Se ahondaron las grietas del Gobierno por pelea para ser la mano derecha de Petro
El sector más radical del Pacto Histórico intensificó sus cuestionamientos contra la directora del Dapre y empezó a mover una baraja de candidatos para su posible reemplazo. Será el presidente Petro quien decida si la mejor fórmula para el 2026 es rodearse de los más fieles a su proyecto o mantener la puerta abierta a los moderados.
David Efrén Ortega
El viaje del presidente Gustavo Petro a Brasil, para la cumbre del G20, tenía un ingrediente adicional a las reuniones con importantes líderes globales y a la agenda que el mandatario intentó impulsar en ese escenario. Varios en el Congreso y en la Casa de Nariño esperaban que Petro, a su regreso, le diera un timonazo a la administración con ajustes en los cargos de varios de sus funcionarios de primera línea, entre quienes está Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) y quien durante casi dos años ha sido la única con acceso total a la agenda y despacho del jefe de Estado.
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El viaje del presidente Gustavo Petro a Brasil, para la cumbre del G20, tenía un ingrediente adicional a las reuniones con importantes líderes globales y a la agenda que el mandatario intentó impulsar en ese escenario. Varios en el Congreso y en la Casa de Nariño esperaban que Petro, a su regreso, le diera un timonazo a la administración con ajustes en los cargos de varios de sus funcionarios de primera línea, entre quienes está Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) y quien durante casi dos años ha sido la única con acceso total a la agenda y despacho del jefe de Estado.
El paso por el país vecino, precisamente, era para muchos un termómetro para medir el estado de la relación entre Petro y Sarabia, que según voces de diferentes sectores se habría deteriorado desde hace varios meses, lo que suscitaría la salida de esta última en las próximas semanas. La directora, sin embargo, demostró que su rol en la Casa de Nariño no se ha alterado; en los trayectos de más de seis horas entre Bogotá y Río de Janeiro siempre se sentó junto a Petro y mantuvo extensas reuniones, asistió a todos los encuentros de alto nivel y coordinó cada detalle de la visita.
Ya en Bogotá, el miércoles, mientras toda la comitiva retornó a sus oficinas por separado, Petro y Sarabia se transportaron juntos, como suelen hacerlo, esta vez para ajustar los detalles de la visita oficial del emir de Catar, Tamim bin Hamad Al-Thani. De hecho, mientras buena parte del gabinete firmaba acuerdos de cooperación con los ministros del emirato, Sarabia acompañaba paso a paso el encuentro privado entre el presidente y el jeque.
“Ella siempre llega con él y se va cuando él se va, en el mismo carro, en el mismo helicóptero; está en todas las reuniones y nadie más maneja lo que maneja ella. Nada de eso ha cambiado”, le dijo a este diario una fuente de Palacio. Con este escenario, la versión de una aparente ruptura entre Petro y su mano derecha pierde fuerza, pero deja un interrogante con varias posibles respuestas: ¿qué papel tendrán Sarabia y otros moderados en los dos años que quedan de Gobierno o qué tanto juego le dará Petro al sector más fuerte del progresismo en su primer círculo de poder?
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¿Por qué se habla de fuego amigo en el gobierno Petro?
Con tantos rumores e incertidumbre en torno a los posibles movimientos, en el Pacto Histórico muchos ya están haciendo cuentas e incluso sugiriendo nombres para el reemplazo de Sarabia. En este contexto, ha retomado fuerza la puja entre los dos mencionados bandos del petrismo: los que se consideran de centro o moderados y los más fieles al proyecto del presidente, para algunos también conocidos como los “purasangre”.
Estos últimos incluso le han subido el volumen a sus críticas contra la funcionaria, a quien señalan de truncar la comunicación con el presidente. “El problema con ella es que siempre nos ha dificultado el acceso a Petro y de hecho ese es un lío con todo el Gobierno, porque también hay varios ministros que no nos atienden”, dijo un representante a la Cámara de la bancada oficialista.
Otro congresista de la coalición de Gobierno aseguró que el tema escaló a un punto tan complejo que tuvieron que organizarse entre ellos y nombrar como voceros ante Palacio a la senadora María José Pizarro y al representante David Racero para transmitir sus reclamos. “Ha mejorado un poco el tema porque el presidente habló con Laura”, agregó. Algunos, sin embargo, van más allá y reconocen que en el fondo también hay diferencias en los nombramientos y el poder que acumula Sarabia.
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Cabe anotar que la funcionaria, además de la agenda de Petro, maneja la seguridad del presidente, asiste a todos los consejos de ministros y económicos, tiene acceso a información de inteligencia y, este año, se posicionó como el puente con el empresariado en alianzas para inversión en las regiones. También ha estado al frente del “Pacto por el Crédito”, la fórmula con la cual el Gobierno llegó a un acuerdo con los bancos y desistió de implementar las inversiones forzosas.
“Muchos nos sentimos reventados de tanto apoyar este proceso y ella es la que toma las decisiones, mire lo que nos acaba de hacer con el Icetex”, dijo un congresista petrista refiriéndose al nombramiento del nuevo presidente de la entidad, Álvaro Urquijo, a quien señalan de ser un “santista” y “antipetrista” e incluso le desempolvaron varias publicaciones en redes sociales contra el Gobierno.
Funcionarios cercanos a Sarabia le dijeron a este diario que desde ese sector han salido las versiones de su pelea con el presidente y que son ellos quienes quieren desacreditarla y poner a sonar otros nombres. En este punto, dicen, hay que sumar a la ecuación a Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección (UNP) y cercano a Petro desde la militancia en el M-19.
En la Casa de Nariño lo ven como uno de los que le ha hecho la “guerra” a Sarabia en busca de su cargo. “Yo no dudo que el presidente le haya mencionado la posibilidad de llegar a la jefatura de gabinete, pero lo cierto es que parece que él está intentando acelerarlo junto a varios congresistas”, dijo una fuente. Rodríguez no contestó las preguntas de este medio al respecto.
En el Congreso, los más fieles al petrismo ven con buenos ojos un cambio de ese estilo. “A Augusto lo conocemos y nos genera confianza, además el presidente necesita alguien que lo acompañe y lo proteja”, dijo uno de los congresistas ya citado. En este punto vuelve a tomar protagonismo el proceso electoral, pues en el Pacto Histórico coinciden en que el presidente debe rodearse de quienes conocen y comparten sus propuestas para asegurar un legado y, por la misma vía, abonar el terreno hacia 2026.
Pero no solo el director de la UNP está en el sonajero para reemplazar a Sarabia, ya que en los pasillos del Legislativo y el Ejecutivo han sonado nombres como el del ministro de Educación, Daniel Rojas –además muy cercano a Rodríguez–; o el actual vicecanciller, Jorge Rojas, otro que ha acompañado a Petro durante buena parte de su carrera. Y, aunque ya no hace parte del Gobierno y está enredado por el escándalo de corrupción de la UNGRD, Carlos Ramón González, también ex M-19, mantiene su amistad con el presidente y opina sobre varios asuntos.
En este grupo también clasifica otro hombre que en el pasado fue compañero de armas de Petro, Jorge Lemus, quien, precisamente, sucedió a González como director nacional de Inteligencia, un cargo clave para Petro por su denuncia de la supuesta compra del software espía Pegasus en el gobierno de Iván Duque.
No es la primera vez que estos dos bandos entran en conflicto, pues ya en junio pasado la primera dama, Verónica Alcocer, habló de “fuego amigo” tras presentar una denuncia penal por supuestos intentos para desprestigiarla. Según dijo, existe “una estrategia sistemática de desinformación, atentatoria contra la dignidad humana, la honra y el buen nombre”. En esa oportunidad también resultaron involucrados nombres como el de Augusto Rodríguez y Laura Sarabia.
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¿Qué viene para Laura Sarabia en el gobierno Petro?
En cuanto al futuro de la directora del Dapre, cabe señalar que a todo se suma que también ha tenido roces con el sector moderado del gabinete, por ejemplo con el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. A pesar de que ambos coinciden en el estilo de ejecución, no han conectado del todo, pues incluso sus oficinas reconocieron una suerte de puja entre ambos por llevar la batuta del acuerdo nacional. Aún así, durante todo el año ha contado con el respaldo de Petro, quien incluso la defendió cuando su hermano, Andrés Sarabia, fue mencionado en un supuesto caso de contratación irregular.
Desde la Casa de Nariño advierten que, aunque no hay un choque entre el mandatario y la directora del Dapre, sí está sobre la mesa la posible salida de ella, pero junto a las de varios funcionarios más y por una razón puntual: la anticipada campaña presidencial del 2026. Entre enero y marzo próximos se espera una desbandada de ministros, embajadores y otros funcionarios con un innegable perfil político, quienes –por esa misma razón– renunciarán y buscarán acomodarse de cara a la lucha por las curules del Congreso y la silla que dejará Petro.
En la Presidencia algunos aseguran que Sarabia se mantendrá en el Gobierno, incluso en otro cargo en la Casa de Nariño, y otros piden no pasar por alto que durante su gestión ha estrechado lazos con el sector privado –el Grupo Aval y Grupo Empresarial Antioqueño, por ejemplo–, por lo que no se descarta un cambio a ese frente.
Otro de los rumores que más ha tomado fuerza es el de un enroque con el canciller Luis Gilberto Murillo, quien podría pasar a la jefatura de gabinete o simplemente dar el salto a la carrera por el 2026. Altos funcionarios de la Casa de Nariño y la Cancillería negaron avances en esa dirección, pero sí confirmaron que la renuncia de Murillo estuvo sobre la mesa de Petro, pero que la misma se aplazó por la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y la necesidad de aprovechar las buenas conexiones del canciller en ese país de cara a una incierta transición.
La propia Sarabia provocó más cotilleos al publicar, durante el viaje a Brasil, una foto junto a Murillo que algunos leyeron como un mensaje de relevo. Fuentes del Ejecutivo le dijeron a este diario que la foto sí tenía una intención detrás, pero más en el sentido de responder a los comentarios que, según dicen, no tienen asidero. Además, en el Palacio de San Carlos son insistentes en subrayar que el canciller no tiene ningún tipo de interés en tomar las riendas del Dapre.
Al final de cuentas, el petrismo reconoce que quiere una recta final del Gobierno protagonizada por sus bases, por lo que incluso movidas como la de impulsar a Augusto Rodríguez también van en la vía de garantizar que en 2026 no van a llegar fichas externas a pelear sus casillas en las listas al Congreso. Y es que, precisamente, este “fuego amigo” por la cabeza del Dapre parece ser un campanazo de las peleas internas que se generarán en los próximos meses. Petro es consciente de este problema y de ahí su interés de dejar afianzado, con reglas claras, un partido que reúna a todas las fuerzas del progresismo.
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Así mismo, el presidente ha insistido en la necesidad de mostrar ejecución, lo cual podría compaginar con las renuncias preelectorales, ya que estas le darán la oportunidad de mover sus fichas para así organizar un tablero en el que lleguen más “purasangres” a consolidar los programas de gobierno y, a su vez, salgan algunos que podrían darle fuerza a las listas petristas de los próximos comicios.
Tampoco habrá que perder de vista los escándalos judiciales, pues precisamente Laura Sarabia y Armando Benedetti, embajador ante la FAO, fueron citados a la Fiscalía por la investigación de las supuestas irregularidades en la campaña de 2022. Y, a propósito, cabe señalar que el embajador Benedetti está en Colombia alistando sus movidas electorales y anunció este sábado que dejará su cargo para asesora al Gobierno desde Bogotá, lo que también genera dudas sobre el futuro de varios funcionarios en Palacio.
El Dapre y el caso Laura Sarabia seguramente no será la única disputa que tendrá que afrontar el petrismo, pues después del muy probable remezón de gobierno vendrán luchas por puestos, recursos y en general por un nivel de protagonismo con el cual varios buscarán quedar en la mejor ubicación de cara al 2026. El presidente Petro, que esta semana intensificó el tono de su discurso político y lanzó dardos contra el expresidente Álvaro Uribe y la oposición, insistirá en la unidad de su gente, pero también en el relato de las movilizaciones y de un supuesto intento por “sacarlo de todos los palacios del poder”.
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