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¿Qué beneficios les traerá a los colombianos la designación de Colombia, por parte del gobierno Biden, como país aliado estratégico no miembro de la OTAN?
Depende desde donde se mire. Desde la óptica occidental, la figura de Colombia como “aliado estratégico no miembro de la OTAN” (MNNA por sus siglas en inglés: Major non-NATO Ally) ratifica el compromiso de Colombia como una nación defensora de los valores democráticos y las libertades, en cumplimiento de los principios afines a Estados Unidos y sus aliados. Según esta lectura, la designación de Colombia como MNNA ampararía a sus ciudadanos de toda amenaza percibida como aquello que se opone a las nociones de seguridad, democracia y cohesión que promueven Estados Unidos y la OTAN. Pero desde otra óptica, la lectura podría ser contraria: se podría generar un aumento en la percepción de miedo de la población ante el fortalecimiento del componente militar, la compra de armas, el acceso a nuevas tecnologías y personal, y con menos restricciones.
¿Cuál puede ser la mirada del bloque opuesto a la OTAN, encabezado por Rusia?
El gobierno Putin debe percibir que Estados Unidos está tratando de “apaciguar” los intereses rusos en esta región y, también, de fortalecer al único Estado de la zona que seguiría sus lineamientos militares en una eventualidad. Estados Unidos ha venido entrenando a Colombia en esta materia, incluso desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, cuando nuestro país se constituyó en una especie de brazo armado estadounidense en la región sur del continente.
Antes de continuar: ¿qué quiere decir ser “aliado estratégico no miembro de la OTAN” y cuáles son los compromisos que adquiere Estados Unidos con Colombia por ese estatus; y al contrario: Colombia con Estados Unidos?
Ser un “aliado estratégico no miembro de la OTAN” significa que Colombia ha logrado escalar un peldaño más en las preferencias de Estados Unidos, a nivel internacional. Así como sucede con las relaciones humanas, en las relaciones internacionales también existe la clasificación de “amigos” o “enemigos”. Ese país se compromete a seguir instruyendo y asistiendo a Colombia en asuntos de seguridad y defensa como en los años de la implementación del Plan Colombia; y Colombia se compromete a defender los valores e intereses de Estados Unidos. Así lo expresó Biden: “Colombia es clave para la construcción de un hemisferio próspero, seguro y democrático”, frase de mayor relevancia hoy, si se tienen en cuenta los intereses y la presencia de Rusia en esta zona.
Entonces, ¿se podría concluir que así como sube el nivel de “amistad” de Colombia con Estados Unidos, sube el nivel de nuestra “enemistad” hacia Rusia?
Sí: hay que recordar que la OTAN nació para contrarrestar a la Unión Soviética y eliminar la amenaza que ella implicaba para el mundo occidental. En el imaginario de Putin, la OTAN sigue teniendo los mismos objetivos; luego, todos sus miembros o socios globales —categoría en la que entra Colombia— serán percibidos por el líder ruso como Estados enemigos.
El presidente Duque se mostró muy satisfecho con la distinción entregada por Biden, pues, según él, “eleva” a Colombia y le permite acceder a programas especiales de “inversión, comercio, cooperación científica y seguridad”. ¿La categoría de aliado estratégico no miembro de la OTAN conlleva nuevas inversiones y negocios?
Tradicionalmente, los acuerdos con Estados Unidos abarcan un “paquete” de asistencia. Si bien el “título” que Estados Unidos le otorga a Colombia es nuevo, en términos prácticos no es más que otro capítulo del Plan Colombia. Hay que recordar que este programa, inicialmente catalogado como una especie de Plan Marshall, involucraba aspectos que iban mucho más allá del fortalecimiento del componente militar. Por tanto, es posible que Colombia se pueda ver beneficiada con cooperación no militar. Lo mencionaba antes: el compromiso de Colombia en la defensa de los valores e intereses estadounidenses en la región vendrá acompañado de otros réditos. Se trata de un premio a la lealtad y vocación que durante años ha profesado este país hacia Estados Unidos.
Esto deriva en una aun menor autonomía de Colombia frente a Estados Unidos, ¿no es así?
Sí. Colombia ha ejercido una autonomía relativa, pero esta también depende, en parte, del presidente de la República del momento. Siempre hemos tenido autonomía disminuida frente a Estados Unidos, lo que se explica por la aplicación de la doctrina de respice polum (“mirar hacia el norte”). Ante la debilidad del Estado colombiano, este le cede autonomía al país del norte. Pero en el actual Gobierno, la disminución de independencia fue mayor por su inactividad en política exterior, que resultó tan protuberante que le hizo perder legitimidad, incluso ante Estados Unidos.
El presidente Duque también dijo, en entrevista con “El Tiempo”, que tal categoría le permite a Colombia tener acceso a armamento y capacidades militares de los Estados Unidos “en préstamo”. Y añadió que implica “tener reservas estratégicas de Estados Unidos en nuestro territorio para enfrentar amenazas como el narcotráfico y el crimen transnacional”. ¿Nuestros vecinos Venezuela, Cuba y Nicaragua deberían preocuparse por este nuevo acercamiento militar colombo-estadounidense?
Para Venezuela, Cuba y Nicaragua no es un secreto que el fortalecimiento militar de Colombia, desde antes de la Segunda Guerra Mundial, es producto de la asistencia estadounidense. Ya expresaron su preocupación, años atrás, los Estados ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de América), liderados por el presidente Hugo Chávez, cuando protestaron en contra de la iniciativa de instalar bases estadounidenses en territorio colombiano. No resulta extraño que, por años, a Colombia se le haya llamado “el caín de América Latina”, en parte debido a su histórica alineación con Estados Unidos en materia de política exterior. Esta nueva designación del Estado colombiano como “aliado estratégico no miembro de la OTAN” responde a una estrategia de disuasión del gobierno Biden para aislar a Rusia y a los aliados de Putin en la región. En conclusión, sí: Venezuela, Cuba y Nicaragua deben estar preocupados.
¿Significa que nuestras relaciones con esos tres países se deteriorarán más de lo que están hoy?
Sí, porque, históricamente, siempre que llega apoyo militar de Estados Unidos a Colombia, este es abrebocas para que nos sigan aislando y nos vean como una amenaza para la región. De otra parte, Estados Unidos está desarrollando una maniobra estratégica cuando se acerca a Maduro, porque también hace que disminuya el riesgo de Colombia frente a Venezuela y Nicaragua. La movida del gobierno Biden es clave, porque frena a Maduro y contiene sus intenciones de emular prácticas invasoras militares de Rusia con sus vecinos.
A una pregunta sobre “almacenamiento estratégico”, Duque acepta que “Colombia puede [tener] en nuestro territorio equipos para los Estados Unidos que puedan servir ante cualquier situación de riesgo”. ¿Esta respuesta se puede interpretar como que nos estamos convirtiendo en una especie de bodega de armamento de guerra estadounidense? ¿Qué implicaciones tendría esto para la seguridad nacional?
No lo había pensado de esa forma, pero sí: partiendo de un lenguaje metafórico, “bodega” establece una relación de semejanza con la presencia militar y las bases que se intentaron instalar mediante el acuerdo de cooperación militar entre Estados Unidos y Colombia en 2009. En otras palabras, el actual “almacenamiento estratégico” podría estar disimulando la iniciativa que la Corte Constitucional dejó sin efecto, en 2010, cuando tumbó un acuerdo binacional para tener personal uniformado estadounidense en territorio nacional e instalar aquí siete bases militares de ese país.
¿Una especie de “jugadita” para esquivar la orden de la Corte?
Sí, es una “jugadita” precisamente para ocultarles al país y a los críticos lo que el Gobierno sabe que no fue aprobado en el pasado, que podría estar contemplado en el “paquete” de cooperación militar y económica con Estados Unidos.
¿La designación de país aliado estratégico no miembro de la OTAN en momentos de guerra de Rusia contra Ucrania, cuando esta entidad es percibida como enemiga de los rusos, es un riesgo para Colombia y la pone en un foco peligroso?
Cabe recordar que Colombia se convirtió en socio global de la OTAN desde 2018, con el gobierno Santos. Desde entonces, Rusia y sus aliados en la región mostraron su desconfianza frente al hecho de que el potencial disuasorio de Colombia estuviera amparado por Estados Unidos. La preocupación aumenta hoy, mientras el mundo presencia a un Vladimir Putin despiadado en el este de Europa. Él, además, ya ha anunciado un listado de Estados enemigos de Rusia y sus aliados. Para Putin, es cierto que Colombia es el principal amigo de su enemigo. Luego, blanco es y gallina lo pone. Insisto, la designación de Estados Unidos de Colombia como “aliado estratégico no miembro de la OTAN”, así como su reciente acercamiento al gobierno Maduro, responde a estrategias calculadas de Biden para disuadir y limitar los alcances rusos en la región.
¿Esta designación podría tener repercusiones militares en la frontera de Colombia con Venezuela?
Colombia y Venezuela han mantenido ese juego por años. Recordemos el incidente de la corbeta Caldas, en 1987, cuando Venezuela estuvo a punto de arrasar con, en aquel entonces, una precaria fuerza militar colombiana (la balanza favoreció a Colombia después de implementado el Plan Colombia). O en 2008, cuando Chávez y Uribe militarizaron la frontera, poniendo la seguridad de ambos Estados en la cuerda floja. Y ahora, una vez más, los cálculos y la inteligencia militar estadounidense entran a jugar un papel clave en este momento de tensión entre nuestros países. Por eso, el gobierno Biden se acercó a la Venezuela de Maduro y no solo por el petróleo, como muchos aseguran, sino para cooptar a una de las fichas sueltas de Rusia en el hemisferio occidental.
¿Colombia, como aliado estratégico de la OTAN, adquiere el compromiso de entrar en cualquier guerra que decida emprender el conjunto de países miembros de ese Tratado?
No. Colombia es “socio global de la OTAN” desde 2018 y “aliado estratégico no miembro de la OTAN” desde el presente año. Ninguno de los dos acuerdos contempla una acción como la que establece el artículo quinto de los Estados que sí pertenecen a la OTAN, el cual establece que un ataque a un miembro del Tratado representa un ataque a los demás Estados de la Organización. Por consiguiente, Colombia no adquiere el compromiso de entrar en cualquier guerra que decida emprender la OTAN. Otra cosa es que el gobernante de turno decidiera emprender esa acción. Casos se han visto, pues, finalmente, el monopolio del uso de la fuerza reposa sobre el poder Ejecutivo.
Si la OTAN o uno de sus más poderosos miembros, Estados Unidos, deciden usar el territorio nacional como suelo de tropas extranjeras, ¿Colombia está obligada a aceptarlo?
El acuerdo no contempla ninguna obligación de Colombia de facilitar el territorio nacional como suelo de tropas extranjeras.
Pero no sería extraño que esa situación se presentara, en caso necesario.
Cierto.
¿Cómo afectará al nuevo Gobierno colombiano, que será elegido en los próximos meses, esta designación en la que no participó?
Como la política exterior colombiana ha sido tradicionalmente tildada de “Gobierno” y no de “Estado”, es claro que cada presidente y sus ministros diseñan, formulan e implementan las estrategias de política exterior que consideren necesarias, según sus intereses. El Gobierno entrante recibe las riendas del país con todos los aciertos y desaciertos que provengan del anterior. Y se inicia un nuevo ciclo con los retos y desafíos en materia de relaciones exteriores. Un ejemplo reciente sucedió cuando el presidente Santos le otorgó reconocimiento, como Estado, a Palestina a última hora de su gobierno y de manera “silenciosa” como reportaron algunos medios, justo antes de entregarle el poder al presidente Duque. Colombia brilla por la ausencia de una política exterior de Estado.
Para usted como analista, ¿la selección de aliado estratégico no miembro de la OTAN es un triunfo del gobierno Duque, como lo ha dicho él, o es una imposición de Estados Unidos que Colombia no podía rechazar?
Ninguna de las dos. Es entendible que para el gobierno Duque resulte transcendental alardear de esta designación como un “triunfo”, teniendo en cuenta su bajo desempeño en política exterior. Esta designación es la perfecta oportunidad para que Duque camufle su deficiente gestión exterior con un reconocimiento que ratifica ese tradicional respice polum o, lo que es lo mismo, la tendencia de la política exterior colombiana a seguir de manera incondicional las directrices estadounidenses. Hay que reconocer que hubo algunos logros, sobre todo en materia migratoria y ambiental, pero el balance general indica que el Gobierno “se rajó” en esta materia. En cuanto a la relación con su más importante aliado, Estados Unidos, Duque pasó del “jalón de orejas” de Trump, quien en 2019 señaló que él “es un buen tipo”, pero “no ha hecho nada por nosotros”, a ser ignorado por Biden. Este se dio el lujo de ignorar, durante meses, al presidente del país aliado más cercano de la región, tras la injerencia del partido político del mandatario colombiano en las elecciones estadounidenses.
“No se habla de militares extranjeros o de bases... por ahora”
En materia de la política internacional de Colombia, ¿nuestro Estado deberá reacomodar sus lineamientos internos por el nuevo estatus otorgado por Estados Unidos, como “aliado estratégico no miembro de la OTAN”?
Por ahora no. Este nuevo estatus le brinda acceso a Colombia a material de defensa de Estados Unidos, suministros militares, nuevas opciones para recibir entrenamiento y cooperación técnica y tecnológica, y a inteligencia, ciberseguridad y ciberdefensa, entre otros. No se habla de personal militar extranjero o de instalación de bases, por ahora. El nuevo acuerdo se percibe más como una ampliación de la oferta de bienes y servicios de tipo militar, a disposición de Colombia. Por el momento, se trata más de una acción disuasoria de Estados Unidos para contrarrestar los intereses de Rusia y sus aliados en la región, que de una materialización de capacidad militar efectiva.
Por el momento.... pero puede cambiar cuando Estados Unidos lo juzgue necesario...
Hay un dicho que indica que no hay que regalarle un pescado al necesitado sino enseñarle a pescar para que consiga su alimento. Colombia ha aprendido a pescar.
Protección militar a Colombia ante agresiones vecinas
María Catalina Monroy Hernández, entrevistada en estas páginas, es profesora de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario. Su investigación para optar por el título de doctora en Estudios Políticos, en El Externado, se centró en las decisiones de Estados Unidos hacia nuestro país en asuntos de seguridad y defensa, de manera particular, en el análisis del conocido Plan Colombia, el acuerdo bilateral militar entre los gobiernos de Bill Clinton y Andrés Pastrana, en 1999, con el que se pretendía derrotar a las FARC, entonces en confrontación armada contra el Estado aunque se cubrió la intervención estadounidense en el conflicto interno colombiano, con el combate al narcotráfico y con programas de asistencia social y económica. La profesora Monroy afirma que la reciente denominación de Colombia por el gobierno Biden, como aliada estratégica no miembro de la OTAN, es una manera de continuar el Plan de hace 22 años con cuya actualización se pretende no solo apoyar a este país en seguridad interna sino, ante todo, en caso de eventuales agresiones de los países vecinos que, hoy, tienen gran influencia de la Rusia de Putin.