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El Grupo Género en la Paz (GPaz) nació tras la firma del Acuerdo entre el Estado y las Farc para hacer veeduría a cómo avanzaba el enfoque de género que incluyó el texto de La Habana. Esta fue la primera negociación del mundo en adoptar una perspectiva diferencial para entender cómo la guerra afectó de manera directa y diferente a mujeres, poblaciones étnicas y de diversidad sexual. Las organizaciones que se unieron a esa tarea son Colombia Diversa, la Comisión Colombiana de Juristas, Sisma Mujer, Corporación Humanas, la Red Nacional de Mujeres, Women’s Link Worldwide y Dejusticia. Aunque su trabajo es más técnico que político, en el marco del ambiente preelectoral crearon una guía para entregarles a los aspirantes a la Presidencia y en el que incluyen qué puntos en la implementación con enfoque de género están más atrasados y necesitan una voluntad política genuina, en caso de que lleguen a ser el próximo mandatario de Colombia. El Espectador conversó con Beatriz Quintero, directora de la Red Colombiana de Mujeres y coordinadora de GPaz, quien explica esos puntos que necesitan de un impulso.
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¿Qué ha encontrado GPaz en el Acuerdo de Paz?
Esta alianza de organizaciones ha estado trabajando para defender, después de cinco de años, el enfoque de género y de diversidad diferencial en el Acuerdo de Paz. ¿Qué hemos hecho? Primero, plantear técnicamente qué era ese enfoque de género y de diversidad y por qué es importante en el Acuerdo de Paz. Analizamos el Acuerdo después de su firma y encontramos 122 medidas de género que deben cumplirse en estos quince años en los que está proyectada la implementación. De esas, quedan 109 que hay que trabajar en el tiempo estipulado, porque las restantes ya se alcanzaron con el fin del cese de hostilidades.
Con las 109 medidas hemos hecho hasta ahora tres informes. Este año, en marzo, entregamos el tercero, a corte de noviembre de 2020, en el que evaluamos los cuatro años de implementación. Lo hacemos con una metodología de semáforo, donde tomamos cada medida y analizamos si se ha implementado normativa y operativamente. Y lo calificamos con verde, rojo o amarillo. En el documento que entregamos hallamos que solamente hemos avanzado en el 20 % de las medidas y es poco para lo que debíamos de haber avanzado.
Con base en esa información, ¿qué les están entregando a los precandidatos presidenciales?
Unas recomendaciones sobre qué deberían poner en sus programas de gobierno para acelerar ese enfoque de género en el Acuerdo de Paz, cuáles serían los puntos claves que deberían tener en cuenta y si están comprometidos con implementar lo pactado. Lo hacemos de una manera muy propositiva, invitando a todos los precandidatos con posibilidades de estar en el tarjetón electoral y con el objetivo de incidir para que ellos pongan en sus programas de gobierno estas recomendaciones y empiecen a entender y captar la importancia de ese Acuerdo de Paz.
¿Cuáles son esas recomendaciones?
Principalmente, que todas las medidas hay que implementarlas a través de estrategias con presupuesto que, a su vez, tengan enfoque de género. Es decir, que el Acuerdo tenga un trazador presupuestal de género claro para lograr medir los impactos. Lo otro es darles una mayor participación a los territorios en los PDET, porque la gente siente que se olvidaron de ellos. Pedimos un contacto más directo y retroalimentación, porque puede que el Gobierno priorizó pavimentar una vía que hacer un acueducto, y la comunidad no se da cuenta de que eso pasó.
Otro punto fundamental es el de víctimas y la solicitud de que se abra un macrocaso sobre las violencias de género, porque hay otras violencias que tienen que ver con la corporalidad. No es solamente la agresión sexual, sino también impedir la identidad sexual, bien sea porque es una personas trans, bisexual, lesbiana o mujer. Pedimos que la JEP abra un macrocaso, como un delito específico, y no se siga investigando como un delito asociado a otro. Lo que dicen en la Jurisdicción es que en todos los delitos van a revisar la violencia sexual. Como feministas, reiteramos que la violencia sexual se comete no asociada a otro delito, sino que se comete porque sí y es importante que exista este macrocaso, porque además es un delito que se comete y si no lo tenemos en cuenta vamos a construir una paz con un índice grande de discriminación.
¿Qué tanta incidencia podría tener el próximo presidente para que se abra el macrocaso?
El presidente no lo tiene porque esa es una decisión de la JEP, pero Colombia es un país presidencialista y, si lo plantea en sus discursos y lo propone, empieza a calar en la opinión pública. Y la JEP debe oír a la opinión pública. Queremos que se entienda qué significa cumplir el Acuerdo de Paz en su integralidad y estas recomendaciones no son solo para los precandidatos, sino también para la sociedad. Como activista feminista, estoy convencida de que la paz no es responsabilidad del presidente o del Gobierno, sino de todos. Tenemos que conocer qué es y aprovechar para poder avanzar.
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Del 20 % que se ha avanzado, ¿cuáles son los puntos más críticos?
Según nuestro informe, son el punto uno, sobre desarrollo rural integral. Es el que menos ha avanzado y se trata de un tema muy importante para construir la democracia de esa paz. De las tierras entregadas, solamente el 3 % ha sido a mujeres, un porcentaje ínfimo. Y también tenemos atraso en el punto dos, el de participación, fundamental para construir la paz. Esa ha sido la disculpa real o no del conflicto armado, entonces, si no logramos que haya una mayor participación de toda la sociedad y de las mujeres, no lo vamos a lograr. Por eso, como feministas insistimos mucho en la paridad. No es casualidad, porque la paridad hace parte de la democracia.
En las organizaciones de mujeres se tiene muy interiorizado que el Acuerdo de Paz fue el primero del mundo en incluir el enfoque de género. ¿Qué significa eso en la práctica para el ciudadano de a pie?
El Acuerdo es un ejemplo y creo que es un hito, pues cualquier acuerdo de paz a futuro deberá de tener ese enfoque de género, de diversidad y étnico. Es muy importante y no fue casualidad, fue trabajo de las feministas, de organizaciones LGBT y de grupos afros e indígenas. ¿Qué quiere decir lo del enfoque en el Acuerdo? Una sociedad logrará ser pacífica y democrática cuando está comprometida con la igualdad, la libertad y la no discriminación. Y eso proponen los textos de La Habana y es una tarea de todos. No es responsabilidad exclusivamente del Estado y de los gobiernos. Sería muy importante que el país empezara a valorar ese Acuerdo de Paz, que nos ayudó a quitarles las armas a 10.000 personas.
¿Qué esperan del próximo presidente con relación al Acuerdo con enfoque de género?
Yo quisiera que el próximo presidente se comprometa con implementar no solo el enfoque de género, sino el enfoque de diversidad y el enfoque étnico, y que avance. No le voy a pedir que cambie el país, son cuatro años, pero si avanzamos y aceleramos esta implementación es un camino y un paso. O sea, que en el 2026 podamos decir que hubo pasos que permitieron seguir hacia adelante.
Según lo analizado, ¿cómo ven la prioridad de los precandidatos con el tema del Acuerdo con enfoque de género?
Todavía no hay unos planes claros, por eso creo que estamos en el momento oportuno para entregar las recomendaciones. En este momento, ningún político es capaz de decir que no está comprometido con el Acuerdo o con su implementación, porque tienen una vigilancia internacional muy grande, pero no todos están en sintonía de la misma manera. Lo que les estamos pidiendo a los precandidatos es que la cercanía con el Acuerdo sea clara, concreta, eficaz y con impacto. Exigimos que el compromiso sea implementar la progresividad en el avance de derechos.
Muchos hablan del Acuerdo, ¿pero qué tan necesario es que se nombre como el Acuerdo de Paz con enfoque de género?
Es fundamental que se diga el Acuerdo de Paz con enfoque de género porque si no todo lo que ha alabado la comunidad internacional y el mundo entero lo ve incompleto y lo deja como algo anticuado. En la Grecia antigua había democracia pero, ¿quiénes eran los ciudadanos? Los hombres blancos, con propiedad y cultos. Y se excluía una cantidad de gente. No podemos pretender que en el siglo XXI sigamos hablando de la misma democracia de la que hablaban los griegos. Ha habido un avance en 21 siglos en que decimos que una democracia debe estar construida por hombres, mujeres, blancos, negros, indígenas, mestizos, personas con discapacidad. Esa es la democracia que estamos buscando. Y este Acuerdo de Paz, si lo hablamos sin enfoque de género, estamos hablando de un acuerdo del siglo tercero. Nosotras decimos que lo que no se nombra no existe. Es importante que entiendan que el enfoque de género, diferencial y étnico es necesario en la implementación del Acuerdo, porque Colombia es un país que respeta esa multiculturalidad y esas diferencias.