No más rodeos: arranca la contienda electoral, y 2022 será el año de definiciones
En tres meses los colombianos están llamados a elegir al nuevo Congreso. Este primer comicio será decisivo para lo que se viene: las presidenciales, en mayo próximo. Aunque hay escenarios que parecen definidos, hay situaciones que podrían salirse de cualquier cálculo electoral. Este es el panorama.
Se acabaron los eufemismos y las ambigüedades. Con el inicio de 2022 arranca en firme también el año electoral en Colombia. Después de un período -incluso anterior a 2021- cargado de antesalas, preparativos y campaña anticipada, los colombianos están a tan solo semanas de encarar unos comicios decisivos para su futuro. El desafío no es de poca monta, pues la tarea no solo es renovar un Congreso que sigue cargando con una desfavorabilidad del 72,3 % -según la más reciente encuesta de Invamer-, sino elegir a un presidente de un abanico de entre más de 20 candidatos que logre concretar los anhelos de reactivación económica, creación de empleo y superación de la pandemia, solo por mencionar los asuntos más urgentes.
Es por ello que este 2022 será el año de las definiciones. En marzo próximo, la primera tarea serán las elecciones legislativas, en las que además se conocerán los nombres de los llamados a ocupar las 16 curules de paz en la Cámara de Representantes, formalmente conocidas como Circunscripciones Transitorias Especiales para la Paz (CTEP), las cuales consagró el Acuerdo de La Habana (Cuba) y que estarán vigentes por dos períodos para las víctimas del conflicto.
Pero no es todo. Estas elecciones parlamentarias incluyen otra novedad: un tarjetón, que podrá ser solicitado por el votante, para elegir al ungido de algunas de las coaliciones que desde ya se consolidan con miras a las presidenciales. El ciudadano solo podrá participar en una de las consultas. Justamente este hecho marcará el inicio de otra coyuntura electoral: las elecciones de primera vuelta para elegir al próximo inquilino de la Casa de Nariño, que se celebrarán el 29 de mayo. De no haber un aspirante que logre la mitad más uno de los votos -como coinciden los analistas-, el 19 de junio se realizaría una segunda vuelta con los dos que hayan alcanzado la mayor votación.
Así las cosas, se podría decir que el país no encarará dos meras elecciones este año, sino que, por sus procesos y complejidades, los comicios podrían extenderse a casi cuatro vueltas electorales: la primera, con el Congreso; la segunda, con el voto de las coaliciones; la tercera, con la primera vuelta formal para elegir presidente, y la cuarta con la segunda vuelta. Cada fase va entrelazada y encadenada con la anterior, lo que da cuenta de su importancia. Un vistazo más detallado permite dimensionar su trascendencia.
Los cálculos y las movidas para un nuevo Congreso
El proceso para renovar el Congreso de la República y elegir a los nuevos senadores y representantes a la Cámara arrancó formalmente el 13 de marzo de 2021, con un punto de quiebre el pasado 20 de diciembre, cuando concluyó el período de modificación de las candidaturas inscritas por parte de los partidos políticos o los propios aspirantes. Al final, según datos de la Registraduría, 2.835 candidatos quedaron inscritos. Las cifras indican que para Senado hubo 934 candidatos distribuidos en 25 listas y para Cámara 1.498 en 328 listas. Frente a las curules de paz, la autoridad electoral señaló que se inscribieron 203 listas integradas por 403 candidatos.
“En total, se inscribieron 79 listas en coaliciones con 645 candidatos, nueve listas de grupos significativos de ciudadanos y movimientos sociales con 179 candidatos, 48 listas de organizaciones afrodescendientes con 129 aspirantes, 16 listas de organizaciones indígenas con 34 candidatos y 201 listas de partidos o movimientos políticos con personería jurídica con 1.445 candidatos”, indicó la Registraduría.
La importancia de estas “primarias”, según Juan Federico Pino, profesor de ciencias políticas de la Universidad Javeriana, va más allá de la mera recomposición de la Rama Legislativa, ya que decantará qué grupos u movimientos serán mayoritarios en el Congreso y, a partir de allí, los candidatos presidenciales deberán definir qué alianzas se van a hacer o se necesitarán para conquistar la Presidencia. “Esta primera elección permitirá vislumbrar qué tan fragmentado va a quedar el poder Legislativo, porque ello incide en la dificultad de hacer alianzas. Segundo, qué partidos obtienen las mayorías y en qué regiones tienen presencia tanto para Cámara como para Senado. Es decir, se determinará el posicionamiento de los partidos y la construcción territorial de los votos partidistas”, explica.
En este contexto, el Centro Democrático, el partido de gobierno y que goza de mayorías, demanda una especial atención, pues ya no contará con su mayor elector, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que sumó hace cuatro años 875.554 votos. A ello se suma la ausencia de otras figuras que venían adquiriendo cierto peso como los senadores Amanda Rocío González, Ernesto Macías, Ruby Chagüi, Carlos Felipe Mejía, María del Rosario Guerra, Fernando Nicolás Araújo o José Obdulio Gaviria, por no hablar de la baja en Cámara de su actual presidenta, Jennifer Arias. Aunque lo más probable es que la mayoría de ellos ya tenga un heredero para heredar su caudal, no es seguro que el ungido logre recaudar sus votos. Ello implica, sin contar a Uribe, que podrían estar en riesgo, mal contados, al menos 260.000 votos.
Si bien la esperanza está puesta en nuevos nombres como el exsecretario de Gobierno de Bogotá Miguel Uribe Turbay -cuya nominación como cabeza de lista al Senado del Centro Democrático levantó roncha entre algunos congresistas de antaño-, para el profesor Pino no deja de ser incierto si logrará recoger los votos de otros candidatos, teniendo en cuenta que “no se compara ni mínimamente con la trascendencia, importancia y simbología que para algunos sectores de la sociedad tiene la figura de Álvaro Uribe”.
“Hay un fenómeno interesante, y es cuánto va a perder el Centro Democrático. Hay que tener en cuenta que aquí también juega en contra la impopularidad del jefe de Gobierno, Iván Duque, así como algo que va a ser sui géneris en esta elección, que es que por primera vez Álvaro Uribe no va a estar encabezando la lista al Senado”, explica Pino, abriendo la puerta a otra cuestión fundamental en esta elección: ¿quién podría quedarse con los votos del uribismo y sacar réditos de la eventual disminución de la bancada del Centro Democrático?
En este sentido, aparece el Pacto Histórico de Gustavo Petro que -apostando por una lista cerrada, la misma por la que el uribismo se la jugó en 2014, durante la primera elección legislativa-, intentará endosar la misma preferencia que hoy lo tiene como favorito en las encuestas presidenciales y virtual ganador de la primera vuelta. Sin embargo, el desafío será lograr trasladar esa preferencia a votos para Senado y Cámara. “Acá Petro está intentando hacer una jugada muy arriesgada que también va a ser muy importante como resultado de cara a las presidenciales. Va a intentar endosar ese apoyo hacia la lista cerrada. Todavía no podemos predecir qué tan bien le saldrá el experimento. Desde la teoría se podría decir que muchas veces esos trabajos de endosar votos no funcionan bien cuando la persona no está encabezando la lista como fue Uribe. Se podrían estar haciendo cuentas desfasadas respecto a los congresistas que van a obtener”, precisa Pino.
Sin embargo, esas dos facciones políticas no son las únicas en problemas. Así como el Centro Democrático, en la Alianza Verde, el Polo Democrático y el Partido de la U -que juntos representan casi la mitad del Senado- hay preocupación, pues sus principales cabezas no repetirán en 2022. En el caso de los verdes, el ausente será Antanas Mockus, el segundo más votado con 540.783 apoyos. En el Polo no estará el senador Jorge Robledo, hoy en la Coalición Centro Esperanza, y que trasladó sus 226.099 apoyos a su movimiento propio: Dignidad. En el Partido de la U, que hoy espera atajar la situación con la medallista olímpica Caterine Ibargüen como cabeza de lista, los ausentes serán Roy Barreras (110.358 votos) y Armando Benedetti (72.576).
Lea también: Partidos sin cabeza: ¿cómo mantener los votos?
Otra situación que no puede quedar al margen es que, si bien la apuesta es la renovación, en las listas inscritas a las legislativas no faltaron los candidatos cuestionados. Un informe de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) reveló que, con miras a los comicios del 13 de marzo de 2022, hay reporte de al menos 108 candidatos con investigaciones judiciales, disciplinarias o fiscales, así como otros con vínculos con presuntos hechos de corrupción. Además, en el listado se cuentan personas señaladas de ser herederas de clanes políticos, de parapolítica u Odebrecht, y hasta de tener supuestos nexos con grupos armados.
Lea también: Elecciones al Congreso: advierten que se colaron 108 candidatos cuestionados
La investigación determinó que los cuestionados recibieron la bendición de siete partidos con listas propias, seis en coaliciones (dos en Senado y cuatro en Cámara de Representantes), dos en movimientos por firmas y un consejo comunitario. De acuerdo con Pares, el Partido Conservador, con 23 candidaturas cuestionadas, lidera el ranquin de respaldos controvertidos. Le sigue el Partido Liberal, con 20; Cambio Radical, con 19; el Partido de la U, con 16, y el Centro Democrático, con 14. Además, el informe indica que en la lista al Senado de la Coalición Centro Esperanza hay dos cuestionados, en la lista al Senado del Pacto Histórico hay uno y en las listas en coalición a nivel de Cámara se cuentan siete.
Entre los cuestionados figuran personajes como Claudia María Pérez Giraldo, del Partido Liberal, a quien Pares señala de ser la ficha del condenado exsenador Eduardo Pulgar; John Moisés Besaile Fayad, hermano del cuestionado exsenador Bernardo Noño Elías, quien perdió su curul por la investigación en el escándalo de Odebrecht, o el senador John Moisés Besaile Fayad, hermano de Musa Besaile y Edwin Besaile, investigados por hechos presuntamente ilegales mientras ejercían cargos de elección popular.
En imágenes: Elecciones legislativas: este es el top de candidatos cuestionados al Senado
En Cámara hay casos como los de Sandra Elena Villadiego, del Pacto Histórico, esposa de Miguel Rangel Sossa, excongresista condenado por parapolítica; Gilma Díaz Arias de Pacheco, del Partido Liberal, quien está casada con Álvaro Pacheco, condenado por parapolítica; Luis Eduardo Vives González, del Centro Democrático, quien es hijo de Luis Eduardo Vives Lacouture, condenado en 2008 por promover grupos armados al margen de la ley y determinador en alteración de resultados electorales; Rafael Escrucería, candidato por el Partido Liberal y considerado heredero de la casa política Escrucería, un clan recordado en Nariño, o Johanna Milena González Pérez, que, según Pares, busca ser la heredera en cuerpo ajeno de su esposo, el exrepresentante Edwin Ballesteros, salpicado en el entramado de corrupción de la Gobernación de Santander.
En imágenes: Elecciones legislativas: este es el top de candidatos cuestionados a Cámara
Las presidenciales, la meta
En paralelo a las elecciones legislativas, como se mencionó, se desarrollará otro proceso fundamental: la votación de las coaliciones. A diferencia de esos comicios, de cara a las presidenciales el horizonte está más despejado y desde hace meses parecen estar decantados los bandos en la centroderecha y en la centroizquierda. En el panorama político, y desde cada orilla ideológica, hay consolidadas al menos tres grandes alianzas.
Una de ellas es el Pacto Histórico, que según Invamer sería en la que más ciudadanos participarían (43,1 %) y que hoy está en cabeza del senador Gustavo Petro -respaldado por la Colombia Humana, Unión Patriótica, Partido Comunista y Fuerza Ciudadana-, así como por Francia Márquez (Polo y AICO), Arelis Uriana (MAIS) y figuras como Camilo Romero (Alianza Verde, Luis Fernando Velasco (disidente liberal) o el líder cristiano Alfredo Saade.
Otra es la denominada Coalición Centro Esperanza, una de las primeras en crearse y que recientemente dio un golpe de opinión al sumar al exrector de los Andes Alejandro Gaviria. En ese grupo se cuentan además Sergio Fajardo (Compromiso Ciudadano), Juan Manuel Galán (Nuevo Liberalismo), Jorge Robledo (Dignidad), Carlos Amaya (Verde Oxígeno) y Juan Fernando Cristo (En Marcha).
Por otro lado, en la coalición Equipo Por Colombia aparecen exmandatarios como Federico Gutiérrez, Enrique Peñalosa, Alejandro Char, Dilian Francisca Toro (Partido de la U), el actual senador David Barguil (Partido Conservador) y el exministro Juan Carlos Echeverry. Se prevé que eventualmente a esta alianza llegue próximamente el candidato del uribismo: Óscar Iván Zuluaga, que recibió la bendición del Centro Democrático por encima de figuras que eran vistas más controversiales por la coalición, como María Fernanda Cabal.
A la baraja de precandidatos se suman John Milton Rodríguez, de Colombia Justa Libres, y Aydeé Lizarazo, de MIRA, así como otros aspirantes que han reivindicado su independencia, como el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández o el exgobernador de Antioquia Luis Pérez, quien ha coqueteado tanto con el Partido Liberal como con el senador Petro.
Ante tal cantidad de jugadores en el partidor, la pregunta es si, a tres meses de las consultas, parece estar definido o no el ungido en cada coalición. De acuerdo con Jorge Iván Cuervo, profesor de teoría de políticas públicas e instituciones políticas colombianas en la Universidad Externado, cada alianza tiene sus particularidades. “En el Pacto Histórico, seguramente como lo indican las encuestas, el ungido será Gustavo Petro. Rodolfo Hernández cabalga como el llanero solitario. En la Centro Esperanza sí deberán resolver cuál va a ser el candidato, y hay varias opciones. Las encuestas dicen que sería Sergio Fajardo, pero de aquí a marzo hay mucha discusión y debate. Si llegara alguien distinto esa sería la novedad, como Íngrid Betancourt. Luego viene la centroderecha, con el uribismo que ya tiene candidato con Zuluaga, y el Equipo Por Colombia, que seguramente se inclinará por Char o Fico”.
En este sentido, el profesor Juan Federico Pino explica a su turno que difícilmente podría disolverse alguna de estas coaliciones -“sería un suicidio”, dice- e indica que los movimientos después de las consultas se orientarán a pelearle el segundo puesto a Petro con miras a la primera vuelta, que se celebrará el 29 de mayo. “Lo que se está jugando acá, si todo continúa como está, es quedar en el segundo puesto con Petro para potenciarse y derrotarlo en segunda vuelta. La Coalición de la Experiencia y la Coalición Centro Esperanza saben que es muy poco probable que si se dividen puedan llegar a ese segundo codiciado lugar”, explica.
En ello coincide Cuervo, quien asegura que, aunque la primera vuelta parece decantada, la segunda será muchísimo más reñida: “Es una pelea muy interesante, porque las encuestas indican que Petro es muy fuerte en primera, pero no tanto en segunda. En muchos escenarios se reduce su margen y cuando estemos en segunda vuelta, otra vez el factor de miedo que genera Petro va a ser usado y el candidato que logre consolidar ese rechazo a Petro podría ser presidente. Ahí Petro tendría que moverse muy bien”.
A tres meses de las legislativas, y a cinco de las presidenciales, hay escenarios que parecen definidos y situaciones que aún no dejan de ser inciertas. Por más vaticinios, no puede perderse de vista que en política todo puede pasar. Sin embargo, ya con la contienda en firme el panorama comenzará a decantarse y el país conocerá a los ungidos para controvertir una situación que también desnudó la encuesta Invamer: 79,6 % de los colombianos creen que las cosas van por mal camino, el indicador más alto en casi cinco años. Darles solución a los problemas más urgentes de corrupción, desempleo, economía e inseguridad será la tarea compartida tanto del nuevo inquilino de la Casa de Nariño, así como de sus vecinos en el Congreso.
JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS
TWITTER: @Currinche
Se acabaron los eufemismos y las ambigüedades. Con el inicio de 2022 arranca en firme también el año electoral en Colombia. Después de un período -incluso anterior a 2021- cargado de antesalas, preparativos y campaña anticipada, los colombianos están a tan solo semanas de encarar unos comicios decisivos para su futuro. El desafío no es de poca monta, pues la tarea no solo es renovar un Congreso que sigue cargando con una desfavorabilidad del 72,3 % -según la más reciente encuesta de Invamer-, sino elegir a un presidente de un abanico de entre más de 20 candidatos que logre concretar los anhelos de reactivación económica, creación de empleo y superación de la pandemia, solo por mencionar los asuntos más urgentes.
Es por ello que este 2022 será el año de las definiciones. En marzo próximo, la primera tarea serán las elecciones legislativas, en las que además se conocerán los nombres de los llamados a ocupar las 16 curules de paz en la Cámara de Representantes, formalmente conocidas como Circunscripciones Transitorias Especiales para la Paz (CTEP), las cuales consagró el Acuerdo de La Habana (Cuba) y que estarán vigentes por dos períodos para las víctimas del conflicto.
Pero no es todo. Estas elecciones parlamentarias incluyen otra novedad: un tarjetón, que podrá ser solicitado por el votante, para elegir al ungido de algunas de las coaliciones que desde ya se consolidan con miras a las presidenciales. El ciudadano solo podrá participar en una de las consultas. Justamente este hecho marcará el inicio de otra coyuntura electoral: las elecciones de primera vuelta para elegir al próximo inquilino de la Casa de Nariño, que se celebrarán el 29 de mayo. De no haber un aspirante que logre la mitad más uno de los votos -como coinciden los analistas-, el 19 de junio se realizaría una segunda vuelta con los dos que hayan alcanzado la mayor votación.
Así las cosas, se podría decir que el país no encarará dos meras elecciones este año, sino que, por sus procesos y complejidades, los comicios podrían extenderse a casi cuatro vueltas electorales: la primera, con el Congreso; la segunda, con el voto de las coaliciones; la tercera, con la primera vuelta formal para elegir presidente, y la cuarta con la segunda vuelta. Cada fase va entrelazada y encadenada con la anterior, lo que da cuenta de su importancia. Un vistazo más detallado permite dimensionar su trascendencia.
Los cálculos y las movidas para un nuevo Congreso
El proceso para renovar el Congreso de la República y elegir a los nuevos senadores y representantes a la Cámara arrancó formalmente el 13 de marzo de 2021, con un punto de quiebre el pasado 20 de diciembre, cuando concluyó el período de modificación de las candidaturas inscritas por parte de los partidos políticos o los propios aspirantes. Al final, según datos de la Registraduría, 2.835 candidatos quedaron inscritos. Las cifras indican que para Senado hubo 934 candidatos distribuidos en 25 listas y para Cámara 1.498 en 328 listas. Frente a las curules de paz, la autoridad electoral señaló que se inscribieron 203 listas integradas por 403 candidatos.
“En total, se inscribieron 79 listas en coaliciones con 645 candidatos, nueve listas de grupos significativos de ciudadanos y movimientos sociales con 179 candidatos, 48 listas de organizaciones afrodescendientes con 129 aspirantes, 16 listas de organizaciones indígenas con 34 candidatos y 201 listas de partidos o movimientos políticos con personería jurídica con 1.445 candidatos”, indicó la Registraduría.
La importancia de estas “primarias”, según Juan Federico Pino, profesor de ciencias políticas de la Universidad Javeriana, va más allá de la mera recomposición de la Rama Legislativa, ya que decantará qué grupos u movimientos serán mayoritarios en el Congreso y, a partir de allí, los candidatos presidenciales deberán definir qué alianzas se van a hacer o se necesitarán para conquistar la Presidencia. “Esta primera elección permitirá vislumbrar qué tan fragmentado va a quedar el poder Legislativo, porque ello incide en la dificultad de hacer alianzas. Segundo, qué partidos obtienen las mayorías y en qué regiones tienen presencia tanto para Cámara como para Senado. Es decir, se determinará el posicionamiento de los partidos y la construcción territorial de los votos partidistas”, explica.
En este contexto, el Centro Democrático, el partido de gobierno y que goza de mayorías, demanda una especial atención, pues ya no contará con su mayor elector, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que sumó hace cuatro años 875.554 votos. A ello se suma la ausencia de otras figuras que venían adquiriendo cierto peso como los senadores Amanda Rocío González, Ernesto Macías, Ruby Chagüi, Carlos Felipe Mejía, María del Rosario Guerra, Fernando Nicolás Araújo o José Obdulio Gaviria, por no hablar de la baja en Cámara de su actual presidenta, Jennifer Arias. Aunque lo más probable es que la mayoría de ellos ya tenga un heredero para heredar su caudal, no es seguro que el ungido logre recaudar sus votos. Ello implica, sin contar a Uribe, que podrían estar en riesgo, mal contados, al menos 260.000 votos.
Si bien la esperanza está puesta en nuevos nombres como el exsecretario de Gobierno de Bogotá Miguel Uribe Turbay -cuya nominación como cabeza de lista al Senado del Centro Democrático levantó roncha entre algunos congresistas de antaño-, para el profesor Pino no deja de ser incierto si logrará recoger los votos de otros candidatos, teniendo en cuenta que “no se compara ni mínimamente con la trascendencia, importancia y simbología que para algunos sectores de la sociedad tiene la figura de Álvaro Uribe”.
“Hay un fenómeno interesante, y es cuánto va a perder el Centro Democrático. Hay que tener en cuenta que aquí también juega en contra la impopularidad del jefe de Gobierno, Iván Duque, así como algo que va a ser sui géneris en esta elección, que es que por primera vez Álvaro Uribe no va a estar encabezando la lista al Senado”, explica Pino, abriendo la puerta a otra cuestión fundamental en esta elección: ¿quién podría quedarse con los votos del uribismo y sacar réditos de la eventual disminución de la bancada del Centro Democrático?
En este sentido, aparece el Pacto Histórico de Gustavo Petro que -apostando por una lista cerrada, la misma por la que el uribismo se la jugó en 2014, durante la primera elección legislativa-, intentará endosar la misma preferencia que hoy lo tiene como favorito en las encuestas presidenciales y virtual ganador de la primera vuelta. Sin embargo, el desafío será lograr trasladar esa preferencia a votos para Senado y Cámara. “Acá Petro está intentando hacer una jugada muy arriesgada que también va a ser muy importante como resultado de cara a las presidenciales. Va a intentar endosar ese apoyo hacia la lista cerrada. Todavía no podemos predecir qué tan bien le saldrá el experimento. Desde la teoría se podría decir que muchas veces esos trabajos de endosar votos no funcionan bien cuando la persona no está encabezando la lista como fue Uribe. Se podrían estar haciendo cuentas desfasadas respecto a los congresistas que van a obtener”, precisa Pino.
Sin embargo, esas dos facciones políticas no son las únicas en problemas. Así como el Centro Democrático, en la Alianza Verde, el Polo Democrático y el Partido de la U -que juntos representan casi la mitad del Senado- hay preocupación, pues sus principales cabezas no repetirán en 2022. En el caso de los verdes, el ausente será Antanas Mockus, el segundo más votado con 540.783 apoyos. En el Polo no estará el senador Jorge Robledo, hoy en la Coalición Centro Esperanza, y que trasladó sus 226.099 apoyos a su movimiento propio: Dignidad. En el Partido de la U, que hoy espera atajar la situación con la medallista olímpica Caterine Ibargüen como cabeza de lista, los ausentes serán Roy Barreras (110.358 votos) y Armando Benedetti (72.576).
Lea también: Partidos sin cabeza: ¿cómo mantener los votos?
Otra situación que no puede quedar al margen es que, si bien la apuesta es la renovación, en las listas inscritas a las legislativas no faltaron los candidatos cuestionados. Un informe de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) reveló que, con miras a los comicios del 13 de marzo de 2022, hay reporte de al menos 108 candidatos con investigaciones judiciales, disciplinarias o fiscales, así como otros con vínculos con presuntos hechos de corrupción. Además, en el listado se cuentan personas señaladas de ser herederas de clanes políticos, de parapolítica u Odebrecht, y hasta de tener supuestos nexos con grupos armados.
Lea también: Elecciones al Congreso: advierten que se colaron 108 candidatos cuestionados
La investigación determinó que los cuestionados recibieron la bendición de siete partidos con listas propias, seis en coaliciones (dos en Senado y cuatro en Cámara de Representantes), dos en movimientos por firmas y un consejo comunitario. De acuerdo con Pares, el Partido Conservador, con 23 candidaturas cuestionadas, lidera el ranquin de respaldos controvertidos. Le sigue el Partido Liberal, con 20; Cambio Radical, con 19; el Partido de la U, con 16, y el Centro Democrático, con 14. Además, el informe indica que en la lista al Senado de la Coalición Centro Esperanza hay dos cuestionados, en la lista al Senado del Pacto Histórico hay uno y en las listas en coalición a nivel de Cámara se cuentan siete.
Entre los cuestionados figuran personajes como Claudia María Pérez Giraldo, del Partido Liberal, a quien Pares señala de ser la ficha del condenado exsenador Eduardo Pulgar; John Moisés Besaile Fayad, hermano del cuestionado exsenador Bernardo Noño Elías, quien perdió su curul por la investigación en el escándalo de Odebrecht, o el senador John Moisés Besaile Fayad, hermano de Musa Besaile y Edwin Besaile, investigados por hechos presuntamente ilegales mientras ejercían cargos de elección popular.
En imágenes: Elecciones legislativas: este es el top de candidatos cuestionados al Senado
En Cámara hay casos como los de Sandra Elena Villadiego, del Pacto Histórico, esposa de Miguel Rangel Sossa, excongresista condenado por parapolítica; Gilma Díaz Arias de Pacheco, del Partido Liberal, quien está casada con Álvaro Pacheco, condenado por parapolítica; Luis Eduardo Vives González, del Centro Democrático, quien es hijo de Luis Eduardo Vives Lacouture, condenado en 2008 por promover grupos armados al margen de la ley y determinador en alteración de resultados electorales; Rafael Escrucería, candidato por el Partido Liberal y considerado heredero de la casa política Escrucería, un clan recordado en Nariño, o Johanna Milena González Pérez, que, según Pares, busca ser la heredera en cuerpo ajeno de su esposo, el exrepresentante Edwin Ballesteros, salpicado en el entramado de corrupción de la Gobernación de Santander.
En imágenes: Elecciones legislativas: este es el top de candidatos cuestionados a Cámara
Las presidenciales, la meta
En paralelo a las elecciones legislativas, como se mencionó, se desarrollará otro proceso fundamental: la votación de las coaliciones. A diferencia de esos comicios, de cara a las presidenciales el horizonte está más despejado y desde hace meses parecen estar decantados los bandos en la centroderecha y en la centroizquierda. En el panorama político, y desde cada orilla ideológica, hay consolidadas al menos tres grandes alianzas.
Una de ellas es el Pacto Histórico, que según Invamer sería en la que más ciudadanos participarían (43,1 %) y que hoy está en cabeza del senador Gustavo Petro -respaldado por la Colombia Humana, Unión Patriótica, Partido Comunista y Fuerza Ciudadana-, así como por Francia Márquez (Polo y AICO), Arelis Uriana (MAIS) y figuras como Camilo Romero (Alianza Verde, Luis Fernando Velasco (disidente liberal) o el líder cristiano Alfredo Saade.
Otra es la denominada Coalición Centro Esperanza, una de las primeras en crearse y que recientemente dio un golpe de opinión al sumar al exrector de los Andes Alejandro Gaviria. En ese grupo se cuentan además Sergio Fajardo (Compromiso Ciudadano), Juan Manuel Galán (Nuevo Liberalismo), Jorge Robledo (Dignidad), Carlos Amaya (Verde Oxígeno) y Juan Fernando Cristo (En Marcha).
Por otro lado, en la coalición Equipo Por Colombia aparecen exmandatarios como Federico Gutiérrez, Enrique Peñalosa, Alejandro Char, Dilian Francisca Toro (Partido de la U), el actual senador David Barguil (Partido Conservador) y el exministro Juan Carlos Echeverry. Se prevé que eventualmente a esta alianza llegue próximamente el candidato del uribismo: Óscar Iván Zuluaga, que recibió la bendición del Centro Democrático por encima de figuras que eran vistas más controversiales por la coalición, como María Fernanda Cabal.
A la baraja de precandidatos se suman John Milton Rodríguez, de Colombia Justa Libres, y Aydeé Lizarazo, de MIRA, así como otros aspirantes que han reivindicado su independencia, como el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández o el exgobernador de Antioquia Luis Pérez, quien ha coqueteado tanto con el Partido Liberal como con el senador Petro.
Ante tal cantidad de jugadores en el partidor, la pregunta es si, a tres meses de las consultas, parece estar definido o no el ungido en cada coalición. De acuerdo con Jorge Iván Cuervo, profesor de teoría de políticas públicas e instituciones políticas colombianas en la Universidad Externado, cada alianza tiene sus particularidades. “En el Pacto Histórico, seguramente como lo indican las encuestas, el ungido será Gustavo Petro. Rodolfo Hernández cabalga como el llanero solitario. En la Centro Esperanza sí deberán resolver cuál va a ser el candidato, y hay varias opciones. Las encuestas dicen que sería Sergio Fajardo, pero de aquí a marzo hay mucha discusión y debate. Si llegara alguien distinto esa sería la novedad, como Íngrid Betancourt. Luego viene la centroderecha, con el uribismo que ya tiene candidato con Zuluaga, y el Equipo Por Colombia, que seguramente se inclinará por Char o Fico”.
En este sentido, el profesor Juan Federico Pino explica a su turno que difícilmente podría disolverse alguna de estas coaliciones -“sería un suicidio”, dice- e indica que los movimientos después de las consultas se orientarán a pelearle el segundo puesto a Petro con miras a la primera vuelta, que se celebrará el 29 de mayo. “Lo que se está jugando acá, si todo continúa como está, es quedar en el segundo puesto con Petro para potenciarse y derrotarlo en segunda vuelta. La Coalición de la Experiencia y la Coalición Centro Esperanza saben que es muy poco probable que si se dividen puedan llegar a ese segundo codiciado lugar”, explica.
En ello coincide Cuervo, quien asegura que, aunque la primera vuelta parece decantada, la segunda será muchísimo más reñida: “Es una pelea muy interesante, porque las encuestas indican que Petro es muy fuerte en primera, pero no tanto en segunda. En muchos escenarios se reduce su margen y cuando estemos en segunda vuelta, otra vez el factor de miedo que genera Petro va a ser usado y el candidato que logre consolidar ese rechazo a Petro podría ser presidente. Ahí Petro tendría que moverse muy bien”.
A tres meses de las legislativas, y a cinco de las presidenciales, hay escenarios que parecen definidos y situaciones que aún no dejan de ser inciertas. Por más vaticinios, no puede perderse de vista que en política todo puede pasar. Sin embargo, ya con la contienda en firme el panorama comenzará a decantarse y el país conocerá a los ungidos para controvertir una situación que también desnudó la encuesta Invamer: 79,6 % de los colombianos creen que las cosas van por mal camino, el indicador más alto en casi cinco años. Darles solución a los problemas más urgentes de corrupción, desempleo, economía e inseguridad será la tarea compartida tanto del nuevo inquilino de la Casa de Nariño, así como de sus vecinos en el Congreso.
JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS
TWITTER: @Currinche