Oposición sigue sin estrategia clara para jugarse una carta fuerte de cara al 2026

A un año y medio de las elecciones a la Presidencia, la derecha es la orilla política que más ha anunciado aspiraciones para competirle en las urnas al proyecto político del presidente Gustavo Petro, quien ha intensificado sus llamados para que sus simpatizantes aseguren el continuismo de la izquierda en el poder. Y si bien hay al menos ocho precandidaturas declaradas, los partidos de derecha no han logrado capitalizar políticamente su fuerza ni el descontento de algunos colombianos frente a la Casa de Nariño.

A un año y medio de las elecciones a la Presidencia, la derecha es la orilla política que más ha anunciado aspiraciones para competirle en las urnas al proyecto político del presidente Gustavo Petro, quien ha intensificado sus llamados para que sus simpatizantes aseguren el continuismo de la izquierda en el poder. Y si bien hay al menos ocho precandidaturas declaradas, los partidos de derecha no han logrado capitalizar políticamente su fuerza ni el descontento de algunos colombianos frente a la Casa de Nariño.

Lo cierto es que la derecha ‘juega’ con cierta ventaja, pues los últimos meses han sido espinosos para el Gobierno: los escándalos de presunta corrupción han frenado proyectos en el Congreso y obligado al jefe de Estado a pedirles la renuncia a varios funcionarios (Carlos Ramón González del Dapre y Ricardo Bonilla del Minhacienda); la ejecución presupuestal de varias carteras en 2024 fue realmente baja y la situación financiera para este año no pinta de la mejor manera luego de que el Gobierno lo lograra la aprobación de la ley de financiamiento en las comisiones económicas del Legislativo.

Pese a estos puntos débiles del Gobierno, la oposición no se muestra como una fuerza que aglomere los reclamos que le hacen más de la mitad de colombianos al presidente Petro. Tampoco como un sector en el que los descontentos se vean representados, como sí pasó para las elecciones de 2022 con el progresismo, que logró 11 millones de votos para la segunda vuelta. Parte de estos sufragios fueron de ciudadanos que estuvieron en contra de las determinaciones del exmandatario Iván Duque y que participaron en las marchas y movilizaciones tras el anuncio de la reforma tributaria de Alberto Carrasquilla.

Con este panorama, los dos máximos líderes de la oposición, el expresidente y jefe del Centro Democrático, Álvaro Uribe, y el exvicepresidente y dirigente de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, encendieron motores para la campaña y empezaron a reforzar sus críticas al jefe de Estado como una manera de estrategia electoral.

“Vamos a ganar en el 2026″, dijo recientemente Uribe desde La Comuna 13 tras los hallazgos de restos óseos en La Escombrera, los cuales estarían relacionados con las desapariciones durante la Operación Orión que tuvo lugar a inicios de su primer mandato como jefe de Estado. Además de desvirtuar los hallazgos, señaló que serían parte de una estrategia política entre Petro y el exmandatario Juan Manuel Santos, quienes, según él, estarían aliándose para los futuros comicios.

Por su parte, Vargas Lleras, quien aún ve con ojos de esperanza llegar a la Casa de Nariño que hace más de 60 años ocupó su abuelo, dijo a través de un video: “Reitero mi llamado a todos los sectores de la oposición, tenemos que llegar unidos a la Presidencia en 2026″.

No obstante, en sus partidos políticos no hay a la fecha una candidatura fuerte. Y a eso se le suman los choques y divisiones entre los militantes a la hora de elegir a la carta que se enfrentará a las opciones del centro y la izquierda, lo que complica más la premisa de llegar unidos.

En el uribismo, por ejemplo, hay una fuerte puja entre dos sectores: quienes apoyan que sea una de las tres senadores que compiten (Paloma Valencia, María Fernanda Cabal y Paola Holguín) la que se quede con la bandera, argumentando que vienen de las bases y son fundadoras del partido. Y el otro que ve con mayor oportunidad al congresista Miguel Uribe, entre otras cosas, por llevar el apellido del máximo líder y haber sido el más votado en la agrupación en las elecciones de 2022.

Ambas alas han comenzado a chocar, especialmente por Miguel Uribe, pues su llegada al Centro Democrático se dio apenas para los anteriores comicios y justo después de militar en el Partido Liberal del expresidente César Gaviria y ser secretario de Gobierno en la alcaldía de Enrique Peñalosa. De igual manera, no se define aún cuál será el mecanismo de elección de candidato, un momento que en anteriores oportunidades ha generado tensiones.

Por el lado de Cambio Radical, los choques también están presentes, aunque han sido más discretos. En esta colectividad, el pleito está en que tanto Vargas Lleras como el senador David Luna buscan ser candidatos y tampoco se define el mecanismo de elección.

Sobre Vargas, algunos militantes sostienen que aunque mostró buenos resultados como vicepresidente de Santos, especialmente con la construcción de viviendas de interés social, ya varias veces en las urnas los colombianos le han dicho no. Importándole o no, el líder opositor ha reforzado las actividades de su agenda, que incluyen reuniones con gremios, visitas en regiones y la socialización de cartillas con críticas frente a algunas reformas.

Pero, aunque según la última encuesta Invamer Poll (diciembre 2024), más de un 70 % de los encuestados conoceal exvicepresidente, su desfavorabilidad es alta, 41%. Mientras tanto, al legislador Luna un 75 % no lo reconoce.

Ahora bien, en el Congreso, la oposición logró hacer varios debates de control político y mociones de censura, pero ninguno tuvo mayores resultados, más allá de poner el tema en discusión. De hecho, varias de estas sesiones tuvieron una baja participación de legisladores.

Si bien la oposición fue clave para el hundimiento de la ley de financiamiento y la dilación de varias reformas, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, impulsó gran parte de la agenda legislativa del Gobierno.

Este 2025 será significativo para la labor legislativa y de control político que hagan los congresistas, que, igualmente, en algún punto terminarán por concentrarse más en la campaña electoral y en las conversaciones con las demás fuerzas de derecha que ya se han ido formando.

Por ejemplo, un amplio sector de exgobernadores- entre los que están Juan Guillermo Zuluaga (Meta) y Aníbal Gaviria (Antioquia) -continúa en procesos para sacar una precandidatura enfocada en las regiones. Otras colectividades, como el Partido de la U, los conservadores e incluso los liberales, han comenzado a hablar sobre una gran alianza contra el petrismo que termine en una consulta para medir cuál es la carta más fuerte a jugar.

En esta consulta bien podría entrar la periodista Vicky Dávila, quien según mediciones es una de las eventuales candidatas “más populares” y se posiciona entre los primeros lugares junto con la exalcaldesa de Bogotá Claudia López, el excandidato Sergio Fajardo y el director del Nuevo Liberalismo, Juan Manuel Galán. Por lo mismo, no extrañaría que esta orilla política termine por decantarse por Dávila a la Presidencia.

Mientras tanto, el presidente Petro ha reforzado sus pronunciamientos contra la oposición, también en un intento de precampaña. La ha responsabilizado del panorama financiero de este año por el hundimiento de la ley de financiamiento, de frenar sus promesas de campaña y de pactar un golpe en su contra.

Todas las jugadas y movimientos empezarán a notarse con mayor fuerza en este año, que tanto opositores y aliados del Gobierno ha calificado como clave para las elecciones del 26. Se espera una radicalización en los discursos y estrategias de ambos bandos, que estarán en constantes mediciones para ver qué tan posible es el continuismo de la izquierda en el poder o el regreso de la derecha.

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