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Esta semana, tras años de estar marginada del tejemaneje político, Ingrid Betancourt sorprendió con una petición que para muchos significa su regreso formal a la arena electoral: le pidió al Consejo Nacional Electoral (CNE) que, con base en la misma sentencia de la Corte Constitucional que revivió la personería jurídica del Nuevo Liberalismo, se haga lo propio con el movimiento por el que aspiraba a la Presidencia en 2002 cuando fue secuestrada.
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Se trata del Partido Verde Oxígeno, justamente fundado por la exsenadora y que, acéfalo sin su mayor bastión, terminó en el olvido político. En diálogo con El Espectador, Betancourt habla de sus pretensiones, del pasado y futuro de la colectividad, y de por qué quiere que Verde Oxígeno adhiera a la Coalición de la Esperanza, lo que de paso implica un no al Pacto Histórico de Gustavo Petro, de quien dice “es el candidato de una izquierda radicalizada”.
Con base en la sentencia de la Corte Constitucional que revivió la personería jurídica del Nuevo Liberalismo, usted pidió lo propio para su partido, Verde Oxígeno. ¿De qué manera se ajusta esa sentencia a su caso?
La sentencia, en términos generales, habla de que al Nuevo Liberalismo, por hechos de violencia y crímenes de lesa humanidad, se le cercenó la posibilidad de actuar en política, por ello debe devolvérsele su personería jurídica, así como a otros partidos que se encuentren en similares condiciones.
Hay tres casos en la historia nacional –aparte de la Unión Patriótica (UP), que ya revivió legalmente–, en los que hechos de violencia coartaron la posibilidad de que una colectividad actuara o siguiera actuando en el espacio político del país. El primero es el Nuevo Liberalismo, con el magnicidio de Luis Carlos Galán; el segundo es Salvación Nacional, con el de Álvaro Gómez, y el tercero es el partido Verde Oxígeno, por mi secuestro. Son tres hechos en que colectividades quedan acéfalas por crímenes relacionados con la corrupción, el narcotráfico y la violencia.
¿Cuál es el antecedente de su partido? ¿cómo nació?
El partido Verde Oxígeno nace después del cuatrienio de Ernesto Samper, cuando la posibilidad de actuar en política dentro de los partidos tradicionales se imposibilita por la corrupción y la infiltración del narcotráfico. El país estaba asfixiado por la corrupción y necesitaba oxigeno, de allí sale el nombre del partido. Nace como una respuesta al anhelo del voto de opinión y a la necesidad de una política anticlientelista, alejada de las maquinarías, que propendiera por encontrar espacios novedosos de expresión política. Todo esto para recoger el sentimiento nacional de indignación contra la corrupción. Había que para enfrentar la grave degradación tanto política como ambiental, y proteger las programas de apoyo social, grandemente afectados por el saqueo del erario publico.
Fue un partido con una actividad de denuncia reiterativa. Comienza promoviendo debates para destapar contratos leoninos, casos de malversaciones y esquemas de pago de favores con los recursos de entidades públicas. En el 98, después del juicio en el Congreso al presidente Samper y las denuncias que se habían hecho sobre la financiación de la campaña presidencial por el Cartel de Cali, el partido Verde Oxígeno obtiene la mayor votación del país para el Senado. Eso fue algo sorpresivo, nunca visto antes en Colombia, porque era un partido que actuaba sin maquinarías, apoyado solo por el voto libre y de opinión, y no entraba en los pronósticos que en ese momento se hacían sobre quién podía ganar y quién podía ser derrotado en la contienda política.
Tras esa histórica votación, el partido adhirió a la candidatura de Pastrana, ¿por qué?
El partido entró a apoyar la candidatura de Andrés Pastrana bajo una condición: llevar a cabo una reforma anticorrupción. Verde Oxígeno se vuelve la bisagra de un grupo ampliado de independientes que firman un acuerdo para cambiar el sistema electoral vigente, que castigaba a los partidos independientes y alentaba lo que se llamaba en ese momento la “operación avispa”, es decir la repartición de avales a través de los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador.
Esa reforma constitucional y anticorrupción modificaba el sistema electoral como tal, pero también transformaba los esquemas de relación entre el Congreso y el Ejecutivo, y entre el Congreso y las cortes, que habían quedado reducidos a transacciones clientelistas. El grupo de independientes pacta con el candidato Pastrana el apoyo a su aspiración presidencial bajo el compromiso de llevar a cabo la reforma anticorrupción y esta se vuelve su bandera de campaña. Pero cuando Pastrana llega a la Presidencia, viola los acuerdos y no cumple su palabra.
Por ello, el partido pasa a hacer oposición y desde allí denuncia hechos muy graves de corrupción directamente relacionados con la gente más cercana al presidente. Esto es diferente de la corrupción que había en el gobierno Samper, ligada a la infiltración del narcotráfico en la política, con fines de amañar leyes a favor de la mafia. La corrupción en el gobierno Pastrana inaugura una corrupción sistemática de cuello blanco. Ya no es la corrupción heredada del Frente Nacional de la cual el presidente Turbay había dicho que debía mantenerse en sus “justas proporciones”. Se trataba de un esquema organizado de saqueo del erario público.
¿Qué precio pagó por enarbolar esas banderas justo en una época tan convulsa como el fin del siglo XX?
Todo esto se denunció con mucha vehemencia y comenzó a haber una radicalización del castigo político contra aquellos que denunciábamos. Se trataba de calumnias, chismes, distorsiones o debates, que ya no se le hacían al Gobierno o para discutir políticas de Estado, sino en contra de los congresistas que estaban denunciando. Se generó un ambiente de ataques muy violentos, personalizados y difícil de enfrentar, con un costo altísimo a nivel familiar y en contra de la honra de los denunciantes. Para muchos fue un cambio de vida total. Yo tuve que sacar a mis hijos del país, necesité vivir con escoltas las 24 horas, básicamente como resultado de enfrentar la corrupción.
Justamente usted fue víctima de secuestro como candidata de Verde Oxígeno…
Cuando a mí me secuestran, me dirigía como candidata presidencial del partido Verde Oxígeno a San Vicente del Caguán. Me desplazo con todo mi equipo de seguridad, que era mitad personal del DAS y mitad de la Policía. Aterrizamos en el aeropuerto de Florencia, donde nos esperaba un esquema de seguridad con carros blindados y motos para dirigirnos hacia San Vicente. Cuando aterrizamos en Florencia, les llega la orden a mis escoltas de que no pueden acompañarme hasta San Vicente. La orden viene de Presidencia.
Pero me dicen que yo sí puedo ir y que puedo coger la carretera. Para ello ponen a mi disposición un vehículo oficial para que haga el recorrido entre el aeropuerto de Florencia y San Vicente. En ese carro del DAS y en ese trayecto, entre Florencia y San Vicente, me secuestran las Farc.
A partir de la noticia del secuestro, que cobra relevancia por encontrarme en campaña presidencial, el presidente Andrés Pastrana tiene que entrar a dar explicaciones de por qué una candidata presidencial está en un carro oficial desplazándose en el territorio nacional sin seguridad. Para lavarse las manos, el presidente dice que me prohibieron ir a San Vicente, que yo sabía los riesgos que estaba corriendo y que por lo tanto el secuestro es culpa mía. Obviamente eso es falso.
Si me hubieran prohibido ir, no me hubieran dejado pasar el retén militar que había a la salida de Florencia. Pero más aún, si me hubieran dicho que yo corría un riesgo en tomar esa carretera no lo hubiera hecho. Tenía a mi padre, que acababa de salir de cuidados intensivos y que me estaba esperando en Bogotá. Y tenía a mis dos hijos que me necesitaban. Le creí a mi jefe de escolta, Omar Garzón y al general Barrero, quien estaba al mando de las operaciones en el aeropuerto de Florencia, quienes ambos, en momentos diferentes, me dijeron que no había peligro, que me fuera por la carretera.
La verdad es que las Farc me secuestraron, pero también me secuestró el sistema de corrupción que nos sigue teniendo secuestrados a todos los colombianos hoy. Ese mismo sistema de corrupción mató a Galán y a Álvaro Gómez.
En lo político, ¿qué significó su secuestro para Oxígeno Verde?
Al secuestrarme no solamente callan una voz de denuncia en el Congreso, sino que también callan y secuestran al partido Verde Oxígeno. Los militantes empiezan a buscar cómo hacer política en otros espacios, porque sienten que el partido ya no puede cumplir su misión, estando yo secuestrada.
Son hechos como estos los que tipifican la situación por la cual la Corte Constitucional ha cobijado al Nuevo Liberalismo, Salvación Nacional o Verde Oxígeno. Estos hechos de la historia nacional, los eventos en torno a la desaparición de estos partidos, están relacionados con la corrupción, la guerra, el narcotráfico y con crímenes de lesa humanidad. Por lo tanto, el hecho de que se les haya quitado la personería jurídica resulta ser una revictimización de sus miembros y un castigo injusto, sumado a la desaparición de sus líderes.
En la sentencia de la Corte se ponen de presente con gran detalle las circunstancias históricas que han llevado a la pérdida de la personería jurídica de estas organizaciones políticas como causales que tienen que ser enmendadas con el reconocimiento y la restitución de sus personerías jurídicas.
En el caso de los Galán, ellos son coloquialmente ‘los dueños del letrero’. Con Verde Oxígeno, ¿quién es legalmente el doliente, quien tiene su titularidad?
En el partido fuimos una decena de fundadores, pero la representante legal era yo. Obviamente cuando me secuestran el partido queda descabezado, sin representación legal y no puede funcionar como movimiento, porque no había ninguna disposición en nuestros estatutos que previera este caso. Me imagino que eso fue lo que le pasó también a Salvación Nacional. En el caso del Nuevo Liberalismo la figura es más compleja, porque con Galán asesinado el Nuevo Liberalismo queda subsumido en el partido Liberal, con el agravante que los autores intelectuales del asesinato de Galán eran también miembros de esa colectividad.
Con el partido Verde Oxígeno, cuando se le cancela la personería jurídica, no hay nadie para ser notificado, ni para apelar o para presentar algún recurso. La decisión se toma antes de mi liberación, en una situación de incertidumbre legal y política, porque no se sabe si estoy viva o muerta.
Con las elecciones a la vuelta de la esquina, y a poco tiempo de que cierren las inscripciones de candidatos, ¿le preocupa que el CNE no adopte una decisión rápidamente?
La Corte Constitucional prevé dentro de la sentencia un plazo de 10 días para que el CNE le devuelva la personería jurídica al Nuevo Liberalismo. Ese plazo comienza a correr una vez el CNE recibe por parte de los tutelantes la solicitud de restitución de la personería jurídica.
La sentencia incluye un párrafo que establece efectos inter comunis, para salvaguardar los derechos de quienes, sin haber acudido a la Corte, presentan condiciones comunes en cuanto a la vulneración de sus derechos. Es decir que todo lo que se le otorga al Nuevo Liberalismo, se les otorga también a los partidos que estarían en la misma situación por razón de un crimen de lesa humanidad. Eso tiene que ver no solo con los derechos per se, es decir la restitución de la personería jurídica, sino con los tiempos que se aplican, es decir el plazo de los 10 días que le da la Corte Constitucional al CNE.
Esos tiempos están corriendo ya y todos los partidos de los que hablamos, tanto el Nuevo Liberalismo como Salvación Nacional y Verde Oxígeno, radicaron sus solicitudes. A partir de ahora se cuentan 10 días hábiles para que el CNE cumpla la decisión de la Corte.
Es decir, no hay ningún estudio o análisis del CNE, sino que debe entregar la personería sin reparo alguno...
Es que estos son hechos de conocimiento público: el asesinato de Galán es un hecho histórico. El crimen del Álvaro Gómez también. Es decir, no hay necesidad de probarlos, hacen parte de la historia de Colombia y están registrados en los anales de las cortes, pues se trata de crímenes que han sido investigados.
En el caso de Verde Oxígeno, el crimen de mi secuestro es el caso 001 que está ante la JEP y ese organismo ha declarado que soy víctima de un crimen de lesa humanidad y un crimen de guerra perpetrado por las Farc. En estos tres casos la solicitud basta para poner el mecanismo de la restitución de las personerías jurídicas en marcha.
Usted dijo que la solicitud de revivir esta personería jurídica es también “una contribución para apoyar a la Coalición de la Esperanza”. ¿Cómo terminó llegando allí? ¿qué la llevó a apostar por ellos?
Yo estoy observando a la Coalición desde su inicio. Es una alianza que nace con el esfuerzo de varias vertientes políticas, todas alternativas. En febrero me contactan amigos de la Alianza Verde para ponerme al tanto del proyecto de conformar esa coalición. Inmediatamente me parece una idea valiosa, pues Colombia siempre esta confrontada a elegir en segunda vuelta entre dos malas opciones. Veo la posibilidad de que esta sea la buena opción para las elecciones de 2022, una propuesta original, que no sea caudillista, que dé seguridad jurídica, que no sea traumática ni confrontacional, y que nos permita liberarnos de la corrupción que tiene a los colombianos secuestrados.
Esto implica un nuevo contrato social. Pero para que sea válido debe estar liderado por personas que den garantías con su recorrido y su vida política. Cualquiera puede decir que va a luchar contra la corrupción y, de hecho, cada cuatro años todos los candidatos dicen lo mismo. Pero cuando ganan, llegan maniatados por sus compromisos clientelistas, a tener que repartir puestos y contratos. Ese ha sido el drama colombiano: estamos secuestrados por este sistema de corrupción institucionalizada, agravado además con la infiltración del paramilitarismo y las nuevas expresiones del narcotráfico.
¿Qué fue lo que más la atrajo de la Coalición?
Sus candidatos, que me dan confianza. Sergio Fajardo ha tenido un recorrido impecable. Nadie lo puede acusar de corrupción. Ha sido un hombre que no se ha arrodillado ante las maquinarias. Lo mismo Juan Manuel Galán, que desde el Congreso ha tenido una prestación intachable desde el punto de vista de su récord como congresista.
Humberto de la Calle es el hombre de la Constitución del 91 que modernizó a Colombia, y del proceso de paz, que logra la desmovilización de las Farc. Son instrumentos muy importantes para un país que quiere salir de la violencia y de la corrupción.
Está Jorge Enrique Robledo que ha sido el mas valeroso de los congresistas con sus investigaciones y denuncias, y quien nos ha revelado cómo se están saqueando los dineros del erario público. Y Juan Fernando Cristo, que ha tenido una trayectoria interesante, porque después de ser miembro del Partido Liberal termina retirándose descontento por los problemas de clientelismo y de maquinaría, que él termina denunciando también.
Son un grupo de personas que no son fundamentalistas, no están llevadas por una ideología maniquea, no son polarizantes, están unidos y tienen la capacidad para sacar adelante al país en esta nueva etapa pospandemia. Tienen un sentido de lo colectivo, no hay prima donnas, no hay personas que sientan que tienen más derechos que otros y no hay caudillos. Creo que todo esto es refrescante en la política. Es algo que Colombia necesita. Son personas todas preparadas y en ese sentido, me parece que revivir al partido Verde Oxígeno para apoyar y consolidar esa Coalición es una contribución que hay que hacer.
Con una ventaja como una personería jurídica, ¿cómo entra a jugar el partido Verde Oxígeno? ¿ya aterriza con candidatos?
El Verde Oxígeno se pone a disposición de la Coalición. Eso quiere decir que los aspirantes a ser candidatos presidenciales dentro de la Coalición y que no tengan aún un aval podrán ser respaldados por el partido. Hay algunos candidatos que no han definido todavía quién les da el aval o están levantando firmas, un proceso dispendioso y poco seguro, pues no por levantar determinado número de firmas se asegura que todas sean aceptadas por el CNE como válidas.
Por otro lado, queremos ser una plataforma para jóvenes que nunca han hecho política y quieren buscar una oportunidad para hacer un política libre, sin ataduras, sin maquinarías, sin clientelas y en la que se debatan ideas para convocar el voto de opinión. Para eso, vamos a acompañar la lista única de la Coalición al Congreso, y avalar candidatos a la Cámara y al Senado. Le damos prioridad a los jóvenes, pero también a personas que hayan hecho política defendiendo banderas similares: anticorrupción, defensa del medio ambiente, justicia social, lucha contra la pobreza, defensa de la paz y respeto de los derechos humanos. Aquí son todos bienvenidos, así como las personas que eran miembros de Verde Oxígeno y quieran volver.
Esa es la razón de ser de esta solicitud: ser un actor que facilite ampliar la democracia en Colombia en momentos en los que el país necesita liberarse de un sistema político que nos asfixia.
¿Cómo analiza la situación de la Alianza Verde dentro de la Coalición?
Ellos en un principio habían expresado su voluntad de tener un candidato presidencial dentro de la Coalición. Pero la crisis interna que viven ha puesto en entredicho esa posibilidad. A final de cuentas lo que los divide son diferencias de apreciación, pero tienen todos el mismo objetivo de contribuir a que Colombia construya una opción alternativa fuerte. La Alianza es un gran partido, con grandes líderes, y tengo la esperanza que logre salir unido de este impase.
¿Quiénes son esos antiguos miembros del partido que han pedido pista?
Prefiero que ellos mismos en su momento, cuando lo consideren adecuado, lo anuncien
No puedo dejar de hacerle la preguntar harta de siempre. ¿Cómo están sus aspiraciones personales de cara a las elecciones?
Yo voy a ser, como era antes, la representante legal del partido. Una de las primeras cosas que quiero hacer es, con las personas y grupos de ciudadanos que integren el partido, revisar los estatutos. Quisiera que construyamos un espacio garantista, que demos seguridad, que seamos democráticos y utilicemos la experiencia que hemos recaudado como miembros de otras colectividades. Todo esto, para construir un partido donde todos nos sintamos comprometidos con valores y principios, pero libres, y con garantías para poder actuar en situación de igualdad.
Es muy importante tener en Colombia un partido que no viva de aspiraciones caudillistas, sino que tenga vida propia. Tengo toda la confianza de que se puede lograr un espacio democrático nuevo para Colombia. Eso es lo que me interesa, estar ahí para apoyar ese proceso, a los que están en la Coalición y los que se quieren lanzar al Congreso. Si desde ahí podemos incidir en que Colombia salga del secuestro en que nos tiene la corrupción, hay que hacerlo.
¿Pero tiene descartada alguna aspiración electoral o aún la estudia?
Esa pregunta me parece irrelevante en este momento. Me la hacen mucho, pero no sé ni por qué me la hacen, ni qué contestar. ¿Qué puedo decirle? Si le contesto de una u otra forma es abrir o cerrar puertas, y ¿cuál sería el propósito de abrir una puerta o de cerrarla? No me parece que sea el tema.
Ya se la jugó por la Coalición de la Esperanza, ¿eso como la deja frente a otras alianzas, como el Pacto Histórico de Petro? ¿está cerrada esa puerta?
Con Gustavo Petro tengo una relación de amistad. Lo admiro y lo respeto. Sin embargo, con él no he vuelto a hablar desde hace varios años. Le he seguido su recorrido. Lo apoyé en la segunda vuelta del 2018, preocupada por el futuro del Acuerdo de Paz y convencida de que él daba mayores garantías que Iván Duque. Hoy en día Petro aparece como candidato de una izquierda radicalizada, con varias propuestas que no comparto y con una retórica a veces incendiaria que me aleja.
Me parece que Colombia debe salir de la polarización, de esos odios y de una política empeñada en pasar cuentas de cobros y castigar utilizando el poder del Estado. Todo eso me inquieta y por lo tanto no lo apoyo para estas elecciones. Lo que no encuentro en Petro, lo encuentro en la Coalición de la Esperanza, es decir, seguridad, la posibilidad de hacer un cambio muy profundo, pero sereno, sin violencia, sin extremos, sin polarización y sin corrupción.
El otro factor que me preocupa es el hecho de que entre las personas que han llegado a apoyar a Petro hay algunas reconocidas por sus desmanes políticos y su historial de testaferrato y corrupción. Eso es algo que me disuade, y no puedo cerrar los ojos, porque esa es la manera como sobrevive este sistema que nos tiene a todos secuestrados. Fue lo que le pasó a Duque: era un buen candidato hasta que le llegaron los paramilitares, los narcotraficantes y políticos cuestionados. Su gobierno es el resultado de esas alianzas de campaña.
¿Y frente a Alejandro Gaviria cómo está la relación?
Yo quisiera verlo llegar a la Coalición de la Esperanza. Es una decisión que Alejandro Gaviria debe tomar y sé que los de la Coalición están dispuestos a recibirlo. Pero creo que hay una confusión entre lo que son las ideas liberales, el partido liberal y el clientelismo liberal. No es lo mismo. Es claro que el liberalismo debe depurarse, pues la colectividad está presa por sus barones electoreros. El expresidente César Gaviria, como jefe del partido, es el que más puede hacer para depurar el liberalismo. Y creo que Alejandro Gaviria, con una decisión inequívoca, puede favorecer ese proceso. Es una decisión que me imagino le ha costado, porque no la ha tomado a pesar de las similitudes que tiene con la Coalición.
Y sin importar en qué alianza o coalición esté, ¿le da miedo que le vuelva a pasar lo que sucedió con Pastrana?
Claro. Eso es parte de transformar la experiencia en conocimiento. Uno debe aprender de lo vivido, y sistematizar la experiencia. En época de campaña las palabras son solo el 10 % de la realidad. El 90 % está en los actos y decisiones de campaña que prefiguran el talante del gobernante. Esto es: con quién se rodean las personas, las alianzas que se hacen, cuáles son las posiciones que se toman, si son por principios o por acomodo. Todo esto ayuda a discernir para escoger una buena opción.
¿Cómo consolidar un partido nuevo en un país tan polarizado y con una campaña que pinta tan agresiva?
Primero hay que tomar consciencia de lo que está sucediendo. La polarización es una táctica política para que, como le decía, terminemos escogiendo entre dos opciones malas. Esas se neutralizan mutuamente, es decir, la extrema izquierda y la extrema derecha terminan pareciéndose y actuando de la misma manera, las personas que están en la extrema derecha comparten cierto talante con las de extrema izquierda, porque hay una voluntad de imponer a la fuerza las soluciones que presentan para el país.
Esa polarización es un juego político alimentado por el odio y por el miedo, y quisiera que los colombianos pudiéramos mirar lo que nos está sucediendo desde otra perspectiva. Los extremos favorecen un sistema de abuso de poder y de corrupción que nos tiene maniatados, presos y secuestrados a todos. Las ideologías son como vendas que nos ponen en los ojos para llevarnos emocionalmente a decidir por alguna de dos solucione malas.
Pero para luchar contra la corrupción no hay ideologías. En realidad, lo que queremos son buenos resultados, que nos den a los colombianos la posibilidad de desarrollar todo nuestro potencial, queremos un país que derrote la pobreza, en donde el medio ambiente sea una ganancia y no una pérdida, donde la violencia no sea la solución. Un país en el que todos los colombianos tengan la posibilidad de surgir, de educarse y de vivir bien y no solo la mitad de la población. Esto no es un problema ideológico, sino de organización social y de capacidad administrativa, para poner las tecnologías y las innovaciones al servicio de nuestro bienestar. Aquí realmente lo que tenemos que derrotar es la corrupción, que nos está encegueciendo y que nos manipula con el espejismo de las ideologías, para dividirnos y mantenerse operando.
JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS
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