Protestas continentales: análisis de Rodrigo Pardo
¿Qué significan las manifestaciones recientes en Colombia y en otras partes? ¿Hay un mensaje único? ¿Propósitos comunes? ¿Dolencias semejantes?
Rodrigo Pardo
Las manifestaciones públicas de los últimos días en el país ameritan varias reflexiones. Para empezar, su novedad. Que grupos cercanos a la izquierda salgan a la calle en momentos en que Gustavo Petro ejerce la presidencia es, al menos, una curiosidad. Porque obviamente esas partes de las demostraciones no salieron a criticar, ni a cuestionar las acciones del gobierno, como era la costumbre. Tanto que el presidente de la República salió de Palacio y se aproximó a los manifestantes para conectarse con ellos, hablarles y ser parte de las manifestaciones. Toda una novedad: el presidente en la calle hablándoles a sus seguidores. Su intervención no fue corta ni débil. Si acaso, sí, conciliatoria.
Pero también hubo manifestantes que, desde otra esquina, criticaban las acciones y actitudes del gobierno y, sobre todo, actitudes e intervenciones del primer mandatario. Vale decir, por un momento los espacios públicos se convirtieron en escenario del debate político -¿o de la confrontación?-. Muy difícil, en todo caso, establecer quiénes fueron ganadores y perdedores porque, de hecho, parecería que ambos lados -la “izquierda gubernamental” y la derecha en la oposición- aparecieron imágenes y voces que expresaban sus argumentos sobre los temas -o el gran asunto- del debate: ¿Qué es lo que estaba en juego?
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Un elemento que explica la ejecución de las marchas, y el hecho de que en ambos lados hayan salido manifestantes en volúmenes apreciables y con mensajes relevantes -gobierno vs oposición, derecha vs centro, proyectos políticos distintos- es que hay asuntos de interés general que hoy están identificados con los diversos sectores políticos. Paradójicamente, simultáneamente a la creciente debilidad de los partidos, que es evidente y se parece a lo que ocurre en la realidad continental, se vislumbra una tendencia a la expresión de opciones y discursos públicos y de su expresión en la calle. ¿Es esta la “nueva” política?
Al iniciarse el año 2023, ya con Gustavo Petro en la casa de Nariño, se vaticinaban nuevas realidades en el espacio de la política. La pregunta, ahora, es si lo que ha salido a flote es una expresión de esas nuevas realidades. Y si ellas provienen del hecho de que la casa de Nariño está ocupada por alguien como Gustavo Petro -de izquierda- o si lo que hay es un amplio ciclo continental que abarca a varias naciones: Brasil, claro, con Lula Da Silva; Chile con Gabriel Boric; y los de la “vieja guardia” -Maduro y compañía- y otros más que claramente no están en la derecha pero que, claramente, no están en la misma línea del venezolano Chávez ni del cubano Miguel Díaz-Chanel.
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El asunto es novedoso. Que en los grupos de izquierda haya alternativas como las de Lula y Boric -¿o Petro y otros?- y que unos Estados Unidos, los de Biden, no conserven la tradicional postura radical e intolerante con la izquierda, ni el látigo de la era Reagan o, en general de la guerra fría, qué significa? La respuesta no es fácil, pero es un hecho que el presidente Biden ha variado su posición. Por algo su primer contacto con el expresidente Iván Duque tomó tiempo y esfuerzos para concretarse, mientras que el de Gustavo Petro una llamada similar se produjo a pocas horas de su llegada al poder.
Lo que ha ocurrido en la calle -demostraciones recientes en el continente, en Chile y Colombia, y los primeros movimientos de Lula Da Silva- requieren evaluaciones más profundas y precisas sobre lo que significan y sobre lo que pueden llegar a ser hacia el futuro las nuevas realidades. ¿O son simples gestos cortoplacistas?
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Y no sobra intentar una evaluación sobre cómo entienden este panorama el presidente Gustavo Petro y su ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva Durán. Porque lo visto el miércoles pasado -presidente en la calle con manifestaciones a ambos lados y discursos, incluido el de Petro, tan emotivos como provocadores- tienen la pinta de ser algo diferente a lo que estábamos acostumbrados. Lo que falta ver es cuánto pesará -y durarán las emociones de esos días.
Pues las hipótesis e interrogantes no son pocos: ¿Está cambiando la política tradicional? ¿Hay una modificación de la hasta ahora conocida estructura política en el continente? ¿Se sentirá ahora la presencia de poderes extra hemisféricos y qué papel jugarán? Son preguntas claves y trascendentales que surgen de las recientes protestas continentales. Porque lo que sí parece claro es que lo que vemos hoy y hacia el futuro no es “más de lo mismo”.
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Pero también hubo manifestantes que, desde otra esquina, criticaban las acciones y actitudes del gobierno y, sobre todo, actitudes e intervenciones del primer mandatario. Vale decir, por un momento los espacios públicos se convirtieron en escenario del debate político -¿o de la confrontación?-. Muy difícil, en todo caso, establecer quiénes fueron ganadores y perdedores porque, de hecho, parecería que ambos lados -la “izquierda gubernamental” y la derecha en la oposición- aparecieron imágenes y voces que expresaban sus argumentos sobre los temas -o el gran asunto- del debate: ¿Qué es lo que estaba en juego?
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Al iniciarse el año 2023, ya con Gustavo Petro en la casa de Nariño, se vaticinaban nuevas realidades en el espacio de la política. La pregunta, ahora, es si lo que ha salido a flote es una expresión de esas nuevas realidades. Y si ellas provienen del hecho de que la casa de Nariño está ocupada por alguien como Gustavo Petro -de izquierda- o si lo que hay es un amplio ciclo continental que abarca a varias naciones: Brasil, claro, con Lula Da Silva; Chile con Gabriel Boric; y los de la “vieja guardia” -Maduro y compañía- y otros más que claramente no están en la derecha pero que, claramente, no están en la misma línea del venezolano Chávez ni del cubano Miguel Díaz-Chanel.
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