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Tanto la aprobación de la gestión del presidente Iván Duque Márquez como su imagen favorable tuvieron un incremento considerable, de acuerdo con las recientes encuestas de opinión pública. A principios de abril, la medición Polimétrica, de Cifras y Conceptos, arrojó que la imagen positiva del primer mandatario había subido del 39 % al 43 %, si se comparaba con los resultados de la misma encuesta de octubre de 2019.
En un estudio más reciente, la firma Guarumo muestra que la aprobación de Duque es del 63,2 % y que su imagen favorable es del 62,1 %. Varios alcaldes, como Claudia López, en Bogotá; Daniel Quintero, en Medellín; Jorge Iván Ospina, en Cali; o William Dau, en Cartagena, presentan, según dicho estudio, favorabilidades iguales o superiores al 70 %. Y en el caso excepcional de López, llega casi al 80 %.
Las cifras, sin duda, son una buena noticia para el Gobierno Nacional. Así lo dejó saber el consejero de comunicaciones de Presidencia, Hassan Nassar, en su cuenta de Twitter el pasado 20 de abril: “Desde la primera semana de abril tengo resultados de encuestas que muestran que la imagen presidencial subió más de 30 puntos. Seguimos trabajando como si tuviéramos 40 puntos menos. Salvar vidas es la agenda”, comentó el funcionario.
Sin embargo, parece dejar pasar —o da por hecho que la gente lo asume— que el incremento de la favorabilidad del jefe de Estado se da en medio de la crisis por el nuevo coronavirus. Y que un gobernante mejore sus números frente a la opinión pública, en medio de una crisis de grandes magnitudes y generada por factores externos, es considerado como casi una obviedad desde la ciencia política.
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El asunto está bastante estudiado y sobre él se ha utilizado un concepto denominado “rally ‘round’ the flag”. La traducción literal puede ser: “Todos rodeando la bandera”, aunqueen términos más coloquialesse puede interpretar como: “Todos con la misma camiseta” o “todos hacia un mismo lado”.
Un texto académico de Alan J. Lambert, J. P. Schott y Laura Scherer, de la Association for Psychological Science, explica que luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001, en Estados Unidos hubo una exhibición de patriotismo y unidad en la ciudadanía de ese país, lo que tuvo un efecto positivo en la popularidad del entonces presidente George W. Bush. En ese entonces, los índices de aprobación del mandatario se dispararon en 40 puntos en pocos días, llegando al 90 %.
Guardando las proporciones y mirando resultados de encuestas como la Gallup Poll, de Invamer, después de haber caído del 47 % al 29 % en diciembre de 2018, el presidente Iván Duque, según la misma medición, incrementó su aprobación al 42 % en febrero de 2019. El repunte también quedó en evidencia en la encuesta de Yanhaas del 31 de enero de ese mismo año.
El hecho que precedió ambos estudios fue el atentado que el Ejército de Liberación Nacional (Eln) perpetró en contra de la Escuela de Cadetes General Santander, en Bogotá. En ese momento, varios analistas estuvieron de acuerdo con que el hecho violento, que cobró la vida de más de 21 personas, hizo cerrar filas alrededor del jefe de Estado.
Mario Riorda, director de la maestría en comunicación política de la Universidad Austral de Argentina y presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice), explica que este fenómeno está relacionado de manera estrecha con crisis que tienen factores externos, como amenazas, desastres, situaciones catastróficas o, en el caso actual, una pandemia mundial.
"Ahí no hay mucha forma de culpar a los gobiernos locales y, en medio de sentimientos como incertidumbre o miedo, la ciudadanía tiende a apoyar a sus mandatarios. La respuesta mayoritaria de la sociedad es hacia la cooperación. Las situaciones extremas, como una catástrofe, hacen que, incluso, se den ciertas libertades a los liderazgos ejecutivos para que se establezcan normas de restricción y se coarten las libertades ciudadanas”, dice el académico.
Contexto: ¿Cómo está comunicando el presidente Duque?
En un recorrido rápido por la región, Riorda menciona que gobiernos como los de Argentina, Uruguay, El Salvador o Perú han trepado su popularidad al 70 % en medio de la pandemia. En Chile, Colombia, Francia o Inglaterra, donde ha habido un “déficit de consenso”, la crisis generada por el nuevo coronavirus “ha insuflado un extra de consenso y sus gobiernos han sido más aceptados”.
Según Riorda, en muchos países ha habido factores que no han permitido que el crecimiento de la imagen favorable de los presidentes sea mayor. En el caso de Colombia, sin duda ese factor ha sido la constante puja que se ha presentado entre Duque y Claudia López, alcaldesa de Bogotá.
“En tiempos de crisis, los ciudadanos empiezan a buscar un solo objetivo y comúnmente rodean al líder, sea malo o bueno, tenga aciertos o errores”, comenta por su parte el analista Carlos Andrés Arias. Explica que un caso que se puede asemejar al del presidente Duque es el del presidente de Perú, Martín Vizcarra. "Es político y empresario, pero nunca había gerenciado en términos sociales. Por eso, los empresarios y los medios le cayeron encima y evidenciaron su falta de experiencia, pero le llegó el virus y se rodeó de expertos. Fue el primero en llamar al aislamiento social voluntario y uno de los primeros en declarar la cuarentena en América Latina. En términos mediáticos, también fue el primero que sentó a los ministros en una mesa para hacer alocuciones casi que a diario”, comenta Arias.
La fortuna del infortunio
Aunque suene crudo, varios estudiosos del tema coinciden en que la crisis se ha convertido en una oportunidad para el gobierno Duque, que no había dado muchas señales de tener un norte claro, como lo pudo tener el gobierno de Álvaro Uribe Vélez con su seguridad democrática o el de Juan Manuel Santos con el Acuerdo de Paz.
El estratega político Luis David Duque señala que estas nuevas mediciones de favorabilidad se han hecho en un momento en el que el “humor” es distinto. En decir, recalca, “lo mejor" que le ha podido pasar al presidente Duque es que le llegara un tema específico en donde él sea la noticia todos los días. "Por eso su favorabilidad tiende a mejorar. Hoy no existen actores distintos a él y la alcaldesa de Bogotá. Al ser humano lo mueven dos grandes emociones: el miedo y la rabia. Como hoy vemos a los gobernantes luchando contra ese miedo que es el coronavirus, tienden a quedar como los superhéroes de la historia, y los superhéroes suelen tener buena imagen”.
Según Duque, la situación por el COVID-19 le dio un respiro político al presidente colombiano, cuya tendencia en favorabilidad era a la baja y enfrentaba retos para su gobernabilidad e imagen, como las acusaciones por la llamada "ñeñepolítica" y la supuesta financiación irregular de su campaña. “Venía dando tumbos con su bandera de gobierno y ahora tiene una oportunidad para ser recordado por algo positivo. Si sale bien librado de esto —y parece que así va a ser, si vemos sus números y las encuestas en comparación con América Latina— tendrá un buen motivo para ser recordado en la historia”, dice el estratega.
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“Aunque suene horrible, a Duque y a la derecha se les apareció la virgen en términos de gobernabilidad. Y es lógico que su asesor, Hassan Nassar, saque pecho. Todo el mundo intuye que el presidente está haciendo algo para enfrentar la pandemia, tiene una sobreexposición mediática y, para muchos ciudadanos, el hombre está al frente del barco. Esto contrasta con el poco entendimiento que la gente tiene sobre la Economía Naranja, que había definido como su bandera, y con lo que el ciudadano común podía pensar antes de que no gobernaba”, agrega el analista Carlos Arias.
Sin embargo, hace la claridad de que no es que el presidente Duque sea una “zorro político” y, “como no le pegó la Economía Naranja, enganchara al coronavirus como bandera”. “El virus llegó y afectó las agendas mediáticas y políticas. El que no se monte en el tema del coronavirus, primero, mata a su gente y, segundo, es un tarado”, señaló.
Duque y la pospandemia
Todo lo que sube tiene que caer, dice el refrán popular. Por eso, la verdadera prueba de fuego para el presidente Iván Duque será mantener los índices de aprobación y favorabilidad luego de que pase la pandemia del COVID-19, cuando, se prevé, la economía será el gran medidor.
“El Gobierno deberá mostrar algo en el futuro, y será el manejo de la situación posterior a la pandemia. En la mayoría de los casos, inmediatamente se supera la crisis empieza a erosionarse la favorabilidad. En este, eso estará sujeto a cómo le vaya al mandatario durante y después del coronavirus. El deterioro será mucho más lento si logra proteger a la ciudadanía en el tiempo”, expone Hernando Rojas, profesor de opinión pública de la Universidad de Wisconsin y director del Centro de Comunicación Política de la Universidad Externado de Colombia.
Para Duque, no el presidente sino el estratega consultado, resulta difícil hacer una predicción, pero está en la línea de lo que comenta Rojas: “Puede bajar su favorabilidad, pero el tema primordial será la economía. Cuando se acabe el confinamiento, la recesión puede durar un rato. Los temas importantes serán el desempleo, la falta de confianza, la inversión extranjera. Será difícil para el presidente afrontar la segunda parte de la crisis”.
Trump, Bolsonaro y López Obrador
Retomando el análisis que hace el profesor Riorda, los casos erráticos de Donald Trump, en Estados Unidos; Jair Bolsonaro, en Brasil, y Andrés Manuel López Obrador, en México, son muestras de que algunos factores pueden menguar el “efecto bandera”. Trump subió su popularidad, pero hasta el 49 %, según Gallup. Al tiempo, Bolsonaro cayó a un 33 %, de acuerdo con cifras del instituto de investigaciones Datafolha; mientras que la favorabilidad de López Obrador tan solo creció un 0,2 % después de 15 semanas en caída y perder 11,7 % en 2020, según muestra un estudio de Consulta Mitofsky.
“Hay liderazgos que se pueden ir a la baja, sobre todo los que son de corte autoritario o han minimizado o negado la crisis. La negación de la crisis es incorrecta y les ha pasado a Trump, Bolsonaro, López Obrador y, en menor medida, a Lenín Moreno, en Ecuador. No han aprovechado la gestión de la crisis”, comenta el académico argentino.
En conclusión, el presidente Iván Duque tiene los ojos de los colombianos encima y la ciudadanía espera que, en medio de las dificultades, pueda hallar soluciones. No es un reto menor y el primer mandatario está frente al mayor desafío de su vida política, por eso en cada decisión se juega su gobernabilidad, más si tiene a una fiera como Claudia López arrancándole mucho del protagonismo. También una cosa queda clara: aunque Duque manifieste constantemente que poco le importan los resultados desfavorables de las encuestas, la reacción de su gente más cercana ante las actuales cifras de favorabilidad muestra lo contrario.