“Están en juego la democracia y el futuro del país”: Iglesia pide cita Petro-Barbosa
Monseñor Luis José Rueda Aparicio, presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Bogotá, ofreció a su congregación religiosa para interceder en la dura confrontación que hay entre el Jefe de Estado y el Fiscal General. Dijo que, si tienen voluntad, desde esta organización católica se abriría el espacio para un café. También se declaró optimista con la apuesta de la paz total del Gobierno.
Daniel Valero
Monseñor, ¿qué lectura tiene del momento de tensión institucional por el que atraviesa el país?
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Monseñor, ¿qué lectura tiene del momento de tensión institucional por el que atraviesa el país?
Este momento en Colombia, políticamente hablando, es un momento delicado y debemos tomarlo muy en serio. Este es un momento para que nosotros tengamos la capacidad del discernimiento y es un momento también para que tengamos la valentía del reencuentro, porque están en juego la democracia y el futuro del país”.
¿Por qué “están en juego la democracia y el futuro del país”?
Yo creo que el país ha tenido momentos difíciles, pero cuando están en juego no solamente las personas, sino las instituciones, debemos estar muy atentos y todos los ciudadanos estar dispuestos a que las instituciones, que hacen parte del Estado y que son las garantes de la democracia, estén siempre en su independencia, porque eso caracteriza también el equilibrio democrático. Pero también se requiere cooperación mutua y yo creo que eso se está perdiendo. Es un llamado, entonces, a que los distintos actores del Estado y de los poderes que hacen parte de la democracia estén en función del país. La iglesia siempre ha estado en momentos difíciles de la nación, acompañando, incluso, en las regiones con grupos armados, con grupos violentos, en distintas situaciones, y hemos hecho un camino de conciliación, de reconciliación, de paz.
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¿Su llamado es a que se dé un diálogo directo e institucional?
Pues como Conferencia Episcopal y como iglesia colombiana, ofrecemos primero nuestra oración, porque creemos en la presencia del Dios con nosotros en la historia de nuestro pueblo; y, segundo, ofrecemos la mediación si los actores del Estado están dispuestos a aceptarla, para que podamos propiciar una mesa de encuentro, una mesa de diálogo, de tal manera que no sea una pugna a la distancia a través de las redes sociales, sino un esfuerzo valiente y creativo por el diálogo.
¿Se ofrecen como mediadores para una cita directa entre Petro y Barbosa?
Si el señor presidente de la República y el señor fiscal general de la Nación están de acuerdo, nosotros estaríamos dispuestos a propiciar el escenario, a acompañarlos en el diálogo, a ser facilitadores de este encuentro, sabiendo que ellos son los protagonistas.
¿Espera tener un diálogo directo con ellos para facilitar ese encuentro?
Sí, porque la Iglesia ha estado acompañando todos los procesos de diálogo. Es más, estamos acompañando la mesa con el ELN y ahí estamos por una motivación humanitaria, porque nosotros todos los sacerdotes estamos con los obispos en las distintas regiones del país acompañando a nuestros ciudadanos, a los campesinos, a los indígenas, a los afros. Y por eso, por motivación humanitaria, estamos en este trabajo y por la convicción de que la solución a los conflictos se logra cuando somos capaces de dialogar.
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A propósito de los diálogos de paz, ¿tiene alguna agenda para los encuentros con el Consejo de Seguridad de la ONU?
Estamos dispuestos y sí vamos a dialogar con ellos, y monseñor Héctor Fabio Henao, nuestro delegado, estará pendiente de este encuentro con el Consejo de Seguridad en Colombia. Nosotros, los obispos, estaremos en asamblea, pero él como nuestro delegado, monseñor Henao, estará pendiente de este encuentro.
¿Este año, monseñor, habrá resultados concretos en este frente de la paz total?
Yo parto del realismo esperanzado. Creo que hay dificultades, hay unos signos que dificultan, pero se está trabajando en varios frentes en las mesas de diálogo, como en la del ELN que, espero, sí dará resultados para el bien de todos los colombianos. Ya se acordó un cese al fuego y se están analizando las características que debe tener para poder hacer monitoreo en la región. Pero también está la posibilidad de que el secuestro sea excluido totalmente de las prácticas del ELN. Además, se debe acabar con la vinculación de niños, de menores de edad, en las filas del ELN; que eso desaparezca también como una práctica de este grupo guerrillero.
¿Le ve interés al ELN en dar esos pasos?
Pues también trabajamos en todo lo que tiene que ver con acompañar al ELN a encontrar su unidad, para que puedan trabajar en bloque en todo el país, no fracturados, sino unidos en la búsqueda de la paz en todas las regiones. Soy optimista, tengo mucha esperanza y, como Iglesia, estamos dispuestos a aportarlo todo por amor a Dios y por amor a Colombia.
¿Ve al ELN dividido?
Pues ha habido signos. Todos sabemos que ha habido signos de pequeñas manifestaciones de división, sobre todo en el sur de Colombia, en Nariño, y es importante que el grupo completo, el ELN como bloque nacional, sea capaz de presentarse para que sea más efectivo el diálogo que el Gobierno está propiciando.
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Monseñor, ¿qué se espera de la asamblea en la que está la Conferencia Episcopal?
Nosotros, los obispos, desde el punto de vista de la Iglesia estamos muy contentos. De todas las regiones del país nos reunimos dos veces al año, primero en febrero y luego en julio. Son dos momentos para estar todos los obispos reunidos mirando los escenarios social, político, económico, paz, narcotráfico y el desarrollo integral de todas las regiones. Eso nos permite a nosotros, que estamos en los distintos escenarios del país, compartir una visión unificada y determinar en qué podemos aportar. Buscamos nuestra visión y lectura de la realidad del momento de nuestro país. Otro momento clave es en comunión con el papa Francisco y con toda la propuesta sinodal, que es hacer de nuestra evangelización en todos los territorios también un servicio en el que nos encontremos hacia un camino de fraternidad. Buscamos compartir la comunión misionera.
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