Mociones de censura: el calvario del Ministerio de Defensa de Duque en el Congreso
Guillermo Botero y Carlos Holmes Trujillo enfrentaron los cuestionamientos del Legislativo como jefes de la seguridad. A ese registro se suman dos mociones contra Diego Molano esta semana. Expertos consideran que en la cartera ha predominado falta de liderazgo y poca preparación para asumir las cuestiones de orden público.
Vuelve y juega. Está agendado para que hoy el ministro de Defensa, Diego Molano, acuda al Senado y responda por “el tratamiento de guerra que le ha dado a la movilización social”, por medio de una moción de censura puesta en su contra por la oposición. El martes se enfrentará al mismo mecanismo, pero en la Cámara de Representantes, corporación que lo cita por excesos de la fuerza pública y la implementación de la asistencia militar en el marco del paro nacional. Para los citantes, la situación de derechos humanos en las protestas “se ha caracterizado por un uso excesivo, desproporcionado y arbitrario de la fuerza de agentes estatales, que ha derivado en una crítica situación”. Entre otros datos, según el informe de la ONG Temblores, con corte al 21 de mayo, van 2.905 denuncias por violencia policial y 43 muertes a manos oficiales. La Defensoría, por su lado, cuenta 42 muertes, quince de ellas relacionadas con las manifestaciones y cuatro casos judicializados.
A pesar de la dureza de las cifras y la sentida preocupación que han manifestado tanto la oposición como Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y parlamentos de otros países, atravesar el calvario de una moción de censura ha sido la constante en el Ministerio de Defensa del gobierno del presidente Duque. Antes de que Molano estuviera en el centro de la atención pública y fuera muy cuestionado por tener, supuestamente, “conocimiento del uso desmedido de las armas y no emitir orden que alentara a los agentes a cumplir los estándares internacionales en derechos humanos”, estuvieron en esa cartera Guillermo Botero y Carlos Holmes Trujillo, quienes pasaron al paredón del Congreso para rendir cuentas, también, por vulneraciones a los derechos humanos y manejos controvertidos en temas de orden público.
Botero renunció a la jefatura de la Seguridad y Defensa el 6 de noviembre de 2019, tras ser acusado, por medio de dos mociones de censura, de ocultar información sobre la muerte de siete menores de edad (entre 12 y 17 años), en un bombardeo del Ejército en Caquetá. El debate, aunque no prosperó por falta de quórum, dejó en evidencia la denuncia del senador Roy Barreras: que Botero presentó a los jóvenes como “delincuentes muertos en el desarrollo de operaciones militares”. Así, antes de que el Senado votara la moción de censura en su contra, el hoy exministro le dijo al país que su deber era “tener una lectura adecuada de la coyuntura política, por lo que he decidido presentar renuncia al cargo”.
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Tras su salida, lo sucedió Carlos Holmes Trujillo en una de las carteras más importantes del país y siendo, además, una de las figuras del uribismo con mayor experiencia estatal que llegaba a respaldar al Gobierno. No obstante, tampoco salió librado de la moción de censura que fue, quizás, uno de sus mayores retos políticos en su larga carrera. En octubre de 2020 encaró dos debates de control político y dos mociones de censura por los abusos de la fuerza pública en las protestas, por haber incumplido el fallo que le dictaba pedir perdón por los excesos policiales en la manifestación de 2019 y por la presencia de tropas estadounidenses en suelo colombiano sin haber consultado al Congreso. No obstante, en la recta final de esa batalla, el Senado revocó (con 58 votos) la moción de censura contra Trujillo.
Ahora el debate vuelve y juega en el Congreso, esta vez contra Molano. ¿Qué desvelan los empeños por sacar a los tres ministros de Defensa? Para Jairo Libreros, profesor titular de Seguridad de la Universidad Externado, estas situaciones demuestran que los tres funcionarios públicos no entienden el papel del poder civil en un Estado social de derecho. “Un ministro de carácter civil en la cartera de Defensa debe garantizar la supremacía del poder civil sobre la fuerza pública. No es una frase de cajón, sino certera que sustenta el principio liberal de la Constitución Política de 1991”. En ese sentido, Libreros expone que Botero, Trujillo y ahora Molano “llegaron a adaptarse al pensamiento militar, cuando lo que debían es dar un manejo moderado del uso de la fuerza”.
A sus ojos, es una completa falta de liderazgo lo que ha reinado en dicha cartera. “Cuando se llega a un cargo y se delega el liderazgo de asuntos policiales y militares en Policía y Ejército, respectivamente, pues el ministro se convierte en una marioneta”, agregó. Lectura que comparte Leyder Perdomo, abogado de la Corporación Jurídica Libertad. “Ninguno de ellos estaba preparado para el Ministerio de Defensa. Botero provenía del empresariado, Trujillo era experimentado pero con poca relación en los temas de seguridad, y Molano fue presentado por Duque como estudiante del Colegio Militar y por eso dijo que era idóneo. Cuando no hay idoneidad, tampoco creatividad para afrontar los problemas de orden público y por eso se acude a lo más inmediato: el uso de la fuerza”, añadió Perdomo. Además reconoció que, a pesar de ser un Estado de derecho, en un país como Colombia “el Ejército y la Policía tienen tanto poder que se igualan al poder civil y se impone la lógica de la fuerza”, cosa que ha desembocado en la brutalidad policial desde 2019, aseveró.
“Esto, sin embargo, no justifica la responsabilidad política de los ministros frente a un desempeño que ha redundado en excesos de la fuerza policial y del Ejército”, aclaró el abogado. En ese orden de ideas, complementó Libreros, las mociones de censura a Botero y Trujillo, y las nuevas que enfrentará esta semana Molano, obedecen no solo a ejercer control democrático, sino, en este caso, a la vigencia de los derechos humanos: “Es increíble que un ministro diga que los menores de edad son máquinas de guerra y siga en el cargo. Se ha salvado porque la coalición política ha sido más fuerte y el partido de Gobierno y otras colectividades han cerrado filas a su favor; pero sus comportamientos van en detrimento de los derechos humanos y de la legitimidad de la fuerza pública”, agregó.
(Conozca: Gabinetología: lo que desnuda el reacomodo en tiempos de crisis)
Es un hecho que desde 1991 las mociones de censura no han funcionado para sacar a los ministros de su cargo, pero, como explicó Libreros, han servido para hacerles renunciar “para evitar ser el primer caído”. Así las cosas, dijeron ambos expertos, el efecto de ese mecanismo sí se ha cumplido políticamente y, en palabras de Perdomo, “han funcionado como contención a los caminos anacrónicos para resolver conflictos”.
Vuelve y juega. Está agendado para que hoy el ministro de Defensa, Diego Molano, acuda al Senado y responda por “el tratamiento de guerra que le ha dado a la movilización social”, por medio de una moción de censura puesta en su contra por la oposición. El martes se enfrentará al mismo mecanismo, pero en la Cámara de Representantes, corporación que lo cita por excesos de la fuerza pública y la implementación de la asistencia militar en el marco del paro nacional. Para los citantes, la situación de derechos humanos en las protestas “se ha caracterizado por un uso excesivo, desproporcionado y arbitrario de la fuerza de agentes estatales, que ha derivado en una crítica situación”. Entre otros datos, según el informe de la ONG Temblores, con corte al 21 de mayo, van 2.905 denuncias por violencia policial y 43 muertes a manos oficiales. La Defensoría, por su lado, cuenta 42 muertes, quince de ellas relacionadas con las manifestaciones y cuatro casos judicializados.
A pesar de la dureza de las cifras y la sentida preocupación que han manifestado tanto la oposición como Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y parlamentos de otros países, atravesar el calvario de una moción de censura ha sido la constante en el Ministerio de Defensa del gobierno del presidente Duque. Antes de que Molano estuviera en el centro de la atención pública y fuera muy cuestionado por tener, supuestamente, “conocimiento del uso desmedido de las armas y no emitir orden que alentara a los agentes a cumplir los estándares internacionales en derechos humanos”, estuvieron en esa cartera Guillermo Botero y Carlos Holmes Trujillo, quienes pasaron al paredón del Congreso para rendir cuentas, también, por vulneraciones a los derechos humanos y manejos controvertidos en temas de orden público.
Botero renunció a la jefatura de la Seguridad y Defensa el 6 de noviembre de 2019, tras ser acusado, por medio de dos mociones de censura, de ocultar información sobre la muerte de siete menores de edad (entre 12 y 17 años), en un bombardeo del Ejército en Caquetá. El debate, aunque no prosperó por falta de quórum, dejó en evidencia la denuncia del senador Roy Barreras: que Botero presentó a los jóvenes como “delincuentes muertos en el desarrollo de operaciones militares”. Así, antes de que el Senado votara la moción de censura en su contra, el hoy exministro le dijo al país que su deber era “tener una lectura adecuada de la coyuntura política, por lo que he decidido presentar renuncia al cargo”.
(Lea: Un cambio más: Miguel Ceballos, comisionado de Paz, renuncia al cargo)
Tras su salida, lo sucedió Carlos Holmes Trujillo en una de las carteras más importantes del país y siendo, además, una de las figuras del uribismo con mayor experiencia estatal que llegaba a respaldar al Gobierno. No obstante, tampoco salió librado de la moción de censura que fue, quizás, uno de sus mayores retos políticos en su larga carrera. En octubre de 2020 encaró dos debates de control político y dos mociones de censura por los abusos de la fuerza pública en las protestas, por haber incumplido el fallo que le dictaba pedir perdón por los excesos policiales en la manifestación de 2019 y por la presencia de tropas estadounidenses en suelo colombiano sin haber consultado al Congreso. No obstante, en la recta final de esa batalla, el Senado revocó (con 58 votos) la moción de censura contra Trujillo.
Ahora el debate vuelve y juega en el Congreso, esta vez contra Molano. ¿Qué desvelan los empeños por sacar a los tres ministros de Defensa? Para Jairo Libreros, profesor titular de Seguridad de la Universidad Externado, estas situaciones demuestran que los tres funcionarios públicos no entienden el papel del poder civil en un Estado social de derecho. “Un ministro de carácter civil en la cartera de Defensa debe garantizar la supremacía del poder civil sobre la fuerza pública. No es una frase de cajón, sino certera que sustenta el principio liberal de la Constitución Política de 1991”. En ese sentido, Libreros expone que Botero, Trujillo y ahora Molano “llegaron a adaptarse al pensamiento militar, cuando lo que debían es dar un manejo moderado del uso de la fuerza”.
A sus ojos, es una completa falta de liderazgo lo que ha reinado en dicha cartera. “Cuando se llega a un cargo y se delega el liderazgo de asuntos policiales y militares en Policía y Ejército, respectivamente, pues el ministro se convierte en una marioneta”, agregó. Lectura que comparte Leyder Perdomo, abogado de la Corporación Jurídica Libertad. “Ninguno de ellos estaba preparado para el Ministerio de Defensa. Botero provenía del empresariado, Trujillo era experimentado pero con poca relación en los temas de seguridad, y Molano fue presentado por Duque como estudiante del Colegio Militar y por eso dijo que era idóneo. Cuando no hay idoneidad, tampoco creatividad para afrontar los problemas de orden público y por eso se acude a lo más inmediato: el uso de la fuerza”, añadió Perdomo. Además reconoció que, a pesar de ser un Estado de derecho, en un país como Colombia “el Ejército y la Policía tienen tanto poder que se igualan al poder civil y se impone la lógica de la fuerza”, cosa que ha desembocado en la brutalidad policial desde 2019, aseveró.
“Esto, sin embargo, no justifica la responsabilidad política de los ministros frente a un desempeño que ha redundado en excesos de la fuerza policial y del Ejército”, aclaró el abogado. En ese orden de ideas, complementó Libreros, las mociones de censura a Botero y Trujillo, y las nuevas que enfrentará esta semana Molano, obedecen no solo a ejercer control democrático, sino, en este caso, a la vigencia de los derechos humanos: “Es increíble que un ministro diga que los menores de edad son máquinas de guerra y siga en el cargo. Se ha salvado porque la coalición política ha sido más fuerte y el partido de Gobierno y otras colectividades han cerrado filas a su favor; pero sus comportamientos van en detrimento de los derechos humanos y de la legitimidad de la fuerza pública”, agregó.
(Conozca: Gabinetología: lo que desnuda el reacomodo en tiempos de crisis)
Es un hecho que desde 1991 las mociones de censura no han funcionado para sacar a los ministros de su cargo, pero, como explicó Libreros, han servido para hacerles renunciar “para evitar ser el primer caído”. Así las cosas, dijeron ambos expertos, el efecto de ese mecanismo sí se ha cumplido políticamente y, en palabras de Perdomo, “han funcionado como contención a los caminos anacrónicos para resolver conflictos”.