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Hace un mes se posesionó el primer gobierno de izquierda en la vida republicana de Colombia, que fue elegido por más de 11,2 millones de colombianos. Aunque para muchos es bastante apresurado, prácticamente imposible, hacer una radiografía de este primer mes de la administración que lideran el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez, es claro que desde ya se evidencia un cambio.
Y no el cambio que se prometió en campaña, con profundas reformas en temas de alta importancia como el agro, la política, la salud, las pensiones, el trabajo, entre otros. Pero sí un cambio en los mensajes que se emiten desde la Casa de Nariño y los distintos ministerios, que han tenido ciertas particularidades desde el pasado 7 de agosto.
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Ese cambio se puede ver, por ejemplo, en las apuestas de este gobierno, que riñen con anteriores administraciones. La postura decidida por la paz, que de hecho se bautizó “paz total”; las decisiones en temas de orden público y defensa, como dejar de bombardear campamentos en los que haya certeza de la presencia de menores de edad y los cambios en la cúpula militar; la reapertura de relaciones con Venezuela y los anuncios sobre cambios en asuntos energéticos, entre muchos otros, dan cuenta de que este gobierno llegó con una agenda diferente.
La mayoría de esos anuncios fueron hechos por el presidente Petro. Pero algunos fueron, más bien, aclarados por el mandatario. De esta primera medición del gobierno se destaca que la voz cantante en temas de grueso calibre la lleva Petro. Y aunque debería ser lo normal al ser la cabeza del Gobierno, lo cierto es que uno de los grandes inconvenientes de este inicio de gobierno es la dificultad que ha existido para sincronizar los mensajes que se envían.
“Se están empoderando los ministros y la bancada del Pacto Histórico”, destaca Eugenie Richard, investigadora de la facultad de Gobierno de la Universidad Externado, quien resalta que si bien en un primero momento era el presidente el que posicionaba su narrativa, ahora se ve que los demás miembros del gabinete poco a poco empiezan a moverse mejor entre las aguas de la comunicación política.
Para la investigadora, el gran reto para la próxima medición, que serán los primeros 100 días de gobierno, será reducir al máximo las voces disonantes al interior del Alto Gobierno. “Genera ruido”, explica Richard. “Demuestra que no todos están alineados y es contraproducente, pero es un desafío normal para cualquier tipo de gobierno”. De ahí que la tarea para evitar que se generen mensajes confusos será lograr un consenso y “alinear al gabinete con una narrativa” para que la ciudadanía, que por el momento ha mostrado un apoyo mayoritario a la gestión del presidente, reciba mucho mejor los mensajes.
Ese vaivén de mensajes se puede explicar en la pluralidad del gabinete, que se caracteriza por tener representación de diferentes orígenes y orillas políticas. De acuerdo con la politóloga Nury Gómez, especialista en comunicación política, el gabinete de Petro se caracteriza por tener ministros técnicos, políticos y activistas. El problema, dice, es que esa variedad puede generar que “cada uno lleve su propia agenda” y caiga en las salidas en falso que tanto les han criticado en espacios de opinión y redes sociales.
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“Se están equivocando constantemente. No hay una construcción única de país por parte del Pacto Histórico”, añade Gómez, pues no se puede dejar de lado que la coalición de gobierno que llevó a Petro y Márquez a la Casa de Nariño está integrada por una amplia y renovada alianza de fuerzas de centro-izquierda, pero que de todas formas aceptó a algunos políticos tradicionales.
Otro error que pueden estar cometiendo desde el discurso es que, como el Gobierno Petro encarna un cambio que quizás no se ha sabido explicar a la ciudadanía, así que cada sector puede interpretar a su manera el cambio que pretende esta administración. “Representan un cambio, pero cuando no hay ningún tipo de imaginario consolidado o un marco de realidad hacia donde llegar, cada parte del Gobierno hace su pedazo, lo que cree que debe hacer, y no se genera un resultado sostenible”, menciona.
Y, por último, hay una “narrativa de castigo” que define Gómez, que podría dar lugar a muchas interpretaciones y que puede nublar los mensajes que se vienen enviando sobre las reformas estructurales que se harán. “Con la tributaria dicen ‘vamos contra los ricos’. Con la salud, ‘vamos contra las EPS’... Es como si fuera un gobierno de castigo y ha habido un error estratégico en la forma de comunicar los cambios”, concluye la analista, sobre esa narrativa de cambio inicial que en lugar de sonar esperanzador puede incluso sonar nocivo para ciertos sectores.
La oposición también varió sus narrativas
No solo el Gobierno ha tenido problemas con el discurso. También la oposición. Una oposición mermada, prácticamente ejercida en solitario por el Centro Democrático, que un principio se vio algo perdida y sin un norte claro. No obstante, conforme pasan las semanas, la narrativa de los detractores de Petro también empieza a fortalecerse y consolidarse.
“Muchos estaban esperando qué hará la oposición, que ahora sí puede empezar a hacer oposición con un discurso más estructurado”, dice Richard, quien resalta el afianzamiento de figuras como María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, y el surgimiento de otros parlamentarios como Miguel Uribe y Alirio Barrera, quienes poco a poco encuentran ese contrarrelato, necesario en el juego democrático.
Para la analista en comunicación política, no obstante, no solo el Centro Democrático sino las voces de otros partidos, incluso fuera del Congreso como Salvación Nacional, “no han encontrado todavía una ruta de como hacer oposición”. Esto se puede explicar en que siempre, a excepción de los cuatro años finales del Gobierno Santos, fueron parte del establecimiento y aún hay vestigios de la dura derrota en las urnas, pues no solo fueron derrotados en las presidenciales sino en las elecciones legislativas.
“Por ahora se están pegando de los errores, pero no hay una columna vertebral definida de hacia donde van. Todavía están convalecientes y tratando de alentarse para generar oposición, pero no hay liderazgos que generen una oposición realista”, explica Gómez.
La conclusión, de acuerdo con Richard, es que la comunicación de gobierno es mucho más compleja que la comunicación electoral y, aunque en campaña Petro y sus alfiles políticos mencionaron de forma reiterada el cambio que proponen, pasarlo del discurso y del papel a la realidad tomará mucho más tiempo y esfuerzos de los que se han hecho. Asimismo, la oposición debe encontrar rápidamente el eje que guiará sus posturas frente al Gobierno, pues corren el riesgo de que sus mensajes también se empiecen a atomizar.