otros actores, evidenciando que más que una disputa política entre ellos, lo que hubo fue una disputa de codicia. En este caso, el Estado y los grupos armados han ejercido violencia y codicia hacia los territorios étnicos. En esa medida, el ángulo del análisis de los pueblos étnicos sobre el conflicto es un análisis que rompe de alguna manera con esos relatos hegemónicos que se sustentan en las miradas de base europea y colonial. El étnico es un relato que incomoda mucho, porque interpela esas visiones coloniales.
Otro tema tiene que ver con la invisibilidad estadística que han padecido los pueblos étnicos durante este continuum de violencia. Como sus territorios han sido ocupados todo el tiempo, pues no se enfrentan solamente a un hecho victimizante, sino a múltiples hechos, por lo que existe un subregistro muy grande para la documentación. La invisibilidad estadística se dio, por ejemplo, en la Amazonia colombiana: a pesar de que allí estuvo la guerrilla y se dieron las operaciones militares más duras porque hubo hasta toma de pueblos como Mitú, solo hasta hace muy poco se tienen registros sobre las violencias de estas comunidades. Uno de los hallazgos que encontramos es que el El Bloque Sur hizo uno de los reclutamientos más grandes de población indígena en riesgo de desaparición física y cultural, de pueblos indígenas en nómadas que no hablaban español. De ellos, la mayoría de niños y niñas reclutadas murieron en combate porque eran puestos en primera fila en las tomas guerrilleras. Además, muchos de estos menores que intentaron desertar, fueron asesinados y lo que encontramos en Mitú son muchas madres buscando las fosas comunes en dónde están estos menores.
Encontramos que las bases de datos están fragmentadas, no tienen registros suficientes que den cuenta de la realidad de los indígenas, de los afros. Por ejemplo, San Andrés, Providencia y Santa Catalina históricamente ha sido visto como un territorio turístico, pero este es un lugar que reporta el mayor número de desaparecidos de los pueblos étnicos, que son los raizales, como consecuencia de la ubicación de las rutas del narcotráfico en este territorio, asociado a diferentes grupos armados. Estos son relatos que no estaban en ninguna de las instituciones de memoria y esto nos lleva a pensar cuáles son los vacíos y de reconocer los problemas de registro. Ese vacío también lo encontramos en los gitanos porque hace poco empieza el reconocimiento de este pueblo. Inclusive, en el pleno de la Comisión existió un debate de si los gitanos eran víctimas o no. Eso es producto del desconocimiento. El Informe muestra cómo el pueblo Rrom fue afectado por la violencia ejercida en su contra.
¿En los eventos y encuentros de la Comisión, los exguerrilleros reconocieron que existió un trato colonial y racista que trascendió la disputa política por el peso de la codicia?
En diálogos con las comunidades negras e indígenas, ellas nos plantearon a través de su oralidad el trato colonial y racista. En otras mesas interétnicas nos plantearon la relación entre el conflicto armado y el racismo, los impactos diferenciados y la economía del conflicto porque todos nos decían que está relacionado con la extracción de recursos naturales y las rentas. Acá existe y es un negocio de guerra en estos territorios. Esas preguntas las llevamos a los grupos armados y a las víctimas. En los grupos armados todos empezaron a contarnos las rutas que coincidían con territorios indígenas, con consejos comunitarios. Entonces tenemos un acápite solo de 17 macro territorios del conflicto armado que tienen rutas y tienen economías establecidas y disputadas desde la época de finales de la década de los 60, hasta ahora. Lo que nos muestra es que los territorios étnicos traslapan con el mapa del conflicto. Esperamos que este hallazgo sea valorado por el país para revisar cuáles son las políticas de atención y de rescate de esos territorios.
Rodrigo Londoño participó en el evento de la verdad indígena y él reconoce que las FARC tuvo un comportamiento que no comprendió a los pueblos étnicos y que en su accionar violento a esas culturas, pero además en el reconocimiento del pueblo afro dice que cometieron actos de racismo hacia estas poblaciones. También lo reconoció Salvatore Mancuso y en el documento está el testimonio de un soldado a quien le piden que no orinen cerca a un árbol porque es su territorio sagrado y a él no le importa. Se burla del conocimiento de los pueblos indígenas. En últimas, la metodología que utilizamos sirvió para que hubiera un diálogo muy profundo entre víctimas y responsables, que llevó inclusive a derribar las justificaciones que los responsables han mantenido y argumentado sobre la guerra. En los actos de reconocimiento a los exguerrilleros se les explicaba cómo con sus acciones habían vulnerado principios de los pueblos étnicos como la autonomía, la unidad y las autoridades propias. Los exguerrilleros decían que no sabían eso.
Recomiendan que exista una Comisión de la Verdad enfocada únicamente en los pueblos étnicos. ¿Por qué es necesario y que cosas abordaría que esta Comisión de la Verdad no recogió?
Hicimos muchas recomendaciones, pero hay tres muy importantes. La primera es que consideramos que es importante que el Gobierno Nacional, de la mano de los pueblos étnicos y sus instancias representativas, y las entidades de paz, construyan un plan para generar protección con una institucionalidad que llegue de manera adecuada a los 17 macroterritorios. La segunda es enfatizar en la transición económica de esos territorios. Los grupos armados requieren de esas economías ilegales para tomarse esas zonas para economías como la extracción de hidrocarburos, narcotráfico, contrabando, contrabando de migrantes, extracción de madera. En tercer lugar, como consideramos que el país ha construido sus relaciones con base en el trato colonial y racista, esto no le ha permitido reconocerse en sus diferencias étnicas, culturales y territoriales. Por eso consideramos fundamental que exista una comisión de la verdad histórica de los pueblos indígenas, afros y Rrom, que le permita al país tener sus memorias para que, con base en ellas, el país se pueda reeducar en una ciudadanía que respete y reconozca su diversidad y le permita a la nación dignificar la memoria de todas sus raíces.
¿Qué recomendación hacen sobre la necesidad de que la división territorial actual dialogue con las divisiones regional étnica, que es una deuda que tiene el país?
Recomendamos cumplir la Constitución de 1991. Encontramos que precariamente la Constitución desarrolló lo relacionado con la Ley 70, sobre las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Ahora, la carta política en materia indígena reconoce varios derechos, pero ninguno de ellos ha sido legislado en el Congreso. Es decir, existe una omisión legislativa que ha significado la falta del desarrollo de las entidades territoriales indígenas, de la jurisdicción especial indígena y, en conclusión, no ha dejado que los étnicos hagan parte de la institucionalidad. La recomendación se le hace al Congreso para que legisle, de la mano de los pueblos étnicos, sobre los artículos 2, 7,10, 40, 246, 286, y 330, que siguen en deuda.
Por otro lado, es necesario poder mirar condiciones particulares de los pueblos étnicos que se encuentran en más de un departamento. La propuesta es que el Estado construya un plan para atender la realidad de los 17 macroterritorios étnicos. Esto servirá para que las políticas sean más eficientes pues es mucho más fácil tomar decisiones sistémicas para las necesidades de una misma población, así esté en diferentes departamentos.
Asume como directora de la Unidad de Víctimas en el nuevo gobierno. ¿Cuáles son los temas cruciales en los que cree que debe avanzar la entidad?
Estoy cerrando mi paso en la Comisión de la Verdad. Agradezco la designación que me ha hecho el nuevo presidente. Hay una deuda del país con el sufrimiento de las víctimas, pero también en encaminar esfuerzos muy grandes para la atención de sus derechos. Esta es una oportunidad histórica para que se realice no solamente una reflexión pública, sino también todos los mejores esfuerzos institucionales para ayudar a aquellas personas víctimas que en el marco del conflicto armado han estado en situaciones de alta vulnerabilidad en lugares donde el confrontamiento aún no termina. Hay que hacer una reflexión como país del daño que existe como consecuencia del conflicto y del número de víctimas que desbordan en el registro. Creo que no se debe hablar solamente del recurso de la Unidad de Víctimas, sino que el nuevo Plan de Desarrollo se debe comprometer por incorporar indicadores de goce efectivo de los derechos de las víctimas. Creo que mi trabajo debe estar encaminado en estos esfuerzos en la Unidad de Víctimas.