Así se libra la puja de poder en el círculo íntimo del presidente Petro
Hay dos bandos: los que propenden por fortalecer al progresismo y quienes buscan más apertura. El ajuste ministerial decantará las cargas.
Los diálogos más allá de los escenarios formales están prácticamente rotos entre los bandos en los que se está dividiendo desde hace algunos meses el círculo más íntimo del presidente Gustavo Petro. Es tal el nivel de confrontación que hay en parte de estos estamentos que la especie de “guerra fría” que se vive en los pasillos de la Casa de Nariño escaló hasta los estrados judiciales.
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Los diálogos más allá de los escenarios formales están prácticamente rotos entre los bandos en los que se está dividiendo desde hace algunos meses el círculo más íntimo del presidente Gustavo Petro. Es tal el nivel de confrontación que hay en parte de estos estamentos que la especie de “guerra fría” que se vive en los pasillos de la Casa de Nariño escaló hasta los estrados judiciales.
De acuerdo con fuentes de diferentes niveles, y que conocen de primera mano lo que sucede entre quienes le hablan al oído al jefe de Estado, las divisiones cada vez son más fuertes entre quienes se consideran más fieles al proyecto progresista –algunos incluso vienen militando desde las épocas del M-19– y los que propenden por un Ejecutivo más abierto a otro tipo de representaciones políticas.
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Y aunque las diferencias entre los miembros de un Gobierno son normales y se viven en todas las administraciones, en esta ocasión tiene el matiz de que las acusaciones de “fuego amigo” ya saltaron a la esfera pública e incluyen a personas del nivel de la primera dama, Verónica Alcocer; la directora del departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), Laura Sarabia; el jefe de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez; y –entre otros– a la cabeza de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), Carlos Ramón González.
Esos cuatro nombres son claves en lo que está sucediendo a nivel interno, porque son parte de los rostros de los bandos que se están formando y que tan solo en una semana, como lo reveló El Espectador en su edición dominical, derivaron en acusaciones de posibles interceptaciones y seguimientos ilegales que tocan, incluso, a magistrados de las altas cortes y salpican a familiares de quienes están en los estamentos de poder. Y todo en medio de señalamientos y filtraciones, que se suman a un intenso lobby que vienen haciendo en varios estamentos allegados a quienes integran los bandos para intentar imponer su parte del relato; esto también está acompañado de una fuerte agitación digital.
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Y de todo –según le contaron a este diario desde la propia Casa de Nariño– el presidente Petro está enterado, lo que ha hecho que decisiones de fondo como el ajuste a su gabinete ministerial, anunciado hace más de dos semanas en su reciente salida al exterior, esté frenada. Algunas voces advirtieron extraoficialmente que eso ha hecho que el jefe de Estado se aísle para analizar qué camino tomar y si hay vías para subsanar los choques entre personas que, al menos hasta ahora, son de su entera confianza; incluso, este diario supo de encuentros privados del mandatario con algunos de los ministros para analizar su gestión, futuro y posiblemente su papel en la puja.
Toda la disputa también ha llevado a que se den diálogos informales, tanto virtuales como presenciales, entre los que se han decantado por uno u otro bando para determinar si hay o no forma de frenar la escalada de una puja interna que al final solo termina desgastando a la primera administración de izquierda pura que hay en Colombia.
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“Lo que uno a veces sentía era más bien unos mensajes escondidos, de gente que no entendía que, si le iba mal al ministro del Interior, pues le iba mal al Gobierno (…). Hay gente que con torpeza no ha entendido lo que es un proyecto de largo aliento”, le aseguró recientemente a este diario el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, una de las voces que ha intentado que la pelea interna se supere con una mayor apertura política en el gabinete.
De hecho, se habla de diálogos informales entre Sarabia, Velasco y el embajador en Reino Unido, Roy Barreras, para mirar de qué forma se podría evitar un cierre de la administración con personas más allegadas al progresismo, pues existe la tesis de que es momento de dar una apertura que sí permita sentar las bases de lo que el propio Petro calificó como acuerdo nacional. Su tesis se basa en que en el Congreso se lograron pactos políticos que permitieron que parte de la agenda que impulsó el “autodenominado gobierno del cambio” avanzara.
Pero desde el otro lado están quienes se sienten más fieles a lo que llaman “la lucha”, y por eso propenden por ganar más representatividad en el entorno del mandatario. Ahí juegan un papel clave Rodríguez, de la UNP, y González, de la DNI, junto a otras personas como Carlos Fernando García, jefe de Migración Colombia, y quien fue el primer líder de la Dirección de Inteligencia, Manuel Casanova.
Ellos acompañan a Petro desde sus tiempos en el M-19 –todos pasaron por ese grupo– y se encargaron de manejar parte de la seguridad del presidente durante la campaña. Y ya con el Gobierno posesionado fueron designados como una especie de “duros” de la inteligencia oficial, pero su influencia sobre decisiones claves aún se mantiene vigente y hacen parte de ese círculo que puja por el arribo al gabinete de más fieles al ideario petrista.
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Esas dos visiones tienen adeptos precisamente en el gabinete ministerial y están a la expectativa de cómo se ajusta el equipo, porque dependiendo de la forma en que se repartan las cargas se sabrá cuál bando ganaría el pulso por ser el verdadero círculo íntimo y daría luces de qué tanta apertura, o cierre, se verá en la segunda parte del Gobierno con todas las implicaciones que esto tiene.
Además, con una guerra de “fuego amigo” que escaló hasta la Fiscalía y que tiene bajo sospecha muchos movimientos que se han dado en Palacio, incluso en las oficinas más cercanas al despacho presidencial, no son pocas las voces que en la misma Casa de Nariño advirtieron sobre una subida de decibeles en la polarización interna que se vive y que opaque intenciones del corazón del mandatario como su relato constituyente y la viabilidad de que la izquierda continúe en el poder en el 2026.
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Nombres como los de Susana Muhamad (ministra de Ambiente), Gustavo Bolívar (director de Prosperidad Social), Alexander López (cabeza de Planeación Nacional), Guillermo Alfonso Jaramillo (ministro de Salud), Luis Carlos Reyes (ministro de Comercio) y –entre otros– Luis Gilberto Murillo (canciller) pueden ser claves en la reconfiguración del poder en la Casa de Nariño. Todo depende, sin embargo, de qué bando de los que se han venido decantando termina teniendo más peso en el oído de Petro.
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