Petro entró al ruedo público por crisis en Venezuela moviendo varias fichas con Maduro
El presidente colombiano confirmó que ya hubo un diálogo directo con el líder del régimen de Caracas. El sigilo diplomático busca evitar que la ola de violencia crezca en el país vecino e impacte en territorio nacional.
Tuvieron que pasar más de 72 horas para que el presidente Gustavo Petro terminara un primer análisis de fondo sobre los impactos que pueden darse en Colombia como consecuencia del polémico proceso electoral en Venezuela, que dejó al régimen de Nicolás Maduro enfrascado en una dura disputa con los sectores de oposición de su país y con una fuerte oleada de rechazo internacional ante el ruido de un posible fraude electoral.
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Tuvieron que pasar más de 72 horas para que el presidente Gustavo Petro terminara un primer análisis de fondo sobre los impactos que pueden darse en Colombia como consecuencia del polémico proceso electoral en Venezuela, que dejó al régimen de Nicolás Maduro enfrascado en una dura disputa con los sectores de oposición de su país y con una fuerte oleada de rechazo internacional ante el ruido de un posible fraude electoral.
La cautela con la que el mandatario asumió esta situación, contraria a procesos electorales de otros países sobre los cuales ha opinado en caliente y sin importar las consecuencias a través de sus redes, se debe a que Colombia y Venezuela comparte una frontera de más de 2.200 kilómetros –en su mayoría porosa y en gran parte dominada por grupos criminales binacionales– que podría convertirse de nuevo en una válvula de escape para los ciudadanos que buscan huir de la crisis en la que está sumido el país vecino. Y su primera parada, con todo lo que ello implica, sería territorio nacional.
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Además, tras varias reuniones de alto nivel que comenzaron desde la noche del sábado y que se han extendido en distintos escenarios hasta este mismo miércoles –sumadas a constantes llamadas y reportes directos del canciller Luis Gilberto Murillo–, el jefe de Estado decidió por fin pronunciarse de frente tres días después sobre las presidenciales venezolanas que Maduro se apropia como vencedor y que Edmundo González reclama como robadas por el régimen.
Primero lo hizo a través de un mensaje de nueve párrafos en X, el cual aprovechó para pedirle a Estados Unidos que levante las sanciones económicas contra Venezuela y que de paso ligó de forma tácita a situaciones de guerra como las que se viven entre Rusia y Ucrania e Israel y Palestina, sobre las cuales, en todo caso, ha sido ambivalente a la hora de emitir sus pronunciamientos.
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“Las graves dudas que se establecen alrededor del proceso electoral venezolano pueden llevar a su pueblo a una profunda polarización violenta con graves consecuencias de división permanente de una nación que ha sabido unirse muchas veces en su historia”, precisó Petro en un post de las 8:15 am de este 31 de julio. Y ahí mismo agregó que “cualquier cosa que suceda en Venezuela afectará a Colombia, y viceversa”.
Altas fuentes del Gobierno le confirmaron a El Espectador que sí existe una alerta en el país por cuenta de la posible ola migratoria irregular que podría desatar una confrontación bélica en territorio venezolano, la cual tendría como colofón la compleja situación económica por la que actualmente atraviesa Colombia; y eso es clave, porque sin recursos es difícil brindar atención más allá de los 2,8 millones de ciudadanos del país vecino que ya están legalmente registrados desde que comenzó la huida de personas por la crisis que desató la continuidad de Maduro desde 2013 en el poder.
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En esto es determinante, según la Casa de Nariño, la narrativa que comenzó el canciller Murillo y mantuvo el presidente Petro en torno a la necesidad de que Maduro y su séquito acepten una revisión independiente y vigilada de las actas de las votaciones del domingo pasado, algo que reclaman también la oposición y el grueso de la comunidad internacional.
“El presidente Maduro tiene hoy una gran responsabilidad, recordar el espíritu de (Hugo) Chávez y permitir que el pueblo venezolano regrese a la tranquilidad mientras terminan las elecciones en calma y se acepta el resultado transparente cualquiera que haya sido”, precisó el mandatario colombiano, quien desde que llegó al poder en 2022 reabrió las fronteras con Venezuela y se ha reunido en ese país en más de cinco ocasiones con el líder del régimen.
Colombia, además, viene teniendo contactos directos con el México de Andrés Manuel López Obrador y el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva, junto al Chile de Gabriel Boric, para determinar hasta qué punto la izquierda democrática latinoamericana puede generar alguna influencia sobre Maduro que permita el regreso de la calma a Venezuela y se frene así una escalada violenta con posibles impactos en diversos niveles en toda la región.
La razón es que el modelo antidemocrático que impuso Daniel Ortega en Nicaragua surgió precisamente de una ideología de izquierda y en cierto grado progresista, pero que se degeneró, como lo dicen varias personas del entorno del propio Petro, en una especie de dictadura escondida tras jornadas electorales manipuladas. Y eso es lo que quieren evitar que termine pasando con Venezuela.
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La otra razón de la cautela es que las dos principales potencias globales están divididas por la crisis venezolana. Mientras que Estados Unidos –el principal socio de Colombia en todos los niveles– pidió desde un principio un escrutinio de las votaciones del 28 de julio, China, también aliada de la Casa de Nariño en varios frentes, reconoció de inmediato a Maduro como ganador de esa jornada. Eso hizo que el país quedara en la mitad de una puja de alto impacto geopolítico.
Y ahí es que entró en juego la otra parte de los mensajes que Petro tardó tres días en construir. En efecto, en la tarde de este miércoles –durante el lanzamiento del Instituto Colombiano del Petróleo y Energías de la Transición ICPET, realizado en Piedecuesta (Santander)–, el mandatario colombiano advirtió que detrás de todas las divisiones, a su juicio, también hay un interés por las economías extractivas que tanto peso tienen en Colombia y Venezuela.
Desde ese escenario, y sin referirse de forma directa al proceso electoral venezolano pero con un claro mensaje tácito en sus palabras, advirtió de los intereses que están en juego en esa materia.
“¿No se nos está acercando una guerra en el vecindario? ¿No nos estamos dando cuenta? ¿No hay submarinos en el Caribe de ambos bandos? Ya tenemos un lío político tan grande y difícil, y dicen que hablando groserías eso se resuelve. Nos podrían hacer enfrentar militarmente a colombianos y venezolanos. De ahí, ¿quién se recupera? ¿Cuántas generaciones? Nunca nos hemos matado entre nosotros”, precisó Petro, quien en todo caso evitó referencias a la decisión de Colombia de apoyar o negar la resolución que la Organización de Estados Americanos (OEA) emitió exigiendo que se publiquen las actas de votación en Venezuela; un mensaje simbólico de Bogotá a Caracas.
La llamada binacional
La cita en Piedecuesta estaba prevista para las 10:00 a.m., pero el mandatario llegó sobre la 1:30 de la tarde. Y su discurso inició aún más tarde, casi a las 3:00 p.m., pues además de hacer un recorrido por la exposición del evento, fue interrumpido al menos en dos ocasiones, una por Laura Sarabia, directora del Dapre, y otra por uno de sus edecanes, para que respondiera llamadas urgentes.
Justo ahí se interrumpió la transmisión oficial del evento y Petro se apartó por casi media hora. Al regresar, conversó con algunos invitados y entró rápidamente al auditorio, donde decenas de personas lo esperaban. Ante la inquietud de la sala, el mandatario soltó una frase en la que dio a entender el porqué de la demora.
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“Estamos viviendo tiempos difíciles, con llamadas, y eso ha hecho que llamada viene y llamada va, y entonces se nos ha ido un poco el tiempo”, se justificó el jefe de Estado.
A lo que se refirió el mandatario, según fuentes oficiales, fue a una comunicación directa con los actores políticos del vecino país, incluyendo al actual inquilino del Palacio de Miraflores en Caracas. La llamada, que fue corta, sirvió para que Petro le ratificara al aún mandatario venezolano que –a su juicio– es necesario que se dé un reconteo vigilado de las votaciones del domingo para evitar que la violencia se vuelva incontrolable en el país vecino.
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Y Maduro, por su parte, aseguró que “tengo un buen nivel de diálogo con el presidente Petro, (…) a Petro lo ayudamos en silencio a hacer la paz en Colombia (...), el presidente Petro es un hombre honorable, lo respeto mucho, y estoy en diálogo con él; no voy a adelantar nada”. Y, a modo de advertencia, añadió que él no se metía en asuntos internos de otras naciones.
Todo esto demuestra que la crisis desatada desde el domingo tras las presidenciales venezolanas es un tema espinoso que Colombia no quiere acrecentar y menos que de rebote termine golpeando al país, pero del cual hace un seguimiento diplomático, sigiloso y minucioso para buscar alternativas. Las siguientes horas son cruciales en ese propósito.
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