Nayib Bukele y Gustavo Petro, el problema detrás de la pelea entre los presidentes
Los mandatarios están en un juego de poderes a través las redes sociales. Expertos en comunicación política hablaron con El Espectador para explicar por qué esta discusión deja entrever un problema de talla global.
Jhordan C. Rodríguez
Twitter es el campo de batalla donde Gustavo Petro, presidente de Colombia; y Nayib Bukele, primer mandatario de El Salvador, quisieron medir sus fuerzas a la hora de discutir sobre el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una megacárcel construida en El Salvador donde están recluidos miles de miembros de los Maras, una de las pandillas más violentas de esa nación. Y aunque la discusión de dos presidentes cause un llamativo ruido, este rifirrafe de poderes dejó entrever un problema de fondo que es de talla global: la mediatización de la política.
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Twitter es el campo de batalla donde Gustavo Petro, presidente de Colombia; y Nayib Bukele, primer mandatario de El Salvador, quisieron medir sus fuerzas a la hora de discutir sobre el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una megacárcel construida en El Salvador donde están recluidos miles de miembros de los Maras, una de las pandillas más violentas de esa nación. Y aunque la discusión de dos presidentes cause un llamativo ruido, este rifirrafe de poderes dejó entrever un problema de fondo que es de talla global: la mediatización de la política.
Para los colombianos ya es costumbre ver en redes sociales, sobre todo en Twitter, la activa a participación del presidente Petro, quien a través de su cuenta hace anuncios gubernamentales, exhibe sus logros, le responde a la oposición y critica la información de los medios de comunicación, entre otras actividades. Lo mismo sucede en El Salvador, donde Bukele, siendo de una ideología tan opuesta a la del colombiano, actúa de la misma manera, haciendo de la red social su canal preferido para mover a sus simpatizantes. Es justo acá, en la activa participación de los mandatarios, donde la mediatización juega en contra de la argumentación y el debate político.
Néstor Julián Restrepo, director de la maestría de Comunicación Política de la Eafit, considera que la mediatización de la política “ha generado una crisis y es la forma en cómo se expresa el poder político en este momento y es que ha generado una alta personalización, dejando de lado las esferas de lo institucional”. Para Restrepo, la pelea entre Bukele y Petro es más que solo un choque de comentarios de individuos en redes sociales, porque “ellos representan al Estado, representan a dos Estados y se vuelve la rivalidad entre los Estados, y es ahí donde la forma de llevar la política se perdió”.
La comunicación política viene cambiando y ha sido tan sutil, que la ciudadanía, la audiencia, a veces no lo nota, asegura Nury Gómez, especialista en comunicación política y de gobierno de la Asociación Colombiana de Consultores Políticos (Acopol). Para la experta, en el pasado “la agenda pública se generaba en medios y se replicaba en redes. Hoy, la agenda se pone en Twitter y los medios son cajas de resonancia para todas las audiencias. Precisamente estas audiencias consumen contenidos muy cortos (breves) de espectáculo y escándalo político, compitiendo por la atención de espectadores”.
La comunicación gubernamental a través de redes sociales es algo que, según Néstor Julián Restrepo, llegó para quedarse, pero resulta problemático que esa herramienta de comunicación inmediata y casi directa no sepa manejarse. “Yo creo que el error está en los gobernantes, en los políticos que creen que gobernar es comunicar y no al revés, como debería ser, comunicar lo que se gobierna. Entonces ahorita todo es buscar expresión, teatralidad en esa herramienta y se vuelve hasta en choques diplomáticos por lógicas que son más emocionales e individuales”, plantea Restrepo.
En esto coincide Jorge Alberto Palomino, doctor en Comunicación de la Universidad Javeriana, quien considera que “acá el peso ya no es demostrar que mi argumento es mejor que el del otro, sino es conectar de manera más eficaz con las ciudadanías, y esto pues ha deteriorado profundamente las formas en las que se desarrollan los debates políticos”. Para el académico, las redes sociales “lo que hacen es que nos sintamos cercanos con las personas con las que interactuamos por los medios digitales, de ahí que los políticos sientan esa necesidad de estar cercanos”, para calar en la audiencia con su discurso.
Gustavo Petro y Nayib Bukele, son políticos que saben que no necesitan profundizar mucho en su discurso, sino venderlo de una manera atractiva a sus simpatizantes. Además, la experta Gómez resalta que incluso la misma pelea puede ser una estrategia para fortalecer discursos al interior de cada país. “El estilo personalista de ambos mandatarios también lo es en la estrategia de comunicación política: -política adversativa-. Es más importante el tamaño de tu contendor que aquellos que te acompañan”. Esto resulta evidente, dice la asesora política, en el entorno latinoamericano: “tanto Bukele como Petro se han autoproclamado como los ‘líderes’ democráticos de ambos polos y cada uno tiene un séquito de fanáticos que defienden a ultranza a su ‘mesías’”.
Y es esa seguidilla ciega que generan las redes sociales, dicen los expertos, los que hacen que los discursos sean cada vez más descuidados y riesgosos. “Vemos que el político tiene un afán permanente de estar en ese teatro sin medir muchas veces y sin calcular cómo lo debe decir, qué debe expresar y las implicaciones que tienen los compromisos”, sostiene Restrepo. También, considera que con estos discursos y choques sin razones fuertes de fondo “está en crisis y en la democracia como tal. La política está en unas lógicas de choques de poderes, ya ni siquiera de ideas, sino de autoritarismo como tal, de unas narrativas autoritarias y puntos de vista como si fueran las verdades absolutas”.
Para Restrepo, es necesario que las personas entiendan que “Bukele plantea su escenario y su teatro desde Twitter y Petro hace lo mismo y todos hacen lo mismo en estos momentos”. A esto, añade que no es solo un problema de la región, sino que es global y explica que “Donald Trump inauguró en Estados Unidos, donde había una política muy institucional, una forma de hacer política también altamente personalista” a través de las redes sociales, donde una de sus principales armas para presentar su discurso fueron las noticias falsas. “Yo creo que ahorita hay una política autoritaria donde las narrativas son individuales y hegemónicas, o sea, mi idea y los que están conmigo y los otros son los opositores y que no están conmigo. Entonces nos generamos unos públicos nuevos llamados a unas audiencias y esas audiencias se vuelven casi como fanáticos o seguidores de la doctrina del pastor, por así decirlo”.
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