Gustavo Petro apostó por cuatro frentes de diálogo para rescatar su acuerdo nacional
Cacaos empresariales, el expresidente Uribe, el ala independiente del Congreso y actores de paz están en ese ramillete. El foco está en el 2024.
Daniel Valero
Cuando los 10 cacaos del poder económico colombiano terminaron sus más de dos horas de reunión privada con el presidente Gustavo Petro esta semana en Cartagena, coincidieron en que su anfitrión en la Casa de Huéspedes Ilustres los escuchó, estuvo abierto al diálogo y se mostró presto a recibir los comentarios que le llevaron. Eso fue el martes de esta semana. Y al día siguiente, tras más de 200 minutos de un tinto también privado que se volvió cena, el exmandatario Álvaro Uribe salió del Palacio de Nariño, en Bogotá, con la misma percepción de los líderes empresariales en torno a la disposición del Jefe de Estado a entablar diálogos directos y francos.
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Cuando los 10 cacaos del poder económico colombiano terminaron sus más de dos horas de reunión privada con el presidente Gustavo Petro esta semana en Cartagena, coincidieron en que su anfitrión en la Casa de Huéspedes Ilustres los escuchó, estuvo abierto al diálogo y se mostró presto a recibir los comentarios que le llevaron. Eso fue el martes de esta semana. Y al día siguiente, tras más de 200 minutos de un tinto también privado que se volvió cena, el exmandatario Álvaro Uribe salió del Palacio de Nariño, en Bogotá, con la misma percepción de los líderes empresariales en torno a la disposición del Jefe de Estado a entablar diálogos directos y francos.
Esas dos citas, trabajadas con sigilo por miembros de la administración de Petro para evitar ruidos que terminaran entorpeciéndolas, no llegaron a acuerdos concretos; de hecho, la de los empresarios derivará en futuras mesas de trabajo para analizar ejes de ejecución en regiones como La Guajira y la Orinoquía. Y la otra no destrabó el segundo debate de la polémica reforma a la salud. Incluso, esta última cita, derivó en un distanciamiento tácito entre los ministros del ramo, Guillermo Alfonso Jaramillo, y del Interior, Luis Fernando Velasco.
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El Espectador estableció que la declaración que dio Jaramillo sobre la burocracia que tiene asignada la Alianza Verde como partido de Gobierno –movida que ejecutó para intentar presionar a sus militantes para que apoyen la cirugía al sistema de salud– no cayó nada bien en el despacho de Velasco. Desde ese despacho venían sosteniendo diálogos directos con congresistas de las alas petristas e independientes que tienen asiento en el Congreso con el fin de buscar respaldo legislativo, pero ese dardo golpeó todo.
¿El resultado? El jueves, en el sexto intento por dar la discusión del segundo debate de la reforma en la Cámara tras las elecciones del 29 de octubre, se registró un aplazamiento más por falta de quórum. Fueron, precisamente, al menos nueve de los 15 representantes de esa colectividad los que promovieron la salida de legisladores verdes del Salón Elíptico. Para la Casa de Nariño es claro que –si tienen dos embajadas, el Icetex, el Sena, el Departamento Administrativo de la Presidencia, la Consejería de Regiones y parte del Fondo Paz– deberían votar en favor del Gobierno.
“Un partido de Gobierno, cogobierna. Punto. Un partido de oposición hace oposición”, fustigó Petro. Este mensaje confirmó que el Jefe de Estado se puso del lado de Jaramillo y dejó solo a Velasco, quien durante toda la semana evitó a los medios y en la cita de Palacio con Uribe se limitó a intervenciones concretas. Además, el primero es del ala ideológica del gabinete, es del petrismo puro y eso lo pone más cerca del guiño presidencial; el segundo es de extracción liberal y no ha podido evitar que el expresidente César Gaviria interfiera en el debate de las reformas.
Ese colofón de situaciones se registró esta semana con un único fin: intentar sentar las bases de un acuerdo nacional que lleva meses en las intervenciones públicas del presidente y su gente, pero que no ha cuajado en ningún frente. La razón para seguirlo intentando, más allá de si aún no hay resultados, es que el 2024 se espera que sea menos controversial para la primera administración de izquierda que tiene el país.
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“El 2024 tiene que ser el año de la ejecución, de la concertación y de los acuerdos”, aseguró una fuente del círculo más íntimo de Petro y que ha venido ayudando a tender esos puentes con los poderes económicos y políticos.
El tema se ha trabajado, incluso, en al menos tres de los consejos de ministros que Petro lidera todos los lunes. Y de ahí han salido decisiones como buscar con los cacaos la ejecución de cinco ejes para un trabajo mancomunado con los más ricos del país: educación y su papel en la productividad; inclusión territorial; desarrollo productivo de la tierra; impulso a la economía popular; e inclusión en el sistema financiero.
Petro, en una declaración de tres minutos y 16 segundos, dijo que sus interlocutores del momento sí le habían copiado: Luisa Pacheco, Luis Carlos Sarmiento Angulo, Carlos Julio Ardila, Alejandro Santo Domingo, Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, Harold Éder, Carlos Alejandro Pérez, César Caicedo, Carlos Eduardo Pacheco y Carlos Enrique Cavelier. “Con ellos hemos intentado construir las bases de lo que podría ser un gran acuerdo nacional”, precisó el mandatario.
Y si bien con Uribe y el sector político tradicional –que incluye a otros actores de oposición como Cambio Radical– el diálogo se mantiene, de ahí no han salido más que promesas mutuas de nuevos encuentros, pero no acuerdos. “El Gobierno está abierto a seguir tomando café con nosotros, pero cada uno con sus tesis”, advirtió el senador Carlos Manuel Meisel, vocero del Centro Democrático.
Pero, en contraste, los acercamientos con otros partidos, como el Conservador y La U –declarados en independencia– parecen más fructíferos. Desde ambas colectividades reconocieron que sí hay conversaciones en torno a posible representatividad de sus alfiles en el Estado y que para eso serían claves entidades como el recién creado, vía decreto presidencial, Instituto Nacional de Vías Regionales (Invir); la capacidad de puestos a llenar es el atractivo principal para esos sectores.
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De forma transversal a este reajuste del ajedrez político, también se dio esta semana un movimiento en torno a una de las principales apuestas de Petro: la hasta ahora maltrecha paz total. En efecto, en un escueto trino confirmó que Danilo Rueda dejaba de estar al frente de esa política y, en su lugar, ponía a Otty Patiño, quien vienen liderando la mesa de diálogo con el ELN que, sin acuerdos concretos, ya completa su primer año en la actual administración.
Rueda no solo había perdido apoyo de partidos afines a la Casa de Nariño, sino –incluso– apoyo entre los delegados de algunas de las narcobandas con las que se había sentado a lo largo de estos más de 12 meses de gestión. Y, según supo este diario, informes confidenciales que llegaron al despacho de Petro mostrando más de 300 hechos de violaciones al pacto de cese al fuego con algunas de esas organizaciones criminales terminaron por dejarlo sin oxígeno.
Por eso, pese a los dardos que el expresidente y nobel de Paz, Juan Manuel Santos, le lanzó esta semana por el descuido a la implementación del acuerdo con las extintas FARC, que cumplió 7 años de firmado, hay puentes tendidos con él para recibir comentarios sobre cómo destrabar la búsqueda de la paz. Incluso, el propio exmandatario se ha sentado con algunos delegados directos de Petro, como su jefe de Gabinete, Carlos Ramón González, para abordar ese tema.
(Comenzó reunión a puerta cerrada entre Petro y Uribe por reforma a la salud)
En una mirada panorámica de los últimos siete días de la agenda de la Casa de Nariño, se confirma que hay al menos cuatro frentes de diálogo al más alto nivel que quiere mantener abiertos el presidente Petro: cacaos empresariales, la oposición de Uribe, los partidos declarados en independencia y con los conocedores de cómo hacer la paz. Es con ellos con quienes se quieren sentar las bases del llamado acuerdo nacional.
La expectativa está en qué tanto cederá el Jefe de Estado para que sus palabras se vuelvan acciones y sus interlocutores vean un mandatario realmente abierto al consenso, y no el hombre combativo que hace 15 meses llegó con 11,2 millones de votos al poder y que, pese a ya estar gobernando, mantiene su tono controversial. Esta semana habrá más luces.
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