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Estaba cantado que la oposición no iba a dejar pasar el saldo —hasta ahora— de las movilizaciones en el marco del paro nacional y de encontrar en el ministro de Defensa, Diego Molano, al principal responsable político por la respuesta de la Fuerza Pública a la protesta que puso a Colombia en el ojo de la comunidad internacional, especialmente de organismos de defensa de los derechos humanos. A la fecha, la Fiscalía registra 43 personas fallecidas desde el 28 de abril, 17 relacionadas directamente con las manifestaciones, y 129 desaparecidos. Organizaciones sociales hablan de más muertos y más jóvenes de los que no sabe nada.
Fue así como Molano, con escasos cuatro meses en el cargo y asumiendo su primera experiencia en el campo militar y policial, enfrentó dos mociones de censura, convocadas por una oposición para la que es evidente que replica una política de seguridad que, a su juicio, en vez de mejorar las circunstancias, las agrava y desconoce el respeto de los derechos humanos por parte del Estado, primero en ser llamado a garantizar la vida en todas las formas. Molano se convirtió en el cuarto ministro de Duque y su tercer mindefensa al que le tramitan moción de censura, y primero en responder en dos días consecutivos por el mismo tema.
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El primer debate de moción lo asumió el Senado, donde Iván Cepeda y Wilson Arias, del Polo; Antonio Sanguino, de la Alianza Verde, y Armando Benedetti lideraron las intervenciones y explicaron las razones de por qué Molano debe irse del cargo. En resumen, la oposición coincidió en que el funcionario desconoce los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario, pues “ha permitido la represión y criminalización de la protesta, el desconocimiento de las víctimas, la catalogación del marchante como enemigo interno, el silencio a lo que parece una aquiescencia a los casos parapoliciales y paramilitares y el apoyo irrestricto a la Fuerza Pública, como una institución impoluta”.
La oposición expuso cifras, videos y hasta voces de víctimas y sus familiares, que recibieron ocho votos en contra para no dar sus testimonios. La coalición de Gobierno, por su parte, cerró filas alrededor de Molano, la Policía y el Esmad, e hizo hincapié en las noticias falsas o las denuncias hechas en redes que, para el uribismo, son generadoras del caos. “Los del golpe de Estado son ustedes, los que suplantaron las reglas de juego de la democracia y de la mayoría”, dijo la senadora María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, refiriéndose a los partidos y movimientos de la izquierda.
Los partidos Conservador, de la U y Cambio Radical se concentraron en replicar las hipótesis del Gobierno en relación con la infiltración de grupos armados residuales dentro de las marchas para llevar a lo urbano la guerra contra el Estado, situación en la que se concentró también Molano para justificar el accionar policial y militar. El debate en la Cámara fue calcado: redes sociales, noticias falsas, violencia policial. Incluso, el mindefensa recicló su alegato y dijo lo mismo que en el Senado: “Respetamos la protesta pacífica, pero también somos contundentes contra la violencia y las vías de hecho que afectan a todos los colombianos (...) cuando se lanza la primera piedra, se acaba la manifestación pacífica”.
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Molano culminó su intervención en la Cámara anunciando que desde el Gobierno se radicará un proyecto de ley para endurecer el régimen disciplinario de la Policía. Sin embargo, hay quienes creen que hacer más estricta una sanción a un uniformado que actúa por fuera de su función, atendería una consecuencia, pero no la raíz. Desde la oposición, por ejemplo, han insistido en la necesidad de que la Policía deje de ser parte del Ministerio de Defensa y pase al del Interior, en una cruzada por no dejar dudas de su carácter civil.
Lo que sigue ahora es política pura y dura. En cuentas a vuelo de pájaro, el ministro de Defensa estaría blindado. La gran mayoría de partidos tradicionales y mayoritarios han decidido votar negativa la censura, a excepción del Partido Liberal —en donde hay división interna, pero una orden clara de César Gaviria, su director, de sacar a Molano— y algunas voces disidentes en la U o Cambio Radical. Los conservadores, los cristianos y el uribismo votarán de manera obediente para que se quede. Del otro lado está la minoritaria oposición: Alianza Verde, Polo, Comunes y la Lista de la Decencia, que buscarán que Molano caiga.
“Calculo que 35 a 38 (congresistas) censuraremos al ministro Molano y que 60 a 62 lo atornillarán en el cargo”, comentó la senadora Angélica Lozano sobre la votación que se hará hoy en la corporación. Una lectura bastante ajustada a la realidad y de la que no solo ella sino casi toda la oposición es consciente. Pero hay otras aristas que vale la pena tener en cuenta, más allá de la matemática legislativa, y que deberían llevar a analizar los efectos que la permanencia de Molano puede tener en la protesta, aún vigente.
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La encrucijada en la que seguramente está el Gobierno por cuenta de esta moción de censura quedó ejemplificada con la intervención del representante Julio César Triana, de Cambio Radical, quien advirtió que los colombianos no estaban esperando la caída de un ministro, sino cambios estructurales. Eso puede ser cierto, aunque desconoce que la salida de Molano por cuenta de los excesos de la Fuerza Pública en medio de las manifestaciones es también una demanda del paro nacional. ¿Calmaría los ánimos su renuncia? ¿Alentaría más la manifestación si se queda? Eso podría considerarlo el presidente Duque, aunque de manera muy remota, en los reajustes que ha empezado a hacer en su gabinete.