Petro perdió margen de maniobra político y electoral por el escándalo de su hijo

El gancho le llegó tan solo una semana antes de cumplir su primer año de Gobierno. Se lo propinó su propio hijo. Y si bien no se puede decir que las confesiones de Nicolás Petro sobre el presunto ingreso de dinero de origen dudoso a la campaña de Gustavo Petro dejan en la lona al Jefe de Estado, sí es un hecho que el golpe sacude su gobernabilidad e impacta a los partidos políticos afines al petrismo que buscan espacios electorales en las regionales del 29 de octubre próximo.

El gancho le llegó tan solo una semana antes de cumplir su primer año de Gobierno. Se lo propinó su propio hijo. Y si bien no se puede decir que las confesiones de Nicolás Petro sobre el presunto ingreso de dinero de origen dudoso a la campaña de Gustavo Petro dejan en la lona al Jefe de Estado, sí es un hecho que el golpe sacude su gobernabilidad e impacta a los partidos políticos afines al petrismo que buscan espacios electorales en las regionales del 29 de octubre próximo.

Y Petro, que sabe de política, lo recibió de frente y pasó al ataque. Por eso, desde Sincelejo unas 5 horas después de que se conociera parte de las pruebas que la Fiscalía recaudó en contra de su primogénito –y que tocan de forma directa su campaña de 2022–, advirtió que él no le debe a nadie más que al pueblo su elección y que, pase lo que pase, su mandato va hasta 2026.

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De hecho, en tono sereno –pero con verbo fuerte–, ese jueves reencauchó el relato de la victimización para decir que detrás de todo hay un intento por afectar su Gobierno. Incluso, revivió un viejo trino suyo sobre una supuesta intención, nunca dijo de quién, de infiltrar con plata de narcos la campaña con la que obtuvo 11,2 millones de votos y llegó al poder.

“(Nicolás) tiene una especie de instinto, de deseo subliminal. Y es que, obviamente, si eso fuese cierto, este presidente se tendría que ir el día de hoy”, advirtió el Jefe de Estado en su primera referencia pública al escándalo que le estalló días antes de completar sus primeros 12 meses como inquilino de la Casa de Nariño. Y agregó: “Aquí van a acuñar los errores para intentar abrir el camino del derrumbe del primer gobierno popular en Colombia”.

Sus palabas no son gratuitas, pero tampoco son solo por el expediente judicial que tiene a su hijo mayor detenido. Esta misma semana perdió el control de varias comisiones en el Congreso, incluyendo la Primera del Senado y la de Acusaciones; en la primera está el protagonismo político del Capitolio, que ya no podrá dirigirlo, y en la segunda es donde se investigan en primera instancia todas las denuncias en contra del Presidente.

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Ambas cosas, la controversia que desató su primogénito y la mostrada de dientes de los partidos independientes y de oposición en el Congreso, le cayeron en la misma semana, que, además, coincide con el arranque formal de la campaña regional.

Por eso es que, por un lado, la oposición salió a pedir su renuncia, a exigir investigaciones de fondo y hasta solicitar nuevas elecciones. Uno de los pronunciamientos más duros lo emitió la senadora María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, quien dijo que –a su juicio– “Gustavo Petro es un Presidente ilegítimo y tiene que irse”.

Por otra parte, desde el oficialismo, en especial desde el Pacto Histórico, se salió a rodear al mandatario y lo que se calificó como “gallardía” de pedir que la Fiscalía investigue a fondo todo lo que dijo su hijo Nicolás. “Pretender acabar el mandato presidencial, desconociendo la voluntad popular y como resultado de intereses políticos, sería un golpe grave a la democracia”, dijeron desde la colectividad de Petro.

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Esos dos pronunciamientos son el reflejo de que la reconfiguración del mapa político regional, prevista vía urnas para el próximo 29 de octubre, estará marcada por el rédito que se le pueda sacar a este escándalo.

Los petristas quieren quedarse, al menos, con las alcaldías de Bogotá y Medellín, y llegar a las gobernaciones de Magdalena y Atlántico, sin mencionar otras regiones claves como Valle y los Santanderes, y los de oposición buscan frenar a toda costa esa tarea.

Por eso, la pugnacidad de lado y lado está subiendo. Por ejemplo, el candidato a la alcaldía de Medellín Federico “Fico” Gutiérrez hizo de la petición de renuncia a Petro un lema de campaña durante esta semana aprovechando la ola de indignación por el escándalo de Nicolás Petro.

Y, en contraste, el aspirante a la Alcaldía de Bogotá Gustavo Bolívar replicó lanzando una pulla en torno a que si otros mandatarios no se han caído pese a los escándalos que los han salpicado, y enumeró a varios antecesores de Petro, en la actualidad eso no tendría por qué ser distinto. Además, dijo que aún no hay pruebas que toquen directamente al mandatario.

Estos señalamientos de parte y parte se van a ver con más frecuencia en plaza pública y pauta publicitaria, poque es la primera vez que un Jefe de Estado en ejercicio tiene preso a un hijo y diciendo que a la campaña de su padre habría entrado irregularmente dinero que no se reportó. El próximo 6 de agosto, un día antes de los primeros 12 meses exactos de Petro en el poder, se conocerán los listados definitivos de los más de 120.000 candidatos que pelearán por gobernaciones, alcaldías, asambleas, concejos y juntas de acción comunal.

Pero esto no es lo único. A partir de la próxima semana en el Congreso se revivirán las discusiones sobre las reformas a la salud y la pensional, que están para segundo debate en las plenarias de Cámara y Senado, respectivamente, y se comenzarán a tejer las ponencias sobre las cirugías a los sistemas laboral y de educación que pretende impulsar Petro vía proyecto de ley.

No obstante, en el Congreso tiene más adversarios que alfiles. Iván Name, presidente del Senado, ya le dijo que no permitirá que el Capitolio sea “una fábrica de leyes”, aunque Andrés Calle, jefe de la Cámara, sí le ofreció respaldo. Lo cierto es que la milimetría política para impulsar esas reformas, mientras atiende los efectos de tener a un hijo preso, no le dan mayor margen de maniobra, ni si quiera burocrática. De ahí que la gobernabilidad esté también golpeada.

“Antes los partidos tradicionales se tranzaban fácilmente, eran puestos y contratos, eso era históricamente, pero esta vez las reformas son de fondo (…) y ya los puestos y los contratos no son suficientes, porque ahí ya media un tema ideológico”, aseguró el senador Ariel Ávila.

En todo este contexto también se está ad portas de un nuevo ajuste ministerial, con el cual Petro se rodeará de personas más afines a su ideología para que sean una especie de escudo de defensa durante los tres años que le quedan de mandato. Para unos eso es radicalizarse, para otros tan solo se trata de gobernar con los suyos. Lo cierto es que dejará el gabinete con menos variedad política.

Es por estos hechos, y los que seguro se derivarán de lo que comience a confesar Nicolás Petro de fondo en la Fiscalía, que el jefe liberal y expresidente César Gaviria llamó a la cordura institucional.

“Es necesario comportarse con la mayor serenidad y pensando no solo en el presente, sino en el futuro de las instituciones”, aseguró el exmandatario.

Lo que no está claro es si Gobierno y oposición escucharán su mensaje, porque –de acuerdo con los indicios políticos que han surgido tras esta semana de escándalos y reveses para la Casa de Nariño– los dos bandos se están radicalizando cada vez más.

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