Brasil y México dejan a Petro aislado en sus posturas sobre la crisis de Venezuela
Colombia se mantuvo en la exigencia de conocer las actas de votación para avalar la reelección de Nicolás Maduro, pero Caracas no accede. Sheinbaum y Lula toman distancia de las posturas de la Casa de Nariño.
La triada de países progresistas integrada por México, Brasil y Colombia, que se presentó como un frente unido ante la crisis política en Venezuela, se desintegró. Ahora, la administración de Gustavo Petro es la única que mantiene su narrativa de mediación y diálogo abierto, ya que los Estados que lideran Claudia Sheinbaum y Luiz Inácio Lula da Silva han desviado su atención en el último mes hacia prioridades más internas.
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La triada de países progresistas integrada por México, Brasil y Colombia, que se presentó como un frente unido ante la crisis política en Venezuela, se desintegró. Ahora, la administración de Gustavo Petro es la única que mantiene su narrativa de mediación y diálogo abierto, ya que los Estados que lideran Claudia Sheinbaum y Luiz Inácio Lula da Silva han desviado su atención en el último mes hacia prioridades más internas.
Eso hace que Bogotá solo tenga 72 días para definir si, como dijo este miércoles el canciller Luis Gilberto Murillo, se mantiene en su negativa de no reconocer los resultados que le dieron la reelección a Nicolás Maduro hasta que no muestre las actas de votación del pasado 28 de julio, o si, por pragmatismo diplomático, enfría la polémica con un régimen con el que comparte más de 2.200 kilómetros de frontera.
Pero el escenario no es sencillo. También este miércoles, el canciller venezolano, Yván Gil, le respondió a Murillo haciendo referencia a la reunión realizada con su homólogo en el marco de la COP16: “Parece que el canciller actuó de manera pusilánime al momento de abordar la realidad en nuestro encuentro bilateral, siempre apegado al respeto a la soberanía e independencia de Venezuela mientras repasábamos la cooperación entre ambos países. Sin embargo, ante los micrófonos de la prensa, aflora el chantaje que recibe desde la ultraderecha”.
A través de Telegram, el diplomático de Caracas incluso advirtió que “Venezuela le responderá en su momento y [Murillo] se arrepentirá de la constante intromisión en nuestros asuntos internos”. Hace dos días, el canciller de Maduro había dicho que su país ya se pronunció en las urnas, que la reelección fue legítima y que es momento de “pasar la página”.
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“No es un asunto que le incumba, definitivamente no es su problema”, dijo Gil en un mensaje del Palacio de Miraflores a la Casa de Nariño. Y aunque no se han vuelto a dar diálogos o encuentro directos entre Petro y Maduro, pese a que se han visto en más de cinco oportunidades desde que se restablecieron las relaciones binacionales, el mandatario colombiano, ahora sin Brasil ni México, mantiene un relato de salida política a la crisis, aunque buscando responsables externos.
De hecho, en una reciente intervención en Cali, posterior a la cita entre Murillo y Gil, el presidente Petro aseguró que la crisis migratoria que también se derivó de las políticas impuestas por el régimen de Maduro y que ha obligado a más de 7 millones de venezolanos a huir de su país, tiene parte de su génesis en el bloque que desplegó Washington.
“Los vecinos de Venezuela bloqueados hoy, una parte de la sociedad literalmente muriendo de hambre en un suelo que es de los más ricos del mundo si valoramos a precio de mercado el petróleo […] Por aquí pasaron tres millones de venezolanos y ahora van hacia los Estados Unidos, que fue quien ideó bloquear a Venezuela. El bloqueo es un boomerang que se tira contra un pueblo para matarlo y regresa a quien lo tiró”, aseguró Petro.
Mientras tanto, Brasil marca cada vez más distancia con Venezuela. Este miércoles, el gobierno venezolano llamó a consultas a su embajador en Brasilia, Manuel Vadell, en respuesta al veto brasileño al ingreso de Venezuela a los BRICS. El excanciller Celso Amorim, asesor de política exterior del presidente Lula da Silva, explicó que el bloqueo se debió a que se “rompió la confianza” entre los países debido a la falta de un escrutinio transparente en las elecciones del 28 de julio. En respuesta, el régimen de Maduro expresó su “más firme rechazo a las recurrentes declaraciones injerencistas y groseras de voceros autorizados por el gobierno brasileño”.
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Ese choque entre dos mandatarios a los que Petro ve ideológicamente cercanos a sus preceptos progresistas, como ahora se denomina a la izquierda, se dio al tiempo que los diálogos entre Brasilia y Bogotá en otros asuntos se enfriaron. Aunque la biodiversidad es un tema prioritario para Lula da Silva, se ausentó de la COP de Cali, según él, debido a un accidente que le dejó una herida en la cabeza. Por ese mismo motivo faltó, precisamente, al encuentro de los BRICS en Rusia.
La ausencia de Brasil en la cumbre fue lamentada por el canciller Murillo, la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, y el propio Petro. “Se han reunido los pueblos y los gobernantes no fueron. Ni siquiera Lula me acompañó, pero bueno”, dijo el primer mandatario colombiano. Por su parte, el presidente de Brasil ha compartido videos de sus actividades recientes, incluyendo una ceremonia con nuevas industrias en Brasilia y reuniones con ministros en el Palacio de la Alvorada. Desde allí, su equipo comunicó que la recomendación médica fue evitar viajar. En todo caso, aunque había expectativa por la presencia de más mandatarios, a la capital del Valle llegaron los jefes de Estado de Armenia, Guinea-Bisáu, Ecuador, Surinam y el presidente del Consejo de Transición de Haití, además de 110 ministros.
Hace un mes, cuando estaban en Nueva York para la Asamblea General de Naciones Unidas, se canceló una cita entre Petro y Lula debido a retrasos en la agenda del colombiano. De ese encuentro se esperaba un comunicado conjunto sobre la situación en Venezuela, pero nunca se reprogramó la cita. De hecho, la reunión tampoco se concretó en México unos días después, cuando Sheinbaum asumió la presidencia de ese país.
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En México, esos últimos días de septiembre, Petro se vio con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y varios otros líderes progresistas del continente. El presidente saliente ya había empezado a desmarcarse de la narrativa mediadora que tuvo en un primer momento con Colombia y Brasil, por lo que había expectativa de lo que sucedería después del primero de octubre, cuando se diera el relevo presidencial.
Finalmente, Sheinbaum, que fue elegida 56 días antes de las elecciones en Venezuela, decidió que lo más prudente sería optar por una postura más neutra frente a la crisis política venezolana. Petro, después de reunirse con ella el día de su posesión, anunció que este país se mantendrá al margen de las conversaciones que adelanta Colombia y Brasil sobre Venezuela.. Sin embargo, la mandataria mexicana continúa con disposición de seguir articulando agendas estratégicas para la región en el marco del G3 (tratado de libre comercio entre Colombia, México y Venezuela).
México enfrenta, además, unas elecciones que tendrán mayor impacto en su futuro: los comicios presidenciales en Estados Unidos del próximo 5 de noviembre. Quien llegue a la Casa Blanca definirá una agenda que afectará de forma directa a la administración de Sheinbaum, especialmente en temas clave como la migración, la economía y la seguridad.
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Mientras el canciller Gil afirma que “ninguna institución colombiana tiene el derecho y mucho menos la autoridad moral para hablar de Venezuela”, y las relaciones de México y Brasil con el país vecino se siguen enfriando, Petro tendrá una nueva oportunidad de reunirse con su homólogo brasileño en noviembre, durante la cumbre del G20 en Río de Janeiro. Este encuentro podría ser clave para que el mandatario colombiano evalúe si finalmente quedará del todo solo en su postura frente al régimen de Maduro.
Y lo que suceda no es menor, porque si Colombia no reconoce los resultados, como dijo este miércoles el canciller Murillo, implícitamente no le daría su visto bueno a la polémica reelección de Maduro. No obstante, lo que sí tiene claro la Casa de Nariño es que no quiere regresar a un escenario de rotura de relaciones con Caracas, lo que deja la dura decisión de cómo se abordarán los diálogos binacionales después del 1 de enero próximo, cuando Maduro tome otra vez posesión de Miraflores.
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