La pelea entre Petro y Uribe frenó negocio por 192 hectáreas de El Ubérrimo
La Agencia Nacional de Tierras dijo que el proceso tiene viabilidad técnica y jurídica. Si bien la mitad de esas tierras son baldías, se acordó un pago de $60 millones por hectárea. El efecto Mancuso impactó esta semana en el acuerdo.
Leonardo Botero Fernández
La expectativa era clara: repetir la escena que ya se había visto en junio de 2022 y luego en noviembre de 2023. Gustavo Petro y Álvaro Uribe, históricos contendores políticos, en una misma mesa dialogando sin la estridencia de la retórica de la plaza pública. Pero no sería en la Casa de Nariño, sino en la hacienda El Ubérrimo en Córdoba, tal vez uno de los lugares más emblemáticos para el exmandatario en particular y para el uribismo en general. Sin embargo, la posibilidad de esa foto entró en un limbo.
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La expectativa era clara: repetir la escena que ya se había visto en junio de 2022 y luego en noviembre de 2023. Gustavo Petro y Álvaro Uribe, históricos contendores políticos, en una misma mesa dialogando sin la estridencia de la retórica de la plaza pública. Pero no sería en la Casa de Nariño, sino en la hacienda El Ubérrimo en Córdoba, tal vez uno de los lugares más emblemáticos para el exmandatario en particular y para el uribismo en general. Sin embargo, la posibilidad de esa foto entró en un limbo.
La entrega a víctimas de la guerra de más de 8.430 hectáreas en Córdoba que pertenecieron a narcoparamilitares, en un acto liderado por el Gobierno, puso un clavo más a la negociación para la adquisición de parte de la propiedad de Uribe por parte del Estado.
Aunque es un tamaño sustancialmente menor –el proceso con el exmandatario se tasó por 192 hectáreas (la mitad son catalogadas como baldías)–, sí es igual o incluso más significativo que el acto de este viernes en Montería.
El acuerdo va mucho más allá de una mera transacción monetaria por unas tierras que Uribe dijo eran conocidas como Porvenir. Significaría un punto de quiebre en el crispado ambiente, toda vez que marcaría un encuentro de dos némesis de la política actual en un asunto como la tierra, que para muchos expertos es la génesis de los conflictos en Colombia. Sería un acto simbólico durante una presidencia atravesada por símbolos, como se evidenció desde el 7 de agosto de 2022 cuando Petro se rehusó a iniciar su acto de posesión si la espada de Bolívar no estaba en el escenario.
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Sin embargo, la posibilidad de sellar el negocio se aleja por los choques constantes que sostienen Petro y Uribe y que, tras el evento en Montería –donde el presidente intercambió sombreros con el exparamilitar Salvatore Mancuso–, tuvieron un nuevo hervor. Además, ambos políticos quieren en 2026 sus propias victorias: Petro busca reelegir al progresismo y Uribe intenta arrebatarle electoralmente el poder a la izquierda.
Pero, mientras esa confrontación se calienta con el paso de los días, la negociación sobre parte de El Ubérrimo se enfría. En efecto, este domingo se cumplen exactamente dos meses desde que Uribe anunció la entrega y venta de esas 192 hectáreas y, según confirmó El Espectador, el pago sería de a $60 millones por cada una, pese a que el avalúo comercial, de acuerdo con fuentes de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), es de alrededor $100 millones en esa región cordobesa que se conoce como San Carlos.
Eso sí, como la mitad de las tierras negociadas son baldías, se calculó un pago aproximado de $5.760 millones por los terrenos que le cedería Uribe al Gobierno de Petro.
El director de la (ANT), Juan Felipe Harman, ha viajado en varias ocasiones a El Ubérrimo, que está a solo 23 minutos en carro de Montería y a 25 minutos del casco urbano de San Carlos. Por eso, cuando se le pregunta por el tema en público, asegura que están listas la viabilidad técnica y jurídica para concretar el negocio.
De hecho, en una reciente entrevista con este diario, el funcionario confirmó que “estamos culminando el proceso de valoración del predio. Creo que, significativamente, puede ser un gran mensaje para todos los sectores del país. Hemos contado con el visto bueno del presidente para avanzar en este caso y esperamos materializarlo prontamente”. No obstante, cuando se le pidieron más detalles de la ejecución de este proceso, esquivó las preguntas y sus asesores no respondieron más a los mensajes.
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Y cuando El Espectador le preguntó a Uribe por el negocio sobre su hacienda, respondió que lo único que tenía para decir era lo que había escrito en X el pasado 6 de agosto. En dicha publicación precisó que había un acuerdo en lo fundamental con Petro al coincidir en que “se debería promover entre empresarios que puedan hacer la venta parcial (de tierras) al Estado para resolver problemas sociales”. Pero esa coincidencia no ha sido suficiente para cerrar la brecha que hay entre ambos y que no solo tiene frustrada esta negociación, sino que cada vez polariza más el ambiente electoral de cara al 2026.
Petro, el viernes, se fue lanza en ristre contra los diálogos de paz que Uribe promovió con las autobautizadas autodefensas en Santa Fe de Ralito, corregimiento que también está en Córdoba a dos horas de la hacienda del expresidente.
“Le propongo instalar la mesa para finiquitar el proceso de paz que inició Álvaro Uribe Vélez con ustedes, esta vez sin traición y sin miedo a la verdad, que existía en esa época”, dijo el jefe de Estado.
El choque pasó a la vitrina preferida de ambos líderes: las redes. En respuesta a esa acusación y a la afirmación de que el proceso de paz que se cobijó bajo la Ley de Justicia y Paz se trató de un “teatro de compadres”, el exmandatario le hizo una advertencia: “Cuando usted se encontraba a escondidas con paramilitares, o en tiempo reciente sus enviados con otros criminales, puede interpretarse como encuentros de victimarios”.
Son este tipo de dardos, azuzados por las barras de ambos sectores, los que tienen en el congelador el acuerdo que Harman –con el aval de Petro– encaminó con Uribe.
Así encaja con la apuesta agraria
En todo caso, el actual mandatario ha sido reiterativo en la necesidad de la “redistribución de la tierra” como eje fundamental de los programas que quiere impulsar. Y lo ha hecho criticando a los grandes terratenientes, incluyendo al expresidente, conocido en los círculos políticos por sus habilidades como ganadero.
Además, es un asunto pragmático desde el lado de Uribe. Varias fuentes consultadas por El Espectador aseguraron que, de no haber sido por la actualización del catastro, el expresidente no habría puesto sobre la mesa la tenencia de esas tierras.
En su publicación de agosto pasado en X confirmó, al menos en parte, esta información dicha por políticos cercanos a él. “Hace unas semanas, ante unos avalúos prediales muy altos en San Carlos, reclamé a los funcionarios del Agustín Codazzi y agregué que entonces consideraran comprar el predio”.
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Y enfatizó: “He recibido una serie de visitas de funcionarios de la Agencia Nacional de Tierras, encabezados por su director, el doctor Felipe Harman, quien me preguntó que si se vendía; le dije que sí, le anoté que a un precio muy inferior al avalúo catastral que corresponde a San Carlos”.
Ese precio habría sido, como ya se dijo, de unos $60 millones por hectárea, al menos para las que no son tierras baldías. Pero no sería la primera vez que un predio del político antioqueño se ve envuelto en polémica por ser un terreno del Estado, así esté ocupado por un particular. Pasó en 2022 cuando entregó El Laguito 2, conformado por 8,3 hectáreas. Y en 2017, la Contraloría advirtió que la Sociedad Agropecuaria El Ubérrimo tenía 11 predios conformados por tierras baldías, que sumaban 103 hectáreas.
A esta radiografía de un negocio frustrado hay que sumarle el capítulo que se abrió con el avalúo de los prediales en San Carlos, donde está El Ubérrimo. En ese municipio hacía 30 años no se actualizaba, según el Agustín Codazzi, y precisamente el ajuste que se hizo este 2024 lo convirtió en el primero en Colombia con un catastro multipropósito, uno de los puntos acordados con las extintas FARC en el pacto suscrito en 2016. Su objetivo, el de esas nuevas mediciones, es tener un valor actualizado de todas las tierras en el país.
En efecto, el Agustín Codazzi encontró que en ese municipio el 1 % de propietarios acumulan 19,5 % del área de los predios rurales dentro de la frontera agrícola con destino agropecuario. Además, el 10 % de los propietarios tienen 6,2 veces más tierras que el resto de la población. Y, dato alterno, ahí funciona la mencionada Agropecuaria El Ubérrimo, que generó ingresos (según la Superintendencia de Sociedades) por más de $9.200 millones en 2023.
Pero ni eso ha sido gasolina para acelerar el negocio con el gobierno petrista, toda vez que esos terrenos cordobeses hacen parte del carácter de Uribe, como se lee en su autobiografía “No hay causa perdida”, en la que cuenta que recién casado con Lina Moreno fue que compró El Ubérrimo, hacienda que además es reconocida por el aprovechamiento de la tierra para el trabajo ganadero. En su libro, la califica como un “lugar austero”, pese a que en 2023 arrojó una utilidad neta de $771.932 millones.
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Ahora bien, si los movimientos de Harman para intentar revivir el negocio sobre las tierras del exmandatario son positivos, lo que entregaría Uribe sería alrededor de la décima parte de sus propiedades en Córdoba. A través de la empresa Agropecuaria El Ubérrimo –que tiene como representante legal a Lina Moreno de Uribe–, posee, según él mismo ha reconocido, alrededor de 1.500 hectáreas.
En 2013, el senador Iván Cepeda y el representante Alirio Uribe (contradictores del exmandatario y militantes del Pacto Histórico de Petro) publicaron “En la senda de El Ubérrimo”, libro en el que hablan sobre la expansión de esos terrenos. También mostraron una lista de 54 predios que tenía, para entonces, el expresidente en la región y sumaban 1.311 hectáreas, diez veces lo que mide el Simón Bolívar de Bogotá, uno de los parques urbanos más grandes de Colombia.
En el listado del libro de Cepeda, aparecen tres predios con el nombre Porvenir –como dijo Uribe que se llamaba el predio que le daría al Gobierno–, dos que están matriculados en Montería y uno más en el municipio de Cereté. Este diario revisó sus certificados de tradición y libertad: uno de los de Montería no dice su tamaño y los otros dos (ver facsímiles) suman 108 hectáreas.
Es todo este dossier el que la Casa de Nariño y sus alfiles revisan con lupa, no solo por la necesidad de incrementar las 166.178 hectáreas que en dos años ha adquirido la primera administración de izquierda para ejecutar su reforma agraria, sino también porque ahora que resucitó el relato del acuerdo nacional podría ser clave la foto entre Uribe y Peto sellando un negocio por tierras emblemáticas que irían a víctimas y campesinos. Ahí está el porqué Harman no desiste, pese a la polarización creciente entre las dos antípodas que representan los principales líderes políticos de la actualidad.
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No obstante, el efecto Mancuso y la campaña por el 2026 parecen estar atravesados en el propósito. Aun así, la expectativa se mantiene.
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