¿Qué sigue después de la paridad?
Este viernes, el Congreso conciliará la reforma electoral, que incluye que las listas deben estar conformadas 50-50. Este es un gran paso, pero organizaciones feministas y de la sociedad civil advierten que falta mucho más para hablar de una participación política efectiva y real de las mujeres.
Nadie ha asegurado que con la aprobación de la paridad en el Código Electoral, el pasado miércoles, efectivamente vayan a ser electas más mujeres o que con esto quedan eliminadas las barreras de acceso para que estas lleguen a puestos de representación y toma de decisión. El artículo 262 de la Constitución, reformado a través del acto legislativo 02 de 2015, establece que “en la conformación de las listas se observarán en forma progresiva, entre otros, los principios de paridad, alternancia y universalidad, según lo determine la ley”.
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Nadie ha asegurado que con la aprobación de la paridad en el Código Electoral, el pasado miércoles, efectivamente vayan a ser electas más mujeres o que con esto quedan eliminadas las barreras de acceso para que estas lleguen a puestos de representación y toma de decisión. El artículo 262 de la Constitución, reformado a través del acto legislativo 02 de 2015, establece que “en la conformación de las listas se observarán en forma progresiva, entre otros, los principios de paridad, alternancia y universalidad, según lo determine la ley”.
A estos principios se les conoce como PAU (paridad, alternancia y universalidad). Son tres características independientes y complementarias que “garantizan la equidad de género en política”, de acuerdo con la Misión de Observación Electoral (MOE). Lo conseguido esta semana —y que se espera quede en la conciliación— es la garantía de ese primer principio en las corporaciones públicas (Congreso, asambleas, concejos y juntas administradoras locales) y desestimar este hecho como un “triunfo pírrico” o una “ganancia marginal” es desconocer los debates, disertaciones y luchas de mujeres que han defendido esto en el Legislativo en los últimos 20 años, como Sofía Gaviria, Piedad Córdoba, Gloria Inés Ramírez, Dilian Francisca Toro, Claudia López, Ángela María Robledo, Angélica Lozano, Adriana Matiz y Juanita Goebertus.
No en vano, todas ellas celebraron la decisión del Senado en último debate y declararon esta determinación, aprobada con 90 votos contra uno, como un hecho histórico, un avance, una trascendencia que indica que se ha generado una transformación con relación al entendido de que una democracia sin mujeres no es una democracia. “Esto va a crear un verdadero impulso para tener a más mujeres en las corporaciones, va a significar un cambio cultural en los partidos, en términos culturales y políticos, en cuanto tienen que empezar procesos de formación de hombres y mujeres, porque los hombres se tienen que formar en cuanto a la dimensión de la paridad”, dijo la representante Ángela María Robledo (Colombia Humana).
Su colega en Senado, Angélica Lozano (Alianza Verde) también aplaudió, se emocionó y reconoció esto: “Con más mujeres en la política, esta se amplía y se cambia, así como cambia la democracia. Hay mujeres de todas las tendencias políticas, de todas las calidades, como los hombres. Con esto se garantizan más candidatas, por tanto, más opciones para que lleguen a los cargos de toma de decisiones. Es una conquista histórica, en la que tuvieron que pasar décadas para que Colombia se empezara a sintonizar con el cambio”. Ahora, como se dijo, han sido 20 años desde que en el país se introdujeron conceptos como las cuotas. Primero fue a nivel administrativo y luego legislativo con la Ley de Cuotas 1475 de 2011. Esta evidenció que, en los comicios posteriores, con el incremento de candidatas se eligieron más mujeres, pero en 2018 y 2019, tanto a nivel parlamentario como regional, esos números o disminuyeron o se estancaron.
En este actual Congreso se han tramitado dos reformas políticas y las dos se han hundido. Las discusiones más duras han sido alrededor de listas cerradas y PAU. “Quienes aprueban las leyes que los llevaron a ser electos tienen que cambiar esas leyes. Por eso para los congresistas es más cómodo regular otros temas que no sean los político-electorales, pues en medio están en juego los intereses de reelección”, explica Luisa Salazar, experta en género de la MOE. Para no perder el impulso, además de contar por primera vez con una campaña feminista como ¡Paridad Ya!, se introdujo en el Código Electoral, que traía bastante consenso.
Y la discusión de este artículo es un reflejo de eso mismo. En Senado fue el último que se discutió y en Cámara, la semana pasada, hubo riesgos de que se reabriera la votación por petición del representante Jorge Eliécer Salazar por temas procedimentales. Su propuesta era que las listas estén conformadas con un mínimo del 30 % y un máximo del 50 %. Estaba imponiendo un límite, cuando aún no se ha podido superar el 20% de techo invisible de cristal. Frente a esto, congresistas y opinión cerraron filas y, finalmente, en la Cámara quedó 50 % para circunscripciones que eligen cinco o más curules, y 30 % para aquellas que eligen menos de cinco, es decir, por primera vez 18 departamentos tendrán la obligación de una cuota de género. También se contempló que, en casos en los que las listas son impares, son las mujeres las que terminarán de completarlas y la posibilidad de listas constituidas exclusivamente por mujeres.
El Senado, por su parte, discutió primero la proposición de Roy Barreras que, de entrada, aseguraba que la mitad de las curules del Congreso fueran para mujeres, atendiendo el llamado de reglamentar la forma cómo se iba a implementar ese PAU, y él, en su sustentación, señaló que esto implicaba que más del 30 % de los que estaban allí no tendrían cabida en 2022. Esta propuesta no logró los votos suficientes y hasta contó con un “no” de parte de Angélica Lozano y Ana María Castañeda, quien junto a César Lorduy introdujeron la paridad en primer debate, al considerar que la propuesta podía ser declarada inconstitucional. Después se votaron en conjunto las proposiciones de Antonio Zabaraín y John Milton Rodríguez que, a diferencia de Cámara, les daba la potestad a los partidos y movimientos para decidir qué género completaría las listas.
“Puede sonar muy democrático que el partido decida, pero en la vida real vamos a seguir manteniendo un problema estructural en la selección de candidatos, porque siempre se eligen a los hombres”, apuntó Salazar. Además, la proposición votada no considera las listas inminentemente de mujeres y ese fue un llamado que hizo el movimiento feminista Estamos Listas, que en 2019 logró un asiento en el Concejo de Medellín con una propuesta solo de mujeres y bajo el aval del Consejo Nacional Electoral en reconocimiento a las desigualdades y desventajas de esta población.
La decisión de cómo queda finalmente este artículo está en manos de cuatro hombres: Alejandro Vega, Julio César Triana, Armando Benedetti y Fabio Amín, quienes tienen que armonizar dos textos diferentes para que quede uno unificado que salga a revisión constitucional. Desde la opinión pública están haciendo presión para que quede como en Cámara para que el avance sea significativo.
Lo que sí es seguro es que todavía hay más por hacer, porque la participación política de las mujeres incluye una transformación cultural y 2021 será un año para pensar la alternancia y la universalidad. Mientras cursan otros proyectos que llenan vacíos y hacen obligatoria la financiación y la formación a liderazgos de mujeres. “Lo que quedó, por supuesto, no corresponde a un cambio estructural. Cada una de nuestras luchas es escalonada, en la que se disputan muchos espacios simbólicos y materiales para producir transformaciones. Desafortunado que digan que es marginal porque es el espacio común que pretende quitarnos el derecho a celebrar pequeños logros”, manifestó Juliana Hernández, directora de Artemisas, que forma parte de ¡Paridad Ya!, en contra de las críticas.
Para zanjar esta discusión, Luisa Salazar dice que este tema se puede ver como el vaso medio lleno o el vaso medio vacío. “Teníamos una cuota del 30 %, cuando inició la discusión era del 40 y ahora aumentó al 50 %. Eso nos dice que el vaso está medio lleno y que vamos avanzando, pero la otra visión es que perdimos una oportunidad muy grande, tras una Ley de Cuotas que ha mostrado el techo para las mujeres, tanto para ser candidatas como ser electas”. Por eso su invitación es que desde la ciudadanía también nos comprometamos con el cambio y la renovación del Congreso, y eso empieza por darles un voto de confianza a las mujeres y por exigirles a los partidos que avalen a las mejores. “Esto no es una conversación cerrada y hay que seguir trabajando”, dice la experta en género. Por ahora quedan las ganas y la lucha por rebosar ese vaso.