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La senadora María Fernanda Cabal figura hoy como la candidata más opcionada para tomar las banderas del Centro Democrático y tratar de asegurar otros cuatro años del uribismo en el poder. Así lo evidencia una reciente encuesta, en la que aventaja en intención de voto a otro peso pesado del partido: el exministro Óscar Iván Zuluaga. En entrevista con este diario, asegura que cuenta con la ventaja de tener “las mayorías silenciosas” dentro del uribismo, reivindica su firmeza y carácter, y se identifica como una “conservadora de ideas liberales”. Niega también que tenga algo de extrema y manifiesta que sería una “delicia” ser como un Donald Trump o un Jair Bolsonaro “a la colombiana”, pues han logrado impulsar la economía y reducir el desempleo en sus países.
No puedo dejar de preguntarle por el episodio de la Mintic. ¿Se demoró el Gobierno en pedir la renuncia de Karen Abudinen?
A mí me duele lo que le pasó a la ministra, porque uno no está exento de escándalos, especialmente en carteras donde hay tanto interés en la contratación. No la voy a calificar, aquí hay investigaciones, pero siempre hay una responsabilidad política que asumir. El presidente Iván Duque confió en ella, pero uno debe tener la responsabilidad de ser el jefe de Estado y saber que sus ministros son fusibles, que si se tienen que ir se van. Muchas veces pesa más el cariño y la amistad, que entender esa dimensión del afecto de la política. Lo entiendo, uno no quiere echar a la hoguera a alguien cercano, pero finalmente en política uno no puede privilegiar la amistad sino el deber frente al juicio ciudadano.
¿Qué opina del mecanismo de selección que definió el Centro Democrático para escoger al candidato único (encuestas entre militantes)?
Estuvimos todos de acuerdo en que fuera el nicho del uribismo.
Hubo quienes pedían abrir el proceso a la ciudadanía y que participaran también no afiliados. ¿Le hubiera gustado?
No. Lo que pasa es que legalmente la expresión es “simpatizante” y cuando uno lo es, puede ser o no militante, pero en general la característica es ser simpatizante. Ello implica ser uribista, aunque no tenga partido. Ser uribista, así sea conservador, liberal o cristiano. Es el sentimiento que se refleja en alguien que votó dos veces por Uribe, la primera vez por (Juan Manuel) Santos o por el No en el plebiscito.
Muchos precandidatos del uribismo han cerrado filas alrededor de Óscar Iván Zuluaga y han desistido de sus aspiraciones por apoyarlo. Como su rival, ¿la trasnocha?
No me preocupa para nada. Estamos en un juego abierto y limpio. Aquí pesará la opinión de las bases por encima de los aliados de la bancada. Cada congresista tiene unas huestes que lo siguen, pero aquí hay que darles cabida a todos, incluida la gran base de opinión. Gane el que gane, hay que acompañarlo.
¿Y cuáles son las huestes que la siguen a usted?
No sé, porque es que decir “aquella vota por mí” es comprometer a alguien que no quiere. Tengo una ventaja y son las mayorías silenciosas, que no hacen ruido, pero me acompañan.
¿Comparte lo que dicen algunos frente a Zuluaga, que debería darles espacio a nuevos liderazgos?
Él tiene derecho a participar, nadie puede vetarlo. En la colectividad estamos bien. De hecho, no ha habido mayor controversia y vamos a un juego limpio que se definirá el 22 de noviembre.
¿Usted tiene el guiño de Uribe?
Uribe necesita que el partido sea uno que vuelva y recoja unas bases que sienten que la seguridad se perdió, que estamos con unas amenazas por el narcotráfico que terminaron siendo direccionadas por la guerrilla. Aquí el Acuerdo de Paz lo que hizo fue ampliar la base de los cultivos y generarle una caja registradora a las guerrillas que juegan a todo: a la legalidad y a la disidencia, mientras a la ciudadanía, empobrecida por el COVID, le toca ver cómo le queman el local, no puede tener vida en el Portal de las Américas o se privilegia la violencia porque hay jóvenes histéricos. No se dan cuenta de que un país nunca prospera si no hay autoridad.
¿Qué le ha dicho Uribe de su candidatura? ¿Tiene su guiño?
No lo llamaría un guiño porque él es muy respetuoso y ha sido muy afín a otros candidatos, como Paloma Valencia o Rafael Nieto. Pienso que él sabe que como partido tenemos que apostar por candidato propio y mantener la vocación de poder. Siento que él ve que yo tengo firmeza y carácter, que es lo que falta ahora, y que hay que seguir. Veo a Uribe cómodo y satisfecho, pero no conmigo, sino con las varias candidaturas.
¿Le da miedo que le hagan lo que le pasó a la exconcejal Ángela Garzón, a quien, tras ser la ungida del partido para la Alcaldía de Bogotá, finalmente le dieron la espalda?
Es distinto. Ahí hubo otras dificultades. Pienso que la fórmula de selección fue inadecuada y eso es lo que reclama la base, que les preguntemos a ellos, no a los externos. Uno no hace una consulta en el Pacto Histórico preguntándoles a los uribistas.
De todos los espectros en el uribismo, ¿en cuál se ubica? El precandidato Edward Rodríguez dice que usted es de la línea dura...
Me ubico en la vertiente republicana, en la institucional y en la defensa de principios y valores que no pasan de moda. No hay sociedad civilizada que no tenga pilares que se basen en principios y valores. Si se quiere un Estado de derecho construido sobre pilares que deriven de la legitimidad de la naturaleza de las cosas, porque antes del derecho escrito está el natural, se debe apelar a los principios de la sociedad y esos nacen a través de la costumbre. Somos una civilización judeocristiana, venimos de allí. Tenemos un conocimiento bíblico, diez mandamientos. Ojalá no se necesitaran tantas leyes para lo básico. Esa es mi esencia, soy conservadora de ideas liberales.
Creo en la libertad de cultos, de pensamiento y de expresión, también en el respeto a la diferencia. Todos cabemos, hasta que llega el criminal a creer que tiene más derechos que los demás o ese ánimo que asiste hoy al progresismo de trivializar la sociedad y la tiranía de las causas justas. La excusa de la inclusión nos vuelve odiadores. Entonces, al indígena lo rotula y lo vuelve odiador, lo mismo con comunidades negras y grupos LGTBI, cuando cada cual tiene sus libertades. Todos somos hijos de Dios y merecemos respeto, hasta que transgredimos líneas que no deben transgredirse.
¿Esa línea republicana a qué porcentaje congrega dentro del partido?
Si hablo de la base, la gran masa uribista, estoy hablando de una masa conservadora de ideas liberales, que pueden ser liberal-conservador o conservador-liberal. Es decir, hay una mezcla en la que usted se puede mover desde personas más conservadoras, que se pueden llamar de derecha, pero tienen ideas liberales, o personas más liberales que podrían sentirse más cómodas diciendo “soy de centro”. El problema es que el centro, si no asume posiciones serias frente a la defensa de los más vulnerables y de las víctimas, la gente se va sentir desprotegida.
Aquí hay toda una gama. No se puede centrar en una sola, ese es el problema de la rotulación, cuando dicen “es que usted es extrema”. Por eso no me gusta contestarle a Edward (Rodríguez), porque me parece que está jugando el papel de comodín para ver cómo fastidia y se hace importante debilitando a los demás. No quiero entrar en ese juego, más porque él me conoce desde que fui la cabeza de lista en la más votada a la Cámara de Representantes durante la Alcaldía de Bogotá de Gustavo Petro.
En una reciente encuesta encabeza la intención de voto por encima de otros precandidatos, ¿cree que la tendencia se mantendrá hasta noviembre?
No puedo apostar sobre la incertidumbre. Creo que estoy muy bien en las bases uribistas, pero habrá que ver cómo resulta la encuesta.
Si no prospera su candidatura, ¿tiene contemplado seguir en el Senado?
Claro que sí. Tengo contemplado volver al Senado, porque está la opción de ir a una gobernación, pero siento que la experiencia y el conocimiento que tengo del país es para una opción presidencial.
En un país tan machista como Colombia, ¿cree que prosperará al fin la candidatura de una mujer?
Por supuesto. La mujer es polo a tierra, la que logra aterrizar todas las ideas y los proyectos del hombre. Por eso es un complemento.
¿Cómo hacer para que la impopularidad que trae el gobierno Duque no afecte sus aspiraciones?
Toda obra de gobierno va a afectar positiva o negativamente la marca del partido. Depende del candidato cuán creíble sea en sus propuestas y en su trayectoria. No creo en aquellos que mudan de piel como las serpientes y buscan un espacio para seguir ordeñando al Estado. Eso ya depende de cada uno. Claro que afecta, pero veo también que este Gobierno, al que critico por relajar las banderas de la seguridad, le está apostando al tema social y económico, y aspiramos a que le vaya muy bien. Yo no quiero que le vaya mal.
Si tengo controversias no es porque quiera llamar la atención señalando al gobierno, es porque me da dolor que haya tomado decisiones que considero que no eran las adecuadas.
¿Como cuáles?
La tardanza en la fumigación, que no es la única estrategia contra el narcotráfico. No solo se puede pensar en tierra arrasada, se tiene que contemplar recoger esas poblaciones que, en su mayoría, quieren vivir tranquilas y sin confrontación. ¿Dónde está el sector productivo invirtiendo? ¿la infraestructura dónde está? Siempre terminan los territorios más abandonados siendo presas de todas las violencias. ¿Cómo evitamos el asesinato de activistas y líderes sociales? Muchas veces lo que se pide es cambiar el cultivo de coca, que lo que trae es maldición, una inflación gigantesca de los productos de la canasta básica, prostitución, enfermedades, de todo.
Le critico también al Gobierno que no haya reestructurado y fortalecido la inteligencia. ¿Por qué Uribe logró, prácticamente, acabar con el EPL y el ELN, que era un grupo de harapientos, y dejar a las Farc casi en su mínima expresión? Por la inteligencia del Ejército. Aquí no hicieron nada. ¿Qué hace la Agencia Nacional de Inteligencia con 500 funcionarios para no prever lo que pasó? Si usted relaja la seguridad, el país se empobrece porque la gente se va. Se espanta la inversión.
¿Cómo lidia con esos sectores dentro del uribismo que se le van encima por esa postura crítica?
Esos que me critican tienen que entender, más allá de su amistad personal con el presidente, que el país es de todos y los gobiernos son transitorios, que una mala decisión arriesga la estabilidad institucional. Uno no puede mirar solo el fuero personal, tiene que pensar como miembro de una nación. Los invito a ser reflexivos antes que a hacer una crítica destructiva, porque eso no sirve.
Winston (Churchill) tenía una frase muy famosa cuando le decían en el Parlamento británico que a un lado de la cámara estaban sus enemigos, los del otro partido. Él decía: no, esos son mis adversarios; mis enemigos están en mi partido.
¿Ve enemigos en el uribismo?
No, es una frase sabia y solo lo digo porque la política, dentro de toda su perversidad como ejercicio, que saca lo peor y lo mejor del ser humano, trae ejemplos como este. ¿Será que Petro es mi enemigo? No, es mi adversario. De pronto los enemigos están aquí, que es el que te da el codazo.
¿Qué responder a quienes dicen que un gobierno de María Fernanda Cabal sería como tener un Trump o un Bolsonaro en Colombia?
Uy, qué delicia ser Trump o Bolsonaro, que redujeron el desempleo al mínimo histórico. ¿Se imagina esa belleza, generando riqueza? Ellos bajaron los impuestos y ampliaron la base de tributación. Si a un pequeño empresario usted le exige un tributo mínimo, ¿cree que no lo paga? Claro que lo hace, pero aquí el sistema tributario te exige lo que no das. Es contradictorio y expropiatorio. Si uno se va a comparar con Bolsonaro o Trump en términos económicos es una fantasía. En términos de volver a querer el país también. Lo que pasa es que cuando uno es firme en sus afirmaciones, termina ofendiendo a los políticamente correctos y eso tiene un costo, por eso a uno lo rotulan de extremo. Yo no tengo de extremo nada. Lo único que tengo son ganas de ayudar y de servir.
¿Cómo siente que la gente ha recibido su candidatura?
Siento que las personas quieren a toda costa que vuelva la autoridad. Con anarquía no se construye nada. Siento que sí hay que escuchar, porque dentro de todo este desorden también hay verdades. Sí hay que escuchar, pero no puede ser un diálogo indefinido. Eso es una trampa. No se puede desproteger a la mayoría de la población por demandas de unos pocos, así esas demandas sean válidas.
Si le entiendo, ¿su gran bandera en campaña será la seguridad?
La seguridad es primordial, porque sin ella no hay nada, pero el problema también es el narcotráfico, que va pegado a la corrupción. Ahí hay un entronque. No es posible que todavía el Estado colombiano no haya desarrollado las capacidades tecnológicas para darse cuenta de que se están robando el erario público. ¿Cómo hace una multinacional para que no la roben? Tienen tecnologías de información. ¿Y el Estado? ¿Para qué sirven los jefes de control interno? Hay carteles que son los dueños de la contratación pública y eso es histórico. ¿Por qué no se corrige? Porque no les pasa nada, porque hay impunidad. Mientras no se castigue, esa persona seguirá confiada en que puede tomar del pelo a la administración.
O sea, ¿sus “tres huevitos” serán seguridad, lucha contra el narcotráfico y lucha contra la corrupción?
Total. Si usted da seguridad y trabajo, si lucha contra el narcotráfico, está dando seguridad también a la población. La corrupción se roba $50 billones. En este país tendríamos hospitales por lo menos de primer nivel. Pero en un país donde no hay castigo cada quien hace lo que se le da la gana o paga el más pendejo.
Si llega a la Presidencia, ¿qué va a hacer con el Acuerdo de Paz?
Reformas profundas. Primero, dejar de privilegiar municipios con la excusa del conflicto cuando hay otros más pobres que, porque no hay conflicto, no les llega dinero. Ese es un desequilibrio insostenible. Siempre es portando al que se porta mal en este país. Segundo, los magistrados de la JEP. No voy a aceptar magistrados activistas. No se puede garantizar una justicia imparcial. No puede haber magistrados que hayan hecho activismo contra la fuerza pública. ¿Quién los escogió? Las mismas Farc. Hay que cambiarlos y poner unos de primer nivel, ojalá viejos que no aspiren ni a tener plata ni novias. Que den confianza. También dividiría las salas, porque lo de la JEP no es un mal diseño.
Es decir que no derogaría del todo la JEP...
Lo que pasa es que si yo me pongo a prometer lo que prometen muchos, que es derogar la JEP, no es cierto. Lo que hay es que transformarla en un ente que se la arranque a la izquierda que le fascina vivir del Estado. Ahí están todos. La mujer de Iván Cepeda, Sandra Yepes la de (José Luis) Barceló. Todos consiguieron trabajo en la JEP con los impuestos de uno.
Eso de los 6.402 falsos positivos... He retado 10 veces a (Eduardo) Cifuentes (presidente de la JEP) a que devele los nombres, porque eso es una estrategia para influir en las mentes de las personas con una narrativa que no es cierta. Si ni siquiera la Fiscalía, que era perseguidora de la Fuerza Pública, llegó a 2.300, ¿de dónde sacaron esa cifra? De las ONG que dicen “hay un muerto. NN. Lo mató el Ejercito”. Que den el nombre de esos muertos para demostrar que el 70 % son falsos. Juegan a eso para degradar a la Fuerza Pública. ¿Acaso no hay suficientes soldados sin piernas y sin ojos? ¿o muertos? ¿o condenados por falsos testimonios?
La JEP es una adefesio y si estuviera en mis manos poder hacerlo, la cambio completamente como tribunal. Por eso es mucho mejor pensar en una amnistía en la que quede consignada la verdad y las penas, que van a ser simbólicas para los miembros de las Farc, porque los grandes asesinos están muertos. Quiero pasar un proyecto de ley que equilibre las cargas. Todo este andamiaje que existe en la JEP no es otra cosa que judicializar a los miembros de la Fuerza Pública a través de jueces parcializados.
Ha tenido varias controversias con la alcaldesa Claudia López y con el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina. ¿Siendo usted presidenta cómo conciliaría los ánimos teniendo en cuenta que debe trabajar con ellos?
Claudia López me parece que es totalmente inepta y el de Cali es un activista de extrema izquierda peligrosísimo. La que no concilia es Claudia López. ¿Dónde se encuentra un presidente más asequible al diálogo que Iván Duque? ¿dónde encuentra un presidente que ha sido con ella absolutamente conciliador y le contesta como lo hace? Me parece que ella tiene un problema de personalidad y es bipolar abiertamente. Ella amanece hoy con un ánimo y mañana con otro, y eso genera una falta de confianza entre quienes tienen que interlocutar con ella.
Yo había pensado que como ella tiene un carácter fuerte no se la iba a dejar montar, pero como le toca mantener su discurso mamerto, ahí tiene el resultado. Ella cree que lo ha hecho bien porque las demás ciudades tienen más hurto. Perdóneme, uno no se debe comparar con lo peor, sino con lo mejor. La alcaldesa lo ha hecho pésimo. ¿Usted cree que como residente alguien se aguanta vivir al lado del Portal Américas? Para mí ella quedó enterrada políticamente, por su ineptitud y por mantener su discurso estúpido. A la gente hay que cuidarla y al bandido meterlo preso. Y si la justicia los deja libres hay que denunciar a los jueces.
¿Cómo convencería a un elector cuya única referencia tiene de usted es esa popular frase “estudien vagos”?
Le diría que si una persona es beneficiaria de educación pública tiene la obligación de cumplir, porque sale del bolsillo de todos los colombianos. Cuando se desaprovecha la oportunidad de educarse, que es la forma de romper las cadenas de pobreza y tener mucha más capacidad para salir adelante, está desechando una chance que otro puede aprovechar, y eso es corrupción. Le diría que no es solo la frase, sino el contexto en el que fue dicha, cuando había estudiantes agrediéndonos con vulgaridades que deberían estar estudiando.
¿Cómo representar a los colombianos, en particular a aquellos con los que ha tenido controversias y han polarizado?
¿Qué es la polarización? ¿cuál es el extremismo? ¿meter presos a unos tipos que queman un CAI con policías adentro? Extremismo no es impartir autoridad, es la violencia que pone en riesgo la vida de los demás y lo único que encuentra es impunidad. No lo veo extremista.
La reconciliación del país empieza por darle a la gente una oportunidad y esperanza, bien sea con un empleo o un crédito. No se puede vivir en la estratosfera ni en la ideología. A usted el Partido Comunista no le va a dar desayuno, almuerzo y comida. Hay cinco millones de personas en el gota a gota, eso sí es espantoso.
Mire lo que hizo el presidente Guillermo Lasso en Ecuador. Le acaba de condonar a 1,7 millones de ecuatorianos sus deudas de hasta $3 millones. No es propiamente un subsidio, pero es un alivio. Por eso me da risa cuando critican a Trump o Bolsonaro, que lograron expandir la economía a unos niveles insospechados. Es libre mercado, es sentido común. Acá es gravemos más al empresario, porque es rico, y eso desincentiva la inversión.
¿Le preocupa que Petro esté tan trepado en las encuestas?
No me preocupa porque siempre ha estado trepado cuando está solo de candidato. Cuando ya estemos otros en el juego de la encuesta, identificados como candidatos, ya tendremos el momento de ver la realidad. Al que responde no sabe o no responde, y al del voto en blanco, hay que llegarle y que también aporte sus frustraciones e ideas. Desatar la economía, cortar la telaraña, y esto crece.
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