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Agmeth Escaf saltó de las cámaras de televisión a la Cámara de Representantes: pasó de ser presentador y de interpretar algunos papeles y protagonicos en novelas a ocupar una curul como congresista.
Si bien lleva poco tiempo en el juego político, ya se ha ganado las críticas de varias personas en redes sociales y de algunos de sus compañeros. El presidente de la Comisión Séptima de la Cámara habló con El Espectador sobre sus banderas y sobre esos comentarios.
¿Cómo lo ha recibido el Congreso?
El Congreso no te recibe, tú tienes que adaptarte. Es muy exigente, aunque la gente crea que no. Debo organizar sesiones, revisar proyectos para plenaria, atender ministros y llamadas de la Casa de Nariño; también debemos recibir a la gente, pues en los pasillos hay muchísimas personas que vienen con sus necesidades. Mejor dicho, hay que estar en cinco lugares al mismo tiempo.
(Lea: “Las veces que las primeras damas han sido embajadoras especiales del gobierno”)
Usted es una de esas figuras que llegaron al Congreso tras poseer popularidad, ¿le debe algunos de sus votos a eso?
No puedo negar que gran parte del apoyo fue porque me conocían. Una de las cosas difíciles para los políticos, porque yo soy un outsider, es que les reconozcan y que les tengan confianza, pues están muy desprestigiados. Sin embargo, la gente me conocía no solo porque me vieron en televisión, sino porque conocen mis causas, en las que he estado trabajando durante mucho tiempo.
¿Cuáles son esas causas?
Mi bandera más grande es la de los derechos laborales: hay que acabar con el detrimento del trabajo en Colombia. Esta es la primera vez en mi vida que yo tengo un trabajo digno, con todas las garantías y prestaciones, pues he pasado toda mi vida entre el rebusque y luego, como esclavo del contrato de prestación de servicios.
Yo no nací en una pantalla de televisión, un día era protagonista de una novela y al día siguiente era portero en una discoteca en Bogotá, precisamente porque no existían garantías. El Estado no protege a los empleados y, además, es el que peor contrata, por eso me despidieron cuando reclamé mis derechos en Caracol Televisión. Eso me motivó más para iniciar la lucha jurídica que ganamos.
Precisamente, por esa trayectoria en televisión, han dicho que no tiene seriedad para ser congresista y que está más pendiente de Tik Tok, ¿qué piensa de esos comentarios?
La gente le da palo a cualquiera, pero eso no me desconcentra de mi trabajo. Me gusta hacer tik toks y los estoy utilizando de manera educativa, pues hay mucha desinformación sobre lo que se hace en el Congreso. Además, así puedo mostrar mis banderas y el trabajo que estoy haciendo.
Mi objetivo es clarísimo: usar la red para llegarle a la gente. Al que le parezca mal que haga tik toks, no me la paso en eso todo el día, me demoro cinco minutos.
No solo la gente le ha dado palo: algunos de sus compañeros le llamaron “manguito” tras ganar la presidencia de la comisión séptima de la Cámara, ¿qué pasó?
El Pacto Histórico tenía que tomar una decisión, por eso yo me postulé para el cargo y también lo hizo Mafe Carrascal; llevé todo a la votación en la comisión y gané. Ella todavía no está a gusto con eso, se podría decir que tenemos una relación tóxica, pero yo no vine a pelear con nadie. Para molestarnos, los compañeros nos ofrecieron un retiro espiritual, yo creo que eso va a mejorar.
Que me hayan dicho ‘manguito’ sí fue una ofensa, porque un ‘manguito’ es una persona que se elige por un partido y luego vota por otro, pero yo tengo un gran compromiso con Gustavo Petro y esa es la razón por la que estoy aquí.
Abandonó la sesión de la comisión accidental del Canal del Dique en Santa Lucia (Atlantico), ¿por qué?
Me consultaron sobre la organización de esa sesión, pero mis sugerencias no fueron tenidas en cuenta, hicieron totalmente lo opuesto a lo que debía ser. Si íbamos a sacar una comisión del Congreso, había que hacerla afuera, pero, nos encerramos en un colegio y la gente reclamaba el por qué estábamos de espaldas a ellos, no pude con eso y me salí. Yo represento al Atlántico, con mayor razón lo hice, no me sentía a gusto con lo que estaba pasando.
Algunos dijeron que fue populista…
No fue así, se trató del sentido común frente a mi proyecto político y el de Gustavo Petro. Si me quieren llamar ‘revoltoso’, no me importa; es más, le pedí al presidente que fuera a Santa Lucía, se montaron unas mesas técnicas y yo mismo le entregué todo el resumen. Ahí estuvimos los congresistas que hacen parte de la comisión, de cara al pueblo, y el presidente dio respuestas claras. No era tan difícil.
¿Cuáles fueron los resultados de esa Mesa Técnica?, ¿qué le sugirió al presidente?
Estamos ad portas de un desbordamiento, lo que sería una tragedia superior a la que hubo en el 2010. La comunidad tiene que entender el nivel del riesgo que presentan, pues muchos piensan que otro chorrito de agua no les va a hacer daño.
Hay que tener un plan de contingencia y reubicar a la gente, que no se hace de la noche a la mañana. También hay que hacer el proyecto del Canal del Dique, porque se trata de un tema de navegabilidad, transporte de carga y de sistemas de riego para los cultivos, pero, lo más importante es sacar a las personas y ponerlas en zonas seguras.
¿Cómo ve los esfuerzos del Gobierno para controlar los abusos de energía, un tema que aqueja fuertemente a la costa caribe?
Pasan dos cosas en la costa: la energía ha estado muy mal administrada, primero por Electricaribe y luego por Air-e, y, hay un problema social que son los robos de energía, lo que genera un recobro en los demás usuarios. La intervención del presidente y de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) me parece maravillosa. Hay que ponerle orden a las empresas que prestan energía, no solo en el caribe, sino en todo el país.
A propósito, ¿qué piensa del papel que ha desempeñado Irene Vélez, ministra de Minas y Energía?
Ha tenido unos lapsus naturales; se ha equivocado y luego ha corregido, eso es de humanos. Los medios no pueden ser un cañón que a todo lo que se va atravesando le van disparando. Si se muestran con esa mirada aterradora cualquiera se asusta, y más ella que acaba de llegar.
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