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En el encuentro de Álvaro Uribe con la Comisión de la Verdad, para contribuir con la comprensión del conflicto, el exjefe de Estado no fue el único que habló. Luego de escuchar el testimonio del también exsenador, el padre Francisco de Roux, presidente de la entidad, tomó la palabra para hacer las preguntas correspondientes a su trabajo de intentar entender cómo se prolongó el conflicto armado en Colombia.
De Roux le entregó al expresidente una ráfaga de preguntas: “¿Por qué no dar un paso de generosidad para unir a los colombianos? ¿Por qué los liderazgos políticos no pusieron todo de sí por la paz? ¿Por qué convertir el Acuerdo de Paz en una razón de conflicto? Quisiera comprensión de eso”, cuestionó. Su intención, comentó De Roux, es conocer los factores que llevaron a que tantos militares cometieran dichos crímenes a pesar del argumento en el que ha insistido Uribe de que los “falsos positivos” no fueron una política de Estado.
Tras una larga intervención del presidente de la Comisión de la Verdad, Uribe expresó que, al parecer, el documento guía de la conversación fue “inútil”. “Qué más compromiso que un gobierno que le dijo al país que no podían existir paramilitares ni guerrillas. Yo los escucho más en la tarea de enjuiciar, que en la tarea de aclarar. Eso me preocupa mucho”, insistió Uribe, reiterando que no acepta que De Roux hable de dicho encuentro como una contribución a la Comisión de la Verdad.
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Fueron los desencuentros sobre cómo abordar los temas del conflicto y hablar de las responsabilidades en el mismo. Los cuestionamientos legítimos de Roux como presidente de la Comisión fueron tomados por el expresidente Uribe como señalamientos en contra de su gestión. “Entonces, me van a decir que no hice nada entre 2002 y 2008. Estas cosas toman mucho tiempo y no puedo permitir que quede la impresión [contraria]”, dijo.
A pesar de los comentarios del exprimer mandatario, el padre Francisco de Roux retomó sus preguntas: “¿Por qué no nos ayuda a entender qué fue el entramado que hacía tan difícil que los falsos positivos aumentaran a lo largo de esos años?”, cuestionando el por qué apenas en 2008 se decidió parar el fenómeno de las ejecuciones extrajudiciales y no antes.
Durante la conversación y de cara a esa inquietud, una tercera voz no identificable del todo se metió en la conversación: “Es que para tomar esa decisión se necesitaba un proceso previo. El 57 % de los falsos positivos ocurrieron en el Ministerio de Juan Manuel Santos. A Santos lo trataron como un rey”, refirió esta voz que, pareciera, es uno de los hijos del expresidente. A pesar del intento de la comisionada Lucía González por hablar y explicar mejor la pregunta de De Roux, esta tercera persona siguió en su tesis de que al expresidente Santos “allá lloró y no lo increparon en nada”.
Además de ello, Francisco de Roux también preguntó sobre la conformación de informantes ciudadanos y su aporte a la continuación del conflicto armado. “Una de las cosas más dolorosas es la generalización de la desconfianza y del concepto del enemigo interno”, expresó. Sobre este punto, Uribe explicó que su idea de informantes surgió de una visita a Estados Unidos en donde vio que en los barrios y residencias existía una dinámica para cooperar como vecinos en contra de la delincuencia. “Los más de cuatro millones de cooperantes operaban con tecnología celular, no con armas”, recalcó, para expresar que no debían ser estos involucrados en la existencia de los “falsos positivos”. “Dimos con el Negro Acacio con cooperantes, al igual que con Martín Caballeros. Las operaciones exitosas con los cooperantes fueron muchas”, aseveró.
¿Por qué no ha habido generosidad con el Acuerdo de Paz? Según intentó explicar Uribe, su razón recae en el crecimiento del narcotráfico y el entramado de impunidad que se teje alrededor del negocio ilícito. El expresidente aseveró que el aumento de las matas de coca le impide tratar con generosidad el Acuerdo Final y todos los procesos derivados de él. “El manejo de ese proceso fue una dictadura, con muchos congresistas comprados”, expresó, agregando su inconformidad desde que se dejó de lado la división y rechazo al proceso en La Habana que reveló el plebiscito.
“Yo tendría la misma generosidad que tuve con el M-19, con la comisión de paz del expresidente Betancourt si tuviera unos ajustes. El partido una vez me regañó porque una vez salí con un comentario amable con Griselda Lobo (Sandra Ramírez)”, exaltó, diciendo que él perdona “muy fácil”.