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La puja presidencial que se libra desde ya en los partidos está dejando de lado una discusión decisiva para asegurar, justamente, esas pretensiones de poder y gobernabilidad en 2022: las fichas de cada quien para llegar al Congreso. Si bien la mayoría de las fuentes consultadas por este diario repitieron, una y otra vez, que “era muy temprano” para hablar de cómo se están preparando para las elecciones legislativas, lo cierto es que es un asunto que no da espera a poco más de un año para los comicios y que en ciertas colectividades ya genera preocupación.
Es el caso del Centro Democrático, la Alianza Verde, el Polo Democrático y el Partido de la U, movimientos que, juntos, representan casi la mitad del Senado y que hoy —desde orillas antagónicas— comparten un mismo problema: sus principales electores en 2018 (e incluso, de años atrás) decidieron que no aspirarán de nuevo al Congreso o tomaron distancia de las colectividades.
Lo anterior implica la pérdida de un caudal nada despreciable de votos a la hora de medirse en las urnas, en la medida en que —en un sistema como el colombiano, basado en el umbral y la cifra repartidora— esas cabezas son determinantes al momento de jalonar gente, atraer votantes y asegurar mayorías.
Uno de los casos más representativos aqueja al Centro Democrático. Allí el expresidente y exsenador Álvaro Uribe Vélez —alrededor del cual se gestó toda la colectividad y que ha sido fundamental para sumar votantes— decidió apartarse definitivamente del Parlamento después de casi ocho años. Apenas en la última elección, el exmandatario se hizo el congresista más votado y sacó quince veces el número de votos que logró quien le seguía en la lista, la senadora Paola Holguín, con 58.005. Si bien Uribe se va y deja ya consolidados algunos nombres en Senado y Cámara, lo cierto es que su ausencia pondrá a prueba la fortaleza del partido, dada la influencia y relevancia que encarna.
La estrategia para contrarrestar su retiro ya está en práctica: invitar e ir agrupando figuras públicas, políticos con arraigo regional, personalidades y hasta actores. De allí nombres como los de Miguel Uribe Turbay (que en las elecciones para la Alcaldía de Bogotá sacó casi 427.000 votos y suena como cabeza de lista al Senado), el general (r) Luis Mendieta, Lorena Murcia, exvocera de la Corporación Rosa Blanca, el actor Jorge Cárdenas y hasta el comentarista deportivo Carlos Antonio Vélez.
“Estamos en un esfuerzo de poder encontrar ciudadanos con mucho reconocimiento nacional, con formación, conocimiento y que representen diversos sectores de la sociedad. Hay una mezcla de diferentes sectores, que además tienen afinidad con los principios y valores que representamos. Se está buscando en todas regiones”, admite el senador Gabriel Velasco, vocero del Centro Democrático en el Congreso.
En la Alianza Verde la situación tampoco es alentadora, pues no contarán con Antanas Mockus, el segundo senador más votado de 2018, que obtuvo 540.783 apoyos, muchos más de los que consiguieron, si se sumaran todos sus votos, los otros nueve senadores que resultaron elegidos (361.754). Aunque su presidente, Antonio Navarro, reconoce que la situación sí se ha considerado, responde que “aún es temprano para anunciar decisiones”. No obstante, confía en que la colectividad mantenga lo logrado en 2018 y asegure al menos 19 congresistas.
Donde tampoco es muy favorable el panorama es en el Polo Democrático, que ya no contará con su senador más votado, Jorge Enrique Robledo, y que incluso les montó competencia con su movimiento Dignidad, adonde se llevó al segundo más votado de la lista, Pedro Leónidas Gómez, hoy diputado de Santander. Entre ambos sumaron casi 311.000 votos en 2018. Una muestra de la situación la dejó al desnudo hace un año Robledo en diálogo con este diario cuando, aún dentro del Polo, confesó que no había querido salirse del Congreso para “ayudarle al partido a mantener su umbral”.
El presidente de la colectividad, Álvaro Argote, no niega la complejidad que implica la ausencia de Robledo; sin embargo, reivindica que gran parte de su reconocimiento era por pertenecer al partido y destaca la relevancia que han adquirido figuras como Iván Cepeda, a raíz del pleito jurídico con Uribe, o nombres como los de Alexánder López (su precandidato presidencial) y Alberto Castilla.
“Estamos buscando articularnos con organizaciones políticas y sociales para hacer una lista unitaria nacional que hemos denominado 55/86. El propósito es lograr una mayoría en el Congreso (55 senadores y 86 representantes) con varios sectores. Nuestra estrategia es sumar personalidades queridas, de la ciencia, la cultura, la empresa, los trabajadores y el campo. Queremos una lista que refleje el país”, explica Argote, también concejal de Bogotá.
Finalmente, está el caso de la U, donde, si bien su senador más votado, Roy Barreras (110.358), montó rancho aparte, al igual que Armando Benedetti (72.576), la diferencia frente a otros congresistas de la lista no es tan significativa. No obstante, la colectividad adelanta gestiones para sumar nuevos nombres y la llegada de Dilian Francisca Toro a la presidencia —quien cuenta con varios senadores de su cuerda política— contribuye al fortalecimiento del partido.
“Cuando unos se van, otros llegan, y ese es el trabajo que estamos haciendo: yendo a las regiones a escuchar. Queremos un partido más conectado con la gente, que escuche las problemáticas y que los congresistas puedan dar soluciones al crimen de líderes sociales o la atención de las mujeres, las más afectadas por la pandemia”, argumenta Toro, quien insiste en un trabajo de “inclusión y diversidad” para sumar nuevas figuras. “Falta un año y tres meses. Estamos yendo a las regiones”.
El rebusque de nombres persiste y el desafío —aunque en algunos casos es más problemático— es para todos los partidos con miras a mantener las mayorías o poder hacerse a ellas. Aunque la primera vuelta presidencial será en mayo de 2022, dos meses antes, en marzo, se realizará un primer examen que será decisivo para quien llegue a ocupar la Casa de Nariño durante los próximos cuatro años. El factor decisivo será qué tanto se dejen coger la tarde en definir las listas.