“No concibo gobiernos progresistas sin perspectiva de género”: Karol Cariola Oliva
Karol Cariola Oliva fue la diputada más votada a la Cámara de Chile. En entrevista con este diario, habla de la importancia del gobierno Petro para el resto del continente y del desafío de los feminismos para disputarse de verdad el poder ahora que América Latina giró a la izquierda.
Karol Cariola Oliva fue la diputada más votada en Chile (más de 77 mil votos en las elecciones parlamentarias de 2021). Es feminista, promueve el gobierno de Gabriel Boric y aunque se siente orgullosa del giro de América Latina a gobiernos de izquierda, reconoce y demanda más mujeres al frente de las transformaciones que promete el progresismo. Así lo dijo en el primer Encuentro Iberoamericano de Mujeres Progresistas, que se llevó a cabo hace unos días en Bogotá. “Veo contradicción en que los gobiernos se declaren feministas porque, de alguna manera, desconoce lo que pasa adentro”, dijo allí. En entrevista con este diario, la diputada chilena habla sobre los desafíos que tienen los feminismos de construirse en red, y de los aprendizajes que puede adoptar el gobierno colombiano de Chile con Gabriel Boric, aliado del presidente Gustavo Petro.
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Karol Cariola Oliva fue la diputada más votada en Chile (más de 77 mil votos en las elecciones parlamentarias de 2021). Es feminista, promueve el gobierno de Gabriel Boric y aunque se siente orgullosa del giro de América Latina a gobiernos de izquierda, reconoce y demanda más mujeres al frente de las transformaciones que promete el progresismo. Así lo dijo en el primer Encuentro Iberoamericano de Mujeres Progresistas, que se llevó a cabo hace unos días en Bogotá. “Veo contradicción en que los gobiernos se declaren feministas porque, de alguna manera, desconoce lo que pasa adentro”, dijo allí. En entrevista con este diario, la diputada chilena habla sobre los desafíos que tienen los feminismos de construirse en red, y de los aprendizajes que puede adoptar el gobierno colombiano de Chile con Gabriel Boric, aliado del presidente Gustavo Petro.
¿Cuáles son algunos desafíos para los feminismos ahora que América Latina giró a la izquierda?
Es un tremendo momento para el progresismo en América Latina. Los nuevos gobiernos son expresiones de sociedades que están buscando caminos para superar las consecuencias del neoliberalismo. Los niveles de desigualdad son absolutos, el avance de las mujeres en la conquista por sus derechos o las luchas de las disidencias sexogenéricas que han sido muy importantes en la lucha por el reconocimiento de la diversidad. Hay temas que con gobiernos de derecha jamás hubiesen podido ser tocados en las políticas públicas. Hoy, aunque hay mucho que aprender, mucho que desarrollar en estas temáticas, se tienen mayores oportunidades de tener estas discusiones.
Digo esto porque las mujeres seguimos siendo postergadas en espacios de representación popular y política. Todos los parlamentos siguen por debajo de la representación paritaria, la mayoría de los gobiernos siguen siendo representados por las masculinidades más que por mujeres que podrían tener potencial de fuerza. Esto es un camino, hay que recorrerlo y esto implica que exista una correlación e integración de la región: que los países de América Latina puedan buscar ejes comunes de construcción para superar la crisis económica y pospandemia que estamos viviendo.
El sábado se reunieron con la primera dama. ¿De qué hablaron?
Ella no pudo llegar, tuvo un inconveniente en otra ciudad y no logró cumplir con la hora, pero estuvo su equipo. La reunión fue convocada por la senadora María José Pizarro. Fue una conversación honesta, en la que nos planteamos la necesidad de establecer mayores lazos de coordinación entre las mujeres feministas de América Latina, entre las que estamos impulsando procesos de cambio en nuestros países, agendas de equidad e igualdad.
Esto es algo que ya hemos venido trabajando entre algunas de nosotras para poder contribuir a algún espacio de coordinación más permanente. Por supuesto, este tipo de encuentros son muy importantes para poder avanzar en esa dirección. La reunión con el equipo de la primera dama un poco manifestó esa voluntad y cómo las grandes reformas del gobierno de Gustavo Petro también se conjugan con una mirada feministas y perspectiva de género.
¿Cuál podría ser un camino para una verdadera integración regional?
Hay agendas comunes y tenemos que identificarlas. Ese es el primer paso: identificar los problemas que nos aquejan y poder aprender de las experiencias de cada una en nuestros distintos países para ver cómo desde esas experiencias sacamos ejemplos a seguir. Pero también es necesaria la cooperación.
Hoy en día el producto interno bruto está alterado toda vez que no reconoce el trabajo doméstico y las labores del cuidado como parte del hacer productivo de una sociedad, la violencia política y económica. Estos son elementos que se constituyen como centrales de una discusión internacional. No vamos a erradicar la violencia de género ni terminar con el patriarcado en América Latina si no es en red, de manera integrada entre todos los países y con las mujeres en roles preponderantes del empuje de ese proceso.
Usted dice que hay cierta contradicción de los gobiernos que se declaran feministas.
Un gobierno de izquierda por sí mismo no garantiza necesariamente tener una agenda de género integrada ni una perspectiva feminista en su desarrollo. Sin embargo, creo que sí hay mayor espacio dentro de estos gobiernos por su perspectiva de derechos y la intención de avanzar en procesos de equidad, para poder instalar una agenda feminista.
La perspectiva de género no puede ser entendida como un diálogo aislado de las mujeres para las mujeres. La construcción de un proyecto feminista debe ser transversal al trabajo, a la economía, al desarrollo comunitario y a la perspectiva de sociedad en su conjunto para tener efectos concretos en la vida de las personas. Frente a eso, los Estados y gobiernos tienen roles muy importantes para impulsar esto dentro de sus apuestas cotidianas.
Los Estados por esencia son entidades opresoras y buscan mecanismos de dominación, y eso es lo que finalmente el machismo y el patriarcado han buscado, siendo muy funcionales al capitalismo y al neoliberalismo. Por lo tanto, resolver el problema no es una tarea tan fácil como que un gobierno dice que se declara feminista o implementa algunas políticas de igualdad en su programa.
El problema es mucho más estructural y profundo y eso es lo debemos lograr que se entienda dentro de los procesos que estamos viviendo en cada uno de nuestros países. Es una tarea compleja que no se va a hacer solo desde la voluntad política sino es con procesos de movilización social activos y permanentes para lograr estas transformaciones. Sigue siendo poco lo que hemos alcanzado.
¿Ha vivido la violencia política como diputada?
Iba a ser la presidenta de la Cámara de diputados y diputadas en este período, sin embargo, se desató una campaña cargada de misoginia, anticomunismo, antiizquierdismo en mi contra. Mi gran pecado era ser joven, mujer, comunista y feminista, y creo que de alguna u otra manera eso es lo que las mujeres tienen que vivir.
Siempre somos nosotras quienes tenemos que ceder por procesos más grandes, mayores, los ataques son absolutamente desproporcionados cuando se trata de nosotras. Desde el punto de la violencia política, me ha tocado enfrentarla y vivirla, y por eso es que lucho con tanta fuerza para poder erradicarla.
¿Qué aprendizajes de la experiencia reciente de Chile podría adoptar Colombia?
Nosotros desde Chile también estamos en una experiencia muy inicial de ser gobierno, habíamos tenido gobiernos de centro-izquierda previamente, con algunos gobiernos de derecha entre el medio, pero hoy en día tenemos un gobierno realmente de izquierda, progresista, y nuestra experiencia no ha sido fácil, han sido ocho meses de tratar de implementar, de luchar de una u otra manera con una institucionalidad absolutamente conservadora y arraigada, es decir, no basta solo con la voluntad de los gobiernos, la institucionalidad cumple un papel importante.
Petro ha generado un gran acierto, y es aprovechar o tomar el impulso inicial de su elección para dar inicio de manera inmediata para dar inicio a sus reformas, la tributaria, a la salud, y todas las reformas principales que su gobierno se propuso dentro del plan de gobierno y por el cual el pueblo colombiano lo eligió, se empiezan a implementar desde el primer día. Nosotros cometimos el error de esperar un tiempo para dar inicio. Esperamos un tiempo, porque tuvimos la Constituyente en el primer semestre y creo que un aprendizaje de ese proceso es que no hay que esperar para hacer los cambios.
Es decir, acá debimos haber hecho ambas cosas en paralelo y en conjunto. El proceso colombiano es importante para Chile, para el resto del continente, y creo que para el mundo, porque es el primer gobierno progresista que va a estar bajo la lupa de todos los países y, por lo tanto, que este proyecto resulte, se desarrolle, también es un imperativo para todos nosotros.