Los expresidentes vivos quieren recuperar espacio en lo que resta del gobierno Petro
Álvaro Uribe, César Gaviria, Juan Manuel Santos, Iván Duque, Andrés Pastrana y Ernesto Samper recobraron protagonismo político. Quieren incidir en el relevo del poder previsto para el 2026.
Los expresidentes vivos en Colombia están todos, sin excepción, buscando su propio espacio en el escenario electoral que se está gestando y que tuvo su punto de inflexión con la decisión explícita de la Casa de Nariño y su actual inquilino, el mandatario Gustavo Petro, de anticipar el debate por la transición en el poder que se debe dar con los comicios del 2026.
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Los expresidentes vivos en Colombia están todos, sin excepción, buscando su propio espacio en el escenario electoral que se está gestando y que tuvo su punto de inflexión con la decisión explícita de la Casa de Nariño y su actual inquilino, el mandatario Gustavo Petro, de anticipar el debate por la transición en el poder que se debe dar con los comicios del 2026.
Y aunque los exjefes de Estado tradicionalmente han estado involucrados en el quehacer político de los partidos en que militaron o que ayudaron a formar, e incluso han jugado un papel de consejeros si tienen afinidad con la administración de turno, este cierre de año es atípico frente a su papel. La polarización creciente, promovida por igual desde el petrismo y la oposición, los tiene con rol protagónico.
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Tal vez el ejemplo más claro lo representan César Gaviria (1990-1994) y Álvaro Uribe (2002-2010), pues los dos comandan un partido, han marcado una oposición férrea al grueso de la agenda de Petro y tienen sus baterías enfiladas en establecer caminos que eviten –entre otras cosas– que la izquierda se mantenga otros cuatro años en la Casa de Nariño.
Gaviria, por ejemplo, lideró entre el 31 de octubre y el 1° de noviembre pasados la convención del Partido Liberal y –tras un polémico proceso de votación– terminó reelegido como jefe único del Partido Liberal. Eso le da el poder para decir con quiénes hacer alianzas para buscar una ficha viable para competir por la Casa de Nariño, definir avales de listas al Congreso y, de paso, tirar línea sobre cómo enfrentar lo que resta de la administración Petro.
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De hecho, por cuenta de esa convención en la que congresistas como el senador Alejandro Chacón y el representante Juan Carlos Losada denunciaron supuestas irregularidades, el Consejo Nacional Electoral (CNE) abrió hace una semana un expediente administrativo y le pidió a la colectividad varias pruebas para determinar si las actas de votación y reelección de Gaviria, al igual que otras decisiones, tienen o no validez jurídica.
El exmandatario, además, ha sido crítico con iniciativas como la reforma a la salud de Petro y en las últimas semanas vienen impulsando una narrativa en torno a los presuntos riesgos que el actual presidente está abriendo sobre la independencia de los poderes públicos y de la misma democracia. Incluso, en una reciente entrevista con El Espectador, ratificó estos dardos.
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“Desde el primer día le dije al presidente Petro que no lo podía acompañar en muchas de las cosas que estaba proponiendo. No me pareció y me sigue sin parecer acabar con el sistema de salud, las pensiones, la inversión, arriesgar la política energética, no generar políticas para erradicar la pobreza. Tenemos muchos temas en desacuerdo con el Gobierno del presidente Petro”, precisó Gaviria.
Además, añadió que en este 2025 la bancada legislativa, que ahora mismo cuenta con 13 senadores (perdió una curul por la condena al corrupto y ya fallecido Mario Castaño) y 32 representantes a la Cámara, tomará una decisión de si se mantiene en la independencia o si da el paso oficial a la oposición. “La convención dio un mensaje en ese sentido”, reiteró Gaviria en su diálogo con este diario.
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Y Uribe, por su parte y quien al menos dos veces se ha reunido con Petro intentando buscar tender puentes, asumió la jefatura de debate de los cinco precandidatos presidenciales que tiene el Centro Democrático: Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Paola Holguín, Miguel Uribe y Andrés Guerra.
A todos los ha comenzado a entrevistar a través de sus redes y los ha venido acompañando en ciertos escenarios públicos más allá de los talleres que realiza junto a ellos en varias ciudades. Lo que quiere el exmandatario es que ganen recordación y que sus nombres no pasen desapercibidos en los debates nacionales; eso sí, un impulso inicial lo tienen en su calidad de congresistas.
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Pero Uribe mismo también ha endurecido su tono contra Petro, quien –a su turno– otra vez lo está usando en sus discursos para hablar de un supuesto interés de frenar a su administración y presuntamente crear bloques legislativos y judiciales que afecten las políticas públicas que quiere impulsar. De hecho, uribismo y petrismo son dos adjetivos que vienen marcando el debate entre derecha e izquierda, respectivamente, en los últimos años y ahora mismo se está reeditando.
El expresidente habla de “política petro-santista” para equiparar al jefe de Estado con el exmandatario Juan Manuel Santos (2010-2018) y, de paso, marcar una distancia de todo lo que representa el actual inquilino de la Casa de Nariño. Esto mismo, por supuesto, lo hacen por instrucción suya los militantes del Centro Democrático bajo el halo del supuesto riesgo que genera, desde su óptica, “el comunismo”.
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Y aquí es cuando encaja el otro exmandatario, Santos, quien a su vez es nobel de Paz y ha intentado mantener distancia pública de las movidas políticas y electorales de este cierre de año. Uribe lo percibe como un enemigo político que lo usó para llegar al poder en 2010 y luego, con la bandera de una negociación con las extintas FARC, lo traicionó. Por eso, en medio de la nueva pugna que se calentó con Petro, el exmandatario y líder del Centro Democrático lo quiere hacer ver como cercano al actual jefe de Estado.
Ahora bien, en cierta medida lo es, no solo por su coincidencia ideológica en asuntos como las salidas negociadas a los conflictos, pese a que difieren en las formas, sino también porque varios de sus exministros están en el gabinete actual. Entre ellos, el canciller Luis Gilberto Murillo y el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, dos de los que están próximos a salir por sus aspiraciones electorales para el 2026.
Santos, en todo caso, tiene diálogos constantes con sectores que apoyaron sus dos administraciones y, de hecho, hace una semana acudió a un encuentro social cargado de política, pues contó con la asistencia del ministro Cristo, el procurador electo, Gregorio Eljach, y, entre otros, el senador Ariel Ávila (Alianza Verde). Esa noche, según le contaron a este diario algunos de los asistentes, habló de la necesidad de bajarle a la polarización a través de liderazgos que esquiven las formas punzantes de hacer campaña; lo que no es aún claro es para quién iba ese guiño.
Los otros en juego
A los tres expresidentes anteriores los viene uniendo, pese a sus diferencias, la distancia que están tomando de Petro; todos, a su manera, han endurecido sus discursos hacia el actual jefe de Estado. En este grupo de exmandatarios críticos también encaja quien le entregó democráticamente el poder al actual jefe de Estado.
Se trata del expresidente Iván Duque, quien aún milita en el Centro Democrático de Uribe –pese a las diferencias que han tenido y que no son menores–, aunque se mantiene alejado de las decisiones partidistas. Eso sí, con quienes acompañaron su administración, tanto en el Ejecutivo como en el Congreso, está lanzando duros dardos contra Petro, que ya lleva más de dos años en el Gobierno y aún lo responsabiliza en parte por varios de los aspectos que la oposición actual le critica.
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El otro exmandatario contrario a la actual administración es Andrés Pastrana (1998-2002), quien viene del Partido Conservador. Si bien perdió la personería jurídica del movimiento que formó, Nueva Fuerza Democrática, se mantiene activo en redes y foros internacionales cuestionando lo que hace el actual jefe de Estado. Sus más recientes pullas son por todo lo que ha pasado con la Venezuela de Nicolás Maduro y la viabilidad de que Petro acuda el próximo 10 de enero a su posesión.
Fuentes del Partido Conservador le confirmaron a este diario que ha intentado acercarse a algunos legisladores de la colectividad (tiene 14 senadores y 25 representantes) intentando recuperar su influencia. Y aunque aún no tiene éxito, sí trascendió que esto no ha caído bien en el círculo de los senadores Efraín Cepeda y Nadia Blel, presidentes del Congreso y de la organización azul, respectivamente, porque se leyó como una búsqueda encaminada a resquebrajar su liderazgo.
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Y el círculo lo cierra el expresidente Ernesto Samper (1994-1998), cuyo origen está en el Partido Liberal y es tal vez el único de los exmandatarios que tiene afinidad y defiende a Petro. Aunque ya no posee incidencia en la colectividad roja, sí está metido de lleno en los diálogos que hay entre la izquierda intentando buscar un partido único que le permita agruparse para 2026.
Si bien está cerca del proyecto denominado Unitarios, que iría por aparte del Pacto Histórico, y su hijo Miguel Samper buscaría llegar al Congreso en dos años con la chapa de Poder Popular –fuerza política a la que le dieron personería jurídica en torno al exmandatario–, es un líder de izquierda que le pide al progresismo mantener el apoyo a Petro.
Todos –Uribe, Gaviria, Santos, Duque, Pastrana y Samper– están buscando cómo incidir en la política electoral actual y, como el presidente Petro sabe que sus rostros son un vehículo clave para potenciar su idea de renovación, pues en su calidad de jefe de Estado quiere reelegir al progresismo en el poder. La pugnacidad también aumentará en el frente de los exmandatarios.
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