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“Me siento preso en el Partido Liberal”: Juan Carlos Losada

Con una franqueza inusual en la política colombiana, el representante Juan Carlos Losada, quien ha pretendido que la dirección de su partido se renueve, critica duramente y con nombres propios a los beneficiarios reales del poder de César Gaviria. Desmenuza la manipulación que sufrió la convención de su colectividad y acepta que la salud del expresidente se ha debilitado por lo que debe permitírsele disfrutar de un merecido retiro.

Cecilia Orozco Tascón
10 de noviembre de 2024 - 01:00 p. m.
“En la convención liberal se impuso el autoritarismo y la arbitrariedad”, opina el congresista Juan Carlos Losada.
“En la convención liberal se impuso el autoritarismo y la arbitrariedad”, opina el congresista Juan Carlos Losada.
Foto: Óscar Pérez
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La convención liberal de la semana pasada, que se realizó después de cuatro años y medio, parecía una gallera más que una cita con altura política ¿Qué pasó en Cartagena y por qué tantos gritos, insultos y desorden?

La Convención Nacional del Partido Liberal fue turbulenta porque antes de su apertura, se expidió una resolución abiertamente antidemocrática, diseñada para reelegir a César Gaviria. Eso alborotó a los delegados departamentales que hacían presencia en Cartagena y que exigían el relevo del expresidente. Como se sabe, la convención debió realizarse hace casi cuatro años pero Gaviria se negó, de manera sistemática, a convocarla con el fin de arrogarse el derecho de otorgar avales para las elecciones regionales y, por esa vía, mantener el control del partido. Esa situación produjo un enorme malestar en las bases. En Cartagena hubo, por primera vez, una competencia con candidatos individuales y listas colectivas que desafiaban la hegemonía del expresidente.

No obstante, él fue prácticamente aclamado como director del liberalismo…

El expresidente ha sido aclamado en muchas convenciones pero, en esta ocasión, se escucharon gritos de “¡Fuera Gaviria!” de quienes estaban más molestos. Esos gritos fueron respondidos por los delegados de los senadores gaviristas y por un número no despreciable de invitados especiales que, aunque no podían votar, hicieron presencia en el salón con el objeto de contestarles a los primeros con la consigna: “¡Fuera Petro!” Estos pretendían estigmatizar a quienes pedimos un cambio en la dirección del liberalismo después de 20 años de dominio del expresidente.

¿Por qué quienes se oponen a la continuidad de Gaviria en la dirección de su colectividad son señalados de petristas? Los continuistas, ¿quieren sindicarlos a ustedes de liberales traidores?

Claro. Eso quieren implicar los amigos del expresidente, entre otras razones, porque intentaban transformar el debate en torno a la grosera manipulación de la convención, en una pelea entre Gaviria y Petro. Pero había una enorme contradicción que no pudieron ocultar: los que gritaban “fuera Petro”, son los mismos que se benefician de la burocracia del actual Gobierno. Como dije en el Congreso, “son gaviristas de día y petristas de noche”.

Usted ha denunciado que reciben puestos y le piden contratos al Gobierno ¿Se refiere a los parlamentarios más cercanos al expresidente?

Sí. Y le voy doy un ejemplo: la periodista Paola Herrera publicó, hace unos meses, el contenido del computador del Fondo Nacional Del Ahorro. Allí tenían clasificadas las hojas de vida de aspirantes a cargos en esa entidad enviadas por congresistas. Y, sorpréndase: el gavirista que menos hojas de vida había enviado, aparecía con 30 solicitudes; y había otros, con 40 o más hojas de vida.

Evidentemente, se trata de doble moral pero, usted, ¿también ha enviado peticiones de puestos a esa o a cualquier otra entidad gubernamental? Se sabe que los parlamentarios siempre tratan de buscarles puesto a sus amigos…

Usted no encontrará mi nombre en ninguno de los computadores del Gobierno.

Volvamos a la convención: pese al desorden imperante, César Gaviria obtuvo 582 votos de un total de 749 delegatarios, una cifra muy alta. Así es el juego de la democracia O, ¿no?

Es innegable que ganó pero hay que reparar en la manera como triunfó. Gaviria era juez y parte pues aspiraba a su reelección en la dirección del partido, es decir, era candidato; y, al tiempo, presidía la convención encargada de decidir sobre su candidatura. No es cosa sin importancia porque estar a cargo de la organización y del desarrollo del evento le permitió fijar las reglas sobre su propia aspiración, en una resolución hecha a la medida de sus intereses. En la convención liberal se impuso el autoritarismo y la arbitrariedad. Así que no podemos hablar de juego de la democracia porque se refrendó la dictadura que impera desde 2004 cuando eligieron a Gaviria como director del partido por primera vez, pero mediante atropellos y trampas.

¿Cómo es posible que un partido no renueve sus directivas en tan largo tiempo? ¿Faltan nuevos líderes con fuerza propia?

El mismo Gaviria ha aceptado que muchos de los más destacados dirigentes liberales se han retirado del partido; entre ellos, Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán, Alfonso Gómez Méndez, Guillermo Rivera, Alfonso López Caballero y su hermano Juan Manuel López quien terminó demandando los estatutos hechos por el gavirismo. Así se cercenan los nuevos liderazgos. De todas maneras, algunos estamos empeñados en la renovación del liberalismo trabajando desde adentro.

Usted llamó esa convención “la peor vergüenza que haya vivido el partido Liberal en su historia”. Pero usted es uno entre 46 congresistas ¿Qué piensan los demás?

Especialmente quienes conformábamos la lista que proponía una dirección colegiada, estamos de acuerdo en que lo que se vivió fue bochornoso. Cuando dije que la convención fue una de las peores vergüenzas que haya enfrentado el partido Liberal, me basé en que esa cita terminó prácticamente a puños y en medio de escándalos, y, sobre todo, sin que se le hubiera podido escuchar a quienes promovíamos la renovación. Ni siquiera oímos al expresidente. Él se reeligió sin haber dicho dos palabras. Nadie puede desmentir que la Convención Nacional Liberal salió terriblemente mal: en términos de reputación del partido y de falta de garantías democráticas. La convención fue una vergüenza.

Y quienes desean la renovación del liberalismo como usted, ¿no tenían prevista alguna estrategia para hacer respetar sus derechos?

Presentamos alrededor de doce impugnaciones a las reglas arbitrarias pero el órgano que las examinaba y resolvía era el comité de ética que solo se pronunció mientras transcurrían las votaciones y que concluyó que no teníamos razón. Esa comisión también está cooptada por el gavirismo.

Entonces, no hay forma de defender sus derechos ¿Quiénes conforman el grupo que impulsa la renovación?

En la bancada pertenecemos al grupo renovador los senadores Alejandro Carlos Chacón y Jaime Durán Barrera y los representantes Carlos Ardila, Carlos Felipe Quintero, Jezmi Lizeth Barraza, Olga Beatriz González, y yo, entre otros. Además, hay liberales importantes que no están en el Congreso pero que trabajan por los cambios y el avance del partido.

¿Cuántos votos calcula usted que tiene el grupo liberal rebelde?

No hay que calcular: se contaron en las urnas hace dos años y son más de 800 mil votos.

En consecuencia, ¿puede decirse que esos 800 mil votos liberales son independientes y se pueden manifestar contra Gaviria en próximas elecciones?

Absolutamente. Son independientes y quienes obtuvimos esa votación, estamos conformando la nueva fuerza liberal dentro del partido.

¿Es cierto, como denunció el exministro Luis Fernando Velasco, también opuesto a la continuidad del director Gaviria, que un delegado podía poner hasta 40 votos mientras a otros no les permitía participar?

Sí, es cierto. La resolución que reglamentó la convención permitía una artimaña que consistía en la figura de “vocería delegada” para que un delegado pudiera representar a muchos otros y votar por ellos. Entre tanto, algunos asistentes no pudieron participar porque el sistema les indicaba que habían delegado su voto siendo falso. Ante esa enorme irregularidad, tampoco hubo posibilidad de impugnar los resultados.

¿Cabría una demanda de nulidad ante el Consejo Electoral? Desde luego, el CNE carece de legitimidad y supongo que los liberales de ese organismo pertenecen al círculo gavirista.

Claro: caben las demandas. Estamos presentando varias, con diferente tipo de objeciones. Estoy seguro de que, pese a todo el poder que pueda tener el expresidente, el Consejo Electoral se va ver en muchas dificultades para poder salvar la reelección de Gaviria.

Ideológicamente, su colectividad ¿se ha desorientado? Pregunto porque el liberalismo de hoy es un partido, como usted sugiere, de derecha afín con sectores de extrema derecha…

Absolutamente desorientada. Una de las razones por las que nuestro grupo propone renovación, es el reencuentro con la ideología socialdemócrata que solíamos defender. No olvide que el director del partido Liberal nos hizo votar por Duque en segunda vuelta; por Federico Gutiérrez, en primera y por Rodolfo Hernández, en segunda.

Lo que ocurrió en la convención y en el partido, en general, ¿no le da razones suficientes para retirarse del liberalismo? ¿Por qué no lo hace?

En estos años de arbitrariedades, he pensado, muchas veces, si debo continuar en el partido Liberal. Pero la realidad política en Colombia indica que no hay ninguna posibilidad de movilidad. Quienes hacemos una labor alternativa dentro de los partidos, estamos presos de las grandes maquinarias tradicionales. No sucede solo en el liberalismo. Hay muchas figuras de otras colectividades que están examinando cómo pueden escapar de las jaulas en que se han convertido. Por eso, en el Congreso existen varios proyectos que proponen fórmulas de lo que se a denominado “transfuguismo”. Pero como hoy no está permitido, yo tendría que renunciar el próximo mes de diciembre y dejar mi curul vacante durante año y medio para poder tener opción a presentarme en otras listas. Sin embargo, con mi retiro no honraría el voto de los ciudadanos que confiaron en mí para un periodo de cuatro años en los que debo dar discusiones e intervenir en debates. Me siento preso en el partido Liberal pero no tengo otra opción que seguir dando la batalla dentro de la colectividad.

ES un destino político trágico para su futuro. Siendo usted tan joven, ¿cree que es posible que los saquen del Congreso?

Espero que Gaviria no incurra en la arbitrariedad de negarnos el aval a quienes promovemos la renovación del partido. No desconozco que el expresidente ha manipulado, muchas veces, a los congresistas con el otorgamiento de avales. Pero he decidido seguir luchando por mis posiciones, por mi independencia y por la renovación hasta cuando lo logremos. No estoy solo.

Con su reelección como director del liberalismo, el expresidente se echa el partido dos años más sobre sus hombros, justo en la época en que le toca repartir avales para 2026. Pero la salud del expresidente se ve disminuida ¿Es cierto o se trata de una falsa impresión? ¿Quién maneja realmente los hilos del poder liberal?

Para nadie es un secreto que el expresidente ha sufrido quebrantos de salud. Hace unos meses lo noté recuperado y más lúcido de lo que lo había visto en el último año y medio. No obstante, poco antes de la convención parecía decaído. Creo que quienes no le han permitido negociar con los que le proponemos una salida digna, una salida de transición con una dirección colegiada, mantienen el poder real del partido.

Exactamente, ¿de quiénes se trata?

Ya los he mencionado pero, concretamente, se trata de los senadores más cercanos al hijo del expresidente, Simón Gaviria.

Entonces, ¿es cierta la versión de que quien se beneficia del poder de otorgamiento de los avales liberales es Simón Gaviria y sus amigos congresistas?

Estoy seguro de que, en el momento en que se presentó el mayor alboroto en la convención, Gaviria estuvo dispuesto a negociar una salida. Pero los congresistas amigos de Simón no lo permitieron.

Con todo respeto por los derechos de privacidad de Gaviria, sus respuestas no son tan sagaces y lúcidas como solían ser. La bancada liberal, ¿intercambia ideas con él, debate asuntos del partido, traza estrategias o nunca puede verlo ni saber qué piensa?

Gaviria no habla con la bancada. Cita a congresistas de Senado y Cámara. Sin embargo, esos encuentros no pueden considerarse reuniones de bancada porque, como lo ordenan nuestros estatutos, se deben realizar simultáneamente, no por separado. Y, además, son esporádicas. El director del partido está muy ausente de la toma de decisiones, al menos respecto del Congreso de la República.

Pero, por ejemplo, usted u otro parlamentario, ¿pueden pedirle una cita y hablar con él o no?

Uno puede llamarlo y él da la cita para conversar. Le cuento una anécdota a propósito de sus preguntas: el día en que debía iniciarse la discusión sobre la reforma a la salud en el Congreso, él nos citó y todos pensamos que iba a darnos línea. Para nuestra sorpresa, se dedicó a disertar sobre la seguridad del país. Recuerdo que levanté la mano y le dije: “presidente, perdón, estamos a las puertas del debate sobre la reforma a la salud. Nunca llegamos a contar con una posición de bancada. Entonces, no tenemos dirección respecto de la importancia de las discusiones del momento.

El tema de la salud personal que toca con el derecho a la intimidad es, sin embargo, de incumbencia pública – tratado, eso sí, con mesura y seriedad – cuando, como en este caso, se maneja una colectividad poderosa que a su vez, incide en decisiones que nos afectan a todos los ciudadanos. Los disidentes del oficialismo liberal, ¿se han planteado este punto tan sensible?

Quienes conocimos al expresidente Gaviria en la cúspide de sus facultades, creemos que ya es justo que se le permita disfrutar de un merecido retiro. Pero no lo dejan quienes mantienen el control del partido.

Sinceramente, en el tiempo que usted lleva siendo congresista y miembro del liberalismo, ¿su partido ha multiplicado su poder en términos de representación popular, liderazgo social e innovación de ideas?

Cuando llegué al Congreso, el liberalismo tenía 39 representantes y 17 senadores para un total de 56 congresistas. Hoy apenas cuenta con 32 representantes y 14 senadores. Es claro que, en estos veinte años de gavirismo, nuestra representatividad ha decrecido significativamente. Un partido no puede crecer en liderazgo ni en consolidación de una plataforma programática sin reuniones de bancada ni convenciones amplias y garantistas.

“Puede haber una guerra interna contra nosotros”

Usted denunció esta semana, en el Congreso, que están tratando de tomar represalias en su contra y “acabarlo políticamente” ¿Quién lo propone? ¿El propio César Gaviria o personas cercanas a él?

Alrededor del expresidente hay un séquito, especialmente de senadores, que representan la ultraderecha del partido Liberal. Entre ellos están los senadores Juan Pablo Gallo, Mauricio Gómez Amín y otros a quienes les molesta que nosotros propongamos terminar con la hegemonía del gavirismo porque, con la reelección del expresidente, mantienen el control del partido. Por eso, aspiran a sacar a quienes hoy les hacemos contrapeso pues, aun cuando sea minoritario, las bases nos acompañan en nuestro propósito de renovación y en el cuestionamiento a estas dos décadas de catástrofe para el liberalismo.

¿Quiere decir que puede esperarse una revancha en su contra?

Sí. Esta situación puede terminar en una guerra interna contra nosotros, tratando de expulsarnos del partido, negándonos el aval o dejándonos en los renglones de las listas que no permitan nuestra elección al Congreso.

“Evidente conflicto de interés del expresidente (Gaviria)”

Según ha dicho usted, las reglas impuestas en la convención liberal fueron fraudulentas ¿En qué basa sus objeciones y las de otros de sus colegas?

En primer lugar, en el evidente conflicto de interés del expresidente quien impuso unas reglas favorables a él, sin transparencia ni derecho a la participación. Prueba de ello es la resolución armada por su entorno en la que no había garantías en cuanto a la acreditación de los delegados en condiciones de igualdad lo que, a su vez, permitía la manipulación del quorum decisorio; en el llamado “silencio positivo”, una arbitrariedad antidemocrática en la toma de decisiones porque limitaba el tiempo para que los delegados se expresaran o presentaran proposiciones y candidaturas, y porque su silencio se contaba como voto positivo; en la dudosa delegación del voto y en la cooptación de la comisión de acreditación y validación. Además, y a pesar de ser una convención presencial, se aceptó un mecanismo de voto electrónico que no tenía auditoría autónoma porque fue contratada, a dedo, por la dirección del partido.

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ERWIN(18151)Hace 16 horas
El trapo rojo esta sucio y roto ..son mas conservadores,que los mismos.
CARLOS(lcggj)11 de noviembre de 2024 - 06:26 p. m.
¿Cual partido liberal? Esa razón social y política, prácticamente dejó de existir hace mucho tiempo. Lo que, subsiste ahora es la aglomeración desordenada de pequeños grupúsculos, bajo la dirección de un anciano egocéntrico, neoliberal y evidentemente rechazado por las bases y mayorías del partido. ¡Fuera, GAVIRIA!.
enriqueparra1978(84821)11 de noviembre de 2024 - 02:20 p. m.
Diego Uribe Vargas pintó la caos que vivia colombia invocando las crisis sociales y polìticas desde los años 70´s. Su libro la Constituciòn de 1991 y el ideario liberal debería llevar a los liberales a apoyar a Petro que quiere que esa codificacion sea real y no formal. Es un texto muerto en materia de libertades, derechos y democracia social. El liberalismo que supuestamente debiò apoyar su implementación apoya es a los ricos y no a los pobres. Al pueblo soberano lo olvidó Gaviria.
Guillermo(10826)11 de noviembre de 2024 - 10:56 a. m.
SENSATO y directo sobre una crisis de la institución importante para el País, con señalamiento de responsable
Santiago(apgw0)10 de noviembre de 2024 - 07:42 p. m.
Sin restar méritos al nada honorable Dr Gaviria, considero que Lozada se volvió una barbie petrista. Linda, idealizada y rebelde. Pero en la realidad, Lozada aporta muy poco. Lamentable es, que la idea de "renovar" el liderazgo de un partido sea devenirlo en un títere del establecimiento actual, que no ha demostrado ser diferente a sus antecesores. Lastimosamente, el señor Velasco apareció con las manos vacías, puesto que la mermelada ya se la había repartido impunemente.
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