¿Qué hizo Laura Gil para que Álvaro Leyva la sacara de la Cancillería?
El canciller de la paz removió de su cargo a la vicecanciller feminista tras meses de tensiones y hasta señalamientos por “excesivo protagonismo”. Con medio año en el ministerio, Gil logró que Colombia se pusiera al día con sus deudas en órganos multilaterales, repatriara 531 piezas precolombinas y, muy especialmente, fuera protagonista en los grandes foros internacionales en temas de género. Balance.
Élber Gutiérrez Roa
La situación no aguantaba más. Con solo medio año de trabajo juntos, el canciller, Álvaro Leyva, y su viceministra de asuntos multilaterales, Laura Gil, llevaban ya varios meses de tensiones debido al protagonismo que la funcionaria había adquirido tanto en el Gobierno colombiano como de cara a sus pares en la comunidad internacional. De hecho, desde antes de la posesión de Gil ya habían empezado a sentirse ciertas distancias.
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La situación no aguantaba más. Con solo medio año de trabajo juntos, el canciller, Álvaro Leyva, y su viceministra de asuntos multilaterales, Laura Gil, llevaban ya varios meses de tensiones debido al protagonismo que la funcionaria había adquirido tanto en el Gobierno colombiano como de cara a sus pares en la comunidad internacional. De hecho, desde antes de la posesión de Gil ya habían empezado a sentirse ciertas distancias.
En la última semana de julio de 2022, en su condición de Canciller designado, pero aun sin que Gustavo Petro hubiera asumido la presidencia, el propio Leyva comunicó a varios embajadores que nombraría a Gil como viceministra. Se los dijo en una reunión a la que asistieron, además, tres congresistas. No se sabe cómo, pero el tema se filtró a la prensa y eso no le gustó a Leyva.
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Con los preparativos de la posesión presidencial, y la consecuente actividad en la Cancillería, encargada de atender a los jefes de Estado invitados a la ceremonia, el tema del nombramiento de Laura Gil se dilató y solo hasta el 22 de agosto asumió el cargo.
Lo hizo en sobria ceremonia en el Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería. Hubo felicitaciones, reconocimiento a su hoja de vida, trino en la cuenta oficial de Twitter de la Cancillería y retrino (o reposteo, como dicen otros) en la cuenta personal del Canciller. Hasta ese momento, a Gil se le definía como una “politóloga e internacionalista, con amplia experiencia académica y práctica en la defensa de los derechos humanos, la solución pacífica de conflictos y la construcción y el mantenimiento de paz”. Se decía que Gil estaba “dedicada a contribuir con la internacionalización de Colombia mediante una presencia en medios tradicionales como alternativos y comprometida con el análisis y la divulgación de los retos de la coyuntura nacional e internacional”.
Pero de los elogios muy pronto se pasó a un lenguaje diferente, según confirmaron dos fuentes de la Cancillería, quienes consideran que el gran problema de Gil tiene que ver con el éxito en las labores que le fueron asignadas. Pronto se convirtió en eje articulador con otras carteras y con las embajadas, mundo en el cual se mueve como pez en el agua, al punto que en algunos escenarios la buscaban más que al Canciller, quien tiene múltiples ocupaciones.
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Su salida de la Cancillería estaba más que anunciada y quizá por eso, más allá de la enorme solidaridad que recibió en redes sociales y por cuenta de las plataformas de derechos humanos, especialmente las de defensa de derechos de la mujer, Gil resulto haciendo una especie de balance de su labor desde el 21 de febrero de 2023, cuando asistió en representación de la Cancillería al acto académico La diplomacia en el siglo XXI: Miradas Prospectivas, convocado por la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, escenario que es como su casa, pues allí dirigió los reconocidos programas de posgrados en asuntos internacionales en los cuales han sido formados muchos diplomáticos del país.
Tres semanas después le notificarían mediante comunicado público que quedaba removida del cargo. Se enteraría a través de los medios de comunicación justo cuando acababa de pronunciar un elocuente discurso ante la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas (ONU), invitando al mundo a acoger el enfoque del gobierno Petro en la política de drogas. Un oso diplomático, dijeron congresistas y analistas de temas internacionales, pues remover a la jefa de la delegación en plena sesión deja mal parado al país de cara a las negociaciones internacionales.
Muchos se preguntan si le faltó diplomacia al jefe de la diplomacia por no esperar a que concluyera el evento y a que Gil rindiera su informe sobre la reunión de la Comisión de Estupefacientes.
La ponencia de despedida no oficial en el Externado llevaba el mismo título del encuentro académico y en ella Laura Gil resaltó que desde la posesión del presidente Gustavo Petro la política exterior colombiana ha recuperado el terreno y el respeto perdidos y se ha transformado. Defendió la tesis de “Colombia, potencia de la vida” como punto de partida para refundar una nueva etapa de relacionamiento de nuestra nación con el continente americano y con el mundo. Se refería a asuntos como la paz global, el diálogo civilizado sin exclusiones, el respeto a las minorías históricamente marginadas, la lucha contra el cambio climático, la transición energética, el respeto por la vida, la defensa de la biodiversidad y la cooperación regional.
“Cumplidos seis meses desde mi posesión como viceministra de Asuntos Multilaterales, he sido partícipe de este positivo avance de nuestra política exterior y aprovecho para rendir cuentas ante este auditorio en este campus universitario” dijo la ahora exviceministra, como subrayando que lo de ese día era una despedida.
¿Se va Laura Gil por falta de gestión en el viceministerio?
No. Por el contrario, hasta le imprimió enfoque de género a su trabajo, tal como se comprometió a hacerlo cuando llegó al cargo. “El cambio es con las mujeres”, repitió por el mundo en representación de Colombia.
Y lo explicaba de manera muy concreta: “La política exterior feminista avanza en la materialización de esta promesa. La queremos pacifista, participativa e interseccional: - pacifista porque le apostamos a la paz total dentro y fuera de las fronteras; - participativa, porque Colombia necesita más y más democracia; - interseccional porque entendemos que múltiples identidades – mestiza, afro o indígena, heterosexual o LGTBI, rural o urbana, y de variados estratos – se acumulan para profundizar desigualdades. No es fácil pensar una política exterior feminista desde el sur global. Los países del norte que lo han hecho se han centrado más que nada en una política de cooperación feminista para guiar sus actividades en el exterior”.
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Todo bien hasta ahí, pero el problema fue cuando empezó a hablar de la propia casa. Gil recordó que la paridad para garantizar la diversidad en el servicio exterior requerirá años de esfuerzos de acción afirmativa. “Queremos ir más allá. Al fin y al cabo, la Cancillería ha tenido muchas mujeres y muy poco feminismo. Estamos discutiendo con varios ministerios como, por ejemplo, el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Comercio Exterior, el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Ciencias y Tecnología, qué significa un lente feminista sobre la seguridad, la actividad comercial, el cambio climático y la educación. Esta Política Exterior Feminista está siendo desarrollada por el equipo del Viceministerio de Asuntos Multilaterales, luego de recibir importantes contribuciones de la sociedad civil”.
El problema fue que el tema pegó. En distintas áreas, los funcionarios le copiaron a la idea y ya se empiezan a ver iniciativas encaminadas al empoderamiento femenino en varios ministerios. No es que Laura Gil tenga la propiedad exclusiva sobre el tema, ni que haya sido la creadora de dicho enfoque, pero sí fue activa promotora de la mirada feminista dentro del gobierno.
Gil se quedó esperando el lanzamiento oficial de dicha política. Había mencionado que “queremos posicionar a Colombia como un Estado feminista mediante la promoción de la equidad, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y su participación política, todo desde un enfoque de derechos humanos”. Y prometió que nadie se quedaría atrás porque en el gobierno entienden el concepto de género de manera amplia para incluir la defensa de los derechos LGTBI.
“No acabaremos de inmediato ni con el machismo, ni con el patriarcado, ni en el país, ni en la Cancillería, pero estamos avanzando”, repitió en el discurso ante la Universidad Externado. Una frase que a las alturas en las que fue pronunciada no era una simple declaración de principios, ni una expresión fruto del azar.
¿En qué asuntos concretos de política exterior feminista trabajó Laura Gil?
La primera decisión de su Viceministerio fue rescindir la adhesión a la Declaración del Consenso de Ginebra, una plataforma contra las mujeres, contra el aborto, en la cual Colombia fue incluida por la administración de Iván Duque, pese a un fallo de la Corte Constitucional en sentido contrario. “Reiteramos así el respeto del gobierno nacional por la rama judicial, la protección del Ministerio de Relaciones Exteriores República de Colombia de los derechos sexuales y reproductivos, el reconocimiento de la existencia de diversas formas de familia y la importancia de prevenir todas las formas de violencia contra las mujeres”, dijo Gil.
En segundo lugar, Colombia reiteró las tres declaraciones interpretativas que realizó el 23 de enero de 2007 al Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas. Un avance en materia de garantía, promoción y protección de los derechos de la mujer, especialmente frente a la toma de decisiones libres sobre su sexualidad y su reproducción.
Como tercer hecho concreto de su trabajo, Colombia también está desarrollando el primer Plan Nacional de Acción de la Resolución 1325, un tema al cual Gil había dado prioridad. Se trata, ni más ni menos, que del documento clave en el que el Consejo de Seguridad de la ONU reconoce el efecto desproporcionado y singular que los conflictos armados causan en mujeres y niñas y destaca el importante rol de las mujeres en la resolución de conflictos y la construcción de la paz. En este sentido le quedaron faltando a Gil los cinco foros regionales que programaba en Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga y Villavicencio con miras a la construcción del Plan Nacional de Acción con las mujeres del país. ONUMujeres y la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer son actores claves con los cuales la cancillería trabaja en el tema.
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Hay un cuarto tema concreto y tiene que ver con la prevención de la violencia sexual en conflictos armados. Colombia ingresó a la Alianza Internacional para Prevenir la Violencia Sexual en los Conflictos, promovida por Reino Unido. Y hasta busca la presidencia de ese organismo. En cuanto a órganos y movimientos, Colombia logró la vicepresidencia de la junta directiva de ONUMujeres y un asiento en la junta directiva del Fondo de Organizaciones de Mujeres y Feministas de la Cepal. También entró a la Alianza de Movimientos Feministas para movilizar el apoyo político a diversas organizaciones, agendas y políticas feministas.
Sobre la defensa de los derechos LGTBI, Colombia volvió a participar en el Core Group LGTBI en Naciones Unidas y a presidir el Core Group LGTBI en la OEA. Laura Gil también dio instrucciones a las embajadas para asegurar que el enfoque de género quede incorporado en cada uno de los textos patrocinados o suscritos por el país.
Un quinto hecho clave en la gestión de la ahora ex vicecanciller fue que Colombia condenó el caso de la muerte en cautiverio de Mahsa Amini en Irán y copatrocinó la sesión especial del Consejo de Derechos Humanos sobre las violaciones contra los derechos de las mujeres en Irán y la resolución que allí se adoptó. El país también votó a favor de la exclusión de Irán del Comité del Estatus contra la Mujer. “Nuestra diplomacia es una de valores”, mencionó Gil al hablar del tema en el mismo discurso del 21 de febrero.
Colombia tiene más de 80 instrumentos internacionales por ratificar
Entre algunas otras acciones desarrolladas durante estos primeros seis meses de gobierno en la Cancillería están el reconocimiento de la competencia del Comité sobre Desapariciones Forzadas para conocer de peticiones individuales, la firma de la adhesión de Colombia a la Alianza Mundial para los Desaparecidos, el depósito del instrumento de adhesión a la Convención Interamericana sobre la Protección de las Personas Mayores y la radicación del proyectos de ley para ratificar la Convención Interamericana contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia, entre otros.
“Cuesta creerlo, agregó Gil, pero Colombia tiene firmados unos 80 instrumentos internacionales que nunca ha sometido a ratificación. Nos estamos poniendo al día”. En el mismo sentido, señaló, “hemos avanzado en la observancia de las órdenes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Colombia tiene por implementar 124 órdenes, algunas que datan de décadas atrás y, en los primeros meses de gobierno, hemos cumplido 12. Es nuestro compromiso y nuestra meta dar cumplimiento a todas las órdenes que dependen del ejecutivo”.
Entre los temas que quedaron con avances figura un trabajo conjunto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para diseñar “un mecanismo institucionalizado de seguimiento al informe sobre el derecho a la protesta”. Y otro hecho del cual se enorgullece mucho Gil. “Le devolvimos a la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas su mandato original, uno que gobiernos sucesivos han venido erosionando desde 1996. No queremos una Oficina inocua; la queremos observando, participando y recomendando”.
Colombia, sin deudas
Mención aparte merece el tema de que Colombia, durante la gestión de Laura Gil, se puso al día con las cuotas que todos los países deben pagar por su pertenencia a los organismos del sistema internacional. Durante el gobierno de Iván Duque Colombia alcanzó a tener 115.000 millones de pesos retrasados en cuotas obligatorias. “Hemos cancelado una deuda que había impedido la participación de nuestros diplomáticos en los escenarios internacionales, debilitando la posición nacional. Nuestros funcionarios debían levantarse y retirarse de las votaciones en varias organizaciones en razón al no pago de los compromisos”, recordó Gil, quien aseguro que “al cierre del año pasado, nos propusimos el pago de todas las cuotas de las organizaciones internacionales a las que pertenece Colombia. Me complace reportar que hoy Colombia está al día”.
Y contó una anécdota que francamente produce vergüenza en estos asuntos: “en la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, al tener una deuda de más de tres años, por estatuto, se pierde el derecho a participar en las reuniones. Una contribución al pago de una deuda posibilita el reintegro de ese derecho, por lo que un embajador sacó de su bolsillo cinco dólares como abono para recuperar el derecho de intervención. Esto debería haber resultado escandaloso, pero acá nos habíamos acostumbrado a que nuestros diplomáticos tuvieran que salir de las discusiones por las deudas que teníamos en el sistema internacional”.
Recuperación de patrimonio arqueológico
“En estos pocos meses, continúa el balance de Laura Gil, 531 piezas precolombinas del patrimonio arqueológico colombiano han regresado a casa gracias a la acción decidida de nuestras embajadas y el trabajo coordinado con la Presidencia de la República para aprovechar las giras presidenciales y repatriar las piezas a costo cero”. Colombia trabaja, además, en dos prioridades al respecto: “la recuperación de las máscaras koguis que están en el Museo Etnológico de Berlín y cerca de 400 piezas arqueológicas que están en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires y fueron sacadas de manera ilegal”. También están en la agenda los casos del Tesoro Quimbaya (en España) y la recuperación de los restos de José María Melo, el primer presidente indígena de Colombia, quien murió en México.