“Medidas adoptadas por el COVID-19 aumentaron la violencia doméstica”: Tatiana Rein
En el Día Internacional para la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres, la presidenta del Comité de Expertas que le sigue la pista a la Convención Interamericana para erradicar y prevenir estos escenarios explicó cómo la pandemia ha exacerbado los ataques contra estas.
Si algo ha mostrado este 2020, con declaración de una pandemia y medidas a escala mundial para contener su propagación, es que esta situación extraordinaria e inédita ha provocado que se asentaran las violencias contra la población femenina y las cuarentenas estrictas reforzaron la idea de que sus hogares son los lugares menos seguros cuando sus principales victimarios son sus parejas.
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Si algo ha mostrado este 2020, con declaración de una pandemia y medidas a escala mundial para contener su propagación, es que esta situación extraordinaria e inédita ha provocado que se asentaran las violencias contra la población femenina y las cuarentenas estrictas reforzaron la idea de que sus hogares son los lugares menos seguros cuando sus principales victimarios son sus parejas.
Hoy las calles de Colombia se teñirán de púrpura y verde, como cada 25 de noviembre, en conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que este año tiene como connotación la exigencia de que las medidas y estrategias adoptadas frente al coronavirus no representen un riesgo para la vida de todas. El Espectador habló con Tatiana Rein Venegas, presidenta del Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (Mesecvi), un compromiso firmado por los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) para prevenir, sancionar y erradicar las violencias y las discriminaciones contra las mujeres.
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¿Este 25 de noviembre de 2020 qué recoge a diferencia de otros años?
Ha sido un año muy complejo, marcado por la pandemia. Desde marzo, el Comité de Expertas empezó a hacer llamados para que los Estados adoptaran medidas para enfrentar la violencia contra las mujeres, porque vimos que las estrategias implementadas, como las cuarentenas, se tradujeron en un aumento de esta, sobre todo en el contexto intrafamiliar, así como otros patrones. Hemos registrado un incremento de feminicidios en la región y nos preocupa lo que pueda pasar el otro año, por las alertas de una segunda ola, como lo vemos en Europa. Además, después de la pandemia viene la afectación en términos económicos, que toca de una forma diferente a las mujeres.
Han llamado a este aumento de violencias contra las mujeres como “la otra pandemia”. ¿Esta siempre ha estado en la región?
Son más bien situaciones que ya observábamos, o sea, no es que haya formas nuevas de violencia hacia las mujeres, sino escenarios que ya enfrentaban y que, debido a las medidas que adoptaron los Estados, sin consideración específica del contexto que viven las mujeres, se incrementaron los casos en el contexto doméstico e intrafamiliar, donde se pide ayuda a través de líneas telefónicas especiales, pero vemos que esto no se tradujo en denuncias. No están accediendo a la justicia y no están saliendo de esos contextos. Por eso hablamos de “otra pandemia”.
¿Cuánto han estimado que hemos retrocedido en derechos de las mujeres por cuenta de la pandemia, especialmente al derecho de vivir en espacios libres de violencia?
Es difícil cuantificarlo todavía, porque uno de los problemas que hay en este contexto es que no hay datos. Una de las medidas que se les ha pedido a los Estados partes es a que recolecten información, pero es muy difícil saber exactamente cuál es la realidad, porque lo que te decía, ha habido un aumento muy importante de las llamadas solicitando ayuda, pero no necesariamente de las denuncias. En Argentina nos llegó un reporte rápido, donde efectivamente aumentaron los femicidios, pero eso no necesariamente se replica en toda la región. Todavía es muy complejo saber exactamente porcentajes, pero sí sabemos que hay un incremento de violencia psicológica, física, entre otras. Hay que hacer encuestas de todos los ámbitos, porque las mujeres han salido muy afectadas en cuanto a lo económico, porque la mayoría tenían empleos informales, que fueron los más afectados por las cuarentenas. También las tareas del cuidado se les ha aumentado y esto, obviamente, tiene unas consecuencias. Si los gobiernos no adoptan estrategias con conciencia específica de género, reconociendo estos escenarios previos en los que nos encontramos, difícilmente se reversará esta realidad.
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En junio sacaron un documento sobre las violencias de las mujeres tras las medidas adoptadas para contener el COVID-19, y algo en lo que hacen énfasis es en las desigualdades entre hombres y mujeres. ¿Cómo relacionar ese tema como detonante de las violencias?
Sabemos que una de las causas fundamentales de la violencia es la discriminación. Las mujeres son discriminadas en todas las esferas de la vida y vivimos en situaciones en donde estamos subordinadas al poder patriarcal. Si la situación de discriminación, si la institución de dominación se va exacerbando, obviamente se traduce en más violencia. Por ejemplo, cuando una mujer pierde su trabajo y su medio de subsistencia, o cuando una familia vive en un espacio pequeño y han convivido permanentemente allí, eso genera fricciones y tensiones.
Una de las recomendaciones que hacen es pasar del asistencialismo al empoderamiento de las mujeres, para que pasen de víctimas a sobrevivientes. ¿Cómo los gobiernos deberían hacer ese cambio de chip?
No es solo que puedan hacer llamadas y pedir ayudas, sino que tengan una red de apoyo, a través de organizaciones no gubernamentales, del Gobierno o de las propias familias, ya sea para recibir ayuda para salir de sus casas, para acceder a la justicia y recursos económicos para su subsistencia, pues hay evidencias que una mujer que no tiene dinero con qué comer o pagar dónde vivir va a preferir quedarse junto a su pareja, aunque tengan que someterse a un tipo de violencia. Además de estos medios materiales, brindarle trabajo. Y se le suma el apoyo psicológico. Tiene que ser una red, no solamente un número al que pueda llamar.
De Colombia, ¿qué es lo que más les preocupa en cuanto a las violencias de las mujeres?
En medio de la pandemia hicimos un llamado sobre la violación a una menor indígena, sin embargo, hay situaciones previas del país que nos preocupan y hoy persisten. Apenas estamos conociendo las violencias sexuales en el marco del conflicto armado y se debe seguir trabajando en el acceso a la justicia para esos casos. También está el informe que se sacó sobre el contexto laboral que viven las mujeres en la Corte Constitucional. Por último, están los asesinatos a lideresas y defensoras de derechos humanos. Esos números son particularmente altos y se le tiene que dar más importancia.
¿Qué esperar de las movilizaciones de hoy por el Día Internacional para la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres?
Sí, efectivamente en toda la región habrá movilizaciones, no sé si sean tan masivas por la situación de la pandemia en particular. Esperamos que estas sirvan para poner temas relevantes, como lo que ha ocasionado la pandemia en la vida de las mujeres. Ojalá sean pacíficas, pues hemos observado lo que ha ocurrido en Chile, Perú, Guatemala y otros países, donde esas movilizaciones terminan en hechos violentos y represión por parte de las fuerzas armadas. Las mujeres han sido víctimas de eso y se les debería proteger su vida y su seguridad.