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La izquierda latinoamericana cometió un error “garrafal” al no abrazar como bandera la lucha contra el cambio climático, y eso será un esfuerzo que ahora deberán abordar “las fuerzas políticas progresistas” que están asumiendo el poder en toda la región, afirmó el presidente Gustavo Petro en una entrevista a EFE.
Desde la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, donde participa en la cumbre sobre el cambio climático, COP 27, el mayor evento organizado por Naciones Unidas (ONU) para abordar la crisis ambiental, Petro reflexionó sobre las inercias que han llevado “tanto a la derecha como la izquierda” de la región a ser baluartes de la “economía extractiva y fosilizada”, de la que salir “es la única alternativa”.
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La defensa de la Amazonía es un tema en que Colombia asume liderazgo....
Nos ha tocado estar casi solos en esta defensa. El gobierno de Brasil no estaba interesado en el tema de rescatar la selva, que es un pilar fundamental del clima, pues, si se acaba, entramos en un punto de no retorno para todo el planeta.
Salvar la selva es fundamental dentro de una política de equilibrio climático y somos los gobiernos los responsables. En este momento, Colombia y el gobierno venezolano actual ya han decidido actuar conjuntamente en este campo con nosotros, y esperamos que el Gobierno brasileño lo haga, y así tendríamos un eje determinante, para que desde el punto de vista de los gobiernos tengamos fuerza presupuestal para una política eficaz de rescate de la selva.
Solo faltaría la solidaridad empresarial privada como la estatal, para que la política pública pueda permanecer en el tiempo, pues eso es fundamental. Si no permanece, lo que hagamos ahora se destruye en poco tiempo.
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América Latina no es protagonista en esta cumbre llamada del “Sur Global”
En realidad, las fuerzas tanto de derecha como de izquierda que han gobernado América Latina han sido reacias a ser vanguardia en el tema de la defensa de la humanidad frente a la crisis climática. Básicamente, porque nuestro modelo económico se ha sustentado en la exportación de materias primas, gas, minerales, petróleo y carbón, y eso ha hecho que tenga un papel político poco preponderante en la salida de la economía fosilizada y el paso a la economía descarbonizada.
El problema progresista en América Latina es que no ha contemplado, y eso es un problema garrafal, la lucha contra la crisis climática. Al contrario, se ha sustentado más bien en la defensa de los precios internacionales del petróleo y el carbón y el gas.
¿Cuál es el mensaje de Colombia para los actuales gobiernos latinoamericanos?
Con estos cambios (políticos) que se están presentando a lo largo del continente creemos que es la hora (de asumir esa lucha). Es nuestra propuesta, que está en mi programa de gobierno, no sin presión. El hecho que haya dicho cómo íbamos a cerrar las exploraciones de petróleo y carbón, ha suscitado solo presiones para destruir el peso y otras de tipo político y económico agudas para que lo cambiemos y mantengamos una economía pendiente de la exportación de petroleo y carbón, que me parece suicida.
He planteado a los gobiernos de América Latina, a las nuevas fuerzas progresistas que están ganando elecciones una tras otra, que cambiemos la agenda del progresismo latinoamericano y pasar de soportar el esfuerzo de nuestro desarrollo en las materias primas y su precio internacional por una política de producción, de transición hacia una economía productiva basada en el conocimiento.
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¿Y aceptaría la región esa transición?
Estamos generando un nuevo debate, un diálogo americano en esta perspectiva y con la idea de una agenda política para superar la emergencia climática, que tiene que tomar peso en los gobiernos latinoamericanos. Más aún cuando tenemos una ventaja que no tiene el resto del mundo y es que hay un enorme potencial para desarrollar energías limpias: el agua, el viento, el sol...
Son la base que podría generar una descarbonización de las economías y un salto de ventaja en la economía mundial porque podríamos ser perfectamente ser vanguardia para una nueva concepción de desarrollo. América Latina podría ser poderosa política y económicamente si acepta las reglas de la descarbonización para sus propias economías. Estar anclado desde hace cinco siglos a una economía primaria de exportación de recursos no renovables no ha sido eficaz desde el punto de vista del desarrollo económico y la superación de la pobreza.
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¿Y esta izquierda está preparada?
Se abre una discusión. Me sorprendió mi visita última a Venezuela, que es una economía anclada en el petróleo y que por eso fue fácilmente bloqueada. Pero ese bloqueo paradójicamente llevó a pensar en un mundo sin petróleo. Pese al dramatismo económico que viven y la polarización que allí se desarrolla, ha surgido un debate en la sociedad venezolana de cómo sería una Venezuela sin el petróleo, nunca se había pensado en esta circunstancia.
Entonces si esa reflexión fuese seguida por políticas concretas de descarbonización, y si esa discusión se pudiera presentar en Bolivia y en las economías extractivas típicas como Chile y Perú, podríamos dar el salto. Las nuevas circunstancias de Brasil y México permitirían un eje político innovador en materia de hacer de la agenda para superar la crisis climática el centro fundamental de la agenda progresista.
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¿Tiene fe en eso?
No hay alternativa, a veces reflexiono si vamos rápido en Colombia, si presionamos las estructuras e intereses económicos de una sociedad que hace décadas se ha ligado a la explotación del carbón y el petróleo. Pensar en Colombia sin eso es difícil, y la presión para que no demos los pasos hacia la transición energética y descarbonización son enormes.
La incapacidad de la economía europea de descarbonizarse, el seguir dependiendo de recursos como petróleo y gas ha terminado desarrollando guerras. El paso hacia la descarbonización es una ficción, es más retórica de estas COP en las que estamos, pero los pasos concretos con cambio de sistema económico que puede arrasar con muchos intereses no se están dando y lo que vamos es en cierta medida ir hacia la extinción.
Pero no hay otra alternativa, no hay otro camino que cambiar las economías y las políticas porque sino lo que se muere es la especie humana. No hay alternativa. EFE