¿Por qué la mayoría de los muertos en Mocoa fueron mujeres?
El 31 de marzo de 2017, de los 83 barrios que hay en Mocoa 48 fueron arrasados por una avalancha que se produjo por el desbordamiento de los ríos Mulato, Sangoyaco y Mocoa. El episodio dejó 317 personas muertas.
Fernando Herrera Araújo*
El pasado 31 de marzo se cumplió un año desde que ocurrió la avalancha de Mocoa. Según el Instituto de Medicina Legal, en la tragedia murieron 317 personas y la mayoría fueron mujeres —1,8 mujeres adultas por cada hombre adulto fallecido—. ¿Por qué la “cuota mortal” femenina fue casi el doble de la masculina? Y aún más interesante: ¿se puede hacer algo para evitar que esto se repita?
En los desastres naturales hay una tendencia a que fallezcan más mujeres que hombres. Las mujeres son más vulnerables, no por razones de sexo, sino de género. Es decir, por prácticas culturales, desarrollos históricos y relaciones de poder que las han hecho más vulnerables ante los embates de la naturaleza.
Conflicto armado y desastres naturales
En un análisis para la organización de Naciones Unidas ONU Mujeres, investigué por qué la mayoría de muertes en Mocoa fueron femeninas. El estudio incluyó una amplia revisión de eventos similares, trabajo de campo, entrevistas con organismos de socorro en Mocoa y un sondeo con 100 mujeres que fueron afectadas, además de conversaciones detalladas con sobrevivientes.
La investigación encontró que las zonas más afectadas fueron barrios marginales, construidos en zonas de alto riesgo. Los cánones de arrendamiento eran económicos y muchas familias afectadas por el conflicto armado, en particular mujeres desplazadas cabeza de hogar, se establecieron en esas zonas. Es decir, que en Mocoa se produjo una “doble afectación”: personas que sufrieron por el conflicto armado y por el desastre natural.
Cuatro hipótesis
Según mi hipótesis central, en las zonas afectadas vivían más mujeres que hombres, justamente por el conflicto armado y por las condiciones de pobreza de las mujeres cabeza de hogar.
Una segunda hipótesis está relacionada con la hora y la fecha del evento. El viernes 31 de marzo, a las 11 de la noche: fin de mes y pago de quincena. En esas condiciones, muchos hombres estaban fuera de casa, en sitios de diversión que la avalancha no afectó. Y sin embargo, no todos los hombres de Mocoa estaban de fiesta, de manera que esta hipótesis debe ser estudiada con cuidado.
Una tercera hipótesis tiene que ver con la mayor capacidad del hombre para escapar de la avalancha. La mayoría de las muertes fueron por politraumatismo, debido a la cantidad de piedras y troncos que el lodo arrastró con una fuerza avasalladora. Sin embargo, cuando el lodo entró a las casas y las personas debieron refugiarse en los segundos pisos o correr con el lodo al pecho, los hombres, que en general tienen más fuerza física, lo pudieron hacer mejor que las mujeres.
Finalmente, una cuarta hipótesis tiene que ver con el instinto protector de la mujer. En los roles de género establecidos, la mujer tiene a su cargo la atención de los enfermos y de los niños y el deber de cuidar los bienes de la casa. Las mujeres se habrían ocupado más de lo que quedó atrás, lo que finalmente les impidió salir a tiempo para salvarse. Muchas mujeres que estaban solas en sus casas también se quedaron esperando a que sus esposos o compañeros llegaran a auxiliarlas o a decirles qué hacer y ellos no alcanzaron a llegar.
En resumen, una posible mayor presencia de mujeres que de hombres en los barrios afectados; la hora y fecha del evento; la fortaleza física de los hombres y el mayor sentido protector de las mujeres: son cuatro hipótesis que podrían explicar por qué murieron más mujeres en Mocoa.
¿Cómo proteger a las mujeres?
Hay que capacitar a la comunidad sobre la necesidad de escapar de la amenaza lo más pronto posible, pero igualmente preparar a las instituciones para atender la emergencia.
En Mocoa, la primera víctima del desastre fue la estación eléctrica, que estaba construida en el sitio de mayor riesgo y por lo tanto dejó a oscuras de manera inmediata a toda la población. Pero la principal falla fue justamente que se otorgara un permiso para construir en zonas de riesgo no mitigable.
Para evitar todas las muertes, en particular las femeninas, y ofrecer una adecuada atención en el post-desastre se requiere un enfoque diferencial. Por ejemplo, es de suponer que si murieron casi el doble de mujeres adultas que de hombres adultos, también fallecieron más madres que padres ¿Son diferentes las necesidades psicológicas y de afecto de un niño o niña huérfano de padre que de madre?
Hoy, Colombia tiene varias tareas pendientes con las víctimas de Mocoa. Hay que ayudar a muchas mujeres a recuperarse psicológicamente. El simple ejercicio de hacer un simulacro de evacuación o el hecho de experimentar fuertes lluvias les trae a las mujeres recuerdos que las afectan de nuevo.
La otra tarea pendiente es reconstruir la actividad económica. El sondeo y las entrevistas mostraron que un grupo muy numeroso de mujeres generaba ingresos trabajando desde su casa y, lo más importante, comercializando en el barrio: vendían sus productos por catálogo a las vecinas, comercializaban almuerzos y fritos en el parque, hacían artesanías y bisutería, eran las modistas y las tenderas de la cuadra. Todas ellas perdieron su negocio y su clientela. Su unidad productiva y sus canales de venta ya no existen.
Al aplicar métodos cualitativos de investigación, encontramos que la avalancha también cambió la destinación de los ingresos familiares. Aumentaron los gastos en arriendo y ropa y, en cambio, disminuyeron los gastos de alimentación y educación, lo que a mediano y largo plazo tendrá repercusiones lamentables en términos del desarrollo humano y calidad de vida. Urge empoderar económicamente a las mujeres para fortalecer la autoestima y la esperanza.
*Investigador socio-económico y analista de Razón Pública.
El pasado 31 de marzo se cumplió un año desde que ocurrió la avalancha de Mocoa. Según el Instituto de Medicina Legal, en la tragedia murieron 317 personas y la mayoría fueron mujeres —1,8 mujeres adultas por cada hombre adulto fallecido—. ¿Por qué la “cuota mortal” femenina fue casi el doble de la masculina? Y aún más interesante: ¿se puede hacer algo para evitar que esto se repita?
En los desastres naturales hay una tendencia a que fallezcan más mujeres que hombres. Las mujeres son más vulnerables, no por razones de sexo, sino de género. Es decir, por prácticas culturales, desarrollos históricos y relaciones de poder que las han hecho más vulnerables ante los embates de la naturaleza.
Conflicto armado y desastres naturales
En un análisis para la organización de Naciones Unidas ONU Mujeres, investigué por qué la mayoría de muertes en Mocoa fueron femeninas. El estudio incluyó una amplia revisión de eventos similares, trabajo de campo, entrevistas con organismos de socorro en Mocoa y un sondeo con 100 mujeres que fueron afectadas, además de conversaciones detalladas con sobrevivientes.
La investigación encontró que las zonas más afectadas fueron barrios marginales, construidos en zonas de alto riesgo. Los cánones de arrendamiento eran económicos y muchas familias afectadas por el conflicto armado, en particular mujeres desplazadas cabeza de hogar, se establecieron en esas zonas. Es decir, que en Mocoa se produjo una “doble afectación”: personas que sufrieron por el conflicto armado y por el desastre natural.
Cuatro hipótesis
Según mi hipótesis central, en las zonas afectadas vivían más mujeres que hombres, justamente por el conflicto armado y por las condiciones de pobreza de las mujeres cabeza de hogar.
Una segunda hipótesis está relacionada con la hora y la fecha del evento. El viernes 31 de marzo, a las 11 de la noche: fin de mes y pago de quincena. En esas condiciones, muchos hombres estaban fuera de casa, en sitios de diversión que la avalancha no afectó. Y sin embargo, no todos los hombres de Mocoa estaban de fiesta, de manera que esta hipótesis debe ser estudiada con cuidado.
Una tercera hipótesis tiene que ver con la mayor capacidad del hombre para escapar de la avalancha. La mayoría de las muertes fueron por politraumatismo, debido a la cantidad de piedras y troncos que el lodo arrastró con una fuerza avasalladora. Sin embargo, cuando el lodo entró a las casas y las personas debieron refugiarse en los segundos pisos o correr con el lodo al pecho, los hombres, que en general tienen más fuerza física, lo pudieron hacer mejor que las mujeres.
Finalmente, una cuarta hipótesis tiene que ver con el instinto protector de la mujer. En los roles de género establecidos, la mujer tiene a su cargo la atención de los enfermos y de los niños y el deber de cuidar los bienes de la casa. Las mujeres se habrían ocupado más de lo que quedó atrás, lo que finalmente les impidió salir a tiempo para salvarse. Muchas mujeres que estaban solas en sus casas también se quedaron esperando a que sus esposos o compañeros llegaran a auxiliarlas o a decirles qué hacer y ellos no alcanzaron a llegar.
En resumen, una posible mayor presencia de mujeres que de hombres en los barrios afectados; la hora y fecha del evento; la fortaleza física de los hombres y el mayor sentido protector de las mujeres: son cuatro hipótesis que podrían explicar por qué murieron más mujeres en Mocoa.
¿Cómo proteger a las mujeres?
Hay que capacitar a la comunidad sobre la necesidad de escapar de la amenaza lo más pronto posible, pero igualmente preparar a las instituciones para atender la emergencia.
En Mocoa, la primera víctima del desastre fue la estación eléctrica, que estaba construida en el sitio de mayor riesgo y por lo tanto dejó a oscuras de manera inmediata a toda la población. Pero la principal falla fue justamente que se otorgara un permiso para construir en zonas de riesgo no mitigable.
Para evitar todas las muertes, en particular las femeninas, y ofrecer una adecuada atención en el post-desastre se requiere un enfoque diferencial. Por ejemplo, es de suponer que si murieron casi el doble de mujeres adultas que de hombres adultos, también fallecieron más madres que padres ¿Son diferentes las necesidades psicológicas y de afecto de un niño o niña huérfano de padre que de madre?
Hoy, Colombia tiene varias tareas pendientes con las víctimas de Mocoa. Hay que ayudar a muchas mujeres a recuperarse psicológicamente. El simple ejercicio de hacer un simulacro de evacuación o el hecho de experimentar fuertes lluvias les trae a las mujeres recuerdos que las afectan de nuevo.
La otra tarea pendiente es reconstruir la actividad económica. El sondeo y las entrevistas mostraron que un grupo muy numeroso de mujeres generaba ingresos trabajando desde su casa y, lo más importante, comercializando en el barrio: vendían sus productos por catálogo a las vecinas, comercializaban almuerzos y fritos en el parque, hacían artesanías y bisutería, eran las modistas y las tenderas de la cuadra. Todas ellas perdieron su negocio y su clientela. Su unidad productiva y sus canales de venta ya no existen.
Al aplicar métodos cualitativos de investigación, encontramos que la avalancha también cambió la destinación de los ingresos familiares. Aumentaron los gastos en arriendo y ropa y, en cambio, disminuyeron los gastos de alimentación y educación, lo que a mediano y largo plazo tendrá repercusiones lamentables en términos del desarrollo humano y calidad de vida. Urge empoderar económicamente a las mujeres para fortalecer la autoestima y la esperanza.
*Investigador socio-económico y analista de Razón Pública.