“No vamos a dar marcha atrás”: Rodrigo Londoño
Antes conocido como “Timochenko”, el candidato presidencial del partido Farc que no pudo terminar su campaña, advierte, en su primera entrevista después de la captura de “Santrich” y de los rumores sobre otro proceso similar contra Iván Márquez, que aunque “todos sabemos que estamos en riesgo de que nos hagan montajes para pedirnos en extradición”, ni él ni los militantes de su partido abandonarán lo pactado en el Acuerdo de Paz. Lanza críticas puntuales al Estado y a la oposición.
Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
Además de retirar su candidatura por razones de salud, imagino que también se decidió a hacerlo por la virulencia de los ataques contra usted cuando hacía presencia en algunas partes. ¿Había calculado que iba a despertar un rechazo tan fuerte?
Es cierto que nuestra campaña electoral sufrió ataques violentos alentados por los enemigos de la paz, pero esas manifestaciones tuvieron poco de espontáneas. Nosotros esperábamos resistencia de algunos sectores. Es lo normal tras un conflicto social y armado de más de cinco décadas. También estamos preparados para enfrentar a las víctimas, reconocer los errores y pedir perdón cuando sea necesario: ya lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo. No obstante, entendemos que el proceso de reconciliación es paulatino y que nos llevará tiempo desarrollar la verdad y reparar con hechos. De otro lado, es importante destacar que recibimos muchas muestras de afecto y solidaridad con menor difusión en los medios, pero más valiosas para nosotros.
Usted también dijo en otra entrevista que los ataques que recibió “no responden a una expresión espontánea de la ciudadanía, sino a personas interesadas en sabotear la campaña…”. ¿A quiénes se refiere?
Los videos que circularon por los días de los ataques mostraron que no eran espontáneos, sino de actores de la derecha. En Cali y Yumbo se evidenció que quien organizó esa actividad fue el entonces candidato a la Cámara por el Valle del Cauca, avalado por el Centro Democrático, Juan José Malvehy García. A partir de este caso, la gente puede deducir que quienes promovían y convocaban la violencia, son los mismos que dicen rechazarla y combatirla pero a la que quisieran vernos regresar.
Suponga que se vuelve a encontrar en una situación igual y que esa persona o cualquier otra lo agrede de obra. ¿Cómo se defenderían usted y sus acompañantes?
Debo decir que la Policía ha colaborado mucho con nosotros. No puedo quejarme. Y aunque situaciones como estas pueden presentarse de nuevo, prefiero pensar en las discusiones abiertas y en el debate de ideas. Precisamente lo que estamos tratando de erradicar de la política colombiana es la confrontación con agresiones.
Al margen de los insultos y de los ataques, lo cierto es que en las elecciones parlamentarias en las que ustedes participaron por primera vez, los resultados fueron precarios: menos de 1 % de la votación general. ¿Esperaba tan bajo respaldo?
Siempre hay formas de leer la realidad. Nuestra campaña ha sido saboteada con actos violentos, con limitaciones económicas y con persecución legal pero, aun así, la gente salió y votó por nosotros. En la reincorporación hubo aproximadamente 13 mil combatientes y el 11 de marzo obtuvimos alrededor de 70 mil votos. Esto implica que más de 50 mil colombianos vencieron el miedo y nos dieron su apoyo. Con menos militantes se han iniciado muchos partidos. Nosotros asumimos sus votos con gran compromiso.
Los señores del No a la paz en el plebiscito siempre insistieron en que no se debía pasar directamente del monte a la política electoral. Tal vez tenían razón y a eso se deben tanto las agresiones como los resultados en la votación para Congreso…
Los señores del No quisieran que Colombia siguiera con el “rentable” negocio de la guerra. Esta campaña presidencial –sin nosotros en la primera escena– está llena de agresiones y amenazas y eso no implica que la participación electoral no sea una opción. Insisto, sabíamos que no sería fácil y como buenos hijos de Bolívar –el hombre de las dificultades– nos preparamos para escenarios difíciles. Las agresiones solo demuestran que una parte pequeña de la población tiene miedo a la verdad y a la reconciliación que nos unirá contra los reales problemas del país: una clase dirigente que menosprecia a la gente del común y que es excluyente y corrupta.
Disculpe, pero no me contestó respecto del paso de la guerra al ejercicio político inmediato. Ahora, después de ver los resultados, ¿cree que este punto del Acuerdo, que parece ser uno de los que más molestan a los opositores, podría repensarse o, por lo menos, aplazarse?
Uno se pregunta por qué lo que más les molesta es que hagamos política. Todo tratado de paz se encamina a dejar las armas y a que, en su lugar, los que antes estaban armados, se integren a la política abierta y legal. ¿Por qué sienten resquemor de que estemos en política activa? ¿Cuál es el miedo? Parece que les produjera más temor la palabra que las balas y los tiros.
Pese al entusiasta acompañamiento internacional al Acuerdo y, también, de una buena parte de las víctimas y de la ciudadanía, sectores importantes del establecimiento ni perdonan ni olvidan. ¿Pecaron por optimista ustedes y el Estado cuando no incorporaron a las conversaciones de La Habana a los opositores más extremos?
Cuando se habla de extremos, no hay punto de conciliación. Entendemos que este conflicto ha dejado muchas heridas abiertas que solo se empezarán a cerrar cuando se sepa la verdad. Y, tal vez, los opositores extremos descubran que sus victimarios reales han estado más cerca de lo que imaginaron. Nunca se es demasiado optimista frente a la paz y a la reconciliación. Este proceso lleva muy poco tiempo. Aún es muy temprano para hacer evaluaciones.
El posconflicto ha sido tan agitado o más que el período de negociación. ¿Cómo califica la situación actual del Acuerdo con “Santrich” preso por pedido de extradición de Estados Unidos y en huelga de hambre por el mismo motivo, además, con Márquez “atrincherado” en el espacio territorial de Miravalle (Caquetá)?
Creo en la inocencia de Santrich y vemos en esa acusación una constante: la debilidad de las pruebas y el show mediático. También creemos, firmemente, que esto forma parte de la persecución política contra la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC). Sin embargo, reitero mi solicitud al compañero Santrich de que renuncie a la huelga de hambre y se mantenga fuerte para dar una pelea que necesita de los revolucionarios. Respecto de Iván Márquez, él se encuentra en un espacio territorial y eso no tiene nada de particular. La mayoría de la dirigencia del partido pasa buena parte de su tiempo junto a la militancia en esos espacios. No significa que Márquez esté “atrincherado”. Significa que está evaluando qué hacer en un sitio en donde se siente más tranquilo. Iván sigue en contacto permanente con el Consejo Político Nacional (del partido). Nada ha cambiado en realidad, solo está en otro lugar.
Usted insiste en pedirle a su compañero “Santrich” que renuncie a dejarse morir de hambre pero, a otras solicitudes similares, él ha contestado que “ir a lo que para mí es una batalla definitiva por el decoro, no es darse por vencido”. ¿Esa respuesta podría interpretarse como que “Santrich” cree que la huelga de hambre es la única forma de oponerse a ser extraditado?
Sí, eso puede ser cierto. Pero él ha logrado conseguir el acompañamiento de todos los que en el mundo desean que el Acuerdo siga adelante. No sé si ya el compañero Santrich levantó la huelga de hambre. Él debe entender que tenemos mucho apoyo y eso nos fortalece para empezar la pelea contra la extradición, mecanismo humillante para cualquier país. Insisto: la acusación contra Santrich es un montaje.
¿De quién o de quiénes?
Una pregunta interesante para que la opinión pública reflexione: ¿A quién le interesa que el proceso de paz fracase?
¿Qué opina del traslado de “Santrich” a un centro religioso?
Que ahora se encuentra recluido en condiciones más dignas, pero que debería estar libre porque es inocente.
Sin ánimo belicoso, le pregunto: ¿Las Farc se financiaron con el narcotráfico, como afirman estudios, analistas y medios de comunicación? Y, segundo: ¿”Jesús Santrich” tuvo o tiene que ver con carteles de la droga colombianos o mexicanos?
Le respondo categóricamente con un NO. El narcotráfico está lejos de las prácticas revolucionarias. Nosotros hemos reconocido que cobrábamos impuestos por sembradíos diversos que podían incluir los de hoja de coca, pero nunca nos hemos lucrado del negocio del narcotráfico. Y sobre Santrich reitero, nosotros, el partido y la militancia, creemos en su plena inocencia.
Si, eventualmente, aparecieran otros procesos de extradición a petición de la DEA o investigaciones locales por narcotráfico contra exmiembros de las Farc, ¿el Acuerdo de Paz se rompería? ¿Ha considerado la posibilidad de que alguno de los militantes de su partido haya caído en la tentación de narcotraficar?
También he dicho que si alguno cae en esa tentación, se enfrenta a las consecuencias. En cuanto al Acuerdo, le contesto que no vamos a dar marcha atrás. Todos nosotros sabemos que estamos en riesgo de que nos hagan montajes para pedirnos en extradición. Estados Unidos no nos va a perdonar que pese a su Plan Colombia, a las unidades de inteligencia que enviaron, a los mercenarios que estuvieron aquí, no nos vencieron. Ahora quieren lograr la derrota haciendo montajes.
¿Reconoce a alias “Guacho” como exguerrillero de las Farc? ¿A qué se debe la degeneración de este individuo?
Hemos aceptado que ese señor perteneció a las Farc, que no se acogió al proceso y que se dedicó al bandidaje apoyado por narcotraficantes de la zona. Hay que decir, además, que era un hombre del común en la guerrilla y que nunca tuvo ningún tipo de mando.
Dos periódicos y una cadena de televisión de Estados Unidos han dicho que hay una investigación en curso en ese país contra Márquez por los mismos motivos que contra “Santrich”. De confirmarse esa investigación y una segunda solicitud de extradición, ¿cuál sería su respuesta como líder del nuevo partido de las Farc y qué les diría a sus militantes?
Los medios han dicho muchas cosas y han ocultado otras. Poco se ha hablado de los diversos funcionarios del Estado capturados por narcotráfico, con pruebas reales. De nuestra parte, asumimos compromisos con la Justicia Especial para la Paz (JEP) y frente al país. Se lo acabo de decir y lo repito: si alguno de nosotros comete un delito debe responder por él, pero en este caso no es así. La Fiscalía aclaró que no existe investigación contra Iván. Pedimos a los organismos competentes que esclarezcan estas dudas por la vías regulares y que dejen de aplicar el matoneo mediático a quienes le apuestan a la paz.
Exactamente ¿a qué denomina usted “matoneo mediático”?
Es el que aplican quienes usan los medios para convertir en verdad lo que es una versión dañina, en el caso de Santrich, de un funcionario que hace afirmaciones sin pruebas reales las cuales, si se analizan, no dicen nada sobre lo sería un delito que se iba a cometer pero que no se cometió. Matoneo también es dejar deslizar rumores como el de Iván Márquez. Somos conscientes de que a nosotros nos vigilan, que siguen cada paso que damos, cada cosa que compremos, cada gesto que hagamos y de dónde sacamos la plata que utilizamos, para buscar en qué, cómo y en dónde pueden descalificarnos. Parte del matoneo subliminal también son las fotografías que se publican: en lugar de imágenes actuales, ponen las de la guerra: muchachos armados en actitud de combate, con camuflados y fusiles, siendo que, claramente, estamos en una etapa distinta de la historia. Hay algo que les duele a los enemigos de la paz respecto de nosotros: que hemos cumplido al pie de la letra los acuerdos de La Habana.
¿Qué puede decir frente al escándalo con el dinero que el Estado le dio a su partido en suma considerable y el cual, según dicen algunos consejeros electorales, debe congelarse porque, como se encuentra en la cuenta personal del gerente de su partido, se puede perder?
Es un tema sencillo y a la vez complejo, por la desinformación y tergiversación que ha habido. La plata a la que se refiere le correspondía al partido, como a cualquiera otro, para financiar la campaña electoral. Es más: a nosotros nos discriminaron porque, además del dinero que entrega el Estado, los partidos pueden conseguir financiación propia hasta un tope de cinco o seis veces esa suma. Pero a nosotros nos impidieron recibir un peso más. Además, para obtener el dinero oficial que ahora nos reclaman, pasamos por una “mamadera de gallo” de todo el mundo. Fue impresionante la manera de tomarnos el pelo para entregarnos esos recursos: que los documentos, que la firma del uno, que la firma del otro, que vayan a tal sitio, que vayan al otro; que el Banco Agrario no podía abrirnos cuenta, que los otros tampoco; vaya y venga, nos tenían como en juego de ping pong.
Pero, ¿por qué terminó el dinero en una cuenta privada y no en una vigilada, como corresponde a recursos de origen público?
Nos dieron el dinero de campaña a último minuto antes de las elecciones; como le dije, ningún banco nos quería abrir cuenta y cuando el Banco Agrario lo hizo, solo días después, nos exigieron ponerla en ceros. En ese momento cometimos un error, tal vez por la presión: como no teníamos nada más que hacer, se pasó la plata a la cuenta personal del gerente. Pero malos manejos de nuestra parte, no ha habido. El dinero no se ha perdido. Eso lo garantizo ¿Qué pasa entre tanto? Que tenemos deudas con personas en diferentes regiones que nos prestaron plata para poder hacer la campaña. Le cuento que ha habido hasta divorcios y pleitos entre parientes porque un miembro de la familia prestó $20 millones, 30, 5, para poder desarrollar nuestras actividades electorales. Como en el caso de Estados Unidos, no fueron capaces de derrotarnos en el campo y quieren hacerlo ahora con maniobras y leguleyadas.
En su evaluación actual del período del posconflicto, haga, por favor, una lista de puntos en la agenda, de compromisos cumplidos y todavía no cumplidos tanto de las Farc como del Estado colombiano. Una especie de balance de lo bueno, lo malo y lo feo…
Lo bueno: Las Farc hemos dado muestras inequívocas de nuestra vocación de paz y reconciliación. Dejamos las armas, entregamos el listado de todos nuestros bienes, nos reincorporamos a la vida civil, aun en medio de las dificultadas conocidas por todos. Presentamos nuestros nombres a consideración del electorado y aceptamos la decisión de las urnas. Hemos cumplido sagradamente cada uno de nuestros compromisos. En cuanto al Estado, ha puesto en marcha una dinámica constitucional, legal y administrativa encaminada a dar cumplimiento a las obligaciones adquiridas. Ha habido reformas constitucionales y legales, decretos y actos administrativos que apuntan al desarrollo de lo acordado en La Habana. Lo malo: Las cifras de expertos dicen sobre los acuerdos que se habrá cumplido, según los más pesimistas en un 18 % y, según los más optimistas, en un 25 %. El 90 % o más de esos porcentajes se atribuyen a cumplimientos de las Farc. En cuanto a lo hecho por el Estado, no se ve en iguales proporciones. Es más, diría que es lamentable. Lo feo: la falta de las garantías efectivas de seguridad, pactadas en La Habana, que ha generado un desangre de reincorporados nuestros: los asesinatos y las amenazas se recrudecen en diversas regiones. No se ven las medidas de protección para los líderes sociales y populares y por eso no se detiene su exterminio; son todavía centenares los excombatientes que permanecen tras las rejas pese a las leyes y decretos sobre amnistía, además de diversos actos administrativos con los que el gobierno ha procurado su libertad. Al parecer, pueden más los que se empeñan en sabotear; las tierras y los proyectos productivos para la reincorporación permanecen en una angustiosa espera; la jurisdicción especial para la paz fue recortada de manera vergonzosa en su paso por el legislativo. En ello y otros aspectos importantes, como la no operación de la unidad especial para investigar los crímenes del paramilitarismo, ha jugado un papel destacado el fiscal general, quien se prestó, a su vez y de manera dócil, al montaje reciente contra “Santrich” y, al parecer, al que se estaría preparando contra Iván Márquez. Repugna saber que vivimos en un país así.
La primera vuelta para la elección presidencial se realizará en dos semanas y es muy probable, según las encuestas, que estén en primer y segundo lugar dos candidatos de extremos opuestos: Iván Duque y Gustavo Petro. ¿A cuál escenario se enfrentan usted y su partido con cada uno de ellos?
Con todo respeto, esperemos los resultados. El tema de la paz ha sido central y no es por el capricho de un presidente. La paz se firmó con el Estado colombiano. Independientemente de quien gane, nos corresponde seguir luchando por la implementación de los acuerdos de La Habana y por el desarrollo del partido. Convoco al pueblo a votar sin miedo y a consciencia por el candidato que defienda sus intereses. Y el principal interés de este país debe ser que haya paz, para dedicarnos, sin violencia de ningún lado, a cambiar lo que debe ser cambiado.
¿Por quién van a votar usted y los demás miembros de su naciente partido?
Por quien garantice la implementación de los acuerdos.
Haga, por favor, una evaluación sobre el saliente presidente Santos, la voluntad política de su gobierno de llegar a acuerdos y el manejo del Estado en la etapa del posconflicto.
El presidente Santos se inclinó, finalmente, por alcanzar la firma de un Acuerdo de Paz, y eso debe ser recordado. En este período hemos aprendido que el presidente no gobierna solo, que el aparato del Estado es muy complejo y que no actúa como un cuerpo único pese al fuerte carácter presidencialista del régimen político que hubiera permitido hacer más por los compromisos adquiridos. No obstante, todos sabemos de los múltiples problemas en el proceso de implementación del Acuerdo Final. Queremos pensar que Santos procuró mantener el espíritu y la letra de lo firmado, aunque pasan tantas cosas, que uno empieza a dudar. Estamos convencidos de que hubiera podido asumir un mayor liderazgo en la implementación efectiva de lo acordado. Quizás aún esté a tiempo de hacerlo.
“Estoy bien y con el corazón más fuerte”
¿Prefiere que lo llamen Rodrigo Londoño o ‘Timochenko’?
Rodrigo Londoño pero mis amigos y compañeros del partido me dicen “Timo”.
‘Timochenko’, como se sabe, tiene raíz en su vida guerrillera pasada; Londoño, en la vida presente, incorporada a la sociedad. La transición no parece haber sido fácil…
Sabíamos que no sería nada fácil la etapa de transición de la expresión armada a la vida política legal. No nos ha tomado por sorpresa la ineficiencia del Estado o el saboteo a la paz y a los proyectos populares. Por el contrario, ha sido una constante. Pero también sabemos sobreponernos a las dificultades puesto que ya lo hicimos durante 53 años. No tenemos un pie en el pasado sino que recordamos nuestras raíces y a la gente que dio su vida por construir una nueva Colombia y le rendimos honor construyendo una patria digna.
¿Cómo van sus tratamientos médicos?
Estoy muy bien y con el corazón más fuerte. He seguido con juicio el tratamiento médico y el régimen deportivo. Y logré ganarle al vicio del cigarrillo.
¿A qué se dedica ahora?
Estamos dedicados a los asuntos políticos, a reuniones con el consejo nacional, con quienes se posesionarán el 20 de julio y, en general, a la tarea que desempeño como jefe del partido.
Con Márquez: “somos diferentes pero no en lo fundamental”
Existe la impresión de que usted e Iván Márquez están divididos: usted reafirma su compromiso con los acuerdos y Márquez se trasladó a un espacio territorial y dijo que no se posesionará el 20 de julio. “Prefiero dejar esa joda allá”, afirmó hablando de la curul a la que tiene derecho ¿Hay diferencias?
Hacemos parte de un partido y, por supuesto, tenemos diferencias pero también muchas coincidencias. La principal de ellas es que privilegiamos el bienestar del pueblo y soñamos con la construcción de una patria digna e incluyente. Las diferencias tienen que ver con los tiempos y los ritmos. Y, por supuesto, con que somos distintos como personas: cada uno tiene su “estilo” para comunicar. Sin embargo, no hay problemas en lo fundamental.
Pues en los corrillos se dice que usted y Márquez están enfrentados ¿Lo desmiente?
Quienes dicen eso, pescan en río revuelto. Al interior del partido, y no solo ahora sino siempre, ha habido diferencias como ocurre en cualquier organización pero nosotros no perdemos de vista el objetivo de hacer cumplir los acuerdos. En eso estamos casados.
¿Qué les diría a quienes oyen que con ustedes llega el castrochavismo a Colombia?
Que no se dejen engañar, que analicen y que tengan criterio propio.
Además de retirar su candidatura por razones de salud, imagino que también se decidió a hacerlo por la virulencia de los ataques contra usted cuando hacía presencia en algunas partes. ¿Había calculado que iba a despertar un rechazo tan fuerte?
Es cierto que nuestra campaña electoral sufrió ataques violentos alentados por los enemigos de la paz, pero esas manifestaciones tuvieron poco de espontáneas. Nosotros esperábamos resistencia de algunos sectores. Es lo normal tras un conflicto social y armado de más de cinco décadas. También estamos preparados para enfrentar a las víctimas, reconocer los errores y pedir perdón cuando sea necesario: ya lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo. No obstante, entendemos que el proceso de reconciliación es paulatino y que nos llevará tiempo desarrollar la verdad y reparar con hechos. De otro lado, es importante destacar que recibimos muchas muestras de afecto y solidaridad con menor difusión en los medios, pero más valiosas para nosotros.
Usted también dijo en otra entrevista que los ataques que recibió “no responden a una expresión espontánea de la ciudadanía, sino a personas interesadas en sabotear la campaña…”. ¿A quiénes se refiere?
Los videos que circularon por los días de los ataques mostraron que no eran espontáneos, sino de actores de la derecha. En Cali y Yumbo se evidenció que quien organizó esa actividad fue el entonces candidato a la Cámara por el Valle del Cauca, avalado por el Centro Democrático, Juan José Malvehy García. A partir de este caso, la gente puede deducir que quienes promovían y convocaban la violencia, son los mismos que dicen rechazarla y combatirla pero a la que quisieran vernos regresar.
Suponga que se vuelve a encontrar en una situación igual y que esa persona o cualquier otra lo agrede de obra. ¿Cómo se defenderían usted y sus acompañantes?
Debo decir que la Policía ha colaborado mucho con nosotros. No puedo quejarme. Y aunque situaciones como estas pueden presentarse de nuevo, prefiero pensar en las discusiones abiertas y en el debate de ideas. Precisamente lo que estamos tratando de erradicar de la política colombiana es la confrontación con agresiones.
Al margen de los insultos y de los ataques, lo cierto es que en las elecciones parlamentarias en las que ustedes participaron por primera vez, los resultados fueron precarios: menos de 1 % de la votación general. ¿Esperaba tan bajo respaldo?
Siempre hay formas de leer la realidad. Nuestra campaña ha sido saboteada con actos violentos, con limitaciones económicas y con persecución legal pero, aun así, la gente salió y votó por nosotros. En la reincorporación hubo aproximadamente 13 mil combatientes y el 11 de marzo obtuvimos alrededor de 70 mil votos. Esto implica que más de 50 mil colombianos vencieron el miedo y nos dieron su apoyo. Con menos militantes se han iniciado muchos partidos. Nosotros asumimos sus votos con gran compromiso.
Los señores del No a la paz en el plebiscito siempre insistieron en que no se debía pasar directamente del monte a la política electoral. Tal vez tenían razón y a eso se deben tanto las agresiones como los resultados en la votación para Congreso…
Los señores del No quisieran que Colombia siguiera con el “rentable” negocio de la guerra. Esta campaña presidencial –sin nosotros en la primera escena– está llena de agresiones y amenazas y eso no implica que la participación electoral no sea una opción. Insisto, sabíamos que no sería fácil y como buenos hijos de Bolívar –el hombre de las dificultades– nos preparamos para escenarios difíciles. Las agresiones solo demuestran que una parte pequeña de la población tiene miedo a la verdad y a la reconciliación que nos unirá contra los reales problemas del país: una clase dirigente que menosprecia a la gente del común y que es excluyente y corrupta.
Disculpe, pero no me contestó respecto del paso de la guerra al ejercicio político inmediato. Ahora, después de ver los resultados, ¿cree que este punto del Acuerdo, que parece ser uno de los que más molestan a los opositores, podría repensarse o, por lo menos, aplazarse?
Uno se pregunta por qué lo que más les molesta es que hagamos política. Todo tratado de paz se encamina a dejar las armas y a que, en su lugar, los que antes estaban armados, se integren a la política abierta y legal. ¿Por qué sienten resquemor de que estemos en política activa? ¿Cuál es el miedo? Parece que les produjera más temor la palabra que las balas y los tiros.
Pese al entusiasta acompañamiento internacional al Acuerdo y, también, de una buena parte de las víctimas y de la ciudadanía, sectores importantes del establecimiento ni perdonan ni olvidan. ¿Pecaron por optimista ustedes y el Estado cuando no incorporaron a las conversaciones de La Habana a los opositores más extremos?
Cuando se habla de extremos, no hay punto de conciliación. Entendemos que este conflicto ha dejado muchas heridas abiertas que solo se empezarán a cerrar cuando se sepa la verdad. Y, tal vez, los opositores extremos descubran que sus victimarios reales han estado más cerca de lo que imaginaron. Nunca se es demasiado optimista frente a la paz y a la reconciliación. Este proceso lleva muy poco tiempo. Aún es muy temprano para hacer evaluaciones.
El posconflicto ha sido tan agitado o más que el período de negociación. ¿Cómo califica la situación actual del Acuerdo con “Santrich” preso por pedido de extradición de Estados Unidos y en huelga de hambre por el mismo motivo, además, con Márquez “atrincherado” en el espacio territorial de Miravalle (Caquetá)?
Creo en la inocencia de Santrich y vemos en esa acusación una constante: la debilidad de las pruebas y el show mediático. También creemos, firmemente, que esto forma parte de la persecución política contra la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC). Sin embargo, reitero mi solicitud al compañero Santrich de que renuncie a la huelga de hambre y se mantenga fuerte para dar una pelea que necesita de los revolucionarios. Respecto de Iván Márquez, él se encuentra en un espacio territorial y eso no tiene nada de particular. La mayoría de la dirigencia del partido pasa buena parte de su tiempo junto a la militancia en esos espacios. No significa que Márquez esté “atrincherado”. Significa que está evaluando qué hacer en un sitio en donde se siente más tranquilo. Iván sigue en contacto permanente con el Consejo Político Nacional (del partido). Nada ha cambiado en realidad, solo está en otro lugar.
Usted insiste en pedirle a su compañero “Santrich” que renuncie a dejarse morir de hambre pero, a otras solicitudes similares, él ha contestado que “ir a lo que para mí es una batalla definitiva por el decoro, no es darse por vencido”. ¿Esa respuesta podría interpretarse como que “Santrich” cree que la huelga de hambre es la única forma de oponerse a ser extraditado?
Sí, eso puede ser cierto. Pero él ha logrado conseguir el acompañamiento de todos los que en el mundo desean que el Acuerdo siga adelante. No sé si ya el compañero Santrich levantó la huelga de hambre. Él debe entender que tenemos mucho apoyo y eso nos fortalece para empezar la pelea contra la extradición, mecanismo humillante para cualquier país. Insisto: la acusación contra Santrich es un montaje.
¿De quién o de quiénes?
Una pregunta interesante para que la opinión pública reflexione: ¿A quién le interesa que el proceso de paz fracase?
¿Qué opina del traslado de “Santrich” a un centro religioso?
Que ahora se encuentra recluido en condiciones más dignas, pero que debería estar libre porque es inocente.
Sin ánimo belicoso, le pregunto: ¿Las Farc se financiaron con el narcotráfico, como afirman estudios, analistas y medios de comunicación? Y, segundo: ¿”Jesús Santrich” tuvo o tiene que ver con carteles de la droga colombianos o mexicanos?
Le respondo categóricamente con un NO. El narcotráfico está lejos de las prácticas revolucionarias. Nosotros hemos reconocido que cobrábamos impuestos por sembradíos diversos que podían incluir los de hoja de coca, pero nunca nos hemos lucrado del negocio del narcotráfico. Y sobre Santrich reitero, nosotros, el partido y la militancia, creemos en su plena inocencia.
Si, eventualmente, aparecieran otros procesos de extradición a petición de la DEA o investigaciones locales por narcotráfico contra exmiembros de las Farc, ¿el Acuerdo de Paz se rompería? ¿Ha considerado la posibilidad de que alguno de los militantes de su partido haya caído en la tentación de narcotraficar?
También he dicho que si alguno cae en esa tentación, se enfrenta a las consecuencias. En cuanto al Acuerdo, le contesto que no vamos a dar marcha atrás. Todos nosotros sabemos que estamos en riesgo de que nos hagan montajes para pedirnos en extradición. Estados Unidos no nos va a perdonar que pese a su Plan Colombia, a las unidades de inteligencia que enviaron, a los mercenarios que estuvieron aquí, no nos vencieron. Ahora quieren lograr la derrota haciendo montajes.
¿Reconoce a alias “Guacho” como exguerrillero de las Farc? ¿A qué se debe la degeneración de este individuo?
Hemos aceptado que ese señor perteneció a las Farc, que no se acogió al proceso y que se dedicó al bandidaje apoyado por narcotraficantes de la zona. Hay que decir, además, que era un hombre del común en la guerrilla y que nunca tuvo ningún tipo de mando.
Dos periódicos y una cadena de televisión de Estados Unidos han dicho que hay una investigación en curso en ese país contra Márquez por los mismos motivos que contra “Santrich”. De confirmarse esa investigación y una segunda solicitud de extradición, ¿cuál sería su respuesta como líder del nuevo partido de las Farc y qué les diría a sus militantes?
Los medios han dicho muchas cosas y han ocultado otras. Poco se ha hablado de los diversos funcionarios del Estado capturados por narcotráfico, con pruebas reales. De nuestra parte, asumimos compromisos con la Justicia Especial para la Paz (JEP) y frente al país. Se lo acabo de decir y lo repito: si alguno de nosotros comete un delito debe responder por él, pero en este caso no es así. La Fiscalía aclaró que no existe investigación contra Iván. Pedimos a los organismos competentes que esclarezcan estas dudas por la vías regulares y que dejen de aplicar el matoneo mediático a quienes le apuestan a la paz.
Exactamente ¿a qué denomina usted “matoneo mediático”?
Es el que aplican quienes usan los medios para convertir en verdad lo que es una versión dañina, en el caso de Santrich, de un funcionario que hace afirmaciones sin pruebas reales las cuales, si se analizan, no dicen nada sobre lo sería un delito que se iba a cometer pero que no se cometió. Matoneo también es dejar deslizar rumores como el de Iván Márquez. Somos conscientes de que a nosotros nos vigilan, que siguen cada paso que damos, cada cosa que compremos, cada gesto que hagamos y de dónde sacamos la plata que utilizamos, para buscar en qué, cómo y en dónde pueden descalificarnos. Parte del matoneo subliminal también son las fotografías que se publican: en lugar de imágenes actuales, ponen las de la guerra: muchachos armados en actitud de combate, con camuflados y fusiles, siendo que, claramente, estamos en una etapa distinta de la historia. Hay algo que les duele a los enemigos de la paz respecto de nosotros: que hemos cumplido al pie de la letra los acuerdos de La Habana.
¿Qué puede decir frente al escándalo con el dinero que el Estado le dio a su partido en suma considerable y el cual, según dicen algunos consejeros electorales, debe congelarse porque, como se encuentra en la cuenta personal del gerente de su partido, se puede perder?
Es un tema sencillo y a la vez complejo, por la desinformación y tergiversación que ha habido. La plata a la que se refiere le correspondía al partido, como a cualquiera otro, para financiar la campaña electoral. Es más: a nosotros nos discriminaron porque, además del dinero que entrega el Estado, los partidos pueden conseguir financiación propia hasta un tope de cinco o seis veces esa suma. Pero a nosotros nos impidieron recibir un peso más. Además, para obtener el dinero oficial que ahora nos reclaman, pasamos por una “mamadera de gallo” de todo el mundo. Fue impresionante la manera de tomarnos el pelo para entregarnos esos recursos: que los documentos, que la firma del uno, que la firma del otro, que vayan a tal sitio, que vayan al otro; que el Banco Agrario no podía abrirnos cuenta, que los otros tampoco; vaya y venga, nos tenían como en juego de ping pong.
Pero, ¿por qué terminó el dinero en una cuenta privada y no en una vigilada, como corresponde a recursos de origen público?
Nos dieron el dinero de campaña a último minuto antes de las elecciones; como le dije, ningún banco nos quería abrir cuenta y cuando el Banco Agrario lo hizo, solo días después, nos exigieron ponerla en ceros. En ese momento cometimos un error, tal vez por la presión: como no teníamos nada más que hacer, se pasó la plata a la cuenta personal del gerente. Pero malos manejos de nuestra parte, no ha habido. El dinero no se ha perdido. Eso lo garantizo ¿Qué pasa entre tanto? Que tenemos deudas con personas en diferentes regiones que nos prestaron plata para poder hacer la campaña. Le cuento que ha habido hasta divorcios y pleitos entre parientes porque un miembro de la familia prestó $20 millones, 30, 5, para poder desarrollar nuestras actividades electorales. Como en el caso de Estados Unidos, no fueron capaces de derrotarnos en el campo y quieren hacerlo ahora con maniobras y leguleyadas.
En su evaluación actual del período del posconflicto, haga, por favor, una lista de puntos en la agenda, de compromisos cumplidos y todavía no cumplidos tanto de las Farc como del Estado colombiano. Una especie de balance de lo bueno, lo malo y lo feo…
Lo bueno: Las Farc hemos dado muestras inequívocas de nuestra vocación de paz y reconciliación. Dejamos las armas, entregamos el listado de todos nuestros bienes, nos reincorporamos a la vida civil, aun en medio de las dificultadas conocidas por todos. Presentamos nuestros nombres a consideración del electorado y aceptamos la decisión de las urnas. Hemos cumplido sagradamente cada uno de nuestros compromisos. En cuanto al Estado, ha puesto en marcha una dinámica constitucional, legal y administrativa encaminada a dar cumplimiento a las obligaciones adquiridas. Ha habido reformas constitucionales y legales, decretos y actos administrativos que apuntan al desarrollo de lo acordado en La Habana. Lo malo: Las cifras de expertos dicen sobre los acuerdos que se habrá cumplido, según los más pesimistas en un 18 % y, según los más optimistas, en un 25 %. El 90 % o más de esos porcentajes se atribuyen a cumplimientos de las Farc. En cuanto a lo hecho por el Estado, no se ve en iguales proporciones. Es más, diría que es lamentable. Lo feo: la falta de las garantías efectivas de seguridad, pactadas en La Habana, que ha generado un desangre de reincorporados nuestros: los asesinatos y las amenazas se recrudecen en diversas regiones. No se ven las medidas de protección para los líderes sociales y populares y por eso no se detiene su exterminio; son todavía centenares los excombatientes que permanecen tras las rejas pese a las leyes y decretos sobre amnistía, además de diversos actos administrativos con los que el gobierno ha procurado su libertad. Al parecer, pueden más los que se empeñan en sabotear; las tierras y los proyectos productivos para la reincorporación permanecen en una angustiosa espera; la jurisdicción especial para la paz fue recortada de manera vergonzosa en su paso por el legislativo. En ello y otros aspectos importantes, como la no operación de la unidad especial para investigar los crímenes del paramilitarismo, ha jugado un papel destacado el fiscal general, quien se prestó, a su vez y de manera dócil, al montaje reciente contra “Santrich” y, al parecer, al que se estaría preparando contra Iván Márquez. Repugna saber que vivimos en un país así.
La primera vuelta para la elección presidencial se realizará en dos semanas y es muy probable, según las encuestas, que estén en primer y segundo lugar dos candidatos de extremos opuestos: Iván Duque y Gustavo Petro. ¿A cuál escenario se enfrentan usted y su partido con cada uno de ellos?
Con todo respeto, esperemos los resultados. El tema de la paz ha sido central y no es por el capricho de un presidente. La paz se firmó con el Estado colombiano. Independientemente de quien gane, nos corresponde seguir luchando por la implementación de los acuerdos de La Habana y por el desarrollo del partido. Convoco al pueblo a votar sin miedo y a consciencia por el candidato que defienda sus intereses. Y el principal interés de este país debe ser que haya paz, para dedicarnos, sin violencia de ningún lado, a cambiar lo que debe ser cambiado.
¿Por quién van a votar usted y los demás miembros de su naciente partido?
Por quien garantice la implementación de los acuerdos.
Haga, por favor, una evaluación sobre el saliente presidente Santos, la voluntad política de su gobierno de llegar a acuerdos y el manejo del Estado en la etapa del posconflicto.
El presidente Santos se inclinó, finalmente, por alcanzar la firma de un Acuerdo de Paz, y eso debe ser recordado. En este período hemos aprendido que el presidente no gobierna solo, que el aparato del Estado es muy complejo y que no actúa como un cuerpo único pese al fuerte carácter presidencialista del régimen político que hubiera permitido hacer más por los compromisos adquiridos. No obstante, todos sabemos de los múltiples problemas en el proceso de implementación del Acuerdo Final. Queremos pensar que Santos procuró mantener el espíritu y la letra de lo firmado, aunque pasan tantas cosas, que uno empieza a dudar. Estamos convencidos de que hubiera podido asumir un mayor liderazgo en la implementación efectiva de lo acordado. Quizás aún esté a tiempo de hacerlo.
“Estoy bien y con el corazón más fuerte”
¿Prefiere que lo llamen Rodrigo Londoño o ‘Timochenko’?
Rodrigo Londoño pero mis amigos y compañeros del partido me dicen “Timo”.
‘Timochenko’, como se sabe, tiene raíz en su vida guerrillera pasada; Londoño, en la vida presente, incorporada a la sociedad. La transición no parece haber sido fácil…
Sabíamos que no sería nada fácil la etapa de transición de la expresión armada a la vida política legal. No nos ha tomado por sorpresa la ineficiencia del Estado o el saboteo a la paz y a los proyectos populares. Por el contrario, ha sido una constante. Pero también sabemos sobreponernos a las dificultades puesto que ya lo hicimos durante 53 años. No tenemos un pie en el pasado sino que recordamos nuestras raíces y a la gente que dio su vida por construir una nueva Colombia y le rendimos honor construyendo una patria digna.
¿Cómo van sus tratamientos médicos?
Estoy muy bien y con el corazón más fuerte. He seguido con juicio el tratamiento médico y el régimen deportivo. Y logré ganarle al vicio del cigarrillo.
¿A qué se dedica ahora?
Estamos dedicados a los asuntos políticos, a reuniones con el consejo nacional, con quienes se posesionarán el 20 de julio y, en general, a la tarea que desempeño como jefe del partido.
Con Márquez: “somos diferentes pero no en lo fundamental”
Existe la impresión de que usted e Iván Márquez están divididos: usted reafirma su compromiso con los acuerdos y Márquez se trasladó a un espacio territorial y dijo que no se posesionará el 20 de julio. “Prefiero dejar esa joda allá”, afirmó hablando de la curul a la que tiene derecho ¿Hay diferencias?
Hacemos parte de un partido y, por supuesto, tenemos diferencias pero también muchas coincidencias. La principal de ellas es que privilegiamos el bienestar del pueblo y soñamos con la construcción de una patria digna e incluyente. Las diferencias tienen que ver con los tiempos y los ritmos. Y, por supuesto, con que somos distintos como personas: cada uno tiene su “estilo” para comunicar. Sin embargo, no hay problemas en lo fundamental.
Pues en los corrillos se dice que usted y Márquez están enfrentados ¿Lo desmiente?
Quienes dicen eso, pescan en río revuelto. Al interior del partido, y no solo ahora sino siempre, ha habido diferencias como ocurre en cualquier organización pero nosotros no perdemos de vista el objetivo de hacer cumplir los acuerdos. En eso estamos casados.
¿Qué les diría a quienes oyen que con ustedes llega el castrochavismo a Colombia?
Que no se dejen engañar, que analicen y que tengan criterio propio.