Petro papá
Don Gustavo Petro Sierra es el poco conocido padre del entrante presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego. Hoy pensionado, trabajó en el campo, fue secretario habilitado de la Normal Superior de Cundinamarca y maestro, en Zipaquirá, y auditor de la Contraloría.
Jairo Serna Rosales* / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR
Es un miércoles lluvioso a las 7:00 de la noche en el centro cultural de un barrio de clase media de Bogotá, en el que Gustavo Petro Sierra vivió casi 25 años y del que ha sido miembro de la junta administradora. Cuando lo saludo, el padre de Gustavo Petro Urrego se levanta a saludarme y me dice: “Por favor, ¿puedes esperar a que terminemos esta partida?”. Se sienta y sigue jugando ajedrez con un señor pensionado de apellido Bolívar, a quien me presenta.
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Es un miércoles lluvioso a las 7:00 de la noche en el centro cultural de un barrio de clase media de Bogotá, en el que Gustavo Petro Sierra vivió casi 25 años y del que ha sido miembro de la junta administradora. Cuando lo saludo, el padre de Gustavo Petro Urrego se levanta a saludarme y me dice: “Por favor, ¿puedes esperar a que terminemos esta partida?”. Se sienta y sigue jugando ajedrez con un señor pensionado de apellido Bolívar, a quien me presenta.
Millones de personas saben algo de Gustavo Petro Urrego, presidente de Colombia (2022-2026), pero pocos saben algo de su papá, Gustavo Petro Sierra, quien nació en 1934 en la costa Caribe profunda colombiana, en Cereté (Córdoba), y se levantó en Ciénaga de Oro (Córdoba), “en fincas de la familia, sencilla y conservadora, aunque no politiquera, y en el colegio donde pobres y ricos de la zona estudiaban primaria. El bachillerato en el Simón Araújo, de Sincelejo”.
Como el hoy presidente electo, el padre es serio, de baja estatura, pero, a diferencia de su hijo mayor, sus penetrantes y cambiantes ojos verdes no necesitan gafas. En 1958, a los 24 años, Gustavo Petro Sierra, el sexto de ocho hermanos, llegó solo y con muy poco dinero a una Bogotá pequeña y gris. Era la primera vez que viajaba en avión.
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En la capital, no pudo estudiar Ingeniería Civil, lo que él más quería. Primero estudió solo dos años de Ciencias Sociales en Tunja, porque decidió “ordenar la vida”: sin informar a sus padres, se casó muy rápido con la cundinamarquesa Clara Urrego. Y el 19 de abril de 1960, muy rápido, fue papá, por primera vez, de Gustavo Petro Urrego, quien nació en Ciénaga de Oro (Córdoba) durante un viaje de sus papás, pero se crió en los sectores de Fontibón y Los Alcázares, de Bogotá, y en Zipaquirá, municipio cundinamarqués cercano.
¿De dónde viene su apellido?
Petro es un apellido eslavo. Pero no lo sé bien. Me cogió la tarde para averiguar. Murieron quienes podían decírmelo.
Usted no parece una persona de origen humilde...
Tuvimos solo lo necesario. Trabajé toda la vida. Primero en el campo, luego en Zipaquirá como secretario habilitado de la Normal Superior de Cundinamarca y maestro y, finalmente, como auditor de la Contraloría. Ahora tengo una pensión.
¿Se imaginó que su hijo mayor sería presidente de Colombia?
Nunca. Gustavo nació político, pero no entiendo a quién salió. Yo soy maestro, no político. Pero mi hijo se merece todo: ha luchado mucho, es honesto, le ha tocado muy difícil. Claro que Gustavo es más que un político.
¿Usted cuándo cayó en cuenta de que Gustavo llegaría lejos?
Cuando leí, sin que se diera cuenta, una novela que él estaba escribiendo, a los ocho años, sobre el hijo de unos inmigrantes, a quienes fusilaron. También cuando mis compañeros de Administración de Empresas en la Universidad Externado iban a estudiar a la casa. Ellos me decían que Gustavo, que era un adolescente que empezaba el bachillerato, llegaría muy lejos porque era profundo.
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¿En qué influyó en la formación de su hijo mayor?
En la lectura. Mis tres hijos, Gustavo, ahora de 62 años de edad; Adriana, de 61 años, y Juan Fernando, de 60, después me confesaron que leían desde cuando eran niños porque me veían leer. Gustavo leyó mucho desde niño. Leía a Julio Verne, lo que creo que influyó en la novela que empezó a escribir.
¿Tuvo influencia en las ideas de izquierda de Gustavo?
No entiendo esa división. Soy conservador con ideas sociales, como, por ejemplo, Vásquez Carrizosa, que fue una eminencia. Me gusta la familia. No practico el catolicismo, pero soy un cristiano que cree que Jesús fue un rebelde por proponer el amor entre los seres humanos. Gustavo fue rebelde desde pequeño. A él le gusta la discusión, pero no los dogmas.
Gustavo Petro Sierra me pide que continuemos la entrevista después. Lo acompaño con mi paraguas hasta su carro. Nos despedimos hablando de política y me anuncia: “Podemos seguir conversando el próximo sábado”.
***
Es un sábado sin lluvia, a las 7:00 de la noche, en un apartamento agradable de un edificio nuevo, de arquitectura contemporánea. Me recibe Petro papá, me invita a sentarme en una silla de la sala. Continuamos, entonces, la conversación.
¿Cómo es eso de que Gustavo era rebelde desde niño?
Cuando Gustavo tenía tres años de edad, un día yo lo quería corregir pegándole una palmada en la mano, pero se me fue a la cara. Entonces se quedó mirándome fijamente a los ojos y me reclamó: “¡No me pegue en la cara, papá!”. Y se fue.
Era autoritario con él...
Clarita, mi esposa, y Adriana, mi hija, hacían un sorbete de banano con canela muy rico, pero que a Gustavo no le gustaba. Un día que estábamos los cinco, Clarita y Adriana nos sirvieron el sorbete, pero Clarita le dio otro jugo a Gustavo. Entonces pedí igual para todos. Gustavo se tomó el sorbete de banano con canela, y terminamos de urgencia en el hospital, porque él no paraba de vomitar.
¿Y cuando él era ya adolescente fue rebelde?
Cuando Gustavo estaba en último curso de bachillerato, sus compañeros y él hicieron una huelga en el colegio. Aunque mi hijo no tenía ningún problema académico ni disciplinario, él lideró esa huelga. Cuando le hice el reclamo, me respondió: “Papá, si mis compañeros me piden que yo lidere no les puedo decir que no”.
¿Cómo vivió el ingreso de su hijo al M-19, en 1977, cuando él tenía 17 años?
Clarita y yo no nos dimos cuenta. Gustavo iba a la Universidad Externado en Bogotá y volvía por la tarde a la casa en Zipaquirá. Él era muy buen estudiante de Economía, por eso lo becaron. Me imagino que en esa difícil decisión influyeron las ideas de la teología de la liberación de los curas del colegio La Salle, de Zipaquirá, donde mi hijo se graduó a los 16 años como uno de los mejores bachilleres de Colombia, mientras yo me graduaba como administrador de empresas de la Universidad Externado, en Bogotá, a crédito, con más de cuarenta años de edad y trabajando al tiempo como maestro para sostener a mi familia.
Convencí a Gustavo de que estudiara en la universidad privada y tranquila en la que yo había estado y no en la que él más quería, la Nacional, por las protestas estudiantiles y los cierres constantes.
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¿Cuándo y cómo supieron que él era del M-19?
En 1984, durante los diálogos de paz del M-19 con el gobierno de Belisario Betancur. Gustavo lo manifestó en público en la plaza de Zipaquirá, de donde mi hijo era concejal en ese momento y había sido personero en 1981. Gustavo lideró en Zipaquirá, desde 1981, la toma de un terreno público y la construcción del barrio Bolívar 83, para más de 2.000 familias pobres de desplazados. Él se fue a vivir al barrio Bolívar 83. Por esto, muchas personas lo querían, lo protegían y lo respaldaban.
¿Cuáles han sido los momentos más difíciles de su vida?
Cuando un cura del colegio La Salle, de Zipaquirá, no dejó que mi hijo Juan Fernando terminara el bachillerato en ese colegio, de pronto como represalia por la huelga que años antes había liderado Gustavo. Entonces le dije a ese cura: “Si mi hijo llegara a tener problemas, usted me responde”. Juan Fernando, que es biólogo de la Universidad Nacional, es un intelectual puro. Le interesa la física cuántica. La política no le gusta. Otro momento muy difícil de mi vida fue cuando sentí que mi familia estaba deshecha, porque mi esposa Clara se enfermó, no sabíamos dónde estaba Gustavo y Juan Fernando estaba prestando el servicio militar.
¿Cuándo y por qué creyó que su hijo mayor podría ser presidente?
Cuando mostró en el Congreso su gran capacidad de exposición en público. En la casa, mi hijo era muy callado. El debate que él hizo sobre el paramilitarismo en Antioquia es una pieza clásica del Senado de Colombia. Tiene el nivel de debates de Jorge Eliécer Gaitán y de Laureano Gómez.
¿Qué le dijo a Gustavo cuando se retiró del Polo y creó el movimiento Progresistas, para lanzarse por la Alcaldía de Bogotá?
Piénsalo bien. O puedes triunfar o puedes llegar hasta ahí. Claro que Gustavo siempre fue muy audaz para crear y liderar nuevos grupos.
¿Qué le sugiere ahora?
Que se rodee bien, moral y técnicamente. Que cree una comisión para controlar.
* Cineasta, poeta, comunicador social y empresario. www.jairosernarosales.es.tl