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Susana Gómez, más conocida como Susana Boreal, por su usuario de Twitter, es una de las congresistas primíparas. Se estrenó en la política electoral en las pasadas elecciones y ganó una curul por Antioquia, en representación del Pacto Histórico. Es música y su cara se hizo reconocida a nivel nacional durante el estallido social, cuando en los celulares de los colombianos se reprodujo de manera masiva un video de un concierto que se llevaba a cabo en el Parque de los Deseos (Medellín) que ella dirigía como acto de protesta contra el gobierno del expresidente Iván Duque.
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Tras completar un poco más de un mes como representante a la Cámara, en esta entrevista Boreal cuenta su versión de una historia, una que aglutina varios pasos en falso suyos y muchos ataques por, dicen muchos en redes, desconocimiento en temas de cultura general. A El Espectador, la parlamentaria Susana Boreal dijo contundentemente que fue elegida para hacer su trabajo, y parte de él es preguntar y seguir aprendiendo. Reiteró su compromiso con los artistas, los jóvenes, y las mujeres para impulsar un cambio cultural y social que deje de lado las prácticas de matoneo (bullying) contra quienes aceptan que no lo saben todo y deben aprender, y afirmó que estará en donde le sirva al proyecto político que representa y que sobrepasa la figura del presidente Gustavo Petro.
Es nueva en el Capitolio. ¿Cuál es una oportunidad y un desafío de este Congreso?
Es la primera vez que hay un Congreso tan diverso. Llegamos artistas, profesores, líderes ambientales, indígenas, campesinos, hasta una palenquera. De los 32 representantes a la Cámara del Pacto Histórico, solamente dos habían sido congresistas, de resto somos nuevos. En ese contexto, la oportunidad y el reto que tenemos es representar realmente a la gente que nos puso ahí. Es escuchar a la ciudadanía y construir con ellos. ¿La gente cómo se siente realmente representada e incluida, para que lo que diga sea parte de las políticas públicas y de las leyes?, es la pregunta que debemos responder.
Usted es figura pública relativamente hace muy poco. ¿Qué le ha dejado está experiencia, teniendo en cuenta las equivocaciones y el “bullying” que ha vivido?
Los llamaría errores culturales. Vivimos en un país en el que todavía existe el analfabetismo. Un país en el que se habla de la necesidad de la meritocracia, pero en el que estudiar es un privilegio para muchas personas. Ha sido culturalmente aceptado que se satanice a la gente que pregunta, que no nace aprendida. Nos han enseñado que está bien aceptar bullying contra la gente que no sabe algo y pregunta. No obstante, creo que es importante la construcción colectiva y que en ese proceso la gente no sienta temor por aprender y por entender lo que pasa. El Congreso es una institución con muy bajo nivel de favorabilidad, y quise llegar a hacer bien mi trabajo, entonces no considero un error preguntar algo que no sepa. A mí me van a juzgar por acción u omisión, y si no sé algún procedimiento que ni siquiera está en la Ley Quinta, pues cuál es el problema de averiguarlo. Incluso fue un ejercicio pedagógico muy chévere, porque estoy segura de que gracias a eso mucha gente sabe ahora cómo adherirse a una proposición de otra persona.
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¿Y sobre los demás pasos en falso que se han hecho evidentes desde que se ganó la curul?
Las demás cosas las enmarco en la cultura del error y la competitividad, pues siempre nos enfocamos en eso. Me parece que es algo que debemos ir cambiando y por eso yo nunca he respondido a esos ataques. Debemos concentrarnos en trabajar. Esta semana me reuní con la ministra de Cultura, con el de Educación, con mujeres trabajadoras de la economía del cuidado, con gente de la población LGBT+ para hablar de las políticas a implementar. Entiendo el boom de las redes sociales que nos permiten expresarnos: ahora todos nos sentimos con el espacio de expresar un montón de cosas, sin medir consecuencias aparentes y lo digo porque muchas veces los comentarios salidos de tono contra alguien pueden llevar incluso al suicidio. En últimas, la transformación cultural debe pasar por reconocernos como seres humanos que estamos en constante proceso de evolución y aprendizaje. Los políticos seguimos siendo seres humanos.
¿Qué reflexiones le quedaron sobre la responsabilidad de prepararse para un cargo de este tipo? Se debe al electorado que confía en usted.
A mí me eligieron para trabajar. Eso es lo que estoy haciendo. Me estoy matando en el trabajo, sobre todo por los artistas, por la educación, por las mujeres y por los jóvenes. Cada vez estoy defendiendo más causas en las que creo. En el caso de la pregunta procedimental que hice siento que hice mi trabajo porque si no la hubiera hecho de pronto hubiera caído en un vicio. Le garantizo a las personas que creen en mí, y que no lo hacen, que siempre voy a hacer un trabajo muy responsable. Tengo que aprender mucho, como todos, pero sé que he aprendido un montón y tengo que seguir haciéndolo. Como dice la ministra Patricia Ariza: el cambio social debe ser también un cambio cultural, y esa transformación pasa por detalles como estos que sostienen la forma de relacionarnos como humanos.
¿El Congreso renovado sigue viviendo expresiones del machismo?
El machismo es estructural, está en toda la sociedad y el Congreso no se salva. El machismo tampoco mide si uno es de derecha, de izquierda o de centro pues está en todas las orillas. Ha habido episodios de machismo en muchas instancias. Un día, por ejemplo, David Racero tuvo que ausentarse de la presidencia de la Cámara y asumió la primera vicepresidenta y no le respetaban tanto la palabra como a él. Lo que yo he hecho es que cuando alguien me dice “niña”, “Susanita”, “mi amor”, o “princesa” mientras estoy al lado de un hombre al que se refieren como “senador” o “representante”, le respondo “niño” y se timbra de una.También se trata de reconocer a las mujeres y sus trabajos para seguir abriendo camino a otras mujeres, jóvenes y artistas.
¿Dónde quedó el discurso de independencia del Gobierno con la presión que hizo para que Carlos Hernán Rodríguez fuera electo por el Congreso como contralor?
Gustavo Bolívar va a radicar un proyecto para que los organismos de control no se elijan desde el Congreso. Habrá que ver qué mecanismos se utilizan para esto, pero de entrada me parece una propuesta interesante, precisamente por lo que menciona de la independencia. Pero en las primeras etapas de la elección al contralor el Pacto Histórico no tuvo ninguna injerencia. En la lista de 10 candidatos, el Pacto Histórico quiso decantarse por la meritocracia, y ese fue Carlos Hernán Rodríguez. Eso fue lo que se conversó en la bancada.
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Más allá de la meritocracia, es imposible decir que se respetó la independencia en esta elección, tanto por el Gobierno como por la bancada del Pacto Histórico.
A título personal, puedo decir que Roy Barreras no me representa. Él sigue siendo un político que está en la bancada amplia, y Alfonso Prada tiene un relacionamiento con el resto de los políticos. De ninguno de ellos escuché la directriz de voltear los votos. Lo que sí puedo decir es que estoy en la línea de que los entes de control sean independientes y si Gustavo Bolívar presenta ese proyecto, dependiendo del articulado, lo apoyaría.
¿Cuál es su posición sobre la reducción de los salarios de los congresistas?
Vivimos en un país muy desigual en el que el salario mínimo no alcanza para nada y lo sé porque mi papá quedó pensionado con un salario mínimo. Mi mamá toda la vida trabajó en la economía del cuidado. Ellos sostienen a siete de mis sobrinos, sobreviven con el mínimo y nosotras les ayudamos con lo que más podemos. Entiendo el descontento por supuesto con el salario de un congresista. Creo que bajarnos el sueldo sí es un mandato popular. Ahora, es cierto que eso no representa un cambio significativo, sino que más bien es un cambio simbólico. De todas formas creo en los símbolos y, si es necesario, se hace. También sé que eso no va a acabar con la corrupción y no va a mejorar la calidad de vida de los colombianos. Apoyo el proyecto de ley de Bolívar sobre ese asunto, porque contiene otras medidas más eficaces como que las causales de pérdida de investidura se amplíen para cuando haya más de seis ausencias no solo en plenaria, sino también en las comisiones. Es simbólica la propuesta de bajar un sueldo, pero creo que la ciudadanía también debería presionar para que trabajemos por nuestros territorios.
¿Cuál es el problema con bajar los sueldos en este cuatrienio?
Uno de ellos es que a una persona no le pueden quitar los derechos adquiridos. Esto pasa por supuesto por la voluntad política, pero ese hecho podría servir de precedente para que se incumplan los acuerdos laborales de una de las partes en una contratación. Pero si la gente lo quiere, lo apoyo. No vine al Congreso por el alto salario, sino para trabajar para los artistas.
¿Cómo se siente con el gabinete paritario y la crítica a algunos perfiles?
En mi campo de cultura estoy más que feliz, pues Patricia Ariza es una mujer que ha luchado toda su vida y es una mujer del arte. En términos generales, estoy satisfecha con los nombramientos. Ahora tenemos que entender que si bien es la primera vez que llega una fuerza de izquierda al Ejecutivo, tenemos que gobernar con todas las fuerzas. Sería ideal que todo fuera inmaculado y perfecto, pero en este país eso es muy complicado. Aunque eso no implica que yo, por lo menos, me vaya a quedar callada si hay alguna irregularidad. Por encima de los ministros y por encima de Gustavo Petro quiero defender el proyecto político que estamos construyendo. Eso no quiere decir que me vaya a casar con una serie de personas, le tengo que responder a la gente y voy a estar con una mirada crítica.
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¿Cuánto cree que dure la coalición de gobierno con los partidos tradicionales?
Siendo muy optimistas, pienso que durará unos dos años, pero el primer año va a ser crucial. Por eso es que queremos sacar adelante todas las reformas que se necesitan en este primer año. Después vienen las elecciones regionales y todas las fuerzas se empiezan a reorganizar.
¿Se proyecta como política? ¿Qué pasará con su carrera de música?
No quiero dejar nunca la música. Música es lo que yo soy, artista, no política. No he pensado qué quiero hacer más adelante, pero yo le sirvo al proyecto político del Pacto Histórico. Yo acabo de llegar, pero sí le digo que si vemos en ese momento que lo mejor para el proyecto político es que yo siga, seguiré. Si lo mejor es que esté en otro lugar, también lo haré. Yo me metí en esto porque pienso que es una oportunidad muy grande para poder ayudar a muchas personas. No lo necesitaba, a mí me iba muy bien en la música, la política es muy difícil, pero se presentó la oportunidad.