Fisuras en el oficialismo: ¿fragilidad o error de cálculo?
La bancada de gobierno se ha visto endeble en las discusiones más complejas que ha dado hasta ahora el Congreso. La agenda reformista, las distancias ideológicas y las transacciones políticas desiguales son algunas razones de la inestabilidad.
Esta semana los partidos políticos harán oficial su postura frente al gobierno Petro. A más tardar el miércoles, ante el Consejo Nacional Electoral (CNE), las colectividades que tienen representación en el Congreso se declararán de gobierno, de oposición o independientes, con lo que se definirá qué tan complejo será el camino de las grandes reformas que espera tramitar el Pacto Histórico. Justamente, desde el movimiento que llevó a Gustavo Petro y Francia Márquez a la Casa de Nariño se hizo el ejercicio de acercar a partidos alternativos y tradicionales a su proyecto, y aunque desde la instalación del Legislativo se empezó a hablar de un “frente amplio”, lo cierto es que la bancada oficialista se ha mostrado frágil en momentos claves, como las elecciones de contralor y magistrados del CNE, así como en las primeras discusiones de la reforma tributaria.
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Algunas posiciones frente al Ejecutivo están claras. Alianza Verde será partido de gobierno, el Centro Democrático liderará la oposición y Cambio Radical está rondando la independencia. Pero otras bancadas, que en últimas son las que desequilibrarán la balanza y determinarán si el oficialismo es mayoría, aún están en veremos. Es el caso de los partidos Liberal, Conservador y de la U, que suman 39 curules en el Senado y 72 en la Cámara. Los tres, que en campaña presidencial apoyaron otras candidaturas, aterrizaron en el “frente amplio” tras la victoria de Petro en segunda vuelta. Lo hicieron primero como apoyo al proceso de conformación de mesas directivas y luego manifestaron su intención de acompañar la agenda del Gobierno en el Capitolio.
Pero la “luna de miel” entre un gobierno progresista y los partidos tradicionales no ha sido la esperada. A las tres colectividades se les ha visto dubitativas sobre su acompañamiento a las apuestas más fuertes, sobre todo después de la conformación del gabinete y de otros nombramientos en cargos públicos que, para algunos, ha sido desigual e insuficiente para construir un oficialismo sólido. “Presiones por supuesto que hay. En esto hay intereses políticos y la búsqueda de obtener el mayor número de posiciones en el Estado. Es parte de la dinámica política”, confesó un senador del Pacto Histórico.
Sin embargo, también desde la bancada de gobierno, consideran que por ahora las decisiones tomadas “son favorables” para el proyecto de Petro y que, si bien como en todo proceso político hay discusiones complejas, “más de un mes de trabajo después se valora que se mantiene una coalición que ha tomado el liderazgo en el Congreso”.
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Otra cosa creen desde los partidos tradicionales. En la elección del contralor y los magistrados del CNE, que de hecho se pospuso porque no había acuerdos, se evidenció que el oficialismo es una amalgama de fuerzas políticas que no tiene un eje definido. Sin ir más lejos, hace unos días hubo en el Capitolio una reunión de la bancada de la U, en la que varios congresistas del partido manifestaron sus dudas sobre apoyar de forma decidida la reforma tributaria, que es prioridad del gobierno Petro.
Con el liberalismo es aún más compleja la situación. Aunque el partido en teoría tiene tres ministerios (Justicia, Hacienda y Agricultura), desde el trapo rojo reclaman que ninguno es militante. Además de eso, no hay plena satisfacción con la interlocución que hay entre el Pacto Histórico y la colectividad, y, por último, según un representante liberal, sienten que les hicieron “la peor negociación posible en temas de Congreso”.
Y es que la sensación de los liberales es que el Gobierno decidió armar su coalición poniendo como centro al Pacto y al conservatismo. “Eso traerá muchos problemas, porque es impresentable que uno cogobierne con los adalides en gobiernos anteriores. Es evidente que tenía que haber acuerdos programáticos y no como se está haciendo”, mencionó un parlamentario liberal.
Entonces, ¿por qué un Congreso acostumbrado a arrimarse al Gobierno ha estado tan indeciso sobre su postura? Según analistas, que los partidos tradicionales no estén tan “mimados” como en otras administraciones puede ser una causa de la fragilidad del oficialismo. Pero también se puede explicar en lo profundo de las reformas que propone el presidente Petro, que están muy lejos de las posturas ideológicas de los partidos y sus miembros.
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Mauricio Velásquez, de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, considera que con el liberalismo puede haber la “sensación de que no le están entregando suficiente burocracia o que los ministros no son militantes del partido”. Una consideración similar tiene Nadia Pérez, investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la UNAB, quien señala que desde estos partidos “están midiendo la vara de acuerdo con lo que les ofrezcan, que es la forma en que se han acostumbrado a trabajar”. Y aunque no es un secreto que la política es de transacciones, “a la vez el Gobierno se aferra al discurso del cambio, de impoluto. Es un mensaje que no queda muy claro”, afirma Pérez.
Como tampoco puede que esté claro para algunos la línea y agenda del Gobierno, debido a la dificultad para priorizar las apuestas y a los mensajes erráticos que se enviaron, sobre todo los primeros días de mandato. “Los ministros han enviado mensajes grandilocuentes, contradictorios, polémicos. (...) Eso habla de que no hay una agenda firme, lo que genera un ruido en los partidos”, añade Velásquez, quien como una última causa de la inestabilidad en el oficialismo menciona que “el Gobierno tiene agenda de transformaciones muy ambiciosa”, lo que dificulta la negociación con los diferentes sectores políticos.
Este punto lo explica a profundidad Yann Basset, del Grupo de Estudios Políticos de la Universidad del Rosario. Para el analista, esta coalición no es ni será un cheque en blanco, porque la amplia agenda reformista hace que haya coincidencia en apenas algunos temas. “No todo pasará. Hay que ver qué tanto de esta agenda se podrá negociar con la coalición. Quizá no con la tributaria, pero en las reformas política, de salud y pensional, seguramente habrá tensiones y negociaciones mucho más complicadas”, explica.
Como conclusión, los analistas coinciden en la necesidad de depurar y priorizar desde el Gobierno sus apuestas legislativas, para que sea más fácil entrar a negociar con los partidos, pues otra de las tareas de los congresistas del Pacto Histórico es mantener el trabajo político para lograr mayor compromiso de la coalición.
Esta semana los partidos políticos harán oficial su postura frente al gobierno Petro. A más tardar el miércoles, ante el Consejo Nacional Electoral (CNE), las colectividades que tienen representación en el Congreso se declararán de gobierno, de oposición o independientes, con lo que se definirá qué tan complejo será el camino de las grandes reformas que espera tramitar el Pacto Histórico. Justamente, desde el movimiento que llevó a Gustavo Petro y Francia Márquez a la Casa de Nariño se hizo el ejercicio de acercar a partidos alternativos y tradicionales a su proyecto, y aunque desde la instalación del Legislativo se empezó a hablar de un “frente amplio”, lo cierto es que la bancada oficialista se ha mostrado frágil en momentos claves, como las elecciones de contralor y magistrados del CNE, así como en las primeras discusiones de la reforma tributaria.
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Algunas posiciones frente al Ejecutivo están claras. Alianza Verde será partido de gobierno, el Centro Democrático liderará la oposición y Cambio Radical está rondando la independencia. Pero otras bancadas, que en últimas son las que desequilibrarán la balanza y determinarán si el oficialismo es mayoría, aún están en veremos. Es el caso de los partidos Liberal, Conservador y de la U, que suman 39 curules en el Senado y 72 en la Cámara. Los tres, que en campaña presidencial apoyaron otras candidaturas, aterrizaron en el “frente amplio” tras la victoria de Petro en segunda vuelta. Lo hicieron primero como apoyo al proceso de conformación de mesas directivas y luego manifestaron su intención de acompañar la agenda del Gobierno en el Capitolio.
Pero la “luna de miel” entre un gobierno progresista y los partidos tradicionales no ha sido la esperada. A las tres colectividades se les ha visto dubitativas sobre su acompañamiento a las apuestas más fuertes, sobre todo después de la conformación del gabinete y de otros nombramientos en cargos públicos que, para algunos, ha sido desigual e insuficiente para construir un oficialismo sólido. “Presiones por supuesto que hay. En esto hay intereses políticos y la búsqueda de obtener el mayor número de posiciones en el Estado. Es parte de la dinámica política”, confesó un senador del Pacto Histórico.
Sin embargo, también desde la bancada de gobierno, consideran que por ahora las decisiones tomadas “son favorables” para el proyecto de Petro y que, si bien como en todo proceso político hay discusiones complejas, “más de un mes de trabajo después se valora que se mantiene una coalición que ha tomado el liderazgo en el Congreso”.
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Otra cosa creen desde los partidos tradicionales. En la elección del contralor y los magistrados del CNE, que de hecho se pospuso porque no había acuerdos, se evidenció que el oficialismo es una amalgama de fuerzas políticas que no tiene un eje definido. Sin ir más lejos, hace unos días hubo en el Capitolio una reunión de la bancada de la U, en la que varios congresistas del partido manifestaron sus dudas sobre apoyar de forma decidida la reforma tributaria, que es prioridad del gobierno Petro.
Con el liberalismo es aún más compleja la situación. Aunque el partido en teoría tiene tres ministerios (Justicia, Hacienda y Agricultura), desde el trapo rojo reclaman que ninguno es militante. Además de eso, no hay plena satisfacción con la interlocución que hay entre el Pacto Histórico y la colectividad, y, por último, según un representante liberal, sienten que les hicieron “la peor negociación posible en temas de Congreso”.
Y es que la sensación de los liberales es que el Gobierno decidió armar su coalición poniendo como centro al Pacto y al conservatismo. “Eso traerá muchos problemas, porque es impresentable que uno cogobierne con los adalides en gobiernos anteriores. Es evidente que tenía que haber acuerdos programáticos y no como se está haciendo”, mencionó un parlamentario liberal.
Entonces, ¿por qué un Congreso acostumbrado a arrimarse al Gobierno ha estado tan indeciso sobre su postura? Según analistas, que los partidos tradicionales no estén tan “mimados” como en otras administraciones puede ser una causa de la fragilidad del oficialismo. Pero también se puede explicar en lo profundo de las reformas que propone el presidente Petro, que están muy lejos de las posturas ideológicas de los partidos y sus miembros.
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Mauricio Velásquez, de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, considera que con el liberalismo puede haber la “sensación de que no le están entregando suficiente burocracia o que los ministros no son militantes del partido”. Una consideración similar tiene Nadia Pérez, investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la UNAB, quien señala que desde estos partidos “están midiendo la vara de acuerdo con lo que les ofrezcan, que es la forma en que se han acostumbrado a trabajar”. Y aunque no es un secreto que la política es de transacciones, “a la vez el Gobierno se aferra al discurso del cambio, de impoluto. Es un mensaje que no queda muy claro”, afirma Pérez.
Como tampoco puede que esté claro para algunos la línea y agenda del Gobierno, debido a la dificultad para priorizar las apuestas y a los mensajes erráticos que se enviaron, sobre todo los primeros días de mandato. “Los ministros han enviado mensajes grandilocuentes, contradictorios, polémicos. (...) Eso habla de que no hay una agenda firme, lo que genera un ruido en los partidos”, añade Velásquez, quien como una última causa de la inestabilidad en el oficialismo menciona que “el Gobierno tiene agenda de transformaciones muy ambiciosa”, lo que dificulta la negociación con los diferentes sectores políticos.
Este punto lo explica a profundidad Yann Basset, del Grupo de Estudios Políticos de la Universidad del Rosario. Para el analista, esta coalición no es ni será un cheque en blanco, porque la amplia agenda reformista hace que haya coincidencia en apenas algunos temas. “No todo pasará. Hay que ver qué tanto de esta agenda se podrá negociar con la coalición. Quizá no con la tributaria, pero en las reformas política, de salud y pensional, seguramente habrá tensiones y negociaciones mucho más complicadas”, explica.
Como conclusión, los analistas coinciden en la necesidad de depurar y priorizar desde el Gobierno sus apuestas legislativas, para que sea más fácil entrar a negociar con los partidos, pues otra de las tareas de los congresistas del Pacto Histórico es mantener el trabajo político para lograr mayor compromiso de la coalición.