“Nunca prometimos que el cambio se iba a dar ya”: Mafe Carrascal
La representante del Pacto Histórico dio un parte positivo sobre los primeros meses de la agenda de Gobierno y aseguró que el cambio comenzó, pero ha sido de forma paulatina.
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María Fernanda Carrascal, más conocida como Mafe Carrascal, fue la cabeza de lista del Pacto Histórico en la Cámara por Bogotá. Con poco menos de 900.000 votos, la coalición de izquierda fue la más exitosa en la capital. Esto garantizó la llegada de Carrascal y de otras seis candidaturas afines al nuevo gobierno. Desde el comienzo, la llegada de esta al Congreso fue cuestionada, pues su mayor reconocimiento, supuestamente, venía de las redes sociales. Sin embargo, esta siempre se ha defendido asegurando que su capital viene de un activismo en las calles desde hace 12 años.
Más allá del cuestionamiento por su llegada, Carrascal ha dado de qué hablar desde los primeros días en el Congreso. Fue esta una de las que cuestionó al representante Agmeth Escaf, también del Pacto, por supuestamente romper un acuerdo al que había llegado la bancada. Además, su reconocimiento anterior ha hecho que sea una de las curules más reconocidas en la actual Cámara. En esta ocasión, “Mafe Carrascal” habló con El Espectador sobre esos primeros meses en el Congreso, las luchas que han dado y cómo es llegar al legislativo con tanta atención encima.
¿Por qué saltar del activismo a la política?
Saltar del activismo a la política institucional, como yo le llamo en mi libro “Más allá de la indignación”, justamente tiene que ver con la idea de que las instituciones nos pertenecen a todos y todas. La ciudadanía tiene todo el derecho a ocupar los espacios de poder. Es muy importante que hagamos una política anfibia: en las calles -como lo he venido haciendo desde hace 12 años-, en las redes sociales y en las instituciones. Desde mucho tiempo estas han estado cooptadas por los mismos y las mismas que se creen con el derecho de usarlas a su antojo. La ciudadanía por fin está entendiendo que puede pertenecer a ellas y las puede usar y transformar. No solo es ser nombrado en cargos sino también elegidos, como lo fui yo el 13 de marzo.
¿Algún cambio de lo que veía desde afuera a lo que se encontró entrando a la lid política?
Yo tuve una posibilidad de ser asesora y eso me dio otra mirada del Congreso. Aunque no es lo mismo ser asesora a ser representante a la Cámara. Se sienten cosas distintas. El día a día como activista le decíamos a los congresistas que trabajaran y resulta que los congresistas que trabajamos lo hacemos mucho. Trabajamos mucho y desde ahí se ve una perspectiva diferente. La política se mueve de manera distinta. Sí se pueden hacer cosas. Tener el micrófono y la curul -que no me pertenece a mí sino al millón de personas que votaron por nosotros- representa cosas muy importantes y da la oportunidad de gestionar cosas para la gente y de darle voz a los que no tienen esa voz. Además, ser bancada de gobierno es otra cosa.
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¿Qué encuentra usted en esa bancada de gobierno tan variada?
Es el sancocho nacional. Encuentro diversidad y muchas voces. Hay una pluralidad de voces que antes no se sentían representadas porque al Congreso llegaban siempre los mismos: los lobistas de los sectores empresariales y de los medios de comunicación, y representantes de sectores que no eran mayoritarios. El Pacto Histórico demostró que sí pueden llegar las mayorías al Congreso. Están los indígenas, la mujer afro, la mujer joven empresaria y más. Está la diversidad cultural. Llegamos a representar departamentos que antes no se veían representados. Hay una deuda histórica de representación y resulta que los que han tratado como minorías, no lo son. Somos las mayorías, los y las nadies de este país, de los que habla Francia Márquez.
Una de las críticas que le hacen al Pacto es que incluyó personas con mayor reconocimiento en redes que trayectoria, ¿qué responde a ello?
Yo no sé cuales. Si ustedes miran, de las 51 personas que estamos, son muy pocas las que han llegado a través de las redes sociales. Por ahí son dos o tres, el resto están en otras bancadas. En el Pacto Histórico lo que sí tenemos es gente con trayectoria social de la base. Han estado desde hace muchos años luchando por la educación, la salud, el agro y más en distintas partes del territorio nacional. Pero, no tiene nada que ver con eso. Otra cosa es que los políticos nos hemos tenido que convertir en influenciadores porque nuestra voz en redes sociales tiene más posibilidades. Aunque yo llegué al Pacto con un volumen grande en redes sociales, yo no llegué por las redes sociales. Yo llegué por un trabajo en las calles. Es que la política anfibia que yo predico incluye ocupar las redes y medios. LLevo 12 años trabajando como activista y mi equipo de trabajo actual me ha seguido todo este tiempo. Decir que llegamos por las redes es una manera muy triste de deslegitimar las voces de los que llegamos sin maquinaria y sin plata.
¿Cómo calificar el trabajo que han hecho en tres meses de Congreso?
Ha sido muy bueno. La diversidad que tenemos era todo un reto pero hemos respondido. Dudabamos de cómo íbamos a poner de acuerdo a toda esta gente, pero lo hemos logrado y un ejemplo de ello son los proyectos de “paz total”, Escazú y otros que hemos sacado adelante de la mano con el gobierno. Demostramos que si nos juntamos hacemos la diferencia. Hemos hecho acuerdos sobre lo fundamental para sacar acuerdos muy importantes para el país.
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Hablando de ese proyectos, incluyendo la reforma política, algunos los ven y dicen que de cambio no hay mucho, que es casi lo mismo de siempre...
Justamente nunca prometimos que el cambio se iba a dar ya. El cambio necesita tiempo y que se adecúen muchísimos sectores frente a temas estructurales para que realmente sea posible. Cuando yo salí a campaña, yo les decía que no les prometemos el cambio ya y también decía que no éramos los salvadores. Esto es una transición, que es necesaria para poder hacer esos cambios estructurales. Esa transición también necesita de la gente de los territorios, porque no hay posibilidad de hacer cambios desde el Congreso y el Gobierno si la población no los hace con nosotros. La movilización y el fortalecimiento social debe permanecer. Tenemos que trabajar de la mano. Esto no es llegamos al gobierno y todo cambió por arte de magia. Hay muchas cosas que tienen que cambiar y se comienza con entender que este es un trabajo mancomunado. Debemos estar en todos lados porque lo que no ocupemos lo ocuparán otros.
¿Qué pasa en el Pacto para cada que no se vota un proyecto o hay una falencia se le tilde del “nuevo Manguito” a alguno de ustedes? ¿Hay una cacería de brujas interna?
Voy a decir algo que puede ser impopular y es que se culpe a un par de representantes o de senadores del Pacto cuando algo se cae y no se ponga el ojo o la mirada en los que votan en contra de esa posibilidad. Nos estamos desviando de las cosas. Además, el Pacto Histórico no es el único en gobierno, aquí hay una responsabilidad compartida de todos los partidos oficialistas. Debe haber una responsabilidad de los que votan en contra de nuestras propuestas, como el servicio social para la paz. ¿Quiénes son los que votaron en contra? ¿Por qué nadie habla de esto? Sin duda tenemos que ajustar cosas en la disciplina. Es la primera vez que somos partido de gobierno y tenemos una bancada tan grande. Hay cosas que ajustar, pero definitivamente estamos dando lo mejor de nosotros. Y soy una convencida que lo que viene estará mucho mejor.
¿Está lanzando una queja a los otros partidos de gobierno?
Yo creo que estamos en una transición democrática en la que estábamos en deuda porque este país no había tenido alternancia política y un presidente lejos de esas élites que nos vienen gobernando desde hace décadas. Esa transición puede ser traumática, pero estamos tratando de que sea con cambios sencillos y con acuerdos. Esos acuerdos nos han llevado a tener partidos de gobierno como los liberales, conservadores y la U. Son tradicionales, de los que tanto nos hemos quejado, pero es que, como dicen, “si no puedes con tu enemigo, unetele”. Y las democracias necesitan de eso, que si gana uno, así sea distinto, llegue a hacer acuerdos. Aún tenemos que hacer ajustes. Digamos, nosotros aún tenemos que aprender a cómo ser gobierno y ser bancada de gobierno. Ya teníamos muy metido cómo ser oposición, ahora hay que cambiar los papeles.
Hablando de eso, ¿qué decir frente a los que dicen que no han entendido que ya son gobierno?
Tienen algo de razón, y hay que admitirlo. A veces no hemos entendido que somos gobierno y no oposición. Sin embargo, estamos aprendiendo y apenas llevamos poco más de 100 días en el Congreso y debemos interiorizar. Lo que pasa es que las presiones de afuera son muy duras. Por ejemplo, cuando Claudia López fue senadora, la gente la aplaudía mucho por su vehemencia y cuando fue alcaldesa, mucha gente se sintió decepcionada. Pero lo que pasa es que no tenemos cultura política y no entendemos los roles y que estos cambian. Es bueno que los roles cambien en una democracia: qué pereza que siempre estuvieran los mismos en el gobierno y que estuviesen los mismos en la oposición. Debemos cambiar para que haya alternancia y que todos los sectores se sientan representados.
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¿Cómo es tener encima a tantos twitteros y youtubers tan pendientes de cada cosa que están haciendo?
Yo hice esa presión durante mucho tiempo. Y como yo ya fui esa parte de veeduría y ciudadanía activa, pues entiendo. De hecho, en un programa en una prestigiosa universidad de este país, compartí clase con muchos funcionarios de Peñalosa y yo era oposición a este. Entonces ellos me reclamaban por mis comentarios cuando éramos compañeros y yo les respondía que en el salón sí lo éramos, pero afuera tenía un rol como activista y veedora al que ellos debían de responder en vez de bloquearnos. Y hasta les dije que iba a estar en el lugar de ellos y me tenía que aguantar un activista más canson o antipático que yo. Eso es parte de la democracia. Mi rol ya cambió y ahora estoy desde la política institucional.
¿Qué fue lo que pasó con Agmeth Escaf?
No voy a dar declaraciones sobre el tema, pero está subsanado en buena parte. Lo que más nos interesa es que la Comisión Séptima salga adelante ya que ahí están los programas de mayor interés para el gobierno, porque después del presupuesto, son las pensiones, el trabajo y la salud los temas de mayor interés para este gobierno. Entendemos que por más diferencia que pudimos tener, porque sí hubo un rompimiento de acuerdos, debemos ser maduros políticamente y prima el proyecto.
Ese caso fue usado para decir que esos son los peligros de la lista cerrada...
No, esos son los peligros de la política, no de las listas cerradas. Eso es una mentira. Las listas cerradas tienen muchísimos beneficios como que llegamos más mujeres a la representación gracias a que el Pacto dio esa pelea. El problema aquí es la democracia interna de los partidos, de cómo se eligen las personas que están dentro de las listas. El problema no son las listas, per se.
¿Eso quiere decir que fallaron en la democracia interna del Pacto?
No, tampoco lo creo así. Espero que lo de Agmeth solo haya sido este momento. Igual repito, en cualquier lista se falla. En las listas abiertas tenemos un montón de gente tradicional que se ha metido por plata y que llegan a comprar los avale. Muchos de esos llegan con plata robada o del narcotráfico, con estructuras paramilitares detrás. Por lo menos en el Pacto Histórico no tenemos bandidos. Seguramente tendremos personas que deben crecer más en lo político y lo comunicacional, algo normal de este ejercicio.
¿Cuál es el balance de los productos sacados adelante?
Muy positivo. Me siento muy contenta por el Pacto Histórico, el gobierno y sobre todo por el país. Se están sacando adelante temas que estaban engavetados hace mucho tiempo. Se está hablando y sacando temas que son progresistas y que van a la vanguardia de lo que el mundo está pidiendo y necesitando. Hemos avanzado muchísimo en términos de derechos sexuales y reproductivos para las mujeres. Hace parte de nuestra agenda y apuestas. No solo estamos trabajando para las mujeres que no quieren maternar, por eso hicimos la primera audiencia pública sobre la interrupción voluntaria del embarazo, sino que hemos hecho esfuerzos por aquellas que sí quieren tener hijos. Por eso estamos sacando adelante la ley brazos vacíos, en la que queremos poner a conversar a esas personas que quisieron tener hijos pero los perdieron, con esas mujeres que no quieren tener hijos. Las políticas públicas deben atenderla a las dos. En esa materia seguimos avanzando y podemos avanzar más.
Ya que habla de avances, ¿cree que este Congreso le meterá mano a los temas polémicos como aborto, eutanasia y similares?
Yo creo que sí. Las Comisiones Primera tienen cada vez más un talante progresista y que hay un interés para legislar por los derechos de todos, todas y todes, porque hablamos también de cuerpos menstruantes y gestantes. Es un avance muy grande porque estos debates antes no se hacían en el Congreso. Entendimos que no debemos legislar sobre las creencias personales, sino para que tengamos más derechos y garantías.
¿Qué falta por sacar al corto plazo?
Creo que falta mucho más que hacer por las mujeres. Estamos haciendo cosas muy positivas por ellas en temas laborales, de salud y pensión, incluso deportivos, porque ya viene algunas cosas con la liga femenina de fútbol. Todo eso tiene que ver con cerrar las brechas, flexibilizar las horas y reconocer la importancia de la economía del cuidado, que es muy importante para la economía del país. Es entender que si los menores de edad y los ancianos no tienen quién los cuide, esta economía sencillamente no tendría para donde ir. Todo ese trabajo se necesita fortalecer.
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La oposición ha dicho que no tiene garantías, ¿qué les responde?
Definitivamente aquí sí hay que poner el espejo retrovisor. Debemos ver cómo nos trataban cuando éramos oposición. En ese tiempo nos amenazaron, persiguieron, nos infiltraron las comunicaciones -es más al Pacto Histórico nos siguen infiltrando las comunicaciones-. Al contrario, esta oposición no puede decir que los hemos maltratado o que nos les hemos dado las garantías. En los distintos debates hemos demostrados las garantías. En el debate de la tributaria demostramos garantías. Ellos hablaron todo el tiempo, mientras que en la tributaria de Duque solo le dieron la palabra dos veces a los que eran de oposición. Aquí estamos dando las garantías. Incluso a veces lo que decimos es que estamos tan garantistas que ya los debates no fluyen. No queremos tratarlos como nos trataron. En la política no se mide por cómo tratemos a los que nos aplauden, sino a los que se oponen a nosotros.