Petro y Samper: cuatro conexiones entre los escándalos de Nicolás y el 8.000

Cuando en los audios que se filtraron del exembajador Armando Benedetti se oye que habrían entrado ilegalmente $15.000 millones en la campaña presidencial de Gustavo Petro, y que eso podría ser la génesis de otro escándalo como el proceso 8.000, el país quedó en guardia ante la gravedad de las afirmaciones.

Cuando en los audios que se filtraron del exembajador Armando Benedetti se oye que habrían entrado ilegalmente $15.000 millones en la campaña presidencial de Gustavo Petro, y que eso podría ser la génesis de otro escándalo como el proceso 8.000, el país quedó en guardia ante la gravedad de las afirmaciones.

De inmediato, se abrieron expedientes penales y administrativos para determinar si, al igual que le pasó al expresidente liberal Ernesto Samper (1994-1998), entraron dineros de origen ilícito en la contienda del 2022 con la que el hoy mandatario obtuvo 11,2 millones de votos.

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Y ahora, con la confesión de Nicolás Petro –hijo mayor del presidente Petro– en torno a que tiene pruebas para confirmar que sí entró dinero ilícito a la campaña de su papá, el fantasma del 8.000 revive en Colombia. Todo en un contexto en el que, además, Samper y Petro son aliados.

Pero, ¿en qué coinciden estos dos escándalos, el 8.000 y el de Nicolás, y por qué tienen tantas similitudes?

Por un lado, ambos escándalos comenzaron con grabaciones filtradas a los medios, en las cuales se oye que hay irregularidades en las campañas. En la de Samper fue el cartel de Cali, con los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, los que metieron dinero proveniente del narcotráfico en la campaña. En ese momento las filtró Andrés Pastrana, quien acababa de perder las elecciones con el entonces presidente liberal.

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En el caso de Petro también se dan las filtraciones de Benedetti, que le costaron el cargo a la exjefa de gabinete Laura Sarabia, y se juntaron con las declaraciones y chats que entregó Day Vásquez, exesposa de Nicolás Petro.

Otra coincidencia es que en ambos escándalos los cuadros directivos de las campañas son protagonistas. Cuando estalló el 8.000 se supo que Santiago Medina, tesorero del equipo de Samper, fue quien coordinó el ingreso de la plata ilegal y, por eso, fue condenado. También cayó Fernando Botero Zea, quien ofició como coordinador de esa campaña y llegó a ser ministro de Defensa.

En las toldas de Petro se sabe que Ricardo Roa, ahora presidente de Ecopetrol, fue el gerente de la campaña de 2022 y debe explicar cómo operó en cuanto a la financiación recaudada y si hubo o no ilegalidades. Él ha dicho que no. Y Benedetti, por su parte, fue coordinador de campaña y ayudó a coordinar medios y eventos en plaza pública.

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Y un tercer elemento es que en los dos escándalos el líder de la Fiscalía en cada momento ha sido un duro contradictor de quien ostenta la jefatura del Estado. En la época de Samper fue Alfonso Valdivieso, quien luego buscó infructuosamente hacer carrera política. Y ahora es Francisco Barbosa, a quien el oficialismo acusa de buscar protagonismo electoral, pero él se defiende con el argumento de que su función es jurídica.

Además, tanto Petro como Samper coincidieron en la victimización de sus gobiernos y supuesto intento de frenarlos para defenderse de los escándalos. Por eso, es casi un hecho que, así como el segundo, el primero pasará el resto de su mandato a la defensiva y sorteando la bomba que le estalló su propio hijo.

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