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Polémica por propuesta de militarizar Barranquilla

Para el alcalde electo Alejandro Char, es la única manera de controlar los altos índices de inseguridad.

Redacción Política
02 de diciembre de 2015 - 08:31 p. m.
Barranquilla. /  iStock
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La gente está ‘mamada’ de que la atraquen en las esquinas, si la Policía no puede saco al Ejército”. Fue lo que dijo el alcalde electo de Barranquilla, Alejandro Char, tras una reunión el pasado lunes con los altos mandos militares del Atlántico, cuya principal conclusión fue que a partir de su posesión, el próximo 1° de enero, la ciudad contará con presencia y acompañamiento del Ejército en sus calles, en un trabajo mancomunado con el CTI de la Fiscalía y la Policía Nacional.

La idea es tener un solo equipo para atacar de frente los problemas que tenemos con hurtos, robos y tráfico de drogas (…) se tiene identificado que la mayoría de homicidios que se cometen en la ciudad se dan debido al microtráfico, por eso decidimos que todo este equipo debe trabajar en inteligencia también. Vamos a promover las recompensas  para que la gente nos brinde información. Lo único que queremos es la tranquilidad de la gente”, enfatizó Char.

Se trata de la concreción de una propuesta hecha durante la reciente campaña electoral. Y hay que decir también que para el comandante de la Segunda Brigada, general Óscar Moreno, es válida, pues la idea es que los barranquilleros sientan la presencia de la Fuerza Pública, tanto Ejército como Policía, e incluso habló de la designación de unos 200 soldados para vigilar las áreas perimétricas de la ciudad. “Estamos diseñando una estrategia que permita con más pie de fuerza ejercer mayor presencia en los barrios que presentan altos índices de inseguridad”, explicó.

Char anuncia así mano dura contra la inseguridad, solo que ese tipo de planteamientos tienen sus pros y sus contras, y para muchos se trata de “puro populismo”. De entrada, el mismo director de la Policía, general Rodolfo Palomino, considera que los ejércitos están es para la guerra y no para combatir ese tipo de violencias urbanas. “Hay que hacer un esfuerzo integral para mejorar la capacidad de judicialización. No nos olvidemos que hemos tenido que capturar jueces y fiscales en Barranquilla por favorecer comportamientos delictivos”, expresó el oficial.

Para el historiador y escritor Javier Ortiz, la realidad es que los militares colombianos viven inmersos en la lógica de la guerra y los más de 50 años de lucha contra las guerrillas los han impregnado de un espíritu movido por la idea del “enemigo”. “Meter a jóvenes militares en los barrios es una bomba de tiempo. Por obvias razones no han sido preparados ni entrenados para esto. No ahora. No en este momento histórico”, dice.

Y agrega: “Se trata de poner hombres con armas de largo alcance en medio de civiles, de niños jugando en las calles, de peleas de pandillas, de riñas en tiendas, de problemas de convivencia entre vecinos, de asaltos callejeros, de disputas entre parejas, de travesuras adolescentes en uniforme de colegio, de marihuaneritos de esquina, del loco del barrio, del enfrentamiento territorial de los recicladores, del jíbaro”.

“¿Qué se supone que hagan los militares, más allá de ser un símbolo de fuerza, de restricción, de control? ¿Cómo se supone que resuelvan aquello para lo que no están preparados? ¿Acaso no es demasiado pretencioso esperar que sean los soldados los que deban solucionar las falencias estructurales de los gobiernos, su incapacidad para dar medidas integrales, para una mejor inversión social en los barrios marginados?”, concluye Ortiz.

El tema pasa también por el tan mentado posconflicto. Durante el primer semestre del año, en Barranquilla se presentaron 199 homicidios, 18 casos más con relación al año anterior. Y el temor es que esas cifras se incrementen tras la eventual desmovilización de las Farc. Por eso, Char también le está pidiendo al presidente Juan Manuel Santos que “se involucre más” con la seguridad de la ciudad.

Esta responsabilidad también es del Gobierno nacional, y uno los critica y no hacen nada. Eso tiene que acabarse, mi compromiso es trasladarle al presidente Santos la solución de este problema, que le pare bolas a la seguridad en Barranquilla y todas las ciudades del Caribe”, manifestó el alcalde electo, en un reciente comunicado oficial. Con pulla incluida: “Se la pasan mirando todo el día para La Habana y se olvidan los problemas coyunturales, es el día a día del Barranquillero, del Atlanticense y del Caribeño”.

El debate apenas comienza. En los mentideros políticos no falta quien vea la postura de Alejandro Char como un “mandado” de su jefe político, el vicepresidente Germán Vargas Lleras, a quien muchos le cuestionan no hacer pronunciamientos a favor de las negociaciones de paz con las Farc. Por los lados del Gobierno, por ahora no se conoce un pronunciamiento oficial, que tendrá que llegar tarde que temprano, pues así los alcaldes sean los jefes locales de la Policía, el manejo del orden público en el país es del Ejecutivo Nacional.

Y al menos hasta ahora, por vocación y porque así se ha manejado siempre, la seguridad en los barrios ha sido responsabilidad de la Policía y las causas que la desencadenan deben ser prioridad para todos los niveles del Estado. Ahora, otra cosa es que el alcalde electo esté poniendo un manto de duda inmenso sobre la Policía, que incluso va más allá del cumplimiento de su misión y que pasa por presuntos actos de corrupción. Lo claro es que, como dice Javier Ortiz, disminuir la inseguridad en las ciudades debe ser una tarea urgente para los próximos mandatarios, algo que requiere soluciones estructurales, más allá de medidas guerreristas.

Por Redacción Política

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