Petro ajusta la estrategia de gobernanza para los 782 días que le restan en el poder

La promesa de cambio con la que Gustavo Petro se erigió como el primer presidente de izquierda en Colombia no anda al ritmo que el jefe de Estado quisiera, e incluso para sus críticos el avance es nulo, por lo que la decisión que tomó la Casa de Nariño es ajustar su estructura en todos los niveles, incluyendo el servicio exterior. Todo esto implicará –lo cual hasta ahora era solo una sospecha– rodearse de personas más cercanas a su ideario progresista y que estén comprometidas con ejecutar el plan de Gobierno, lo que para algunas voces es una eventual radicalización.

La promesa de cambio con la que Gustavo Petro se erigió como el primer presidente de izquierda en Colombia no anda al ritmo que el jefe de Estado quisiera, e incluso para sus críticos el avance es nulo, por lo que la decisión que tomó la Casa de Nariño es ajustar su estructura en todos los niveles, incluyendo el servicio exterior. Todo esto implicará –lo cual hasta ahora era solo una sospecha– rodearse de personas más cercanas a su ideario progresista y que estén comprometidas con ejecutar el plan de Gobierno, lo que para algunas voces es una eventual radicalización.

Las nuevas directrices con las que el Ejecutivo desarrollará su tarea durante los 782 días de mandato que le restan a partir de este domingo se vienen cocinando desde hace varias semanas, a través de reuniones, análisis de cumplimientos de metas y consultas del más alto nivel. De hecho, tan listas están para implementarse que Petro aprovechó su paso por Suecia para tocar dos de los puntos más sensibles de los ajustes.

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Por un lado, dejó claro que antes del 20 de julio habrá un remezón ministerial profundo y que en su gabinete no habrá espacio a acuerdos políticos como los que marcaron la primera parte de su mandato, cuando la expresión acuerdo nacional era una constante en el relato oficialista. Esto se traduce en que la pluralidad partidista quedaría definitivamente enterrada y en que la segunda parte de la administración Petro puede ser mucho más confrontacional.

“No va a tener representatividad política, el tiempo que era para eso se está terminando”, aseguró el mandatario en un diálogo ampliado con los medios que cubrieron su visita oficial a Suecia, entre estos El Espectador. Y agregó: “Si vamos hacia un acuerdo nacional, cambian las circunstancias; si vamos a un manoseo, no tiene importancia”.

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Extraoficialmente se habla de la gestión no tan destacable de carteras como las del Interior, en cabeza de Luis Fernando Velasco, quien enfrentó una dura oposición en el Congreso y que abiertamente refutó la tesis de un supuesto “bloqueo institucional” que tanto ventiló Petro. También de los malogrados acuerdos en torno a la ley estatutaria de educación, que puso en la palestra a la ministra del ramo, Aurora Vergara. E incluso se ha tocado lo hecho por la jefa de la cartera de Vivienda, Catalina Velasco, a quien el mandatario le ha jalado las orejas públicamente.

Y, por el contrario, el jefe de Estado ha defendido gestiones polémicas como las de los ministros de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo; de Defensa, Iván Velásquez; y de Hacienda, Ricardo Bonilla. En todo caso, los cambios de fondo ya se vienen y, dependiendo de quiénes asuman cargos en el gabinete, se sabrá qué tan chocante seguirá siendo o no la relación con el Congreso, que también cambiará a su cúpula y en cuyos asientos principales llegarían personas contrarias al petrismo; en el Senado es casi un hecho de la elección del conservador Efraín Cepeda como presidente, y en la Cámara el posible arribo de la representante de la Alianza Verde Katherine Miranda.

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Fuentes de la Casa de Nariño confirmaron que para el círculo íntimo del mandatario las encuestas internas son claves, pues muestran que aún hay apoyo popular y que los baños de masas con marchas para mostrar que el autodenominado “gobierno del cambio” tiene respaldo popular son una vía aún no agotada, en especial para presionar decisiones en los poderes Legislativo y Judicial. De hecho, es en esa vía que se viene potenciando el relato del poder constituyente para demostrar que el progresismo tiene cómo pelear en 2026 por su permanencia en el poder, algo que incluso se ha hecho en escenarios internacionales.

Y ahí entra a jugar el otro escenario sobre el que se hicieron ajustes. En efecto, el presidente Petro aprovechó su paso por Estocolmo –parada previa a la cumbre de paz sobre Ucrania que se realizó sábado y domingo en la población suiza de Bürgenstock (aunque canceló a última hora su asistencia por considerarlo un “alinderamiento al lado de la guerra”)–, para trazar con los 26 embajadores que tiene Colombia en Europa una nueva estrategia.

En contexto: “Es el poder constituyente: que el pueblo decida sobre su propia historia”: Petro

Aunque las claves son diplomacia cafetera, paz y neutralidad en las guerras externas, y agenda verde con asuntos en torno a la transición energética y otros, hubo un mensaje claro que marca su intención de sacudir la labor diplomática. “Le he pedido a las embajadas y consulados que abran sus puertas, que no sean ya para aristócratas o gente en vacaciones, sino que sean oficinas de trabajo que ayuden a toda la comunidad colombiana independiente de si son legales o no ante los ojos del gobierno extranjero, porque ante los ojos de una embajada o de un consulado del Estado colombiano todos los colombianos y colombianas afuera son iguales; merecen la ayuda necesaria en situaciones difíciles, cualesquiera que estas sean”, aseguró el jefe de Estado.

Además, también desde Estocolmo –país escandinavo con el que se sellaron varios acuerdos para mantener la cooperación en asuntos claves como la paz y donde el sector privado binacional tuvo un punto amplio de la agenda–, el mandatario reiteró que hay una vía que no piensa abandonar en estos dos años de Gobierno pese a los choques que le puede traer a nivel institucional.

“Todo dependerá de las decisiones del pueblo”, precisó el mandatario en torno a lo que busca su administración en los dos años y un mes largo que restan para que culmine su periodo. Y agregó: “Es lo que yo llamo poder constituyente: que el pueblo decida sobre su propia historia”.

Aquí se conecta otro asunto no menor. Ya es un hecho que el 11 de julio próximo intervendrá ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para denunciar que el Estado colombiano que él representa incumplió la implementación del Acuerdo de Paz con las extintas Farc, lo que desde el punto de vista político, según fuentes de la Casa de Nariño, podrá traer efectos “traumáticos”, porque lo que hay detrás supera el pacto mismo de La Habana.

(Así se mueven los sectores empresariales que están con Petro en Suecia)

Por eso, en diálogo con El Espectador, Petro advirtió que “el incumplimiento declarado del Acuerdo indudablemente traería consecuencias”. ¿Un guiño internacional para potenciar el relato constituyente? La respuesta dependerá de lo que traiga de esa cita en Nueva York.

En todo este escenario es que se mueve el jefe de Estado de cara a los dos años largos que le quedan de mandato y en los que quiere dedicarse a ejecutar obras con las que el progresismo pueda mostrar resultados con los cuales sacar pecho para enfrentar las presidenciales del 2026 y así intentar que la izquierda permanezca en el poder. Y en medio de estos ajustes, Petro seguirá buscando posicionar a Colombia como ejemplo de salidas negociadas a los conflictos, lo que hizo durante la última semana en Suecia.

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