Nombre nuevo, rencillas viejas: el tenso ambiente dentro de Comunes, antes FARC
Desde sectores cercanos a la senadora Victoria Sandino, Israel Zúñiga y Joaquín Gómez se denuncian actos hostiles contra ellos dentro del partido.
El pasado fin de semana, el antes llamado Partido FARC realizó la Segunda Asamblea Nacional Extraordinaria. Allí se dieron pasos importantes de cara a las elecciones de 2022, como un cambio de nombre que podría jugar, electoralmente, a favor de un partido que, nacido del Acuerdo de Paz, escogió mantener en la legalidad el acrónimo que usó para los años de la guerra. Esa decisión, para algunos analistas políticos, terminó siendo un tiro en el pie que pudo haber influido en la escasa votación que obtuvo en 2018.
El evento político, sin embargo, estuvo precedido por una serie de desencuentros entre quienes antes fueron compañeros de armas. En la semana previa a la asamblea, los senadores Victoria Sandino e Israel Zúñiga, conocido como Benkos Biohó, junto con Joaquín Gómez publicaron una carta en la que anunciaban que no participarían en ese espacio. Lanzaron críticas a la dirección, denunciando que había habido un “manejo autoritario y excluyente” y cuestionaron la poca convocatoria.
En efecto, no asistieron, entre otras cosas, porque no estaban de acuerdo con los puntos de la agenda. Para ellos, la discusión se debía centrar en la implementación del Acuerdo de Paz y en la protección de los excombatientes o la defensa ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) antes que en temas más operacionales y electorales.
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La posición asumida por Sandino y compañía no cayó bien en la dirigencia del partido hasta el punto que fuentes cercanas a la hoy senadora manifiestan que los ataques en contra de ese grupo, desde entonces, han sido constantes y bastante hostiles. “Sugieren que, por no estar de acuerdo con ellos, simpatiza o hace parte de las disidencias lideradas por Iván Márquez y Jesús Santrich”, contó a El Espectador una voz enterada de la situación. Esa es una acusación delicada porque es una vinculación directa con un sector que decidió traicionar lo pactado y volver a las armas.
De hecho, en una carta que el presidente del partido, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, envió a la “militancia de la Rosa” el pasado 17 de enero, el exjefe de la extinta guerrilla comparó la carta que habían enviado Sandino, Zúñiga y Gómez con lo hecho Santrich y Márquez en las épocas del primer Pleno del Consejo Nacional de los Comunes.
“Es de anotar que el Pleno había acordado que ese día se dedicaría para debatir las diferencias ideológicas, políticas y de conducción que se habían expuesto, fundamentalmente por los camaradas de entonces Iván Márquez, Jesús Santrich y algunos de sus simpatizantes (…) Pero de modo sorprendente, Iván Márquez y Santrich decidieron no acudir, no presentarse y rehuir el debate. En su lugar, simplemente Santrich envió una carta cargada de señalamientos ofensivos contra otros miembros de la dirección elegida”, escribió Londoño en esa comunicación.
A su juicio, lo hecho por Márquez y Santrich en ese momento “se convirtió en cartilla para otros militantes inconformes por una u otra razón”. Y se refirió específicamente al caso de Sandino. “Justo en este momento, aparecen una serie de compañeros que, violando los más elementales principios leninistas, se han inventado activos para ponerse en contra de las decisiones de la mayoría de la dirección del partido, con el fin de cambiar el orden del día de la asamblea y enfrascarnos en una discusión que nos va a quitar un tiempo valioso”.
La actuación de Sandino y demás ha sido condenada por el Consejo Político Nacional del partido. Por ejemplo, en una comunicación del 19 de diciembre pasado se habla de que las actitudes de estos miembros se constituían en una “violación de la disciplina y normatividad del partido”. La determinación de llevar a esos miembros al comité de ética también ha sido sostenida públicamente por la senadora Criselda Lobo, conocida como Sandra Ramírez.
“En uno de los últimos plenos (reuniones de partido), en la que también participaron ellos, aprobamos que ninguna diferencia, si se presentara, se haría pública por los medios de comunicación. Se decidió que estos asuntos se llevarían a instancias internas. Si transgredieron esta norma, su caso lo analizará la comisión de ética”, dijo Lobo a El Espectador en una entrevista reciente.
A estas posiciones oficiales, se suman los comentarios que militantes del partido han hecho contra Sandino. Para las personas más cercanas a la senadora, los comentarios son “agresivos, irrespetuosos y hasta injuriosos”. “Es usted una abyecta peona de la derecha fascista y narcoparamilitar y una traidora al espíritu del acuerdo de Paz”, comentó Manuel Bolívar, un reconocido miembro de esa colectividad, a Victoria Sandino en una publicación en Facebook en la que hablaba de su desacuerdo con la dirección.
A pesar del cambio de nombre y la recomposición de algunas estrategias con miras a las elecciones de 2022, lo que permanece dentro del partido de la exguerrilla son viejas rencillas que podrían jugar a favor de sus contradictores.
El pasado fin de semana, el antes llamado Partido FARC realizó la Segunda Asamblea Nacional Extraordinaria. Allí se dieron pasos importantes de cara a las elecciones de 2022, como un cambio de nombre que podría jugar, electoralmente, a favor de un partido que, nacido del Acuerdo de Paz, escogió mantener en la legalidad el acrónimo que usó para los años de la guerra. Esa decisión, para algunos analistas políticos, terminó siendo un tiro en el pie que pudo haber influido en la escasa votación que obtuvo en 2018.
El evento político, sin embargo, estuvo precedido por una serie de desencuentros entre quienes antes fueron compañeros de armas. En la semana previa a la asamblea, los senadores Victoria Sandino e Israel Zúñiga, conocido como Benkos Biohó, junto con Joaquín Gómez publicaron una carta en la que anunciaban que no participarían en ese espacio. Lanzaron críticas a la dirección, denunciando que había habido un “manejo autoritario y excluyente” y cuestionaron la poca convocatoria.
En efecto, no asistieron, entre otras cosas, porque no estaban de acuerdo con los puntos de la agenda. Para ellos, la discusión se debía centrar en la implementación del Acuerdo de Paz y en la protección de los excombatientes o la defensa ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) antes que en temas más operacionales y electorales.
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La posición asumida por Sandino y compañía no cayó bien en la dirigencia del partido hasta el punto que fuentes cercanas a la hoy senadora manifiestan que los ataques en contra de ese grupo, desde entonces, han sido constantes y bastante hostiles. “Sugieren que, por no estar de acuerdo con ellos, simpatiza o hace parte de las disidencias lideradas por Iván Márquez y Jesús Santrich”, contó a El Espectador una voz enterada de la situación. Esa es una acusación delicada porque es una vinculación directa con un sector que decidió traicionar lo pactado y volver a las armas.
De hecho, en una carta que el presidente del partido, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, envió a la “militancia de la Rosa” el pasado 17 de enero, el exjefe de la extinta guerrilla comparó la carta que habían enviado Sandino, Zúñiga y Gómez con lo hecho Santrich y Márquez en las épocas del primer Pleno del Consejo Nacional de los Comunes.
“Es de anotar que el Pleno había acordado que ese día se dedicaría para debatir las diferencias ideológicas, políticas y de conducción que se habían expuesto, fundamentalmente por los camaradas de entonces Iván Márquez, Jesús Santrich y algunos de sus simpatizantes (…) Pero de modo sorprendente, Iván Márquez y Santrich decidieron no acudir, no presentarse y rehuir el debate. En su lugar, simplemente Santrich envió una carta cargada de señalamientos ofensivos contra otros miembros de la dirección elegida”, escribió Londoño en esa comunicación.
A su juicio, lo hecho por Márquez y Santrich en ese momento “se convirtió en cartilla para otros militantes inconformes por una u otra razón”. Y se refirió específicamente al caso de Sandino. “Justo en este momento, aparecen una serie de compañeros que, violando los más elementales principios leninistas, se han inventado activos para ponerse en contra de las decisiones de la mayoría de la dirección del partido, con el fin de cambiar el orden del día de la asamblea y enfrascarnos en una discusión que nos va a quitar un tiempo valioso”.
La actuación de Sandino y demás ha sido condenada por el Consejo Político Nacional del partido. Por ejemplo, en una comunicación del 19 de diciembre pasado se habla de que las actitudes de estos miembros se constituían en una “violación de la disciplina y normatividad del partido”. La determinación de llevar a esos miembros al comité de ética también ha sido sostenida públicamente por la senadora Criselda Lobo, conocida como Sandra Ramírez.
“En uno de los últimos plenos (reuniones de partido), en la que también participaron ellos, aprobamos que ninguna diferencia, si se presentara, se haría pública por los medios de comunicación. Se decidió que estos asuntos se llevarían a instancias internas. Si transgredieron esta norma, su caso lo analizará la comisión de ética”, dijo Lobo a El Espectador en una entrevista reciente.
A estas posiciones oficiales, se suman los comentarios que militantes del partido han hecho contra Sandino. Para las personas más cercanas a la senadora, los comentarios son “agresivos, irrespetuosos y hasta injuriosos”. “Es usted una abyecta peona de la derecha fascista y narcoparamilitar y una traidora al espíritu del acuerdo de Paz”, comentó Manuel Bolívar, un reconocido miembro de esa colectividad, a Victoria Sandino en una publicación en Facebook en la que hablaba de su desacuerdo con la dirección.
A pesar del cambio de nombre y la recomposición de algunas estrategias con miras a las elecciones de 2022, lo que permanece dentro del partido de la exguerrilla son viejas rencillas que podrían jugar a favor de sus contradictores.