Estos son los secretos de los bandos que Petro enfrenta en el Congreso
Las cargas políticas se reconfiguraron con el escenario agridulce que para el Gobierno dejó este 20 de julio. Así se mueven sus principales protagonistas en medio de un semestre electoral.
Daniel Valero
La escena se dio pasadas las 11 de la noche del jueves 20 de julio. El apretón de manos fue rápido, incómodo. Mientras congresistas de varias colectividades –en especial los opositores de Cambio Radical y el Centro Democrático– abrazaban a Iván Name en reconocimiento a los 54 votos con los que ganó la Presidencia del Congreso, el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, se le acercó con cautela. El senador de Alianza Verde sonreía, fue una victoria; y el funcionario fruncía el ceño, pues perdió.
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La escena se dio pasadas las 11 de la noche del jueves 20 de julio. El apretón de manos fue rápido, incómodo. Mientras congresistas de varias colectividades –en especial los opositores de Cambio Radical y el Centro Democrático– abrazaban a Iván Name en reconocimiento a los 54 votos con los que ganó la Presidencia del Congreso, el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, se le acercó con cautela. El senador de Alianza Verde sonreía, fue una victoria; y el funcionario fruncía el ceño, pues perdió.
Velasco salió de inmediato del recinto de la plenaria, evitando cruzar la mirada con cualquier otro congresista. Pero justo cuando caminaba por el pasillo que conecta con la puerta del Salón Elíptico del Capitolio –ya muy cerca de la medianoche–, se encontró con el representante Andrés Calle, quien minutos antes había obtenido 179 votos para imponerse como Presidente de la Cámara a nombre del Partido Liberal. Contrario a lo que pasó en la otra corporación, este último sí tenía el guiño oficialista para quedarse con esa dignidad.
Esos dos momentos, que El Espectador atestiguó y que se dieron con no más de 25 minutos de diferencia, son reflejo de cómo se moverán las cargas en un Congreso que no le camina del todo a los intereses del Gobierno del presidente Gustavo Petro, pero que sí se puede moldear con una componenda burocrática. Es año electoral y los partidos, al igual que la Casa de Nariño, tienen más intereses en las urnas que en el Capitolio.
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Velasco le dijo a este diario que, en el papel, tiene mayorías para pasar la agenda legislativa del Gobierno. Ahí están las reformas a la salud y pensional, pendientes de segundo debate en plenarias, y las cirugías a los sistemas educativo y laboral que se radicarán formalmente para su discusión.
Sin embargo, sus palabras fueron casi que borradas cuando un grupo de congresistas del Partido Conservador (14), Centro Democrático (13), Cambio Radical (11), La U (10), dos de Alianza Verde (Name y el ahora crítico Jota Pe Hernández), y cuatro más que no están claros, se unieron para derrotar a la ungida de Petro: Angélica Lozano. Velasco y otros tres ministros, al igual que la alcaldesa Claudia Lopez –esposa de la legisladora– hicieron presencia en esa plenaria para respaldarla, pero fracasaron.
Esto no es un tema menor, porque en esa plenaria donde la Casa de Nariño sufrió su primera derrota en la nueva legislatura está previsto que la reforma pensional surta segundo debate. Y si las fuerzas se inclinan por contradecir al Gobierno, pese a los ramos de olivo que mandó Petro durante la instalación del Congreso, es evidente que puede perder el pulso.
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“A Petro no lo quieren en el Congreso y muchos le votan por los compromisos y la mermelada, pero no es querido y ese es el mensaje”, dijo Hernández tras asegurar que el estigma de Lozano, que la llevó a la derrota, fue recibir el guiño palaciego.
Incluso, la nueva vicepresidenta del Senado, María José Pizarro (Pacto Histórico), logró esa dignidad con 55 votos, por lo que al Gobierno –a Velasco– se le perdieron 5 entre una elección y la otra: Lozano se quedó solo con 50. En el Capitolio dijeron que algunos liberales, partido de origen del Ministro del Interior y aún reconocido en la oficialidad, se voltearon para apoyar a la oposición. Una advertencia clara.
La reforma pensional va en esa corporación para segundo debate y poco futuro tendría si la tendencia se mantiene, y cualquier proyecto nuevo que llegue podría recibir los santos óleos. Además, Name le dijo a El Espectador que él no se presentó como candidato “ni de la oposición ni del Gobierno”, con lo que marcó distancia de la Casa de Nariño. Lo demás es nominal, pues está en el Capitolio desde 2010 y es evidente su cercanía con las bancadas tradicionales.
De hecho, los conservadores Efraín Cepeda y Samy Merheg fueron claves en desbaratar el apoyo a Lozano e inclinar las fuerzas hacia Name. Ahí ya se generó un favor que pagar, algo que Velasco reconoció de forma tácita. “Name tuvo la inteligencia de armar una coalición de líderes tradicionales, que evidentemente tienen una fuerza específica en el Senado”, dijo el Ministro.
Ese bloque, que está calentando motores para ser el antirreformas de Petro, tiene apoyos de otras bancadas y, por eso, están en conversaciones para impulsar los proyectos sobre salud y sistema laboral que conservadores, liberales y Cambio Radical presentaron ante el Congreso y que, unidos, pueden sacar adelante. Eso frena de inmediato los del Gobierno.
Esto contrasta con lo sucedido en la Cámara, donde el ungido fue el liberal Andrés Calle, quien viene de una poderosa familia cordobesa cercana –entre otros– al sector político del condenado por corrupción y parapolítica Musa Besaile. De hecho, a la esposa de este último, Olga Flórez, se le vio el 20 de julio en el Congreso y es sabido que ella, con el apoyo del Pacto Histórico, tiene intereses en la Gobernación de Córdoba.
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“Es la voz insurgente de la juventud que, en un partido tradicional, es capaz de construir sus propias rutas”, aseguró Velasco. Calle, para quien fue este piropo ministerial, hizo la paz política con el expresidente César Gaviria, jefe del liberalismo y duro contradictor del Ministro. Eso muestra, y más cuando su hermano Gabriel quiere ser gobernador de Córdoba, que prima el interés. “No me considero petrista”, advirtió.
Calle, el Presidente de la Cámara, terminó salpicado por el escándalo de la repartija burocrática del Fondo del Ahorro y se le señaló de ser cercano al condenado por corrupción Bernardo ‘Ñoño’ Elías. Él niega esas acusaciones, pero en Córdoba se dice que usa el puente con el Gobierno y con el liberalismo para impulsar la aspiración de su hermano.
Por eso, la gestión que ahora realice desde la dignidad que ocupará hasta el 20 de julio de 2024 es clave, porque dependiendo de qué tan bien tratado se sienta impulsará o frenará temas como la reforma a la salud, que entra a segundo debate en su corporación. A El Espectador le dijo que la apoya, pero planteó la necesidad de buscar más acuerdos.
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En todo este panorama –que se configuró el 20 de julio y que dejó al ministro Velasco con una imagen desgastada y con molestia por su gestión en la Casa de Nariño– entra a jugar con fuerza el bloque antirreformas cuya existencia reveló este diario el domingo pasado. Si bien no es un bloque para frenar a Petro, ni tiene por ahora intenciones electorales, sí busca que las reformas del Gobierno se caigan. De ahí que las citas entre Gaviria, Cepeda, Dilian Francisca Toro y otros jefes de partidos son monitoreadas por Palacio, porque, con la fórmula del menudeo político (buscando uno a uno a los congresistas para negociar sus votos) se quiere evitar otra debacle como la de la elección de la jefatura del Senado.
Petro le mandó un ramo de olivo al Congreso, pero reiteró que desde las calles puede impulsar su proyecto político; y los partidos respondieron desbaratándole la estrategia para dominar el Congreso.
Eso indica que, contrario a lo que pasaba con los ahora expresidentes Alexander López y David Racero, la negociación será más dura si Petro quiere que algo de su agenda legislativa sobreviva. Pero el tiempo le juega en contra, porque con la inminencia de las regionales la confrontación sube de decibeles y cada quien tira más para su lado. Y el gabinete, que se prevé tendrá cambios antes del 7 de agosto, puede no ser suficiente moneda de cambio para garantizar un respaldo.
Así está la relación con los presidentes de Senado y Cámara
Los presidentes del Senado, Iván Name, y de la Cámara, Andrés Calle, le dijeron a El Espectador que su relación con la Casa de Nariño será de independencia y diálogo. Sin embargo, eso tiene matices.
Por un lado, Name –de Alianza Verde– es de los congresistas que más se resiste en su colectividad a respaldar al presidente Gustavo Petro pese a que hace parte del bloque oficialista. Y, por el otro, Calle –del Partido Liberal– sí es cercano al Gobierno, pero tiene interés en que su hermano, Gabriel, gane el próximo 29 de octubre la Gobernación de Córdoba, por lo que en la búsqueda de aliados puede terminar distanciándose de Petro.
Eso sí, del trato que reciban de Palacio dependerá en gran medida el trámite que les den a las reformas que quiere impulsar el Ejecutivo en el Congreso: salud, pensional, laboral y a la educación. Otro tema clave serán los debates de control político, porque en época electoral suelen convertirse en una vitrina de campaña.
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Lo que está en juego con las regionales
Las elecciones regionales están citadas para el 29 de octubre próximo y todos, tanto la Casa de Nariño como los partidos, tienen interés en ganar espacio. De aquí al 29 de julio, que se cierran las inscripciones de candidatos, varios de sus delegados están concentrados en tejer las listas de aspirantes y delimitar en qué regiones o para qué cargos requieren alianzas, así haya desgaste por lo cuestionadas que pueden ser. Estarán en juego 32 gobernaciones y 418 curules de asambleas departamentales, así como 1.102 alcaldías y 12.072 cupos de concejos de los municipios del país, incluyendo el de Bogotá. También se eligen 6.513 ediles. Todo esto es según cifras de la Registraduría.
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