El giro de Petro frente a la Venezuela de Maduro dejó en guardia a la Casa de Nariño

Lo que se convirtió en la primera reacción directa y crítica del presidente Gustavo Petro a las acciones del régimen de Nicolás Maduro para frenar las aspiraciones de la oposición en Venezuela, y aunque la hizo en un tono relativamente suave, marcó un giro en la estrategia que la Casa de Nariño ha tenido con una nación con la que restableció relaciones y al que le debe una parte no menor de que el ELN –con todos los bemoles del caso– esté sentado en una mesa de diálogo.

Lo que se convirtió en la primera reacción directa y crítica del presidente Gustavo Petro a las acciones del régimen de Nicolás Maduro para frenar las aspiraciones de la oposición en Venezuela, y aunque la hizo en un tono relativamente suave, marcó un giro en la estrategia que la Casa de Nariño ha tenido con una nación con la que restableció relaciones y al que le debe una parte no menor de que el ELN –con todos los bemoles del caso– esté sentado en una mesa de diálogo.

Si bien Petro no tiene entre sus cartas anular el diálogo con el cuestionado inquilino del Palacio de Miraflores, las últimas acciones de Maduro en torno a los impedimentos para que María Corina Machado y otros opositores del régimen estén en la balota electoral de las presidenciales del 28 de julio próximo sí lo empujaron a ponerle decibeles públicos a sus posturas sobre la crisis del país vecino.

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La decisión se venía analizando con mucho sigilo entre el jefe de Estado, su canciller (e) Luis Gilberto Murillo y otra parte de su círculo íntimo, ya que se sabe del estilo reaccionario de Maduro y su séquito y de la forma en que la confrontación internacional la usa en su agenda interna, en la que –de acuerdo con reportes desde territorio venezolano– es cada vez más polémica. Eso sí, en esos análisis de fondo que se han potenciado con especial atención en las últimas dos semanas, los diálogos entre Bogotá y Caracas en otros niveles no han parado.

De acuerdo con fuentes del Gobierno que conocen de cerca los pormenores que han derivado en esta nueva estrategia discursiva de la Casa de Nariño con el Palacio de Miraflores, un punto que se tuvo en cuenta para determinar de qué forma se debía actuar es la manera en que desde Venezuela se rechazó la “preocupación” que expresó la Cancillería de Murillo cuando se dieron los primeros reportes sobre las trabas a Machado y su equipo para inscribir candidatos.

En aquel momento, desde distintas instancias del chavismo, se calificó de intromisión la postura colombiana, pese a que la relación gobierno a gobierno se ha fortalecido desde el 7 de agosto de 2022, cuando Petro llegó al poder y restableció todo contacto con Maduro. Pero, contrario a este episodio, ahora que el mandatario dijo en la noche de este primero de abril que hay un “golpe antidemocrático”, al menos hasta la publicación de este artículo, no se habían dado reacciones desde la autodenominada nación bolivariana.

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“El derecho a elegir no es solo individual. Es de la sociedad y hoy esta discusión, que se evidencia muy bien en los hechos de Venezuela con la señora María Corina y otros previamente; se les inhabilitó para participar de campañas electorales por autoridades administrativas”, precisó Petro, quien agregó que “a Leopoldo López lo inhabilitaron en Venezuela. Exactamente lo mismo que me querían inhabilitar a mí aquí”.

Eso sí, y es parte de la estrategia –aunque también es un componente clave de las luchas que Petro ha dado en las últimas décadas–, matizó sus palabras recordando que las inhabilidades administrativas usadas para cercenar derechos políticos se han registrado no solo en Venezuela.

“Pasa lo mismo aquí como una especie de doble moral; atacamos lo que hacen allá porque indudablemente es un golpe antidemocrático, pero ocultamos que aquí se hace lo mismo, que el derecho político fundamental en Colombia también está vulnerado y no solo para individuos, sino para la sociedad misma. Aunque en Venezuela, últimamente, taparon las circunstancias con un fallo judicial”, enfatizó Petro.

Y advirtió: “Si nosotros queremos y debemos criticar los hechos anticonvencionales que suceden en un país como Venezuela, habría que agregarle Perú, habría que agregarle Paraguay, habría que agregarle Honduras, habría que agregarle Guatemala en los últimos años. También tendríamos que agregar Colombia”.

Ahora bien, Washington no ha sido ajeno a este proceso. Aunque la Casa Blanca no tiene una relación directa con Venezuela, sí es un hecho que la administración demócrata de Joe Biden ha reducido las sanciones y avaló el llamado Acuerdo de Barbados, que se tiene que revisar el 18 de abril próximo y ya tiene desde enero pasado un reinicio de cierta parte del bloqueo.

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John Kirby, portavoz de la Casa Blanca, dijo en su momento que “el régimen de Maduro se comprometió el pasado otoño a permitir unas elecciones libres y justas y a facilitar la participación de los partidos de la oposición; tiene hasta la primavera para cumplir con este compromiso”. Fue la notificación de Estados Unidos en torno a que, pese a todo lo que ha cedido –hasta sacó de la cárcel al polémico Álex Saab y le retiró los cargos federales en Florida–, sigue de cerca lo que suceda electoralmente.

Esa presión suavizada, sumado a la “preocupación” que también expresó la administración de Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva –y que ya tenía voces más fuertes como la del izquierdista chileno Gabriel Boric–, llevaron a que Colombia diera el giro que este lunes comandó Petro con sus declaraciones.

“No quieren pelear con Maduro, pero, como alguien me dijo, tampoco se quieren retratar con él. Maduro es incómodo para la izquierda latinoamericana, incluyendo México y, por supuesto, Chile, que ha sido mucho más confrontacional con el gobierno de Maduro”, le dijo recientemente a este diario Margarita López Maya, historiadora, profesora jubilada titular de la Universidad Central de Venezuela y presidenta de la Latin American Studies Association.

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Parte de ese “no quieren pelear con Maduro” explicaría otra declaración previa de Petro cuando le dijo a su homólogo venezolano que el fallecido Hugo Chávez hizo “magia” al supuestamente fortalecer la democracia, algo en lo que existe un consenso generalizado en que no fue así.

Pero este giro, cocinado con pinzas con especial énfasis en las últimas dos semanas, ahora tiene otro colofón. Se trata de la reciente investigación de Noticias Caracol, según la cual el régimen de Maduro desplegó a su contrainteligencia en Colombia y Chile para capturar, secuestrar y asesinar a opositores, lo que constituye una violación a la soberanía de estos países. Petro, hasta el momento, ha guardado silencio.

“Seguimos esperando el pronunciamiento”, aseguró el senador de Cambio Radical David Luna. En línea con este legislador se han expresado otras voces, que también coincidieron en recordar que si el jefe de Estado terminó arreglando su desencuentro con el argentino Javier Milei, quien lo ha calificado de “terrorista”, es muy poco probable que la relación con Caracas cambie o se deteriore.

En todo caso, mientras el proceso electoral venezolano se decanta y en Colombia se analiza de qué forma tomará Caracas el cambio de tono de Petro, las relaciones binacionales –según Carlos Martínez, embajador de Venezuela en Bogotá– dejaron 700 millones de dólares de intercambio comercial con corte al año pasado y una proyección, de acuerdo con lo él mismo dijo, de incrementarlo hasta los 1.000 millones de dólares.

Por lo pronto, tanto la Casa de Nariño como el Palacio de San Carlos están en guardia para saber qué paso tomar sobre Venezuela y la negativa del régimen a permitir un proceso electoral transparente.

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