“No soy monedita de oro”: Angelino Garzón
El exvicepresidente responde a las acusaciones del columnista Ramiro Bejarano y señala a otras campañas en Cali de tener una estrategia en su contra.
Hugo García Segura
En momentos en que la campaña por el poder local y regional de cara a las elecciones de octubre próximo comienza a entrar en su recta final, hay casos en los que crece la polémica. Como el de Angelino Garzón, candidato del Partido de la U a la Alcaldía de Cali, que ha sido calificado de “corrupto, diletante, clientelista e inepto” por el columnista de este diario Ramiro Bejarano, quien además señala a la esposa de Garzón, Monserrat Muñoz, de ser el poder a la sombra. Una discusión en la que ya se hacen anuncios de demandas penales.
Esta entrevista estaba acordada desde antes de darse esta controversia, con el fin de hablar de propuestas electorales. En El Espectador hay una clara línea divisoria entre la libre opinión de sus columnistas y el contenido noticioso. Sin embargo, en este caso, y tratándose de la coyuntura política, es inevitable abordar con el exvicepresidente los cuestionamientos hechos por Bejarano. De hecho, el mismo Garzón advierte sobre la polarización que se está generando en la contienda en Cali, azuzada, según dice, desde otras campañas.
¿No le preocupa que su campaña se esté desviando a enredos jurídicos?
Creo que lo peor que le puede suceder a Cali, a cualquier ciudad del país y a Colombia, es que desde algunas candidaturas, como está pasando aquí, terminemos estimulando odios y polarización. Eso me preocupa y, como se dice popularmente, lo que falta es el muerto. Un país que está buscando la paz tiene que dar ejemplo de perdón y reconciliación.
¿Está diciendo que hay campañas rivales con una estrategia en contra de usted?
No es casual toda esta campaña de difamación, de ofensas y de calumnias, donde no se respeta ni siquiera la familia, en este caso a mi esposa, Monserrat Muñoz. Es una estrategia electoral que consiste en “hablemos mal de los otros para ver cómo sobresalgo”. Y no debería haber personas que se presten a eso. Sé que no soy monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, pero creo que el derecho a la libertad de opinión no da vía libre para ofender o calumniar personas.
¿Desde cuál campaña rival estarían en ese juego de calumniarlo?
No me voy a poner a señalar nombres específicos. Pero, insisto, me preocupa que la campaña por la Alcaldía de Cali está llegando a unos niveles de polarización muy altos.
Hablemos de los cuestionamientos en su contra. Usted es candidato del Partido de la U con el respaldo del senador Roy Barreras, quien en algún momento trató de sacarlo de la Vicepresidencia. ¿Cómo es eso?
No es la primera vez que la U avala mi nombre a un cargo de elección popular; ya lo había hecho para la Vicepresidencia. No tengo más que palabras de agradecimiento por la generosidad y la valentía de la colectividad al avalar mi nombre, cuando la ley me había prohibido incluso inscribirme por firmas.
Un partido al que usted renunció... ¿no es eso incoherente?
Es probable que haya una contradicción. Por eso valoro la actitud generosa y valiente del partido al darme el aval. Y reconozco que en eso tuvo mucho que ver el senador Roy Barreras. Los temas del pasado que he tenido con las personas en Colombia son del pasado. No podemos pretender construir el presente y el futuro mirando un pasado que ha estado lleno de conflictos, de violencia y de odios. No podemos quedarnos en ese remolino.
¿Qué les responde a quienes cuestionan que la fórmula de la U para la Gobernación del Valle sea Dilian Francisca Toro, investigada judicialmente?
Se está vendiendo una mentira como verdad. Tengo una buena relación con ella desde que fui gobernador y ella senadora. Y en una política de derechos humanos defiendo su derecho a ser candidata y a demostrar su inocencia dentro del debido proceso. Ahora, sabré entender el no respaldo de quienes están con la doctora Dilian Francisca Toro a mi candidatura para la Alcaldía.
¿No debería erradicarse eso de avalar candidatos cuestionados con el argumento de que no ha habido condenas?
No soy juez ni fiscal para condenar a la gente. Por principios defiendo el derecho al debido proceso. Si eso no existe, se están violando los derechos humanos.
Ramiro Bejarano habla de su amistad con Raúl Alberto Grajales, condenado por lavado de activos y quien financió su campaña cuando fue gobernador del Valle...
Cuando fui candidato a la Gobernación, el señor Raúl Alberto Grajales era un empresario muy destacado y no tenía ni idea de que posteriormente iba a ser investigado. Él aportó $5 millones, que fueron relacionados ante el Consejo Nacional Electoral. En 2005, cuando se supo del proceso por lavado de activos, la Fiscalía me investigó dos veces y en las dos veces se declaró inhibición y mi inocencia. No se puede pretender matar y comer del muerto, y el señor Raúl Alberto Grajales ya fue investigado y sancionado por la justicia colombiana. Dejémoslo quieto. Por más abogado que sea Ramiro Bejarano, tiene que respetar los organismos de control y de justicia del Estado. Yo posiblemente haya sido el servidor público más investigado de Colombia y jamás he sido sancionado. Y seguramente muchas de esas investigaciones se deben a que no nací en cuna de oro.
Hablando de investigaciones, ¿en que quedó el proceso de la acción de repetición en su contra por la fallida doble calzada a Candelaria?
Me parece inaudito lo que me tocó heredar como gobernador. Yo empecé mi mandato en el Valle del Cauca el 1º de enero de 2004 y me encontré con que tenía que pagar $28.000 millones por una carretera de doble calzada entre Cali y Candelaria que nunca se construyó y cuyo contrato había sido entregada a dedo por Germán Villegas a una empresa constituida en 24 horas. Yo recurrí a la acción de tutela, que fue seleccionada por la Corte Constitucional, que inicialmente me dio la razón y luego, en Sala Plena, falló en contra. En diciembre de 2007 se pagaron $20.700 millones, diferente a los $28.000 que me cobraban. Posteriormente se habló del pago de unos intereses. En 2005 Ramiro Bejarano trabajaba para Santiago Pardo, representante de la firma Cisa, encargada de la obra, y como abogado presentaba constantemente derechos de petición, como una manera de presionar para que yo pagara intereses de mora por esa carretera inexistente.
¿Cree que los cuestionamientos de Ramiro Bejarano obedecen a esa disputa jurídica del pasado?
Él me odia desde 2005 por mi postura contra la corrupción y en defensa de los intereses del Valle del Cauca.
Usted ha sido gobernador, embajador, ministro y vicepresidente. En todos esos cargos, ¿cuánta influencia y cuánto poder ha tenido su esposa?
Me siento orgulloso de haber tenido en la vida a una compañera como Monserrat Muñoz, que ha sido una mujer noble, sincera, leal y ha estado conmigo en las buenas y las malas. Las decisiones más importantes que he tomado en la vida siempre han sido consultadas con ella y con mis hijos, Ángela y Nicolás. Si alguien me dice que no vota por mí porque consulto mis decisiones con mi esposa, pues que no lo haga. Y me duele lo que está pasando, porque son cobardes los hombres que ofenden a las mujeres.
¿Cuál ha sido su relación con el procurador Alejandro Ordóñez?
Respeto al procurador y, si soy elegido alcalde, trabajaré de la mano con él.
¿Se siente su protegido?
Ni mucho menos. La Procuraduría me ha investigado en diferentes ocasiones y siempre le he respondido. Soy una persona respetuosa del procurador y eso no significa ser su protegido.
¿Es verdad que cuando era embajador lo alojó en su casa en Ginebra (Suiza)?
La política internacional de todos los países del mundo parte de que en las casas de los embajadores se pueden alojar altos servidores públicos. Y, que yo sepa, la Cancillería no ha expedido hasta ahora una circular prohibiendo eso.
El problema es que Alejandro Ordóñez llevaba en ese momento una investigación en su contra…
El hecho de que uno se reúna con una persona no significa hacerle exigencias. Ningún organismo de control o de justicia me puede acusar de que le hecho propuestas indebidas o indecentes. La amabilidad no se puede confundir con la indecencia o con la mezquindad. El ladrón juzga por su condición.
¿Ha pensado en algún momento en hacerse a un lado?
No. Yo soy como los caballos briosos: entre más los puyan, más van para adelante.
En momentos en que la campaña por el poder local y regional de cara a las elecciones de octubre próximo comienza a entrar en su recta final, hay casos en los que crece la polémica. Como el de Angelino Garzón, candidato del Partido de la U a la Alcaldía de Cali, que ha sido calificado de “corrupto, diletante, clientelista e inepto” por el columnista de este diario Ramiro Bejarano, quien además señala a la esposa de Garzón, Monserrat Muñoz, de ser el poder a la sombra. Una discusión en la que ya se hacen anuncios de demandas penales.
Esta entrevista estaba acordada desde antes de darse esta controversia, con el fin de hablar de propuestas electorales. En El Espectador hay una clara línea divisoria entre la libre opinión de sus columnistas y el contenido noticioso. Sin embargo, en este caso, y tratándose de la coyuntura política, es inevitable abordar con el exvicepresidente los cuestionamientos hechos por Bejarano. De hecho, el mismo Garzón advierte sobre la polarización que se está generando en la contienda en Cali, azuzada, según dice, desde otras campañas.
¿No le preocupa que su campaña se esté desviando a enredos jurídicos?
Creo que lo peor que le puede suceder a Cali, a cualquier ciudad del país y a Colombia, es que desde algunas candidaturas, como está pasando aquí, terminemos estimulando odios y polarización. Eso me preocupa y, como se dice popularmente, lo que falta es el muerto. Un país que está buscando la paz tiene que dar ejemplo de perdón y reconciliación.
¿Está diciendo que hay campañas rivales con una estrategia en contra de usted?
No es casual toda esta campaña de difamación, de ofensas y de calumnias, donde no se respeta ni siquiera la familia, en este caso a mi esposa, Monserrat Muñoz. Es una estrategia electoral que consiste en “hablemos mal de los otros para ver cómo sobresalgo”. Y no debería haber personas que se presten a eso. Sé que no soy monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, pero creo que el derecho a la libertad de opinión no da vía libre para ofender o calumniar personas.
¿Desde cuál campaña rival estarían en ese juego de calumniarlo?
No me voy a poner a señalar nombres específicos. Pero, insisto, me preocupa que la campaña por la Alcaldía de Cali está llegando a unos niveles de polarización muy altos.
Hablemos de los cuestionamientos en su contra. Usted es candidato del Partido de la U con el respaldo del senador Roy Barreras, quien en algún momento trató de sacarlo de la Vicepresidencia. ¿Cómo es eso?
No es la primera vez que la U avala mi nombre a un cargo de elección popular; ya lo había hecho para la Vicepresidencia. No tengo más que palabras de agradecimiento por la generosidad y la valentía de la colectividad al avalar mi nombre, cuando la ley me había prohibido incluso inscribirme por firmas.
Un partido al que usted renunció... ¿no es eso incoherente?
Es probable que haya una contradicción. Por eso valoro la actitud generosa y valiente del partido al darme el aval. Y reconozco que en eso tuvo mucho que ver el senador Roy Barreras. Los temas del pasado que he tenido con las personas en Colombia son del pasado. No podemos pretender construir el presente y el futuro mirando un pasado que ha estado lleno de conflictos, de violencia y de odios. No podemos quedarnos en ese remolino.
¿Qué les responde a quienes cuestionan que la fórmula de la U para la Gobernación del Valle sea Dilian Francisca Toro, investigada judicialmente?
Se está vendiendo una mentira como verdad. Tengo una buena relación con ella desde que fui gobernador y ella senadora. Y en una política de derechos humanos defiendo su derecho a ser candidata y a demostrar su inocencia dentro del debido proceso. Ahora, sabré entender el no respaldo de quienes están con la doctora Dilian Francisca Toro a mi candidatura para la Alcaldía.
¿No debería erradicarse eso de avalar candidatos cuestionados con el argumento de que no ha habido condenas?
No soy juez ni fiscal para condenar a la gente. Por principios defiendo el derecho al debido proceso. Si eso no existe, se están violando los derechos humanos.
Ramiro Bejarano habla de su amistad con Raúl Alberto Grajales, condenado por lavado de activos y quien financió su campaña cuando fue gobernador del Valle...
Cuando fui candidato a la Gobernación, el señor Raúl Alberto Grajales era un empresario muy destacado y no tenía ni idea de que posteriormente iba a ser investigado. Él aportó $5 millones, que fueron relacionados ante el Consejo Nacional Electoral. En 2005, cuando se supo del proceso por lavado de activos, la Fiscalía me investigó dos veces y en las dos veces se declaró inhibición y mi inocencia. No se puede pretender matar y comer del muerto, y el señor Raúl Alberto Grajales ya fue investigado y sancionado por la justicia colombiana. Dejémoslo quieto. Por más abogado que sea Ramiro Bejarano, tiene que respetar los organismos de control y de justicia del Estado. Yo posiblemente haya sido el servidor público más investigado de Colombia y jamás he sido sancionado. Y seguramente muchas de esas investigaciones se deben a que no nací en cuna de oro.
Hablando de investigaciones, ¿en que quedó el proceso de la acción de repetición en su contra por la fallida doble calzada a Candelaria?
Me parece inaudito lo que me tocó heredar como gobernador. Yo empecé mi mandato en el Valle del Cauca el 1º de enero de 2004 y me encontré con que tenía que pagar $28.000 millones por una carretera de doble calzada entre Cali y Candelaria que nunca se construyó y cuyo contrato había sido entregada a dedo por Germán Villegas a una empresa constituida en 24 horas. Yo recurrí a la acción de tutela, que fue seleccionada por la Corte Constitucional, que inicialmente me dio la razón y luego, en Sala Plena, falló en contra. En diciembre de 2007 se pagaron $20.700 millones, diferente a los $28.000 que me cobraban. Posteriormente se habló del pago de unos intereses. En 2005 Ramiro Bejarano trabajaba para Santiago Pardo, representante de la firma Cisa, encargada de la obra, y como abogado presentaba constantemente derechos de petición, como una manera de presionar para que yo pagara intereses de mora por esa carretera inexistente.
¿Cree que los cuestionamientos de Ramiro Bejarano obedecen a esa disputa jurídica del pasado?
Él me odia desde 2005 por mi postura contra la corrupción y en defensa de los intereses del Valle del Cauca.
Usted ha sido gobernador, embajador, ministro y vicepresidente. En todos esos cargos, ¿cuánta influencia y cuánto poder ha tenido su esposa?
Me siento orgulloso de haber tenido en la vida a una compañera como Monserrat Muñoz, que ha sido una mujer noble, sincera, leal y ha estado conmigo en las buenas y las malas. Las decisiones más importantes que he tomado en la vida siempre han sido consultadas con ella y con mis hijos, Ángela y Nicolás. Si alguien me dice que no vota por mí porque consulto mis decisiones con mi esposa, pues que no lo haga. Y me duele lo que está pasando, porque son cobardes los hombres que ofenden a las mujeres.
¿Cuál ha sido su relación con el procurador Alejandro Ordóñez?
Respeto al procurador y, si soy elegido alcalde, trabajaré de la mano con él.
¿Se siente su protegido?
Ni mucho menos. La Procuraduría me ha investigado en diferentes ocasiones y siempre le he respondido. Soy una persona respetuosa del procurador y eso no significa ser su protegido.
¿Es verdad que cuando era embajador lo alojó en su casa en Ginebra (Suiza)?
La política internacional de todos los países del mundo parte de que en las casas de los embajadores se pueden alojar altos servidores públicos. Y, que yo sepa, la Cancillería no ha expedido hasta ahora una circular prohibiendo eso.
El problema es que Alejandro Ordóñez llevaba en ese momento una investigación en su contra…
El hecho de que uno se reúna con una persona no significa hacerle exigencias. Ningún organismo de control o de justicia me puede acusar de que le hecho propuestas indebidas o indecentes. La amabilidad no se puede confundir con la indecencia o con la mezquindad. El ladrón juzga por su condición.
¿Ha pensado en algún momento en hacerse a un lado?
No. Yo soy como los caballos briosos: entre más los puyan, más van para adelante.