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Rubén Darío Lizarralde, exministro de Agricultura en el gobierno de Juan Manuel Santos, renunció al Partido Conservador. La decisión la comunicó mediante una carta que envió a Omar Yepes, presidente de la colectividad, y que también hizo llegar a los exministros y ahora excopartidarios Gabriel Melo Guevara, Carlos Holguín Sardi, Noemí Sanín Echeverri, Hugo Palacios Mejía, Carlos Rodado Noriega, y el expresidente Andrés Pastrana.
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En la misiva, Lizarralde comunicó se apartaba del partido por la falta de liderazgo político del mismo. “El partido conservador ha ido perdiendo su opción de liderazgo y su presencia activa en la vida nacional. Dejó de ser un actor diferenciador respecto de las políticas de Estado, y se ha limitado a la inercia de acompañar a los partidos de gobierno sin poner el sello de su filosofía, de sus programas o de sus políticas en las decisiones adoptadas. La adhesión pasiva a los gobiernos ha sido la manera de manifestar su posición frente a los temas que reclama con angustia el país. Así empezó a marcarse un distanciamiento con sus electores que se fue expresando en el beneplácito o voto, que estos les daban a otros partidos”, manifestó.
Sin embargo, mencionó que hubo un hecho que consideró “la excepción” a esa tendencia de pasividad. “En ese comportamiento del partido de los últimos años, se dio una excepción cuando el presidente del Senado, de filiación conservadora, evitó un absurdo en el Congreso de la República cuando éste pretendía aprobar las nuevas curules, que supuestamente iban a representar a las víctimas del conflicto armado en Colombia”, dijo. Pero, expuso que a parte del mencionado momento, el Partido Conservador no ha sentado su posición en otras tantas situaciones de la vida nacional.
Justamente, se refirió a la votación del Plebiscito: “Nada hizo la institucionalidad del Partido cuando al haber votado el pueblo por el “NO” en el plebiscito -incluido el electorado conservador- el Ejecutivo, desconociendo la voluntad popular, se abrogó con el concurso del Congreso las facultades del constituyente primario y con el aval de una Corte Constitucional complaciente, cambió las normas de la Carta Magna haciendo que todo el orden institucional se subvirtiera, con las consecuencias que empiezan a aflorar, como una forzada Justicia Especial para la Paz (JEP), la cual se ha erigido autónomamente en un tribunal omnipotente y omnipresente”.
Y no solo se refirió a ese hecho histórico. Nombró, por ejemplo, el proceso de paz adelantado por el expresidente Pastrana y como los conservadores fueron, según su concepto, incapaces de explicar el sentido de ese intento de paz para el país. Así mismo, mencionó que tampoco pudo el conservatismo y sus adeptos hacerlo con el Plan Colombia, aprobado por el Congreso de Estados Unidos y su impacto en el “sostenimiento de la democracia”.
En ese sentido, enfatizó en que el Partido se convirtió, poco a poco, en “un espectador de la vida nacional y acompañante de ciertas decisiones a cambio de beneficios particulares", algo que ha dejado consecuencias visibles en la actualidad, dijo.
Y añadió: “Observo además con preocupación que, en las jornadas electorales, en cada departamento y municipio del país, se construyen acuerdos no obedeciendo a un interés nacional de Partido, sino a los intereses particulares de los jefes regionales y municipales sin considerar ni la doctrina, ni los valores, ni los propósitos del partido y de las organizaciones con las cuales se negocia”.
Bajo esos argumentos le expresó al presidente del Partido Conservador, Omar Yepes, que “todo se perdió” y que eso se evidencia en la nula participación en la estructura del partido de representantes del conservatismo en lo público y en lo privado. Manifestación de ello, escribió en la carta, es la falta de tanques de pensamiento de la filosofía conservadora, los centros de estudios y las escuelas de líderes del Partido.
Finalmente, puntualizó en que por todo lo mencionado decide dejar la militancia como miembro de la colectividad, del cual “seguiré siendo de corazón, pero no de partido”.