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Pedir para rebajar
El presidente Petro está negociando. Esto tiene desubicados a sus críticos y confundidas a las bancadas de oposición.
El presidente tiene, eso sí, un estilo de negociación al cual no estamos acostumbrados. Para decirlo de un modo muy sencillo: si frente a un tema estamos en un 20 % y él quiere llegar a un 50 % anuncia en Twitter o en sus discursos que el gobierno aspirará a un 80; para eso usa frases grandilocuentes y un discurso que trata de poner la discusión en un mundo de dos bandos: quienes quieren el cambio como él y todos los demás.
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Después empieza a ceder y a conceder. Por esa vía está logrando acuerdos y avanzando en su agenda de cambio. Como va en sus primeros cien días, es claro que está logrando avances importantes en muchos frentes e impulsa una agenda de cambio que tiene a sus bases más tranquilas y sólidas de lo que sus críticos quisieran.
El presidente no ha resultado tan radical como pensaba el Centro Democrático para poder seguir con el discurso del desastre “castro chavista”.
Sin embargo y por supuesto, Petro está cometiendo errores y hay frentes de enorme dificultad donde las políticas no marchan en la dirección correcta.
Negociando la reforma tributaria
En campaña Petro planteó una reforma tributaria por un valor de $50 billones, en el empalme sugirieron una cifra cercana a los $30, presentaron una por $25 y, al parecer, acabarán con una de $20 billones.
El texto ha sido negociado en varios frentes: zonas francas y sobretasa al sector minero, entre otros, que acabó siendo una de menor valor para petróleo y carbón. Igual sucedió con la tarifa de dividendos y con las ganancias ocasionales.
Incluso sacrificó una de las medidas más importantes como mensaje de equidad y correcta cultura tributaria: el tema de las pensiones. En lo personal, no estoy de acuerdo con que haya cedido en este frente y me parece que con ello se perdió una oportunidad para corregir uno de los privilegios más injustos de nuestra sociedad. Pero, aun así, es ejemplo de cómo ha negociado para sacar adelante la reforma.
Negociando la reforma agraria
Un segundo ejemplo es el tema de tierras: logró un acuerdo, que hace tres meses parecería impensable, con el gremio de los ganaderos.
Se habló de comprar tres millones de hectáreas en 4 años. Ya vamos en una meta que se propondrá en el Plan de Desarrollo de 1,5 millones y que incluirá no solo la compra sino la entrega en arrendamiento de bienes de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), como la hacienda Támesis que perteneció a Carlos Castaño; la legalización de predios, como los ya realizados en el último mes; y la adjudicación de baldíos que se están devolviendo a raíz de la sentencia de Corte Constitucional sobre el tema.
Es decir, quienes se pusieron a hacer cuentas del valor de mercado de los 3 millones iniciales, y criticaron al gobierno por la clara imposibilidad de financiar ese monto, se quedaron “con las cuentas hechas”.
La nueva meta sería un gran logro y combinaría tierras de la SAE, baldíos, legalizaciones y compra de terrenos. En esos términos, empieza a parecer un tema más razonable y en el cual también avanzan las negociaciones con otros gremios.
Las decisiones sobre Venezuela
El restablecimiento de las relaciones consulares era una necesidad y por eso casi nadie se opuso a esta decisión (excepto Duque y su canciller). Igual sucede con la apertura de la frontera.
Por otro lado, las relaciones diplomáticas son un tema un tanto más complicado, pero igual ha conseguido mucho consenso sobre el cambio en la estrategia internacional. Es claro el deseo de Maduro de tener una pronta reunión bilateral con Petro, la cual aún no ha sucedido, al parecer por una estrategia del mandatario colombiano frente al tema de Monómeros.
Lo que es claro es que las negociaciones se siguen dando y la reunión bilateral aún no se ha realizado.
Negociando con Washington
La estrategia frente a Estados Unidos parece ser la misma: un discurso de grandes ambiciones y cambios en las Naciones Unidas y el mantenimiento de una agenda bilateral fluida con Washington que ha permitido incluir temas como extender la legalización de la marihuana, mejorar la estrategia de sustitución de cultivos, proteger la Amazonía y comenzar una discusión sobre la posible suspensión de la visa para los colombianos.
Clara agenda de cambio y negociación.
Los acuerdos sobre la paz
Sobre el tema de la paz total avanza el marco legal en el Congreso y hay acuerdos tácitos en dos territorios: Buenaventura y Medellín, que registran un buen número de días sin homicidios.
Esto es claramente importante y coherente con la intención de proteger la vida y se ha mantenido la promesa de encontrar alternativas penales en el marco de la ley.
Negociando la transición energética
En este caso, ya el gobierno se apresta a decir que su única línea roja es el tema de fraking.
Los contratos de exploración en gas y petróleo también se darán en esta administración, posiblemente con algunos ajustes. De concretarse ese cambio en la política, estaremos en otro caso de negociación.
También es importante lo logrado en materia de energía eléctrica. Las primeras declaraciones tuvieron tono de denuncia y fueron agresivas para la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg). Pero después la ministra logró un acuerdo que no solo detuvo las alzas, sino que hará disminuir las tarifas al consumidor. Fu un proceso innegable de negociación y pragmatismo.
El camino está marcado
Creo que el mismo camino seguirán las reformas en pensiones, salud y estatuto laboral, que el gobierno presentará, posiblemente, en febrero del año entrante. Estas serán propuestas de cambio muy duras, que en el camino se suavizarán y lograrán algún ajuste en la dirección que pretende el gobierno.
El presidente ha dicho que respeta y defenderá la Constitución del 91 y que aspirará a cambios normativos para profundizar su aplicación. Hasta el momento ha actuado dentro de los marcos de las instituciones y eso ha dejado a sus críticos sin uno de los discursos con los que más atemorizaron a los votantes durante la campaña.
Los grandes desaciertos
Sin embargo, el estilo del presidente sí está causando problemas para las instituciones del país en varios frentes.
Primero, porque no parece haber una concertación previa de las políticas con sus ministros. Tal parece que primero el presidente o alguno de sus ministros anuncia una idea, o una decisión, y luego se reúnen con el gabinete a discutir los pros y los contras de esta.
Ese proceso le resta credibilidad al equipo de gobierno y legitimidad a algunas de sus iniciativas. Ojalá lo corrijan pronto.
En segundo lugar, es claro que Petro fue un senador exitoso porque su discurso lograba atraer la atención, pero sus palabras no tenían grandes consecuencias para las políticas y la marcha del país. Ahora, como presidente, sí tienen un claro efecto sobre la vida de millones de personas.
Él y algunos de sus ministros tienen que empezar a sopesar sus declaraciones y, sin dejar de aspirar a los cambios que prometieron, balancear sus intenciones con mayor prudencia.
En tercer lugar, está el tema de los incumplimientos en la agenda por parte del señor presidente. Eso mina su credibilidad y la seriedad de su mandato. Corren rumores sobre las causas de esta actitud permanente, y cualquiera que sea la verdadera explicación dejan muy mal parado al mandatario.
Finalmente, está la forma como ha conformado el equipo de gobierno. Ha seguido una línea conocida en Colombia: dar representación política a las bancadas. También ha designado a personas que lo acompañaron en su campaña electoral. Hasta allí me parece una estrategia adecuada y sin reproche.
El problema consiste en que por este camino no se logren controlar los contratos que pueden resultar en actos de corrupción, gastos suntuarios y en exceso que tanto criticó como opositor y parece no estar controlando como presidente. Petro y su equipo deberían entender que el escrutinio al que están siendo sometidos puede ser una de las grandes ventajas de su gobierno: el aviso constante y sistemático de dónde se cometen errores y dónde puede haber problemas de corrupción.
*Politólogo de la Universidad de los Andes, magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Oxford y estudiante de doctorado en la Universidad Javeriana, exdirector del DANE, fundador y gerente de Cifras y Conceptos y columnista de Portafolio.