Petro midió su músculo en calles apalancándose en la paz y el “estallido social”
El presidente Petro aprovechó la coincidencia de fechas significativas para su gobierno y defender su proyecto político. Sin embargo, los resultados solo se podrán evaluar después del 23 de noviembre, cuando la oposición también medirá su fuerza a través de manifestaciones convocadas en todo el país.
Leonardo Botero Fernández
Con dos eventos distintos –marchas por los cinco años del “estallido social” y conmemoración de los ocho años de la firma del acuerdo de paz con las extintas FARC–, el Gobierno de Gustavo Petro buscó reafirmar su músculo en las plazas públicas, lejos de la institucionalidad (de la que es crítico) y de un Congreso que avanza a paso lento con sus proyectos.
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Con dos eventos distintos –marchas por los cinco años del “estallido social” y conmemoración de los ocho años de la firma del acuerdo de paz con las extintas FARC–, el Gobierno de Gustavo Petro buscó reafirmar su músculo en las plazas públicas, lejos de la institucionalidad (de la que es crítico) y de un Congreso que avanza a paso lento con sus proyectos.
Por ello, desde la mañana del jueves, hubo un movimiento atípico en el centro de Bogotá por una historia que se puede contar en tres escenas y que tiene como hilo conductor la apuesta del jefe de Estado por ratificar su poder de convocatoria.
Se trata, además, del primer round de un pulso que concluirá este sábado cuando la oposición, encabezada por el Centro Democrático, también salga a las calles en rechazo a las políticas progresistas. Es, entre todo, un enfrentamiento que sirve como preámbulo para la campaña de 2026, en la que este tipo de convocatorias marcarán el camino a las urnas.
La primera escena del día fue la conmemoración de los cinco años del “estallido social”. La marcha no contó con una nutrida afluencia, como ha pasado en otras ocasiones en las que las convocatorias las hacen organizaciones sindicales y sociales cercanas al Gobierno, pero sin su respaldo directo. Y aunque, según los organizadores, llegaron a ser unas 15.000 personas, lo cierto es que en el recorrido, en el que El Espectador estuvo desde el comienzo hasta el final, no hubo más allá de un par de centenares.
En todo caso, aparte de las particularidades, organizaciones como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Central General de Trabajadores (CGT) y la Coordinadora Nacional por el Cambio (antiguo Comité del Paro) salieron a las calles con la intención de conmemorar cinco años del “estallido social” del 21 de noviembre de 2019 y el paro que inició el 28 de abril de 2021. Pero, además, en varias ocasiones, en las consignas hechas por líderes sindicales como Percy Oyola (presidente de la CGT), quedó en evidencia que consideran como propio el triunfo del petrismo.
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Durante la convocatoria fueron pocos los representantes de partidos políticos que estuvieron. Apenas se vieron algunas banderas de la Unión Patriótica, de Comunes (partido surgido tras la entrega de armas de las extintas FARC) y del llamado Partido de los Trabajadores de Colombia. También, se ondeó una bandera del M-19, lo que en el pasado ha causado controversia.
Los asistentes quisieron demostrar que el presidente Petro mantiene una marcada influencia en el movimiento social, pese a que ahora no se ve la misma capacidad de convocatoria a calles que mostró en la campaña de 2022. Incluso, sin una presencia tangible de políticos, varias de las organizaciones tomaron como propia la narrativa del jefe de Estado en torno a un supuesto “golpe blando”.
Al respecto, Percy Oyola indicó que “no existe una coordinación de carácter permanente entre el gobierno y nosotros frente a los temas de la movilización. La mayoría de las movilizaciones, las hemos hecho en defensa de las reformas sociales, las hemos hecho igualmente en defensa de la democracia frente a la situación que enfrenta el presidente del golpe blando o de las amenazas a la democracia y entonces esas identidades de alguna manera nos permiten identificarnos y por supuesto hacer presencia en las calles”.
El evento terminó en una pequeña tarima ubicada a un costado de la Plaza de Bolívar, donde está el ingreso al Capitolio Nacional, con los representantes del movimiento sindical colombiano leyendo una declaración reafirmando su respaldo a la agenda petrista.
La segunda escena se dio en la Casa de Nariño. El punto de encuentro fue el Salón Bolívar, donde fueron citados representantes de un grupo de 75 exempleados de Telecom, para ser homenajeados. Se trató de un acto para dar cumplimiento a una sentencia de la Corte Constitucional de 2012 para reconocer sus pensiones, luego de la liquidación, en 2003 (gobierno de Álvaro Uribe Vélez), de la empresa de telecomunicaciones.
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Las declaraciones, además, llevaron a un nuevo choque entre Petro y Uribe. El jefe de Estado, al hablar del gobierno del expresidente lo calificó de ser “la dictadura que tratan de asignarme”. Al respecto, Uribe calificó al mandatario actual como “politiquero” y lo acusó de haber “creado cupos burocráticos”.
El presidente Petro, ante un grupo de pensionados que coreaban su nombre y que en varios momentos interrumpieron su discurso para aplaudirlo, defendió la transformación del sistema pensional que aprobó el Congreso. Se trata del único proyecto “social” que ha superado la prueba del Legislativo.
“Nos vienen a decir que somos injustos porque pensamos en una reforma pensional, porque creemos que la constitución del 91 le escribió y ordena que Colombia sea una sociedad de derechos. La Corte Constitucional hoy tiene en sus manos definir la ley que sacó el Congreso a duras penas”, dijo Petro.
Al término del encuentro, en el que también pidió una renegociación de los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea, los exempleados de Telecom abordaron a un Petro que se mostró cercano, e incluso cómodo, recordando lo que ha dicho en varias ocasiones sobre su desdén a la “soledad” en la Casa de Nariño.
Y la tercera y última escena fue en la tarde, cuando ante un público más nutrido –pero estrictamente controlado por el Ministerio del interior y la Casa Militar de Presidencia–, se conmemoraron ocho años de la firma del acuerdo de La Habana.
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Fue, sobre todo, un evento institucional. Desde comienzo de las semanas, quienes pasaran por allí, pudieron ver cómo se armaba una tarima y varias carpas para proteger a los asistentes (una deferencia que no tuvieron, en contraste, los sindicalistas que marcharon más temprano).
Las vallas cerraron la Plaza de Bolívar al acceso de las personas. En el público se vio, sobre todo, a aliados de alto nivel de Petro y de organizaciones internacionales, como la ONU, que han respaldado la paz. Así, estuvieron congresistas del Pacto Histórico como Aída Avella, Gabriel Becerra y Agmeth Escaf. También de Comunes, como Sandra Ramírez y Julián Gallo, así como el presidente de esa colectividad, Rodrigo Londoño. Además, estuvo parte del gabinete con ministros como Juan Fernando Cristo (Interior) y Luis Gilberto Murillo (Cancillería).
El evento, programado para las 4:00 p.m., solo inició pasadas las 6:00 p.m. “La verdad es agridulce, es un vaso a medio llenar y tiene un proceso muy importante, el proceso político, que no permitió la concreción del proceso de paz en la realidad y hay temas aún lejos del cumplimiento”, dijo en su intervención Petro.
El amplio despliegue para el evento, en el que incluso estuvo la secretaria general adjunta de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de la ONU, Rosemary Dicarlo, es una muestra de la prioridad que, ante las crisis de la paz total, el Gobierno ha buscado darles a los acuerdos de La Habana.
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En medio de la polarización, el Gobierno ha querido capitalizar la defensa del acuerdo, como lo demostró, por ejemplo, en su intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU en julio paso, cuando anunció un plan de choque en aras de acelerar la implementación de los acuerdos.
Pese a que no se trató de eventos multitudinarios -como el que se pensó en el homenaje a las víctimas del genocidio de la UP, pero que no se realizó por una gripa que hizo que Petro se ausentara-, la agenda del presidente fue la muestra de que su interés, más que en reuniones a puerta cerrada, está en llevar la política a la calle. Una apuesta que sus réditos, si los tiene, solo se verá en el 2026 si logra reelegir a su proyecto.
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