“Participación de mujeres implicará mayor compromiso por parte de los partidos”
Doris Ruth Méndez, presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), habló sobre la necesidad de que Colombia y la región le sigan apostando a una democracia que incluya mucho más a las mujeres y la importancia de que la Corte Constitucional se pronuncie sobre el Nuevo Código Electoral que busca promover acciones para una paridad real en los procesos electorales de 2022. Entrevista.
¿Qué significará 2022 para la participación política de las mujeres, pese a que no hubo decisión de la Corte sobre el Código Electoral?
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¿Qué significará 2022 para la participación política de las mujeres, pese a que no hubo decisión de la Corte sobre el Código Electoral?
El 2022 será el año de los retos en pro del fortalecimiento de la democracia de nuestro país. La participación de las mujeres implicará mayor compromiso por parte de los partidos políticos, así como el de todos los actores que construyen o intervienen en las diversas etapas del proceso electoral.
Precisamente, del resultado de las elecciones del próximo 13 de marzo de 2022 donde se elegirán los cargos para ocupar la Presidencia de la República, la Vicepresidencia, el Senado y la Cámara de Representantes, se construirá el mejor insumo para el estudio de constitucionalidad del Nuevo Código Electoral que cursa en la actualidad ante la Corte Constitucional. Básicamente porque esa Corporación podrá analizar la data de los resultados históricos de desigualdad demostrada por largos años y podrá determinar las necesidades sobre implementación de una democracia paritaria.
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¿Qué acciones contempla el Código Electoral para promover una participación efectiva y real de las mujeres en los procesos electorales del próximo año?
El proceso electoral de 2022 será el derrotero de las agrupaciones políticas para demostrar su compromiso con las mujeres del país: i) integrando más mujeres en sus listas (no más listas de “relleno”), lo que implica aplicar las acciones afirmativas de orden internacional y nacional para promover su participación, como electoras, candidatas y futuras dignatarias; ii) promoviendo la reducción de las tasas de abstencionismo en las mujeres y en los grupos minoritarios que es ya muy alta históricamente; iii) estableciendo estrategias de disminución de la violencia política en razón de género.
Acciones anteriores que están recogidas en el Nuevo Código Electoral y que son fruto de la deliberación con múltiples actores. Deliberaciones que incluso condujeron a que el Consejo Nacional Electoral expidiera una serie de acciones afirmativas que se resumen en: i) la posibilidad de conformar listas para Corporaciones públicas integrada por solo mujeres; ii) formación para el empoderamiento y prevención de la violencia política en razón de género, iniciativa de la cual por ejemplo, se viene adelantando el curso “Josefina Valencia” para candidatas electorales, de la Comisión Interamericana de Mujeres y la Escuela de Gobierno CIM/OEA, junto con la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia -MAPP/OEA, con el fin de fortalecer las habilidades de liderazgo político de las candidatas, combatir la violencia contra las mujeres en política y promover la llegada de más mujeres al Congreso de la República en 2022.
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De otra parte, el 26 de noviembre pasado, el CNE instaló los Tribunales Seccionales de Garantías y Vigilancia Electoral que harán presencia en los 32 departamentos del país, incluyendo las 16 Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz y que deberán poner a disposición de las mujeres los canales físicos y electrónicos para recibir sus denuncias por violencia política y así identificar a tiempo posibles amenazas en los comicios de 2022, primeros comisión que se realizarán en paridad y alternancia.
¿Son suficientes estas acciones para asegurar que exista una paridad en la política del país?
Considero que decisiones como la de sancionar, por primera vez, a un partido político por instrumentalizar a la mujer y presentarla en la lista como relleno; y la aprobación del protocolo para promover una mayor participación política, garantizar el derecho al voto en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, prevenir y atender los casos de violencia contra las mujeres en la política, son un gran paso para asegurar los derechos de las mujeres en las elecciones legislativas de 2022.
Con lo cual, el reto actual para los intervinientes del proceso electoral está circunscrito en materializar las acciones afirmativas que desde la institucionalidad se han propuesto, para así apostarle a una democracia paritaria, que no es otra cosa que, lograr más inclusión de las mujeres en escenarios seguros que conduzcan al fortalecimiento de la democracia de nuestro país.
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¿Considera que el tema de la paridad y la necesidad de que más mujeres lleguen a la política está instalado en el debate público y político?
Debo reconocer que el tema de la paridad tradicionalmente no era prioritario en la agenda pública. Históricamente en Colombia, los cargos de elección popular han sido representados por hombres y se ha cumplido con dificultad la Ley de Cuotas, llamada a garantizar un mínimo respecto a la participación de las mujeres en política.
No obstante, la agenda 2030, es muy clara, no puede haber progreso sostenible sin igualdad de participación electoral entre hombres y mujeres; es por ello que el cierre de las brechas de género se constituye como uno de los principales retos para alcanzar las metas establecidas en los objetivos de desarrollo sostenible y garantizar así un verdadero avance, inclusivo y sostenible.
¿Cuál es la importancia de tener un Código Electoral para garantizar que los partidos políticos cumplan con la paridad de género?
Resulta fundamental asegurar procesos electorales con perspectiva de género, garantizando el respeto por la paridad, con medidas que promuevan la sanción de la violencia contra mujeres en política, y la adopción de protocolos que aseguren el derecho al voto de todas las personas. He aquí la importancia del Nuevo Código Electoral, como el primer referente normativo del siglo XXI, aprobado por el legislativo, que ubica el debate público y político en la necesidad de promover la participación electoral femenina en paridad para los procesos electorales ordinarios.
Recuérdese que la única Ley Estatutaria vigente hasta la fecha que promueve la participación política en paridad es la Ley 1885 de 2018, conocida como el Estatuto Juvenil para la conformación de los Consejos de Juventud a nivel municipal y Local. Ahora, a nivel de Acto Legislativo tenemos el 2 de 2021 que promueve la participación en paridad para la conformación de listas a cargos de elección popular para las curules Especiales de Victimas para conformar la Cámara de Representantes.
Entonces la poca proliferación normativa, hace evidente que sí hay un debate público y político vigente, que se circunscribe en que, son las mujeres quienes han reflejado que quieren hacer parte de los procesos electorales bajo contextos paritarios. Al menos así lo vimos de los múltiples debates que se surtieron en la construcción del Nuevo Código Electoral y de la implementación de la pedagogía “#SúbeteAlBus” donde se ha capacitado más de 30 mil mujeres, en alianza con la Registraduría Nacional del Estado Civil, el CEDAE, la ESAP, la MOE y otras entidades. Con lo cual, es claro que, donde hay una necesidad expuesta, allí ya hay un debate público y político que debe ser atendido desde la institucionalidad. Máxime cuando son las mujeres quienes hacen el llamado de participación paritaria como un hecho necesario para reducir la violencia política en razón de género, principal razón de su abstencionismo para postularse como candidatas e incluso para participar como electoras.
¿Existen riesgos al implementar estos cambios en una cultura política tradicionalmente machista como la de Colombia?
De la experiencia vivida en países como Chile, Bolivia y México se observa que la implementación de una democracia paritaria exacerba los brotes de violencia política en razón de género. Estas realidades ponen en el debate público las futuras votaciones, pues tendremos las primeras elecciones paritarias para para la conformación de la Cámara de Representantes, tras las reglas de incorporación a las víctimas del conflicto en el proceso electoral del país. Circunstancia que avizora que desde el Consejo Nacional Electoral, y tras la firma del pacto para prevenir la violencia política en razón de género, nos preparemos y de ser el caso procedamos a efectuar las sanciones más rígidas para desestimar las acciones que busquen victimizar a las mujeres y alejarlas de los escenarios políticos.
En Chile, las mujeres menores de 50 años fueron una masa crítica importante a la hora de elegir a Boric, ¿cree que ahora con las discusiones que las mujeres están dando puedan convertirse en determinantes para 2022?
Desde que se nos otorgó en el año de 1957, el derecho a elegir y ser elegidas, las mujeres hemos sido determinantes en los procesos políticos, sin embargo, hemos sido invisibilizadas. Considero que desde finales de 2019 América Latina ha venido experimentando una coyuntura política que ha puesto en jaque los sistemas democráticos tradicionales basados en principios patriarcales, que sin duda, ha tenido que ver con la reivindicación de los derechos de las minorías y de las mujeres, quienes como hemos visto, le han apostado a construir democracias abiertas, en donde el sueño de la paridad sea una realidad, y puedan ejercer una participación política real y efectiva.
La pregunta me permite hacer una referencia comparativa entre la definitiva participación de las mujeres en las presidenciales de Chile, con la alta participación de las adolescentes y jóvenes en las elecciones de los Consejos Municipales y Locales de Juventud de Colombia. En este sentido, es necesario mencionar que a pesar de la pandemia y de ser el primer ejercicio electoral sin financiación estatal, en el que por primera vez los jóvenes tuvieron la oportunidad de elegir y ser elegidos. En total 1.279.961 jóvenes votaron y el 52% de los votantes fueron jóvenes mujeres (esto es una votación de 665.580 mujeres). Esto demuestra el interés que tienen las mujeres de hacer parte del debate político y electoral, de incidir en las decisiones de interés nacional, y de contribuir con sus ideas al continuo desarrollo de la democracia.
En este escenario la votación de los jóvenes ya es determinante, recuérdese que, en el contexto americano, con tal resultado electoral se eligen presidentes. Un ejemplo de ello es Uruguay, país en el que fue elegido Luis Lacalle Pou con un total de votos de 1.189.313. Y para circunscribirlo al resultado de las jóvenes que salieron a ejercer su derecho al voto, recuérdese que, para las elecciones de 2018, la lista más votada para una curul al Senado de la República obtuvo 891.964 votos, siendo la menor votada con un total de votos de 13.533, de lo que se proyecta que este total de votación tiene la fuerza ya, de hacer elegir a más de un senador de la República.
Y es tan determinante la participación de las mujeres que incluso, para las elecciones de Congreso de la República, que tendrán lugar el próximo 13 de marzo de 2022, se han inscrito como candidatas aspirantes a dicha corporación 1.131 mujeres, lo cual se entiende como un avance significativo en cuanto a la participación de las mujeres en el ejercicio político y democrático.
En ese panorama puede decirse sin temor a equivocarnos, que en Colombia, hemos hecho historia. Las niñas, las jóvenes y las mujeres del país han creído en la democracia y contribuyen al compromiso de hacer realidad el sueño de sus abuelas, de sus madres y de todas las mujeres de Colombia, de participar en las decisiones, de ejercer y reclamar el derecho que les pertenece. Y ese ejemplo se verá reflejado en las elecciones venideras.
¿Qué llamado les hace a aquellas mujeres que aún no encuentran motivación para involucrarse en la política o en temas electorales?
Ejercicios como los de Chile y Colombia demuestran que las mujeres le apuestan a la democracia, se constituyen como actores políticos activos y han roto el vínculo con la cultura patriarcal, que les ha impuesto miedos y les ha negado una participación en igualdad de condiciones. Por ello hoy les recuerdo a todas aquellas mujeres que todavía abrigan algún tipo de temor hacia la política, que el miedo nubla el camino y nos aleja de los sueños, mientras que la esperanza permite construir posibilidades de cambio y transformación.
No olviden que formamos un gigantesco tejido alrededor del mundo en el que cada mujer constituye un eslabón, el cuál será un aporte fundamental para alcanzar el logro de un mundo en donde hombres y mujeres tengamos las mismas oportunidades.